Escribe:
Milcíades Ruiz
La población
aborigen del entorno de la mina Las Bambas, ha dado una lección de lucha en
defensa de sus derechos. Lo ha hecho de una manera que ha derrumbado la barrera
de una tradición política de la vieja república en la que los pueblos andinos
han sido pisoteados por las transnacionales, con la complicidad de los
gobernantes. Pero no solo es una lección de coraje y dignidad, sino también de
reivindicación de la población nativa frente al histórico menosprecio, lleno de
abusos contra los peruanos más auténticos.
Es un hito
histórico, no tanto por el triunfo de sus demandas sino por el significado de
esta gesta del pueblo chanca de no permitir nunca más, atropellos de los
poderes de la dominación. Ha sido una lucha de hombres y mujeres campesinas
contra los vende patrias, la prensa y los “Felipillos” que adulan a los
poderosos invocando la tinterillada del Estado de Derecho fraudulento, que
incitan a la represión apelando al principio de autoridad, que mal interpretan
el cierre de carreteras como un delito grave aunque fuese dentro de la
propiedad privada, que inventan toda clase de falsedades para denigrar la lucha
popular.
Ni un paso
atrás. De aquí en adelante, no seamos permisivos. Este es el mensaje de lucha
para otros pueblos que sufren las atrocidades del crimen organizado que nos
arrebata por asalto las riquezas no renovables del suelo patrio, dejándonos
solo escorias contaminantes, pobreza y desolación, sin reparo de los daños ni
compensación equitativa. Es el ejemplo a seguir para las demás zonas
campesinas, frente a la colusión antipatriótica de gobiernos corruptos con los
depredadores de nuestros recursos naturales.
Todo lo
conseguido por el pueblo chanca es posible lograrlo en otras zonas mineras y la
unidad de lucha multitudinaria es una clarinada para los proyectos fraudulentos
que están en marcha, festinando trámites y fraguando estudios de impacto
ambiental, sin considerar el derecho de consulta previa, sin licencia social ni
consentimiento de los afectados, como es el caso del proyecto Tía María y
otros.
También es
una lección para los políticos timoratos que mezquinaron su apoyo. Sin embargo,
debemos felicitar a las agrupaciones e instituciones que salieron al frente
para solidarizarse con la lucha campesina de Apurímac, con argumentos
racionales sin pretender suplantarlos. Muchos compañeros de izquierda han
contribuido a que los represores se frenen al ver que los comuneros no están
solos. Todas las voces resonaron y retumbaron en el ánimo represivo. Ojalá la
izquierda comprenda con esta gesta, que la ansiada unidad tiene que surgir de
la lucha concreta y no esperar que venga desde las cúpulas.
Por su
puesto que aquí no termina la lucha, pero es un paso importante. La historia la
hacen los pueblos, con nosotros o sin nosotros. Si somos consecuentes con la
ideología que profesamos, tenemos que involucrarnos y no ser simple
espectadores. Si el futbol desata la euforia de todos nosotros por el triunfo
de nuestra selección, con la misma pasión la lucha por la justicia social.
Donde quiera que estemos hagamos nuestra trinchera de combate. En nuestro
frente de trabajo, la política, arte, ciencia, literatura o en la acción
directa. Queda todavía mucho por hacer.
No importa
si nos equivocamos. Será una equivocación de buena fe. Solo los que no hacen
nada, nunca se equivocan.
Abril 2019
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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