lunes, 10 de junio de 2019

CÓMO ENFRENTAR EL INCUMPLIMIENTO DE LA CONFIANZA POR LA REFORMA POLÍTICA PARA COMENZAR A SUPERAR LA CRISIS ESTRUCTURAL PERUANA



Amigos:
Somos testigos de lo que significa un quiebre relacionado con lo que viene sucediendo en el Perú republicano, donde como decíamos en al anterior escrito son de significación los temas de cultura, identidad y acerca o no de la presencia del país en el mundo, que poco les importa a los conservadores, “quienes han decido los destinos del Perú”, razón que explica sus  comportamientos que muestran “signos evidentes de una discriminación nacida en la época colonial donde imperaban las castas de pura sangre”.
Es decir, en el fondo todavía seguimos la constante de la colonialidad interna donde sobresalen los grupos de poder tanto en el orden político, como en lo económico, a parte de no haberse ejercido la democracia representativa y menos la democracia participativa en el marco de un Estado de derecho débil y todavía vulnerable, aspectos que no se han cumplido desde la independencia, siguiendo al pensamiento y la acción de la democracia política liberal.  
Tampoco hemos tenido una economía progresista en la república, porque al igual que en la era colonial, ésta ha descansado en el predominio de la producción primaria para la exportación de cultivos agrarios, de minerales y del petróleo; es decir, lo que se llama hoy el orden neo extractivista, sin ningún intento por cambiar el proceso económico por otro diferente, que promueva una economía que tenga una base de sustentación a una producción agraria que retome el autoabastecimiento alimentario y que respondan a objetivos de salud pública con dietas que harán elevar la calidad de vida de los peruanos.
Esta nueva política tiene que tener como soporte la producción en el uso interno de los hidrocarburos, gas y electricidad, instrumentos que permitirán que la economía no solo sea de primarios exportadores (minerales); sino dirigida a la diversidad productiva con valor agregado.  
De otro lado, se reitera efectivizar la democracia política en cuanto a lo que representa el nuevo comportamiento de los partidos, ellos deben contar con elites –cuadros de gobierno- que potencia el surgimiento de líderes, sin caudillos, producto de la democracia interna que aviva la presencia en cantidad y calidad de las militancias partidarias; hoy los partidos son cenáculos, con un grupo de poder y de beneficiarios económicos, en algunos casos han tenido copiosos votos en las elecciones e inclusive aparentemente aparecían organizados territorialmente, sin embargo, el jefe era eterno y acompañado de dotes autoritarias y de dirigentes ayayeros, incapaces de mostrar ser demócratas, ni menos discrepar con el jefe del partido.  
Esto determinó practicar tanto el doble discurso, como también ser proclives cuando al alcanzar el poder, fueron fáciles de ser sobornados, convirtiéndose en despreciables arrebatadores de los fondos del erario y traidores a sus bases populares y sus programas de gobierno. El acabar con todo esto presenta una disyuntiva: empezar a ser diferentes y ser igualmente progresistas.
Los ciudadanos del Perú sufren los boicots que por cierto, no son una mera reacción de normal oposición, lamentablemente los miembros de la mayoría parlamentaria obedecen a doctrinas contrarias a la democracia política, de partidos sin democracia interna, ellos no creen en la democracia y son herederos de la autocracia corrupta de gobiernos de la década del 90, dirigida por los mandobles Fujimori/Montesinos/Hermoza Ríos de ingrata recordación.
En el caso de la reducida representación aprista, ellos también son herederos del doble discurso, han tenido dos jefes únicos y dirigencias amantes de la verticalidad partidaria, el último jefe fue Alan García con dos gobiernos en su haber, el cual ha lucido un vergonzante uso y abuso de los bienes públicos.
El asunto merece una reflexión, ¿qué podemos esperar del congreso vigente que no es coherente ni busca dialogo?, ¿será un imposible recomponer en buenos términos los proyectos que han merecido la confianza?, resulta riesgoso que ni siquiera lo medular podría ser aprobado; y no se está lejos de las trampas asolapadas o abiertas porque se ha visto que este congreso tiene una mayoría congresal autoritaria de sabor filo fascista y antidemocrático.
Este sería el marco en que se desarrollaría la discusión y el debate por la reforma política. Sin embargo, no es nada halagadora la situación, al desconfiar de los fujiapristas imbuidos del conservadorismo del anticambio y de actos discriminatorios, a los que se suman parlamentarios que han sido ministros de este gobierno, caso del congresista Carlos Bruce que abiertamente se ha vuelto enemigo: tanto de las igualdades, como también de su propio gobierno.
Lo ocurrido con Bruce no es único, hay otros parlamentarios ex ministros que han venido renunciando a pertenecer a la bancada de “peruanos por el cambio”. Pedro Olaechea y Salvador Heresi abandonaron a su grupo de elección para formar otro, e inclusive han dejado a Violeta, Scheput, y el mismo Heresi, que sin darles explicaciones no los han considerado en el nuevo grupo parlamentario Acción Republicana, el cual tiene evidencias conservadoras y contrarias al poder ejecutivo y no simpatizan con la reforma política. Solo el grupo liberal es aliado del gobierno que preside Martín Vizcarra.
Este desbande se debe a desconfianzas mutuas entre los parlamentarios y el Presidente. Ellas se explican, en el caso de Olaechea por ser uno de los “blancos” que señaló Bruce, y los otros cuyas diferencias no son necesariamente por discriminación étnica, y puede entenderse que, la razón del desencuentro sería por la dirección y el mando del gobierno.  
Las divergencias de los parlamentarios en cada caso tienen matices personales; empero al estar en cuestionamientos las reformas, se aprecia que los gana el espíritu conservador, lo que se presta a dudas sobre la aprobación de las reformas propuesta por el presidente Vizcarra.
Al comportamiento de la mayoría fujiaprista se aúnan las reacciones de los parlamentarios que fueron en la lista de “peruanos por el cambio”, y que, ahora aparecen como rivales de Vizcarra y de sus propuestas; bajo estas condiciones no se augura cumplir con el voto de confianza y por ende se aprueba los proyectos de la reforma política, tremendo cuestionamiento que tendrá que encarar el Presidente y el poder ejecutivo.
¿Hay salidas para lo que no aprobaría el congreso y motivaría un nuevo pedido de confianza? Ello llevaría a la decisión del presidente de disolver al legislativo,  si no puede encontrar que no le asiste la confianza ante los proyectos desnaturalizados por el congreso. Esto último traería la respuesta ciudadana como protesta ahondándose más la crisis, sin visos posibles de evitarla.
Se estaría dando la razón a quienes quieren que todos se vayan, para adelantar las elecciones generales. Estaríamos ante un escenario muy distinto que la constitución ha establecido, sería algo nuevo y fuera de la constitución; es decir esto no camina por ser anticonstitucional, aunque sea la voluntad ciudadana que interviene con todo derecho.
Sin caer en el populismo se tiene que aceptar el mandato ciudadano, ello lleva: primero, a crear un gobierno transitorio presidido y constituido por personas que no formaron tanto el poder legislativo, como el poder ejecutivo; y segundo, convocar a elecciones generales como dispone la constitución vigente.
Sin embargo, un sector mayor a la izquierda es muy probable que pida la elección del congreso regular, pero que también sea constituyente, y que implícitamente se dedique a redactar una nueva constitución política.
Estas disquisiciones últimas no deben tomarse como algo difícil de enfrentar y que pueda llevar a una guerra civil. Reflexionemos sobre el actuar de congresistas de imperdonables y permanentes comportamientos que poco les ha importado los designios ciudadanos.
Algo parecido ha ocurrido con un ejecutivo que aparte de débil, no reacciona en superar sus deficiencias, está perdido como para resolver aspectos de gestión pública en favor de las demandas pequeñas y grandes de los ciudadanos ¿cabría la renuncia de Martín Vizcarra? Eso depende de la ciudadanía.
Finalmente, sin pesimismos de una realidad, donde existe una mayoría congresal detestable y prepotente, y un ejecutivo débil, sin partido y que al gobernar y gestionar muestra incapacidades, ante todo esto la ciudadanía mayoritariamente no solo protesta; sino reclama nuevos parlamentarios y mandatarios que expresen ser calificados, ante un Perú en crisis estructural, que necesita cambios de personas y de metodologías, respetando el orden democrático en general e igualmente para enrumbar respetando deberes y derechos de los peruanos, todo ello avivado por un optimismo en la acción.

Fernando Arce Meza                              Surco, 10 de Junio del 2019

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