En el año
2015, Alain Badiou y Aude Lancelin reciben en Francia a Kristin Ross, profesora
de literatura comparada en la Universidad de Nueva York y debaten con ella su
libro Lujo comunal. El imaginario político de la Comuna de París. El video original de esta entrevista-debate, en
idioma francés, se encuentra disponible en la red. En apenas poco más dos años
se cumplirán ciento cincuenta años de aquella magnífica rebeldía de la Comuna
parisina que continúa proyectando sus esperanzas de rebeldía, solidaridad,
internacionalismo y libertad sobre nuestro presente. En Comunizar ofrecemos la transcripción y la
traducción al castellano de esta discusión enriquecedora y estimulante para el
pensamiento insumiso, autónomo y no identitario.
Aude
Lancelin: Kristin Ross es
representante de los estudios culturales norteamericanos; en 2006 se publicó en
Francia uno de sus libros sobre el movimiento de la década de 1960-1970 en este
país [“Aller plus vite, laver plus blanc”, Flammarion, 2006]. Recientemente se
ha publicado “Lujo Comunal. El imaginario político de la Comuna de París”
que es un libro dedicado al imaginario político de ese momento histórico tan
particular: ningún elemento de nuestra historia moderna en Francia ha tenido
tanto interés como los sucesos de la Comuna de París, sobre todo si se tiene en
cuenta su breve existencia (ya sabemos que duró setenta y dos días, desde marzo
a mayo de 1871 y que terminó con una terrible represión). ¿Qué fueron esos
setenta y dos días que alimentaron y derramaron las ideas de la izquierda por
el mundo y que habían surgido del imaginario de aquellas barricadas parisinas?
¿Qué tienen que ver con el momento en que estamos viviendo hoy y, sobre todo,
con la obra de Alain Badieu? Kristin Ross ha escrito que la ficción nacional
francesa, tanto como la historiografía marxista, no pudieron asimilar bien la
singularidad de la Comuna de París. ¿Puede precisar este punto?
Kristin
Ross: Sí, lo que yo veo de
positivo en la actualidad es que los acontecimientos de la Comuna empiezan a
liberarse de esos dos relatos historiográficos que han instrumentalizado y controlado
todo lo que se podía ver, oír y decir sobre la Comuna de París, haciendo de los
comuneros personajes donde el relato es diferente, ya sea poniéndolos como
mártires del socialismo de Estado o como mártires de la república francesa. No
creo que los comuneros sean mártires de ninguno de esos dos acontecimientos. No
son para nada mártires. Pero esos dos relatos trataron a la Comuna como una
especie de proceso lineal, como un acontecimiento discreto que fue parte de un
esquema de la unidad nacional. Por ejemplo, para la república francesa la
cuestión de la Comuna en la historia de la república debe ser olvidada o
asimilada. Ese es el problema. Para asimilarla, para que la Comuna sea
realmente integrada en la historia nacional francesa, debe ser interpretada
como un movimiento patriótico, o bien como un movimiento de libertad
republicana. O como una tentativa para salvar a la joven república burguesa
contra el ataque monárquico. Es decir que debe verse como un movimiento
reformista que buscaba democratizar y no destruir el estado burgués.
Alain
Badieu: Estoy de acuerdo con que
la Comuna fue tomada como una referencia y centro de gravedad para esos dos
relatos, que es lo que ha puesto en evidencia Kristin Ross de manera
determinante. Tratándose del relato democrático no es muy difícil rebatirlo,
porque no hay que olvidar que el gran jefe republicano, Thiers, estuvo del lado
de la represión y eso es difícil de olvidar en las calles de París. Pero el
relato democrático se instaló lentamente, a mí me parece, a partir de
tentativas de la Ley de Amnistía [hubo leyes de amnistía para los comuneros en
1879 y 1880]. A partir de allí se ha organizado el primer olvido de los
antagonismos de la Comuna y han logrado que la Comuna sea considerada como
parte fundadora del Estado francés. Por otro lado está el relato marxista,
aunque es un poco complicado decirlo así. En su libro, Kristin marca bastante
bien que la posición de Marx es compleja y da la sensación que tiene un relato
con muchas sutilezas. Finalmente, hay un relato que inscribe a la Comuna en la
genealogía de la revolución rusa. Esos dos puntos no puedo menos que decirlos
así como los dije, pero usted nos da la posibilidad de pensar en otra Comuna:
una Comuna por fuera de esas dos ideologías.
KR: Es así. La cuestión de la Comuna integrada en la
génesis del socialismo de Estado es una interpretación muy extraña porque la
Comuna fue particularmente antiestatal. Lo realizado por el Estado soviético
difícilmente se puede vincular con el antiestatismo de la Comuna. En cambio,
pienso que los acontecimientos de la Comuna son el núcleo de otra forma de
historia (de otra historia), y que en el ritmo de la historia la Comuna es muy
veloz, muy intempestiva. Es casi imposible ubicar a la Comuna de París en el
marco de lo que fue la revolución rusa. Los acontecimientos de la Comuna son
una cuestión de otro tipo de historia: una historia que tiene un ritmo muy
acelerado y no tiene nada que ver con el relato edificante del socialismo de
Estado.
AL: Usted habla de la importancia del no estatismo en la
Comuna. Es muy importante que desarrolle lo que llama el “imaginario no
nacional de la Comuna de París”. Uno podría percibirlo como una suerte de
paradoja. ¿Puede desarrollarlo un poco más?
KR: Lo que me impactó muchísimo cuando leí los textos de
los comuneros es el aspecto profundamente no nacional de su imaginario. Por
ejemplo, París no quería ser, de ninguna manera, la capital de Francia.
Renunció a serlo porque quería ser una especie de entidad autónoma y, por esa
razón, también internacional. Una colectividad local que deseaba ser parte de
una Federación de pueblos. Mi conclusión respecto a eso es que el imaginario de
la Comuna fue bastante menos reducido y mucho más extendido que los límites del
imaginario de una nación. Incluso teniendo presente la guerra extranjera de
aquellos momentos. Al evocar el lado antinacionalista de la Comuna no quiero
hacer lo de algunos historiadores, que afirman que había muchos extranjeros
durante la Comuna, que había cuarenta y siete italianos, otro tanto de polacos,
etcétera. Lo que pretendo destacar es que la cultura internacionalista existía
antes de la Comuna y, sobre todo, después de ella, cuando los refugiados y los
exiliados se marcharon a Suiza y a Londres y conocieron a los pensadores que los
apoyaban, como Karl Marx, William Morris y Kropotkin. Con ellos trabajaron
juntos para teorizar qué era lo que estaba sucediendo. Crearon una trama
relacional de los acontecimientos que necesariamente fue internacional, sobre
todo si se comienza desde las reuniones populares en los barrios. Allí es donde
empiezo a ver que los acontecimientos se extienden más allá de los setenta y
dos días de la Comuna. Desde allí es donde comienzo en el libro y empiezo a
conformar el cuadro cronológico y geográfico del transcurso de las jornadas de
la Comuna, para encontrar la cultura y las formas de pensar que existían, por
ejemplo, entre los artesanos. Había muchos artesanos que participaron en la
Comuna. Eran personas que se trasladaban por el país y que, en el momento de la
Comuna, tenían una pequeña fábrica de implementos artísticos, ya fueran de
porcelana, de papel maché, etcétera. Entre ellos había españoles e
italianos, y otros extranjeros. Era una sociedad mixta. Mixta de varias
maneras: había siete culturas diferentes. Estaba presente la Primera
Internacional, con decenas de miles de miembros en París. Después de la Comuna,
aquellos encuentros en Londres y en Suiza entre los exiliados y quienes
apoyaron a la Comuna, fueron una manera muy específica de crear una red internacional
que mantuvo la continuidad de la Comuna.
AB: Cuando se observa lo que pasó en la Comuna esa
sensación internacionalista es todavía más profunda de lo que se puede contar,
más profunda que la simple participación. Lo que me impacta es la resonancia
contemporánea de la Comuna de París. Yo la encuentro como un pequeño espacio en
donde se pudo ejercer la democracia verdadera. Y por el contrario, a escala
nacional normal por su pensamiento político, me parece que hay elementos muy
interesantes para hoy día. La burguesía está convencida de que tiene causas
comunes con la internacional socialista. El Estado, por lo tanto, permaneció
Estado-nación. Es decir, desde el punto de vista del poder, la cuestión
internacional no fue abordada. El pensamiento Thiers prevaleció. Siempre vamos
a la figura establecida del Estado-nación. No ha existido, verdaderamente, una
cuestión internacionalista. A mí me parece importante porque la experiencia
política fue, sobre todo, a nivel local. El cuadro que usted plantea en su
libro entre el internacionalismo y la Comuna es algo que me parece muy
contemporáneo. Finalmente, en realidad, la Comuna de París es un relato que
sobre todo tiene que ver con el sentido propio de la Comuna: por más pequeña
que haya sido entra en la historia revolucionaria de Europa, e incluso en
China. Lo importante es que ha sido el objeto de tantos análisis y relatos. La
Comuna de París no ha sido olvidada, inclusive rechazándola como relato
evolucionista (no como un momento importante sino un relato que fue parte de la
República). En estos momentos usted es una de las personas que muestra la
importancia que vuelve a tener la Comuna de París. Coincido con usted en el
rechazo al relato de la Comuna de París como un relato evolucionista de la
historia.
AL: ¿Cuáles son, hoy en día, los movimientos políticos
actuales que han tomado elementos importantes de la Comuna y que usted
considera relevantes para el porvenir?
KR: Es difícil decirlo, porque no creo que el pasado sea
importante, sino que pienso de qué modo las figuraciones que existen en los
movimientos de lucha y en una lucha particular del pasado surgen en el presente
en la imaginación y se presentan como un porvenir posible. No voy a hablar
sobre qué hay de comunero en la sociedad actual. Lo que pretendo es que los
propios comuneros sean los que hablen. Pero respecto a los militantes de hoy,
son ellos los que harán o no el acercamiento a la Comuna. Debo decir que he
conversado sobre este libro en varios lugares de Francia y los jóvenes, que
pienso que son los militantes, son los que deben o no hacer el acercamiento a
la Comuna, los que son verdaderamente curiosos y quieren saber cosas
sobre la Comuna de París. He hecho notar que si uno no tiene información, en tanto
que militantes, no sabe gran cosa. Es sorprendente que en Francia no exista un
sitio donde aprender lo que fue la Comuna de París. Siento una gran curiosidad
y creo que uno puede relacionar bastante los movimientos de 2011 con la Comuna.
Fue un retorno a sus estrategias políticas, porque la gente se apoderó del
tiempo y el espacio.
AL: ¿Por qué 2011?
KR: Porque en 2011 hubo ocupaciones de plazas en
Estambul, en la Plaza Tahrir de El Cairo, en Madrid, Nueva York y Montreal,
entre otras ciudades. Estuvo presente ese gesto de tomar las plazas y retornar
a una especie de ocupación. Es un poco por eso que yo quise regresar a la
Comuna y tratar de entender cómo los movimientos de 2011 me hacen volver a
ella. Yo había escrito otra obra hace varios años, me refiero a mi libro sobre
Rimbaud y la Comuna [“El surgimiento del espacio social. Rimbaud y la Comuna de
París”], en ese momento me interesaba mucho de poner Rimbaud en conversación
con los comuneros. Ante la enorme cantidad de términos geográficos en su poesía
pensé: “bueno, vamos a poner a esos dos juntos y ver qué es lo que podemos
encontrar”. Ahora está en el centro del análisis internacional y universitario
y de gente que ve en su obra y en la de Kropotkin un centro etiológico que
murió con ellos a fines del Siglo XIX, y que, yo creo, se retoma en los años 60
y 70 del siglo pasado. Es muy interesante encontrar que no se relaciona el
comienzo de la ecología socialista con la Comuna de París. Eso es lo que trato
de hacer cuando junto ambas cosas. Es un proceso que no viene de “no importa
qué” y cae del cielo, es un proceso que viene desde la Comuna de París y su
represión.
AL: ¿Cuál es la relación entre los movimientos de
ocupación y la Comuna?
AB: Hay una forma de parentesco inconsciente entre ambas.
Yo lo veo así pero mi visión es insuficiente. Nosotros estamos en un momento
donde las figuras, los movimientos, las ideologías de los movimientos, los
pensamientos, retornan en el presente. La disciplina del movimiento y la
relación con el espacio. ¿Cuál es la relación con el poder? O mejor dicho: la
no relación con el poder. Tratan de existir en forma aparte de lo que es el
Estado. Eso me lleva a una cuestión: en cierto sentido, estoy de acuerdo con
Kristin Ross, pero yo soy partidario de la historia de los acontecimientos. Soy
un discontinuista de la historia, por definición, hay acontecimientos
previsibles, pero la Comuna de París fue un acontecimiento totalmente
imprevisible. Es un tanto difícil hacer su genealogía. No se puede hacer la
genealogía de la Comuna en tanto que, como acontecimiento, ha mezclado
elementos muy dispares: elementos nacionales, no nacionales, todo
entremezclado. Pero si uno ve la historia, uno no puede evitar la cuestión del
fracaso. Lo más importante para mí es confrontar la grandiosidad de la Comuna
con la grandiosidad de su fracaso. El problema que está en juego es que no fue
un acontecimiento victorioso dada enorme cantidad de muertos. ¿Qué es una
insurrección victoriosa? No termina totalmente con una masacre. Entonces eso
hace preguntarme: ¿Qué es la ocupación del espacio? No es otra cosa que un
acontecimiento. Es muy probable que deje trazas subjetivas importantes. Usted
se hace la pregunta, no solamente sobre la cuestión de la ocupación, sino de
que fue capaz de impedir la ocupación republicana durante setenta y dos días,
después lo podríamos llamar “capitalismo colonial”, o como quiera, pero condujo
a una guerra atroz en Europa. Yo tomo la Comuna como una insurrección y me
pregunto: ¿Por qué esa insurrección obrera fue totalmente destruida, aplastada?
El leninismo es sobre todo la doctrina de la insurrección victoriosa, la
organización con la que fue posible crear un estado soviético victorioso, eso
también es parte de la Comuna de París.
AL (dirigiéndose a Kristin Ross): Es la cuestión que yo
quisiera proponerle.
KR: Veo algo diferente a lo que usted llama “fracaso”,
porque para mí no se trata de un fracaso de los comuneros, pero sí de una
masacre por parte del Estado. Un crimen, un gran crimen. No es la misma cosa
decir eso que decir “fracaso comunero”.
AB: Todas las contrarrevoluciones son criminales. Fíjese
en China, en Cantón, en Alemania, la revolución de 1848. La Comuna no es una
excepción.
KR: Pero usted la minimiza. Las trazas subjetivas de las
personas que vivieron en la Comuna han dado lugar a la libertad y a redes de
solidaridad, eso no es un fracaso.
AB: No, pero lo que a mí me importa es el fracaso
de algo que tuvo lugar. Por supuesto que la masacre no tiene nada de positivo.
AL: ¿Usted está hablando de los días posteriores a la
Comuna?
AB: Creo en que su trabajo ha tenido una actitud extrema
por desmenuzar de la Comuna de París todo aquello que ha sido positivo. Pero en
el fondo eso que llama “positivo” tiene que ser una cosa positiva para todo el
mundo y en esa referencia está lo positivo, pero también está el fracaso. La
posibilidad del crimen reaccionario es parte de la historiografía de la Comuna.
Yo comprendo que en ese punto quiere desvalorizar el fracaso lateral porque
caeríamos en un relato que usted misma criticó, pero no puede transformar de la
misma manera, excesivamente, la esencia de la Comuna.
KR: Mi pensamiento se inscribe en cierta cantidad de
ideas, de problemas, de soluciones, que están diseminados y que son parte del
acontecimiento; es por eso que yo quise mirar muy de cerca todas las
discusiones que hubo después de la Comuna. Todas esas tentativas de pensar la
cuestión de lo que pasó en París (es decir, según Marx lo que tiene de
importante la Comuna es que existió el trabajo no alienado). La cuestión de los
viejos granjeros comunistas agrarios, todo un esfuerzo de los comuneros que, en
realidad, crece y florece después de la masacre. Es decir, que la gente
continuó pensando y analizando esas cosas tan importantes.
AB: Estoy de acuerdo y comprendo como lo está diciendo.
Aún si no lo saben. Comprendo lo que usted dice porque los campesinos, aunque
no lo sepan, lo hacen. Pienso que en todo pensamiento emergente dialéctico hay
que saber cuál es el poder que tienen sobre el presente y sobre el futuro y
también hay que saber cuál es su debilidad latente. Probablemente esto nos dé
una manera de reflexionar sobre la debilidad de la Comuna, la debilidad
estratégica. Es probable que se pueda reflexionar sobre la Comuna de otra
manera de la que lo ha hecho en leninismo.
AL: Entonces, Badieu, díganos cuáles son las enseñanzas
que extrae del fracaso de la Comuna de París, aunque no esté de acuerdo con lo
que dice Kristin Ross.
AB: Creo que hay que sacar conclusiones del fracaso. Este
pensamiento, por supuesto, no significa olvidar lo que la Comuna aportó, pero
tampoco podemos dejar de hacer la simetría con el leninismo, hay que tener en
cuenta todas las invenciones intelectuales y también prácticas. No se puede
dejar de tener en cuenta que terminó con el extermino de muchas personas, de
muchos obreros y su reconstrucción sería una cosa absolutamente diferente.
Estoy de acuerdo en que hoy en día la organización de la sociedad no se puede
hacer en términos estrictamente leninistas, o sea, construir una organización
militarizada que pueda hacerle frente a las ambiciones criminales de la
reacción, porque hay que inyectar en las ideas lo que pueda surgir del fracaso
real de la Comuna. Por supuesto que no puedo olvidar todo lo hecho en la Comuna
a nivel de educación, a nivel de las mujeres, etcétera. Kristin Ross ha hecho
un balance magnífico. Sin dejar de ver que, en ese momento, existe una escala
internacional, otra escala local, otra Comunal, pero entre las escalas
internacional y la Comuna hay un monstruo nacional.
KR: Es más monstruoso hoy en día que en la época
de la Comuna.
AB: Ese monstruo es el que comete el crimen, pero hay
que ver cuál fue su propósito. ¿Cuál fue el propósito de la masacre?
KR: Claro, tampoco se puede soslayar que existe una
cuestión de clases, no solo se trata del nacionalismo y de la comunidad. Hay un
estado burgués que quería exterminar la Comuna.
AB: Pero eso es una cuestión de época.
KR: Entonces, si debo sacar una lección, hablaré sobre
la cuestión de la organización. En cuanto a la organización uno no puede sacar
una conclusión si no se la aprecia de cerca y no se la puede apreciar si uno ve
la Comuna limitándola a esos dos meses. Hay que mirar hacia atrás, lo que
pasaba en París antes de la Comuna y hablar del hecho de que ya existía en París
una estructura revolucionaria. Había ya en el París anterior a la Comuna una
estructura revolucionaria descentralizada, pequeños clubes locales
descentralizados, obreros organizados por barrio y federados entre ellos de
manera absolutamente libre. Todos esos clubes fueron lo que yo llamo la
“cuestión previa a la Comuna”. Esas redes eran una tentativa local de
organización, un tejido conjunto de abajo hacia arriba y no de arriba hacia
abajo. En realidad los comuneros tenían esa organización previa y es muy
interesante, porque hizo posible la emergencia de la Comuna desde el 18 de
Marzo. Entonces, deberíamos volver a las conversaciones previas a la Comuna,
donde discuten todo y tratan de ver cómo exactamente se podría, por ejemplo,
combatir el aislamiento de esa tentativa local y lograr la solidaridad, que no
era ni ética ni moral, sino la solidaridad como estrategia política. Ellos
trataron el tema de la solidaridad de una manera que sus palabras pueden servir
para nuestra actualidad.
AB: Como usted dijo, esa tentativa de pensar juntos pasa
por la tentativa de crear un subjetividad común y el punto importante es la
tentativa de una organización local. Uno no puede volverlo a ver sin que ellos
lo hayan escrito, no podemos contar la benevolencia; es decir, de otra manera,
cuál es el lugar político que hace de ese proyecto inevitable y necesario para
hoy y por eso es que es importante constatar el conjunto de La Comuna y la
lucha contra las acciones criminales que continúan hoy en día.
AL: ¿Cuáles son las “zonas a defender” [ZAD] que usted ha
evocado? Me llama la atención cómo las ha descubierto siendo americana y qué es
lo que escuchó decir en el su recorrido por Francia que ha hecho en este viaje.
KR: No escuché mucho. Ni bien llegué a Francia había
muchas personas que intervenían en las conversaciones y contaron bastantes
cosas de la Comuna, pero creo que necesito una próxima vez para poder conversar
a fondo.
AL (a Badieu): ¿Qué puede decir usted?
AB: Para mí fue muy importante la creación de zonas
libres aparte del Estado, con sus propias leyes. Tenían motivaciones
particulares, sobre todo cuestiones de ecología, y la Comuna tiene una
afiliación muy importante con la ecología (tal como Kristin Ross lo
remarca) pero eso también ha llevado al fracaso. He discutido mucho con
militantes. Por supuesto que he visto la grandiosidad de la cosa pero todos los
hechos que se ligan con la Comuna de París los he percibido y en la actualidad
cuando hablo con quienes tienen esta ideología de comuneros, el sentimiento es
que ellos han caído sobre una cosa que es oscura y me llama la atención esa
inventiva que trata de extenderse a otras capas populares o locales. Pero ahí siempre
se encuentra un límite oscuro y creo que hay una escala de los problemas que
están estratificados y es difícil de dominarlos hoy en día. Las ideas que van a
circular son una cosa, pero la naturaleza íntima es otra. Hay un nivel que está
vacío, que probablemente no esté muy vacío dentro de la Comuna de París, pero
que fue insuficiente. Creo que la cuestión fue la organización, de hecho, el
modelo federal (en el sentido más amplio del término) hace redes por
pensamientos que le son comunes; este movimiento federal no ha encontrado la
forma ni los ideales de la Comuna de París.
AL: Alejándonos un poco de la Comuna, me gustaría saber,
Kristin: ¿Qué es lo que le interesa de la política francesa? Sobre todo en
estos momentos donde existe un Estado monstruoso, aunque Francia muestra la
apariencia de un Estado protector. Me interesaría mucho su punto de vista, si
puede develar ese punto del Estado actual de los movimientos en Francia con su
mirada americana. Los movimientos sienten una sensación de traición por parte
de las élites y eso, en cierta manera, hace resurgir otra vez el pensamiento de
la Comuna.
KR: No he prestado atención a ese tema ya que no tuve
una mirada atenta. Lo que me ha golpeado más, cuando leí los textos comuneros,
es el aspecto no nacional del imaginario de los comuneros. Es decir, durante la
Comuna, París no quería ser la capital de Francia, de hecho renuncia a ser
capital de Francia. Quería ser una entidad autónoma pero internacional. Dentro
del un razonamiento internacional, una colectividad local que se mete en una
Federación de repúblicas. Es por eso que concluyo que la organización de la
Comuna era mucho menos reducida y más extendida de lo que era la propia Nación.
La cultura internacional existía antes de la Comuna y sobre todo después,
cuando refugiados, los exiliados de la Comuna, se marcharon a Suiza o a
Londres. Lo que me interesa es revelar la trama internacional de los
acontecimientos. Comencé por las reuniones populares y eso me permite extender
el cuadro más allá de los setenta y dos días parisinos para ver, por ejemplo,
la cultura que existía en las reuniones entre los artesanos de herrería (el
grupo artesano de herreros ha sido un grupo muy grande, había muchos artesanos
que participaban). Es una cultura y antes de hablar de internacionalismo
tenemos que decir que esa gente se desplazaba muchísimo buscando trabajo, se
desplazaba en el interior de Francia y se desplazaba de país a país.
AB: En Francia hay una terrible conciencia colonial y en
realidad esa conciencia que tienen los franceses no está bien descripta, no
está bien analizada; tiene un consenso muy grande y la sociedad está
corrompida. Es por eso que me interesé mucho en el movimiento de mayo del ’68,
porque tiene muchos puntos comunes con la Comuna. Son los dos acontecimientos
que encuadran el imperio y Pierre Bourdieu lo ve como Kristin y piensa que 1968
y sus consecuencias han subsistido y ha sido subestimadas por la sociedad y un
poco han sido olvidadas las ligazones que eso ha tenido con el mundo. Nuestra
ligazón, que todavía tenemos, con los africanos, y todavía estamos muy lejos de
comprenderla. Pese a que hemos “vencido”, la bestia está siempre en el mismo
lugar.
AL: Cómo es que Ud., que está tan interiorizada, no se
preguntó, después de la crisis mundial del 2011, por qué no se vio ningún
movimiento en las calles de París. En lugar de haber surgido movimientos
revolucionarios surgieron movimientos de ultraderecha.
KR: Es verdad, París no es más la metonimia de la
insurrección, justamente ahora eso cambia. Es probable que en la actualidad el
movimiento del campo y la cuestión de la Comuna sean una cuestión del Siglo
XIX. Pero el tema del campo no fue resuelto y genera permanentemente
cuestionamientos y movimientos, sobre todo en Francia que tiene una enorme
centralización.
AB: Justamente, la aparición de la derecha reaccionaria
fue la contrapartida de mayo del ’68. Pese a que el ’68 fue sumamente
significativo, la inteligencia de derecha es muy activa, es una fuerza
directamente opuesta al Mayo francés.
KR: La contrarrevolución que siguió a la Comuna fue a
una masacre a nivel continental. Fue una ola brutal en todo el continente. Uno
toma generalmente a la Comuna como expresión de la gran rivalidad entre Marx y
Bakunin, y eso fue lo que se manifestó en la Primera Internacional. Pero yo
creo que el tema no eran ellos dos sino la contrarrevolución posterior a la
Comuna, y si uno mira esa gran fuerza contrarrevolucionaria y deja de lado a
Marx y Bakunin, hoy ve a gran cantidad de jóvenes que no están ligados ni al anarquismo
ni al marxismo. Toda esa impureza teórica es lo que más me interesa. Qué
sienten los jóvenes militantes de hoy que hacen un bricolaje entre el
anarquismo y el marxismo. El anarquismo tiene un programa contra la opresión
política.
AB: Pienso que esa situación de contrarrevolución tiene
mucho que ver con la situación actual, después de mayo del 68.
KR: Si, si, la contrarrevolución no terminó.
Fuente: http://comunizar.com.ar/kristin-ross-alain-badieu-la-comuna-paris-1871/
Traducción de las intervenciones orales al castellano: Marita Yulita,
Revisión y edición: Luis M. Bardamu
Video de la
entrevista-debate, en francés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario