(31 de julio de 2019)
Por Miguel Aragón
La propuesta, y la gestión,
para que la ciudad de Lima sea elegida sede de los Juegos Panamericanos, fue
realizada por la administración municipal democrática, que dirigió la
alcaldesa de Lima Susana Villarán durante el periodo 2011-2014. Fue
durante su gestión que se consiguió el nombramiento, en reñida competencia
con otra ciudad.
A partir de enero de 2015,
la nueva administración municipal dirigida por el alcalde Luis Castañeda
abandonó por completo la propuesta, y no promovió ninguna actividad necesaria a
favor del desarrollo del evento deportivo en Lima. De igual manera
Castañeda abandonó otros proyectos de desarrollo municipal, que
había planificado la anterior administración municipal. Para él, lo más
importante era desacreditar a la anterior gestión municipal, y a la vez
promover sus propios planes.
En julio de 2016 se inició
la gestión presidencial dirigida por PPK, de manera excepcional algunos
de sus funcionarios retomaron la propuesta, que incluso ya contaba con
financiamiento aprobado anteriormente. A los seis meses, en el
verano de 2017, coincidiendo con el desborde de las torrenciales lluvias en el
norte del país, se puso en debate acerca de la conveniencia de
realizar los juegos deportivos en la ciudad de Lima, o renunciar a ser la
sede, lo cual implicaba una serie de sanciones que afectarían la participación
durante varios años de deportistas peruanos en todo tipo de competencias
internacionales, sean panamericanas u olimpiadas mundiales, lo cual
hubiera sido humillante.
Los más notorios opositores
fueron el alcalde de Lima Luis Castañeda (2015-2018), el en ese entonces
presidente de la CONFIEP Roque Benavides, el furibundo enemigo del pueblo Aldo
Mariátegui, y la mayoría de los congresistas alanistas y fujimoristas. Para
ellos, financiar los juegos “era un derroche innecesario”, así como ellos dicen
que financiar la modernización de la refinería de petróleo en Talara también es
un derroche innecesario.
Superando esa tenaz
oposición variopinta, en estos días todos somos testigos que “si se podía
organizar los juegos deportivos”.
Si bien, la parte de
habilitación de la infraestructura ha funcionado más o menos bien, lo que ha faltado
ha sido una mayor promoción de actividades deportivas con participación
masiva de toda la población.
Esta falencia, más que del
gobierno central, ha sido una notoria limitación de los municipios, de las
instituciones educativas, y de las organizaciones sociales y políticas. En
estos momentos la mayoría de la población somos simples “espectadores” de los
juegos, cuando lo correcto hubiera sido movilizar a toda la población para que
practiquemos todo tipo de actividades físicas y deportivas.
No todo es responsabilidad
del gobierno, tenemos que reconocer que esta falta es responsabilidad de
nosotros. Para salir de nuestra perniciosa actitud pasiva, y de nuestro
marasmo, todos debemos de aprender de la sencillez y la humildad, así como de
la perseverancia y preparación a largo plazo de nuestros Gladys Tejeda,
Christian Pacheco y otros deportistas, incluida Inés Melchor. Ellos deben
ser ejemplo para toda la juventud. Debemos tener presente que en nuestro
programa renovador del país, está inscrita la lucha por una Cultura
físico-deportiva, como parte de una cultura nueva.
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