El
escenario pos-macri
19/08/2019
| Claudio Katz
En el vértigo de Argentina, la gran victoria contra
Macri fue sucedida por otra devaluación y una nueva erosión del ingreso
popular. El gobierno zombi ya ha perdido las riendas de la economía y afronta
una dudosa subsistencia hasta fin de año.
El oficialismo quedó demolido por una abrumadora
diferencias de sufragios. La esperada distancia de 3 o 4 puntos superó los 15.
Ese veredicto confirmó el total hastío de la población con el ajuste. Ratificó
el castigo electoral que anticiparon los comicios provinciales y corroboró la
inconsistencia de un espacio del medio, para canalizar el generalizado
descontento. Macri se hundió entre gritos y enojos, propiciando mayor ajuste e
ineficaces paliativos. La cooptación del justicialista multiuso Pichetto sólo
reforzó su desplome.
El gobierno que incentivó el odio y alentó el miedo
terminó cocinado en su propia salsa. La grieta social creada por cuatro años de
miseria pulverizó la polarización extrema que ensayó el laboratorio del PRO.
Macri promovió el resentimiento contra los pobres, pero desencadenó el rechazo
masivo de la elite gobernante. Intentó la impugnación de la década pasada y
consolidó la indignación con el agobiante presente de su gestión.
El oficialismo quedó cegado por sus propias
fantasías. Se auto-engañó con microencuestas, trolls y focus grups. El blindaje
mediático y las noticias falsas no alcanzaron para disfrazar sus mentiras. La
dura realidad emergió a la superficie demoliendo todos los artificios del
marketing político.
El aluvión de votos también afectó a otros
derechistas que especularon con el malestar popular (Espert). No despuntó
ningún Bolsonaro y sólo apareció un minoritario voto celeste, para
contrarrestar la enorme oleada feminista. Por dónde se lo mire. la aplastante
derrota del gobierno trastoca el escenario político. Las expectativa en
Fernández es muy grande, en un país traumatizado por el legado de Cambiemos.
El viraje del establishment
Macri culpó primero a la población y propició una
corrida cambiaria para penalizar a los electores. Confirmó que interpreta los
comicios como una extorsión. Si los votantes eligen otra fórmula deben aguantar
el castigo de la devaluación. Presentó su venganza como una reacción de los
mercados, ocultando su complicidad con las tropelías de los financistas.
Al frustrado mandatario sólo le faltó enaltecer el
voto calificado. Dejó muy mal parados a los intelectuales derechistas, que
habían ponderado su apego a la institucionalidad. El brutal sincericidio del
presidente tornó creíbles las sospechas que rodearon al digitado manejo del
escrutinio.
Macri actuó bajo el influjo de una consejera más
extraviada que de costumbre (Carrio). El ala dura de su gabinete sueña con
revertir los guarismos en octubre o al menos mejorar la performance del
oficialismo. Pero como ese proyecto puede desencadenar un caos económico, el
establishment local ya decidió el cambio de camiseta. Sin abandonar por
completo a su prohijado, privilegia la transición hacia la presidencia de
Fernández. El mismo giro fue explicitado por los voceros de Wall Street (Financial
Times, Bloomberg, Forbes).
Frente a semejante presión Macri cambió de libreto.
Pidió perdón e inició conversaciones con su adversario. Pero la combinación del
vendaval electoral, con la bravuconada y el arrepentimiento sepultó los últimos
restos de su autoridad política.
La gran preocupación del poder económico y
mediático es llegar a fin de año. Exploran la intermediación de Lavagna y
propician un compromiso de gobernabilidad, similar al acordado en Brasil entre
Cardoso, Serra y Lula (2002). Todos rememoran lo ocurrido en 1989, cuando en
plena hiperinflación Alfonsín debió adelantar la entrega del gobierno a Menem.
Para alejar ese fantasma hay que completar primero la elección formal del nuevo
presidente, en plazos muy socavados por la profundidad de la crisis.
Improvisaciones sin tutor
Con su habitual desconexión de la realidad Macri
preserva el sueño de octubre. Por eso dispuso impensadas compensaciones de la
nueva devaluación. Con tardía demagogia intenta recuperar votos, sin registrar
cómo el rebrote inflacionario neutraliza sus iniciativas.
Anunció bonos, aumentos, reducción del impuesto a
las ganancias y planes de pago de las Pymes con la Afip. La improvisación es
tan grande, que hace pocas semanas rechazó la implementación de medidas muy
semejantes (desgravación el medio aguinaldo).
El atolondrado presidente intenta revivir el parche
que introdujo para las Paso (precios sinceros, congelamiento de tarifas,
subsidios a ciertas compras), con medidas igualmente irrelevantes. La
suspensión del IVA para los alimentos será íntegramente embolsada por los
empresarios, sin ningún alivio en los precios. Las sumas que pone en bolsillo
de la población no cubren el 1% de la pérdida salarial de los últimos cuatro
años. Además, se olvidó descaradamente de los jubilados.
La financiación de las medidas es otro misterio. La
sugerencia de solventarlas con mayores retenciones (ante la cosecha récord y la
ganancia adicional de la devaluación) fue rápidamente descartada. El lobby
ruralista golpeó la mesa y acalló a su súbdito. La reyerta similar que rodeó el
congelamiento de los combustibles fue zanjada con la denostada ley de
abastecimiento. El campeón de la solvencia fiscal ha recaído en el mismo
populismo que tanto denigra.
Como el blindaje mediático se desmoronó, todos los
despistes del presidente salen a la superficie. Ya no puede anunciar la
inauguración de rutas que jamás construyó, ni repetir la tontería de una
próxima moneda común con Brasil.
La abrupta renuncia del ministro del FMI -Dujovne-
indicaría que también el Fondo, tomó distancia de un gobierno a la deriva. La
actitud de ese organismo será determinante. Macri sobrevivió al colapso del
2018 con el auxilio de su mandante, que financió la campaña electoral más
costosa de la historia (57.000 millones de dólares). Con el único objetivo de
mantener a su hombre en la Casa Rosada, el FMI solventó también una descomunal
fuga de capitales.
Ahora exigirá un mayor control de los dólares que
ha prestado. Esa restricción puede desembocar en una devaluación sin techo, que
aumentaría la convulsión de la economía. El nivel de las reservas disponibles
no alcanza para lidiar con una secuela sostenida de corridas.
Los directivos del Fondo seguramente observan con
estupor cómo el pacto suscripto el año pasado se ha deshilachado con el
sorpresivo giro electoralista. Si Macri compromete significativos gastos
divorciados del ahorro fiscal, el organismo podría retacear en septiembre el
último tramo del crédito.
Pero el FMI también necesita cuidar sus propias
espaldas. La fracasada reelección de Macri, lo deja en una delicada situación
de gran acreedor de un país en bancarrota. Christine Lagarde abandonó a tiempo
la dirección el Fondo para eludir esa gravísima disyuntiva. La posibilidad de
un default argentino es la nueva pesadilla del organismo.
La economía en picada
El temor a la cesación de pagos es la causa del
temblor cambiario. Por eso el termómetro del riesgo-país volvió a trepar por
encima de los 1900 puntos. Existen muchos indicios de la manifiesta incidencia
oficial en la nueva devaluación del 25%. Fue inducida por los mismos
funcionarios, que previamente incentivaron la abrupta valorización de las
acciones, para apuntalar el imaginario triunfo electoral del oficialismo.
Pero más allá de estos episodios, el frenesí
cambiario obedece al temor a un default, que se traduce en el continuado remate
de los bonos argentinos. A los variados detonantes del despegue del dólar
(aranceles de Trump, devaluación de China) se sumó el esperado rebote de la
plancha cambiaria preelectoral, que instrumentó el oficialismo. Pero el
trasfondo de las corridas es la bomba de tiempo del endeudamiento. Los
acreedores saben que ese pasivo es impagable, pero desconocen cómo y cuándo
será reestructurado. Por las dudas, reducen aceleradamente su exposición en
bonos nacionales.
El punto crítico sobrevuela en lo inmediato a las
Leliqs. Son 20 mil millones de dólares que el Banco Central renegocia
semanalmente, pagando 70% de interés por un dinero que los bancos obtienen a
menos de 50%. Esa descomunal bicicleta ha extinguido el crédito a la
producción, creando una bola de nieve que amenaza a todo el sistema. La
reticencia de los bancos a renovar esos papeles induce a su licuación, mediante
una devaluación mayor (como ocurrió con las Lebacs), o a través de un canje
forzoso.
La gravedad del descalabro deriva en última
instancia a la prolongada contracción productiva. Argentina se encuentra entre
las ocho economías más recesivas del mundo y soporta el peor industricidio de
empresas desde el 2001. Frente a semejante demolición, todos observan los
remedios que propone Fernández para salir del pozo.
¿Cuáles son las prioridades?
El líder de la coalición opositora ha ratificado su
compromiso con el pago de la deuda. Esa hipoteca no financió la construcción de
usinas, puentes u hospitales. Simplemente solventó la fuga de 70.000 millones
de dólares, que enriqueció al círculo de capitalistas asociados con el
macrismo.
La auditoría de ese fraude no figura en ningún plan
de Fernández. Al contrario, sus asesores (Kulfas, Nielsen) han reafirmado la
validez de ese compromiso. Bajo la presión de los medios, repiten una y otra
vez esa prioridad de pago. Nunca destacan con el mismo énfasis, la necesidad de
recuperar el devastado ingreso popular. En el mejor de los casos sugieren que
ambas metas son conciliables, sin explicar cómo concretarían esa armonización.
Los economistas de la próxima gestión suponen que
el FMI ha cambiado y exhibirá mayor consideración hacia la Argentina. Pero lo
sucedido en Grecia y recientemente en Ucrania indica más bien lo contrario. Los
representantes del Fondo han deslizado que sólo aceptarán extender los plazos
de pago o reducir la tasa de interés a cambio de la reforma laboral y
previsional.
Fernández ha criticado esa regresiva cirugía, pero
ratifica al mismo tiempo un pacto que desemboca en ese atropello. Incluso le ha
propuesto a Macri que comience la renegociación del convenio. Su aliado Solá
anticipó que acompañaría esas tratativas. Si se consuma ese sostén, quedaría
plasmado el compromiso que reclaman los poderosos para calmar los mercados.
Sería la versión argentina del elogiado acuerdo entre Lula, Cardoso y Serra.
Esa postura es congruente con la actitud de otro
vocero del futuro mandatario (Álvarez Agis), que comparte amables reuniones con
un artífice del desfalco financiero (Caputo). Esa amigable convivencia
reemplaza la denuncia del personaje que endeudó por 100 años al Estado,
incrementando significativamente su propio patrimonio. Estas conductas se
inscriben en la perspectiva que trazó el economista neoliberal Guillermo Calvo,
cuando sorpresivamente elogió las candidaturas FF, como la mejor opción para
afrontar la durísima coyuntura argentina.
La evaluación también positiva que hizo Fernández
de la nueva cotización del dólar a 60 pesos ha sido música para los poderosos.
Sintoniza con la propuesta de un tipo de cambio competitivo para favorecer a
los exportadores. Esa depreciación del peso empobrece al grueso de los
argentinos y obstruye la recuperación del salario.
Los economistas del Frente de Todos han
ratificado, además, el mantenimiento del libre movimiento de los capitales.
Proclaman que no habrá cepo y rememoran su implementación como el gran
pecado del kirchnerismo. De esa forma convalidan una mitología neoliberal
particularmente nociva en la coyuntura actual.
Sin introducir urgentes medidas de control
cambiario y bancario, no hay forma de estabilizar la economía a favor de la
mayoría popular. Únicamente esos mecanismos permitirían frenar la fuga de
capitales. La tibia reglamentación de cierta permanencia de los capitales
golondrinas no permitirá contener el descalabro financiero.
Si persisten las corridas se extinguirán todas las
divisas requeridas para recuperar el nivel de actividad. El control de cambios
es también el punto de partida de una drástica intervención del sistema
bancario. Ese manejo es insoslayable para contener la descapitalización que
destruye el aparato productivo. Los mismos controles deberían extenderse al
ingreso de los dólares, mediante el manejo estatal del comercio exterior. La recuperación
del país transita por un carril muy distinto al previsto por el equipo de
Fernández.
Retomar la movilización
El desgarro social que sufre Argentina está a la
vista en la expansión de la pobreza. Según los cómputos oficiales, ese flagelo
saltó en pocos meses del 27,3% al 35%. Es un dramático porcentual que subirá
adicionalmente con la nueva escalada de los precios.
También el desempleo se extiende, como un drama
complementario que supera las marcas de los últimos trece años. Promedia dos
dígitos en las zonas suburbanas, golpea especialmente a los jóvenes y se
acentúa con la sustitución de puestos de trabajo formales por el monotributo.
Como la inflación de los pobres es mayor al promedio de la carestía, la
desigualdad se acrecienta a pasos agigantados.
El cuatrienio macrista deja un vendaval de
mutilados sociales. Colegios cerrados por falta de agua, vacunas suspendidas en
las regiones postergadas, fallecidos de frío por el desamparo estatal, familias
sin recursos sobreviviendo en las calles, deterioro de la alimentación por la
primacía de segundas marcas, sachets de leche con sustitutos de ínfima calidad.
Los ejemplos de la degradación imperante son incontables. Basta observar la
intensidad de los delitos o la desbordante cola de postulantes al servicio
penitenciario, para registrar el nivel de barbarie que generó el macrismo.
En este escenario es más importante proteger a la
población que tranquilizar a los mercados. Las prioridades se localizan en la
provisión de alimentos gratuitos, la indexación de los salarios o el
congelamiento total de las tarifas y no en los elogios al dólar alto o las
garantías de pago al FMI.
Pero la experiencia también indica que la
recuperación del nivel de vida popular sólo surgirá de la lucha. Es el único
método efectivo para reconquistar lo perdido. Ningún cambio presidencial
proveerá lo que no se obtenga en la calle. Por eso razón es un dato central el
bajo nivel de movilizaciones de los últimos meses, en comparación a los años
precedentes. Hubo un importante paro en abril y diversas marchas de los
movimientos sociales, pero la escala de las protestas no condice con la
magnitud del atropello.
Las manifestaciones de los últimos días en el
centro de Buenos Aires y en Chubut pueden marcar el debut de una respuesta por
abajo. También el repudio a Macri en las urnas puede transformarse en protestas
activas. Millones de votantes han compartido la excepcional oleada de rechazo
al gobierno. Si esa multitud conquista las calles no sólo quedará asegurada la
partida del destructor del país. También cobrará cuerpo, el sostén social de la
confrontación con los beneficiarios del vaciamiento financiero.
Varias organizaciones ya tomaron la iniciativa
marchando con una contundente bandera: “la deuda es con el pueblo y no con el
FMI”. Han comenzado un debate con otras fuerzas que desestiman esa acción o la
consideran inconveniente, ante la proximidad de la presidencia de Fernández.
Si la próxima administración gobierna con las
calles vacías, los acreedores ganarán la partida. Para contrarrestar ese
peligro se requiere la unidad de todos los sectores combativos. Esa
convergencia ya se verifica en algunos movimientos y organismos de base. Pero
preparar la resolución efectiva de los dramas nacionales exige también la
construcción de un proyecto político de izquierda.
Las vertientes partidarias de ese conglomerado
lograron una aceptable elección en las Paso. El FIT-U mantuvo su espacio
político, preservó un piso del 3% y consiguió más de 700.000 votos. Ese
resultado permite disputar la obtención de nuevos diputados. Es una meta
compatible con la necesidad de sepultar al gobierno actual. Terminar con la
pesadilla de Macri y aumentar la presencia política de los legisladores de la
izquierda son dos objetivos plenamente complementarios.
El impacto internacional
El resultado de las PASO tiene un enorme
significado continental. Afecta duramente la gran inversión que hizo Trump en
su peón macrista. Washington impuso al FMI el auxilio financiero de la
Argentina, para contar con un fiel subordinado en el Cono Sur. Esperaba
utilizarlo en las agresiones del Departamento de Estado contra Venezuela e
Irán.
Macri ha sido el principal artífice regional de las
campañas golpistas contra el proceso bolivariano y se disponía a subir la
apuesta. Los conspiradores del Pentágono buscarán ahora compensar la pérdida de
su agente argentino, con nuevos compromisos de sus títeres de Colombia o Chile.
La sustitución del cómplice de las provocaciones
contra Irán es más compleja. Sólo Argentina cuenta en la región con el pretexto
de la AMIA, para apuntalar los planes agresivos de Netanyahu y Trump. Macri ya
había cumplido con la tipificación de Hezbollah como grupo terrorista y
preparaba definiciones proisraelíes más contundentes. Frente al inesperado
escenario pos-Macri, Washington reordena su estrategia y las principales
figuras de la restauración conservadora (Duque, Piñera) esperan instrucciones
del Norte.
Bolsonaro no mantuvo la misma cautela. Percibió el
fin de Macri como una amenaza a su propia continuidad. Por eso superó a Carrió
en materia de insultos. Intuyó que la paliza sufrida por su socio potenciará la
campaña por la liberación de Lula.
El terremoto electoral de Argentina modifica
también la gravitación de los próximos comicios presidenciales de Bolivia y
Uruguay. La ratificación de Evo y la eventual continuidad del Frente Amplio
asumen otro significado, en el nuevo contexto sudamericano.
El curso político de Argentina será determinante de
un eventual renacimiento del ciclo progresista. Pero ese resurgimiento no
despuntará si Fernández convalida el status quo, siguiendo los pasos de López
Obrador en México. Venezuela será el primer test. Las declaraciones del ganador
de las Paso sobre el chavismo han sido críticas y festejadas por el
establishment. Su socio Massa directamente apoya a Guaidó.
El principal impacto del castigo electoral
propinado a Macri ya se procesa en el terreno popular. En la nueva oleada de
marchas educativas de Brasil apareció el llamado a imitar el “camino de los
argentinos”. En Bolivia, Evo describió lo ocurrido en las urnas como una
“rebelión contra el modelo del FMI”
Conviene registrar, además, que un émulo de Macri
fue recientemente tumbado en Puerto Rico por un gigantesco levantamiento
popular. El gobernador manejaba la isla con la misma impudicia que la elite de Cambiemos
y aplicaba el mismo ajuste, para asegurar el pago de la deuda externa. El
recuerdo de lo ocurrido con la De la Rúa ha sido actualizado en el Caribe. Esa
rebelión ilustra el destino que afrontará Macri si intenta forzar su
permanencia. En cualquier alternativa, Argentina ha quedado nuevamente situada
en el ojo de la tormenta.
18-8-2019
Claudio Katz, economista, investigador del CONICET, profesor de
la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz
FERNÁNDEZ:
DAÑOS DE MACRI A ARGENTINA NO SE REPARARÁN EN DOS MESES
Alberto
Fernández, ganador de las primarias en Argentina, aseveró que el daño que el
presidente Mauricio Macri hizo al país no se puede reparar pronto.
El Gobierno de
Argentina presidido por Mauricio Macri está en “una situación muy difícil que
no se la deseo a nadie”, afirmó el martes el candidato peronista de la fórmula
kirchnerista Frente de Todos, Alberto Fernández, insistiendo en que está
dispuesto a ayudar en lo que se necesite, pero “el daño que se ha hecho
difícilmente se puede reparar en dos meses”, en alusión al tiempo que queda
hasta las elecciones presidenciales en el país sudamericano.
Fernández de esta
manera cuestionó la gestión del presidente de Argentina, quien después de la derrota
en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del
pasado 11 de agosto, lanzó un paquete de medidas económicas para contener la
crisis que vive el país.
Además, indicó el
candidato opositor que el Gobierno de Macri está decidido a liquidar las
reservas para que el dólar no se escape. “Hay que hacer un esfuerzo, pero no al
costo de liquidar reservas todos los días”, dijo al respecto.
El mandatario
argentino utilizó un método muy perverso para luchar contra la inflación en el
país, aseguró Fernández, agregando que Macri piensa que bajando el consumo,
bajaba la demanda y bajando la demanda bajaban los precios, pero si el consumo
baja, bajará la producción y pues el empleo, y de esta manera se genera
pobreza.
Macri produjo más
de 5 millones de pobres en el país austral, así indicó el candidato.
De acuerdo con las
palabras de Fernández, los mercados saben bien que la Administración de Macri
tiene que pagar deudas, y para contener el dólar van a tener que vender
dólares, “entonces actúan como actúan”.
Argentina vive
un colapso financiero. Los argentinos responsabilizan a Macri de haber
socavado la economía con medidas conflictivas como tarifazos en los servicios
básicos y transporte, despidos masivos y la orientación general a los recortes
y préstamos recibidos al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fuente: https://www.hispantv.com/noticias/argentina/435931/alberto-fernandez-macri-crisis-elecciones
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