miércoles, 4 de diciembre de 2019

INFORMALIDAD, PRODUCTO NEOLIBERAL



Escribe: Milcíades Ruiz

El neoliberalismo, nos ha traído la palabra informalidad como un hecho condenable y la ha introducido en nuestras mentes para que rechacemos todo lo que no se ajusta a sus reglas de competitividad, otra palabreja neoliberal que ya forma parte de nuestro acervo económico y político. Estos valores no existían antes de que el neoliberalismo se posesionara de nuestro país. Hoy, la gente ha sido robotizada para hablar, pensar y actuar en términos neoliberales.
 
Muchos no se dan cuenta de este implante mental y obran con mentalidad neoliberal en el trabajo, en la política y demás aspectos de la vida cotidiana. Entonces, vemos a los trabajadores informales con una animadversión pre fabricada y nos solidarizamos con la represión neoliberalizada. Pero la informalidad es un aborto del neoliberalismo.

Si seguimos el rastro de este problema vamos a encontrar que la informalidad, es generada precisamente por el neoliberalismo. Es una de sus consecuencias. Entonces llegaremos a la conclusión de que la informalidad, es un producto social y que la maquinaria estatal está arrojando un producto indeseable, por fallas de fabricación social.

Estas fallas no se corrigen atacando el producto final. Hay que ir a las causas. Mientras no se corrijan las causas, las consecuencias serán las mismas. Hasta los políticos corruptos dicen que aspiran a gobernar para combatir la corrupción. Pero este, es el producto final de un proceso. Ello demuestra que tenemos invertida nuestra apreciación de los hechos.

De esta forma, la sociedad reacciona a la inversa y en vez de solidarizarse con los damnificados del sistema neoliberal justifica su represión. Muchos están contra la informalidad sin siquiera preguntarse el por qué las personas recurren a la informalidad. Pero esta es la tabla de salvación para miles de familias cuyos niños piden pan todos los días.

La informalidad es una explosión social que se expresa como un acto desesperado de sobrevivencia humana. Cerrar las puertas a los informales es un acto de crueldad. Es empujar a los informales a las garras de la delincuencia. Es un boomerang contraproducente porque el daño social, presupuestal y en otros aspectos, es mayor que el beneficio de perseguirlos. 

La inconsciencia de este fenómeno neoliberal, nos lleva a condenar a las víctimas del sistema favoreciendo a los victimarios. Es que la contaminación neoliberal se ha expandido y se gobierna con esta mentalidad. No interesa si eres minusválido social. Lo que vale es, ser competitivo. Si no lo eres tienes que salir del mercado. 

Es así como el gobierno actual acogiendo el pedido de la CONFIEP ha puesto en marcha el Plan Nacional de Competitividad y no sería raro que en estas fiestas de fin de año publiquen normas legales adversas mientras la gente se divierte. Ya lo han hecho otras veces.

El manejo neoliberal gubernamental ha deformado la vivencia nacional. No se gobierna en función de las necesidades del país sino de la competitividad neoliberal, lo cual nos lleva a depender de la inversión extranjera cuya competitividad no tiene nada que ver con nuestro desarrollo sino con conveniencias ajenas. 

Al no haber prioridades en función de nuestras necesidades de desarrollo social, los problemas nacionales no son atendidos ni como emergencia. Entonces revienta pus por todos lados. Tenemos trabajadores informales no solo en el comercio ambulatorio sino en todos los sectores. Si no hay causes para una salida ordenada el desborde es inevitable.

Si alguien no logra conseguir trabajo y tiene una motocicleta para trabajar haciendo servicio colectivo, es una forma de autoempleo que no hace daños a otras personas, pero puede llevar un pan para la familia. Prohibirles hasta el autoempleo es irracional. Después de todo, no es su culpa, el desempleo. El culpable está en palacio de gobierno y es a este, al que hay que perseguir.

Nuestro pueblo está tratando de sobrevivir ante la ineptitud del gobierno que tiene el dinero para inversión pública que genere empleo, pero gasta ahora, no ha utilizado ni la mitad de lo presupuestado. Todo esto hace que muchos profesionales por falta de empleo hagan taxi informal y otros, transporte informal, comercio ambulatorio, etc. Es que no tienen otra alternativa de sobrevivencia familiar.

Si nos preciamos de defender a las clases populares, entonces ¿por qué no actuamos en defensa de los informales perseguidos por el neoliberalismo? ¿Con qué cara pedirles el voto en estas elecciones si les damos la espalda cuando son reprimidos? ¿Acaso muchos de nosotros no somos políticos informales, perseguidos por el neoliberalismo que criminaliza nuestras protestas informales?

Todos quisiéramos vivir en una sociedad formal, ordenada y limpia. Pero la informalidad es inherente en países como el nuestro, que no tiene las condiciones de los países desarrollados. Si no queremos informalidad hay que cambiar de sistema. La represión no es la solución. 

Diciembre, 2019

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