El 1º de febrero, el secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, instruyó al general Terrence J. O’Shaughnessy el inicio de una serie de preparativos. El 13 de febrero, el general declaraba ante la Comisión del Senado para las fuerzas armadas que se han iniciado preparativos para el peor escenario posible. En caso de catástrofe sanitaria, el plan de “Continuidad del Gobierno” convertiría al general O’Shaughnessy en el próximo dictador de Estados Unidos –en el sentido que ese término tenía en la Antigüedad.
por Thierry Meyssan
Mientras la opinión pública se mantiene
pendiente de las cifras de progresión salud del coronavirus, los poderes
ejecutivos sufren una profunda reorganización en la que los altos funcionarios
de la prevalecen momentáneamente sobre los políticos. Pero, en la sombra,
banqueros y militares se preparan en espera de su turno para
confiscar el poder.
RED VOLTAIRE | DAMASCO
(SIRIA) | 31 DE MARZO DE 2020
Supremacía de la
lógica administrativa sobre la lógica política
Numerosos gobiernos de los países industrializados
han respondido a la epidemia de Covid-19 decretando el confinamiento de la
población. Esa estrategia no tiene nada que ver con
la medicina, que nunca practicó el aislamiento de las personas
sanas. Se trata en realidad de administrar los medios médicos para
evitar un flujo masivo de enfermos que desbordaría los hospitales. Son pocos
los países industrializados que, como Suecia, han rechazado esa visión
administrativa ante la epidemia. Esos países han optado por una acción de
carácter médico y no practican el confinamiento generalizado.
La primera enseñanza que nos deja lo que
está sucediendo es, por consiguiente, que en los países desarrollados la
lógica administrativa prevalece sobre la experiencia médica.
Sin embargo, aun careciendo de competencias médicas,
no dudo que milenios de experiencia médica y sanitaria tienen que ser más
eficaces contra una enfermedad que las “recetas” burocráticas.
En todo caso, la observación del fenómeno actual
permite comprobar que Suecia cuenta sólo 10 muertos por millón de
habitantes mientras que Italia ya registra 166 fallecidos por
cada millón de habitantes. Por supuesto, esto es sólo
el principio de la epidemia y se trata de dos países muy
diferentes. Pero es probable que Italia tenga que enfrentar una segunda
oleada de contaminación y también una tercera mientras que Suecia ya
habrá adquirido un nivel de inmunización colectiva y estará protegida.
Supremacía de
los altos funcionarios de la salud sobre los responsables electos por
el pueblo
Después de haber señalado lo anterior,
hay que resaltar que el confinamiento generalizado de la población sana
perturba, además de la economía, los modos de gobierno. En casi todos
los países estamos viendo la palabra de los políticos quedar en segundo
plano ante la palabra de los altos funcionarios del sector de
la salud, que lógicamente deben ser más eficaces. Y esto es lógico dado
el hecho que la decisión de confinamiento es puramente administrativa.
Se ha aceptado colectivamente luchar por los hospitales y tratar de
protegernos de la enfermedad, en vez de combatirla.
Por desgracia, cualquiera podrá comprobar que,
a pesar de las apariencias, no se ha ganado en eficacia.
Por ejemplo, los países miembros de la Unión Europea han sido
incapaces de proporcionar el equipamiento médico y las medicinas que
se necesitan en el momento oportuno. El problema viene de las reglas
habituales.
Basta señalar que la globalización económica ha
llevado a que quede un solo fabricante de respiradores artificiales… y
a que ese fabricante sea chino. Los procedimientos de licitación
imponen un plazo de varios meses antes de lograr disponer de ese “producto” y
los políticos no están para saltarse esos procedimientos.
Estados Unidos ha tenido que intervenir empresas para resolver ese
problema.
Francia, país que durante la Segunda Guerra Mundial
vivió bajo una dictadura administrativa, encabezada por Philippe Petain bajo
la denominación de «Estado Francés», ya ha vivido también cuatro
décadas de confiscación del poder político por parte de los altos
funcionarios, lo que los franceses han llamado la «ENArquía» [1].
Pero ese sistema ha privado a los políticos del conocimiento
en materia de administración que antes obtenían al ejercer diferentes
mandatos locales y regionales, antes de llegar al nivel nacional. Actualmente,
los responsables que ocupan cargos electivos disponen de menos
información que los altos funcionarios y enfrentan grandes dificultades
para controlar los actos de estos últimos.
En las actuales circunstancias de la crisis del
coronavirus, los altos funcionarios del sector de la salud se ven
investidos abruptamente de una autoridad que normalmente no tienen.
Ante eso, banqueros y militares aspiran ahora a una promoción similar, en detrimento
de los políticos.
Los banqueros,
a la espera de su oportunidad
En Reino Unido, Gordon Brown, ex ministro de
Finanzas y posteriormente primer ministro británico, acaba de publicar en
el Financial Times un texto donde propone utilizar el miedo
al Covid-19 para hacer lo que no se logró concretar durante la
crisis financiera de 2008 [2].
En aquella época Gordon Brown no logró crear un gobierno financiero
mundial y tuvo que conformarse con una simple concertación en el G20.
Ahora, afirma Gordon Brown, sería posible instaurar un gobierno mundial de la
salud y determinar qué potencias podrían asociarse a los miembros permanentes
del Consejo de Seguridad de la ONU.
Nada permite creer que tal gobierno mundial haría las
cosas mejor que los gobiernos nacionales. Lo que que sí es seguro
es que esa entelequia escaparía a toda forma de control democrático.
Ese proyecto no tiene más posibilidades de llegar a
concretarse que el proyecto de gobierno financiero mundial. Gordon Brown
era también un acérrimo defensor del mantenimiento del Reino Unido dentro de
la Unión Europea, apuesta que también perdió.
El
Estado Profundo estadounidense, agazapado en la sombra
A través de la historia, las crisis siempre han
servido de pretexto a quienes tratan de explotar el argumento de la «urgencia»
para modificar el poder sin que la opinión pública tenga tiempo de
reflexionar. Esa coartada ha funcionado a menudo .
El 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de
la Salud (OMS) declaró el «estado de emergencia internacional
en materia de salud pública». Al día siguiente,
el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, firmaba
en secreto una Warning Order (Orden de Alerta)
según la cual el NorthCom debe estar listo para la posible aplicación de
las nuevas reglas del plan de «Continuidad del Gobierno».
Esas nuevas reglas son Above-Top Secret,
lo cual significa que la comunicación sobre las acciones
se restringe aún más que de costumbre y se pone en conocimiento
únicamente de las personas que disponen del más alto nivel de
habilitación y que cuentan además con un acceso nominativo especial en el
marco del Special Access Program.
Vale recordar que el principio de la «Continuidad
del Gobierno» se instauró al inicio de la guerra fría.
Se trataba de proteger la administración de Estados Unidos en una
situación de guerra nuclear contra la Unión Soviética o ante la muerte u otro
impedimento de los principales responsables del país: el presidente de
Estados Unidos, su vicepresidente y el presidente de la Cámara
de Representantes. En virtud de una directiva escrita del presidente
Dwight Eisenhower, ante tales circunstancias un gobierno militar tendría que
asumir inmediatamente la continuidad del mando hasta un ulterior
restablecimiento de los procedimientos democráticos [3].
Esa directiva fue invocada y esa forma de gobierno
fue implantada el 11 de septiembre de 2001 por el entonces coordinador
nacional de la lucha contra el terrorismo, Richard Clarke [4].
Sin embargo, aunque el país vivió ese día una situación de
emergencia, ni el presidente de Estados Unidos,
ni su vicepresidente, ni el presidente del Congreso habían
muerto, como tampoco estaban en la imposibilidad de ejercer sus funciones
respectivas, lo cual me lleva a la conclusión de que el 11 de
septiembre de 2001 Estados Unidos vivió un golpe de Estado.
El entonces presidente, George W. Bush, no recuperó sus
prerrogativas hasta la noche de aquel día y nunca se aclaró
qué pasó en la decena de horas durante las cuales
su autoridad quedó suspendida [5].
Según explica en Newsweek William
Arkin, considerado el mejor especialista en temas del Pentágono, actualmente
existen 7 planes diferentes [6]:
el Rescue & Evacuation of the Occupants of the Executive Mansion (RESEM), para garantizar la protección del presidente, del vicepresidente y de sus familias;
el Joint Emergency Evacuation Plan (JEEP), para garantizar la protección del secretario de Defensa y de los principales jefes militares;
el Atlas Plan, para garantizar la protección de los miembros del Congreso y de la Corte Suprema;
Octagon, plan con objetivos totalmente desconocidos;
Freejack, también desconocido;
Zodiac, igualmente desconocido;
Granite Shadow, plan que prevé el despliegue de unidades especiales en Washington, establece las condiciones para el uso de la fuerza y para poner el territorio bajo la autoridad de los militares [7].
Es importante observar que existe una contradicción
entre el supuesto objetivo del RESEM –garantizar la protección del presidente
y del vicepresidente– y el hecho que ese plan se aplicaría sólo
en caso de muerte o de impedimento de esos responsables.
En todo caso, la aplicación de estos 7 planes
estaría en manos del Mando Militar de Estados Unidos para
América del Norte (NorthCom), encabezado por un ilustre desconocido,
el general Terrence J. O’Shaughnessy.
O sea, en virtud del derecho estadounidense, este
general se convertiría en dictador de Estados Unidos sólo
en caso de muerte o de impedimento de los 3 principales responsables
electos del Estado federal –el presidente de Estados Unidos,
su vicepresidente y el presidente de la Cámara de Representantes–
pero en la práctica su predecesor, el general Ralph Eberhart, ya
fungió como tal a pesar de que esos 3 responsables
no estaban muertos ni impedidos de realizar sus funciones.
A los 73 años, el ahora retirado general Ralph Eberhart dirige
actualmente las principales empresas que proveen la aviónica militar en
Estados Unidos.
El 13 de febrero, el general O’Shaughnessy afirmó
ante la Comisión del Senado a cargo de las fuerzas armadas que el
NorthCom estaba preparándose para lo peor. En el marco de esos
preparativos, el general O’Shaughnessy se comunica diariamente con
los otros 10 mandos centrales de las fuerzas de Estados Unidos
en todas las regiones del mundo [8].
También es importante recordar aquí que, además del
territorio de Estados Unidos, la «zona de responsabilidad» del
NorthCom abarca también Canadá, México y Bahamas. En virtud de varios
acuerdos, el NorthCom puede, por iniciativa propia, ordenar el despliegue de
tropas estadounidenses en esos tres países.
En 2016, el entonces presidente de
Estados Unidos Barack Obama firmó la orden secreta denominada Presidential
Policy Directive 40 sobre la National Continuity Policy,
o sea la «Política de Continuidad Nacional». Sólo 2 días
antes de que el presidente Donald Trump asumiera sus funciones en la Casa
Blanca, el entonces administrador de la FEMA –la agencia federal
a cargo de las situación de urgencia–, Craig Fugate, firmó la Federal
Continuity Directive 1 (Directiva Número 1 de Continuidad
Federal), que precisa ciertos aspectos de la aplicación de ese procedimiento
en niveles inferiores. Todo está previsto en función de «lo peor».
La epidemia proporciona el pretexto para actuar. En ese
contexto, las preguntas planteadas recientemente por el vocero del
ministerio chino de Exteriores [9]
sobre la posibilidad de que los militares estadounidenses hayan diseminado
deliberadamente el nuevo coronavirus, adquieren el mayor sentido y cobran
nueva vigencia.
[1]
Las siglas ENA denominan en Francia la Escuela Nacional de
Administración, entidad elitista que forma los más altos funcionarios de la
República Francesa. Nota de la Red Voltaire.
[2] “End the dog-eat-dog mentality to tackle the crisis”, Gordon Brown, Financial Times (Reino Unido), Voltaire
Network, 26 de marzo de 2020.
[3] Continuity of Government:
Current Federal Arrangements and the Future, Harold C. Relyea,
Congresionnal Research Service, 5 de agosto de 2005.
[5] A Pretext for War: 9/11, Iraq,
and the Abuse of America’s Intelligence Agencies, James Bamfort, Anchor
Books, 2005.
[6] “Exclusive: Inside The Military’s Top Secret Plans If
Coronavirus Cripples the Government”, William M. Arkin, Newsweek,
18 de marzo de 2020.
[7] “Top Secret Pentagon Operation
“Granite Shadow” revealed. Today in DC: Commandos in the Streets?”,
William Arkin, Washington Post, 25 de septiembre de 2005.
[8] Hearing to receive testimony
on United States Northern Command and United States Strategic Command
in review of the Defense Authorization Request for fiscal year 2021
and the future years Defense Program, Senate Committe on Armed Service, 13
de febrero de 2020.
[9]
«Propaganda y
preguntas sin respuesta sobre el origen del Covid-19», Red Voltaire,
25 de marzo de 2020.
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