lunes, 23 de marzo de 2020

LA VIDA ES PRIMERO, NO EL BOTÍN DE LOS CAPITALISTAS

20-03-20

La forma en la que los neoliberales deciden combatir al Coronavirus muestra el carácter tan antihumano de este modelo capitalista.

Uno de los modelos más draconianos de medidas contra el Coronavirus aplicado por un Gobierno neoliberal es el que se viene aplicando en el Perú. El domingo 15 de marzo el Presidente Martin Vizcarra anunció a las 8 pm la aplicación de una serie de fuertes y sorpresivas acciones dando menos de 4 horas de plazo a treinta millones de peruanos para que se preparen para ello. Desde la madrugada en que comenzó el lunes 16 se estableció un estado de emergencia y un enclaustramiento obligatorio en sus domicilios a todos los habitantes. Todo ello se impuso sin que se les ofreciera un tiempo prudencial para que la población pueda prepararse para dicha eventualidad extrema, como también sin ofrecer partidas de dinero o productos especiales para la inmensa mayoría nacional que trabaja en el sector informal o autónomo. Luego, desde el miércoles 18 se implantó un toque de queda de 8 pm a 5 am.

Mientras a los trabajadores se les demanda que deban dejar de trabajar o transitar y no se les garantiza una buena alimentación, y se descuida la atención médica a todos los pacientes que no contraigan el COVID 19, a los ricos se les hace toda clase de concesiones.

A estos últimos no se les imponen ningún impuesto especial de emergencia ni se les demanda que entreguen alguna clase de cantidad de productos básicos para que estas sean distribuidas entre los que más van a ser afectados por el estado de emergencia y toque de queda. Tampoco el Estado toma ninguna clase de control sobre las grandes empresas privadas que dominan la producción y venta de medicinas, así como del sector salud. Peor aún, a diversas grandes corporaciones se les ha excepcionado y estas siguen obligado a su mano de obra a laborar.

El caso más patético es el de las grandes minas. A pesar que los mineros son el sector más propenso a tener enfermedades pulmonares y a contraer el coronavirus u otros males que afecten al sistema respiratorio, a ellos se les obliga a que no acaten las ordenes que el Gobierno da a todos y que sigan entrando a los socavones, muchas veces de forma muy apiñada y sin que allá una buena circulación de aire, lo cual puede llevar a condenarlos a entrar en verdaderos mataderos donde han de poder contraer y difundir diversos virus.

La multinacional china Shougang, a pesar de que sabe lo que esta epidemia hizo para diezmar a su país, demanda a los obreros de la mina de hierro más grande del Perú (a la cual ha comprado) para que sigan poniendo en riesgo a sus pulmones para sacar más riquezas del subsuelo. Encima, en pleno estado de emergencia uno de sus buques causó un accidente ecológico en Marcona, Ica. 

Capitalistas desalmados

En recientes declaraciones la presidenta de la Confederación de Industriales y Empresarios Privados (Confiep), María Isabel León, ordena que no se detenga la actividad minera, aunque esta actividad conduzca a una nueva forma de muerte a los trabajadores mineros. Ello muestra insolencia, egoísmo y falta de solidaridad con el drama de todos los humanos que estamos afectados por una plaga que puede cobrar la vida de millones de almas. También muestra que la sed de lucro de algunos a costa de las mayorías es una pandemia endémica que afecta con indolencia asesina a los capitalistas.

En momentos en que se necesitan planes generales de emergencia para preservar la vida de todas y todos y no solo de los ricos, obligar a la sociedad entera a mantener las ganancias capitalistas en desmedro de la salud de la población en general, es poco menos que criminal.

El pueblo debe saber desde ya que el enemigo no es solo la pandemia del Coronavirus, es también, el sistema capitalista con sus burgueses y sus políticos. Representantes de esta clase como León de la CONFIEP muestra que carecen de respuesta al problema masivo suscitado por la pandemia y todo porque en el afán de lucro han desmantelado o privatizado los servicios sociales, especialmente relacionados con la salud, que son los primeros que en estos días se muestran precarios y en la ruta de colapsar, con grandes riesgos de muerte para los sectores precarios, empobrecidos por el sistema.

Capitalismo y coronavirus son los enemigos

Otra de las causas más importante que estamos viendo de los sistemas básicos ha sido el rápido crecimiento caótico de las ciudades, donde campean la suciedad, la escasez de recursos sanitarios, redes de distribución de agua y drenaje, tan indispensables para la buena salud. Así mismo, la pobreza extrema es el caldo de cultivo para la expansión de la pandemia en proporciones geométricas, con el peligro de no dejar una sola zona fuera de peligro.

¿Cómo exigirle a un pueblo lavarse permanentemente las manos, cuando carece de agua en sus casas, y si lo tienen, es muchas veces en barriles que en última instancia son de dudosa calidad y hasta insalubres?

La destrucción de las organizaciones sociales de base, también pone de manifiesto la poca capacidad de respuesta del pueblo frente a la pandemia. Esto se hace evidente ante el anuncio del bono de 380 soles (menos de 100 euros), que Vizcarra ofrece como la única ayuda estatal que el Gobierno dará a cada familia que quede privada de trabajar. Todo ello apunta a un caos social, como ya se ve en el interior del país, como en Tumbes, Callao, Ica y otros lugares del país donde se ha generado una violenta reacción entre los pobladores precarios. Este caos pudo haberse evitado recurriendo a una distribución de recursos esenciales a las hoy muy golpeadas organizaciones, sean sindicales o barriales, como club de madres, organizaciones de olla común.

El cambio de estación

Los científicos y estudiosos de la pandemia que nos azota, destacan que el virus se propaga con mayor velocidad en climas fríos, lo que indica que, en el hemisferio Sur, donde se encuentra el Perú, está en un momento apropiado para tomar medidas que impidan la aceleración de la propagación del Coronavirus. Pero las estaciones cambian y debemos impedir que el invierno nos coja en una curva ascendente de la pandemia. Eso es lo que debemos evitar a toda costa.

Lo que la mentalidad estrecha y cortoplacista de amplios sectores de la burguesía no entiende es que, ante la amenaza de la pronta expansión de la pandemia, en la que se calcula que podría producir el fallecimiento de un millón y medio de personas en el Perú, la muerte no hace diferencias sociales: ¡los ricos también llorarán!

Aún es posible

La cuarentena decretada por el Gobierno de Vizcarra, es solo una medida tecnocrática. Esta tiene que ser complementadas con la reaparición de las organizaciones sociales. La patrulla de los ronderos en Cajamarca son un ejemplo de control social por el propio pueblo.

La hora de organizar el poder popular ha llegado, el egoísmo capitalista odia las soluciones colectivistas y solidarias. Bajo estrictas medidas de seguridad e higiene, se pueden y deben remontarse las ollas populares en cada asentamiento humano donde el pueblo debiera elegir, estableciendo turnos por grupos, a los encargados de hacer posible la alimentación en condiciones sanitarias. Un cuerpo desnutrido corre peligro, niños con anemia pueden ser víctimas inevitables. Alimentar al pueblo es de prioridad inmediata.

Los sistemas de salud, deben ser colectivizados. En España ya se tomaron medidas interviniendo a las clínicas particulares, socializando sus camas y sistemas de cuidados intensivos. Es lo mismo que debe hacerse en Perú, hay que imponer a esa burguesía incapaz medidas contra sus gollerías privadas. Es imprescindible socializar los sistemas de salud. Como su egoísmo es superior a sus propias fuerzas, debemos exigir al Estado burgués que se socialice de inmediato la salud pública. Los centros de emergencia de clínicas y hospitales, deben tener sus puertas abiertas para todos, sin racismo ni xenofobias excluyentes.

Sobre esto último, debemos reforzar nuestro sentido de solidaridad para con todos, incluyendo bajo protección total a migrantes recién llegados de provincias, a asiáticos, colombianos y venezolanos, es decir a todos los seres humanos que se encuentran en el territorio nacional.

Ya se decretó la moratoria de todas las deudas, las empresas de luz y agua no deben cortar el servicio por razones de deudas. Por el contrario, se deben reponer esos servicios cortados por falta de pago. Es de necesidad vital que todos cubran sus servicios mínimos. Lo mismo respecto a la comunicación, los teléfonos deben mantenerse activos. Esta moratoria también debe incluir la renta e hipotecas, sobre la base de que la población debe mantener al máximo sus recursos económicos para hacer frente a la emergencia.

Mucha gente ha quedado varada en Lima. Un ejemplo aterrador es el de numerosas personas y pacientes de provincias que llegaron a las capitales de la República o de cada Región y que hoy, a causa de la paralización de vuelos y de todo transporte interprovincial, no pueden regresar a sus lugares de origen. Como solución deben ponerse a su disposición las habitaciones en la Villa Panamericana, los hoteles, de todo tipo y demás recursos turísticos y mansiones que no son usados.

Hay que condenar el sistema financiero que no quisiera aceptar (o lo hace a regañadientes) la moratoria de deudas. “Los intereses no se van a detener”, contestan con la misma insolencia y desfachatez con la que expresan que sus ganancias están por encima del derecho a la vida.

Es más, se debe exigir la desaparición de las Asociaciones de los Fondos de Pensiones (AFP), que, aprovechando la supuesta pérdida de recursos afectados por la caída de las Bolsas de Valores a nivel internacional, están reduciendo abusiva y drásticamente las mensualidades de los usuarios. Esto no debe seguir pasando. Las AFP, deben desaparecer y ser sustituidas por empresas públicas, bajo control de los trabajadores.

Poder popular

Organizar el Poder Popular, es la mejor respuesta para defender la vida de todos. Enfrentar la solidaridad humana que está en nuestros genes, contra el egoísmo capitalista que acelera la propagación del Coronavirus.

Ha llegado el momento en que las fuerzas revolucionarias socialistas de la izquierda peruana tomen la iniciativa. No hay lugar para las respuestas “progresistas” que solo saben conciliar con la burguesía y ahora se encuentran mudas.

Poner a prueba el colectivismo del pueblo peruano que tiene en su herencia genética la vida en Ayllu, donde la mink’a y el ayne, siguen siendo expresiones de colectivismo y el socialismo. Todas esas formas de trabajo asociativo y solidario deben hacerse presentes. De alguna manera ya se perciben estas manifestaciones, cuando vemos a voluntarios que salen de sus casas y ofrecen agua y alimento a enfermeras, bomberos y policías que rondan las ciudades.

Se debe demandar a las grandes empresas un impuesto especial y que cada una entregue toneladas de sus productos (alimentos, medicinas, vestidos) para que distribuyan entre los más necesitados. A cada familia se le debe dar un paquete de estos productos vitales cada semana y en el proceso de distribución deben participar las organizaciones populares bajo cuyo control deben estar estas acciones.

El Estado debe garantizar a todos la distribución gratuita de jabones, mascarillas, geles, cítricos y alimentos para prevenir la expansión del Coronavirus. Se debe acabar con que estos productos sean acaparados para que se vendan a altos precios. La labor del estado es la de proteger a sus habitantes.

Las medidas de Vizcarra se concentran en unas de corte represiva, mientras que se aprovecha de que todos los medios de comunicación solo hablen del virus para que la gente se olvide de la lucha contra la corrupción, la pobreza y la explotación capitalista. Sin embargo, la única forma de detener a estas plagas es con medidas colectivistas y dándole más fuerza a las organizaciones obreras y populares.

No hay solución bajo el capitalismo, la respuesta socialista al Coronavirus puede garantizar que la mortalidad que ya se hizo inevitable, se reduzca drásticamente y sea menos dolorosa para nuestro pueblo.

¡Viva la vida!

-Carlos Bernales, editor de Época Socialista, revista peruana.

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