LÍNEA EDITORIAL DEL BLOG COMUNISTAS
16/06/2020 |
Consejo de redacción
Cuba vive hoy una crisis solo superada por el
Periodo Especial. Al menos, eso es lo que percibe, vive y entiende la clase
trabajadora cubana, a quien no le importan las estadísticas y sí el escenario
cotidiano, marcado por largas filas de largas horas y poca mercancía para
comprar. Por si fuera poco, cuando se regrese a la normalidad,
encontraremos un paisaje completamente diferente al que dejamos; peor, porque
ya antes se vivía una crisis aguda reflejada en escasez de productos de primera
necesidad.
Regresaremos
a una normalidad que entonces estará marcada por tener,
mínimo, tres meses las fronteras cerradas. Por tanto, la industria del turismo
habrá perdido casi un millón de clientes extranjeros; si damos una cifra
conservadora. La economía cubana ha desarrollado una tamaña dependencia del
turismo que este golpe demostrará -¡otra vez!- cuan peligroso es atarse a un
solo sector económico.
En
el momento de la reapertura de fronteras, la economía global se encontrará
sumida en una crisis general, solo superada por la de 1929. Aseveración
difundida en periódicos como The Guardian, New York Times y The
Financial Times, prensa no comunista. A esto se le añade que dos de
nuestros principales emisores de turistas: España e Italia, han sido naciones
muy golpeadas por el Covid-19. Por ende, si el turismo comenzase a regresar en
octubre, normalmente temporada alta, tenderemos, en realidad, una temporada
baja.
A
este panorama debemos incluir las medidas contra Cuba que ha lanzado Donald Trump,
quien, aunque parezca increíble, probablemente gane las elecciones
presidenciales. El que Venezuela necesite del combustible iraní, habla de que
ya no es el país de cuyo combustible dependimos una vez. Es decir, nuestra
futura normalidad estará marcada por otra crisis en el
transporte público.
La
respuesta del gobierno cubano para afrontar esta crisis, según la Ministra de
Finanzas y Precios, recortar gastos en el sector que primero cesó sus
funciones, es decir, el sector de la cultura y todos aquellos sectores
que no produzcan. Además, se llama a “liberar sin trabas las
fuerzas productivas”. Ambos anuncios han pasado casi desapercibidos, una
combinación no muy estimulante.
En
buena medida, las mayorías no comprenden la gravedad de lo que significa “liberar
las fuerzas productivas”, porque para las mayorías el Marxismo guion
Leninismo y la Economía Política, asignaturas que recibimos en todos
los niveles de la enseñanza secudandarista y en toda carrera universitaria, por
lo general caen en el aburrimiento y el dogma. Marx solo aparece en el
periódico Granma durante los aniversarios de su nacimiento y
muerte.
Se
olvidó entonces que, una parte importante de las fuerzas productivas está
compuesta por los medios de producción. Es decir, los instrumentos de producción,
ya sean: tijeras, martillos o tractores; fábricas, panaderías u hoteles, todo
aquello que sirva para producir, además de las materias primas.
Se
olvidó también que para que los medios de producción cumplan su finalidad, es
necesario que sean puestos en movimiento por la fuerza de trabajo del ser
humano. Es decir, por nuestras capacidades físicas e intelectuales: la otra
parte de las fuerzas productivas.
Entonces,
solo hay dos formas de entender la liberación de las fuerzas productivas. O se
libera en un sentido socialista, o se libera en beneficio de las Pymes;
otro bello eufemismo hoy muy popular que, junto al mal uso de emprendedores o trabajador
por cuenta propia, son el mejor recurso para evitar decir: burguesía.
Esos
terribles eufemismos han hecho que la sociedad cubana piense que la anciana
vendedora de caramelos es tan trabajadora por cuenta propia, como lo es el
dueño de una cafetería. La diferencia que radica en que el trabajador es quien
vive de su fuerza de trabajo –ya sea vendiéndola o empleándola para sí- y el
burgués vive de la plusvalía resultante de cuando la trabajadora o el
trabajador le vende -a través del trabajo asalariado- la fuerza de trabajo que
pone en movimiento a los medios de producción, propiedad del burgués. La plusvalía,
que no solo satisface las necesidades físicas y espirituales del burgués, sino
que la utiliza para generar más plusvalía.
Si
para más aclaraciones decimos que el trabajo sucede cuando se vende la fuerza
de trabajo, vemos que cuando el dueño de una cafetería le compra al estudiante
universitario su capacidad física para resistir 12 horas detrás de un
mostrador, y además, su capacidad intelectual para poder recibir el peso
convertible y dar el vuelto en Moneda Nacional, entonces quien trabaja es el
estudiante, vendedor de su fuerza de trabajo, y no el burgués. En tanto, la
vendedora del maní trabaja solo para ella: es decir, se autoemplea.
En
cambio, si liberamos las fuerzas productivas en un sentido socialista, habría
que liberar los medios de producción de la gestión estadocéntrica, a la vez que
se libera a la clase trabajadora de los burócratas que en las empresas deciden
por ella. Es decir: llegar a la tan deseada gestión obrera.
La
otra visión, la que beneficiaría al sector privado, es descrita perfectamente
por la economista Camila Piñeiro Harnecker cuando dice que la tendencia
economicista está llamando “a liberar las fuerzas productivas con un mayor
espacio para las empresas privadas y el mercado" 1/.
Pero esto, por qué sería. Tengamos un caso concreto de fuerza productiva en su
conjunto: un hotel y sus trabajadores. ¿Qué significa liberar esas fuerzas
productivas? ¿hacer que sus propios trabajadores, en plena igualdad, gestionen
el hotel, o, que se permita liberar el hotel –o sea, a la industria del
turismo- de las trabas necesarias para que el sector privado
cubano pueda ser parte de su administración?
Liberar
las fuerzas productivas puede ser también que, al igual que en China o Vietnam,
se permita la existencia de grandes empresas privadas. No es necesariamente
privatizar los medios de producción estatales, sino permitir que un burgués
construya su propia empresa sin sufrir límites en su expansión.
Liberar
las fuerzas de producción podría ser también lo que hizo Fidel a mediados de la
década de los años noventa: que aquel Estado obeso se liberara de la carga de
tener que ser vendedor de maní, barbero y taxista. Pero eso es algo que ya se
hizo.
Y,
¿qué tiene de malo que la burguesía cubana forme parte de la administración de
los hoteles o que construya por sí misma grandes firmas y negocie incluso,
directamente, con empresas extranjeras, como mismo sucede en el socialismo chino
y vietnamita? es decir, ¿qué tiene de malo que crezca y se expanda la
burguesía, si el Estado socialista supuestamente la controlará?
Si
miramos a nuestro alrededor vemos que en la esfera pública, por lo general
predominan dos posturas bien definidas acerca de cómo construir el socialismo
cubano. La primera, y mayoritaria –aunque no por eso bolchevique- es la de
aquellos que entienden que el Socialismo cubano será próspero y sostenible, en
tanto crezca una burguesía controlada por el Estado. Burguesía que generará
empleo y riqueza que un Estado eficaz sabrá ponerla en función de la sociedad.
Creen que, con esto, la burocracia perderá también control político y habrá
entonces un importante debilitamiento de la censura, a la vez que nacerá un
escenario propicio para la expansión de la sociedad civil. Olvidan que China es
uno de los mejores ejemplos de una extendida y eficaz censura.
La
otra postura acerca de cómo construir el Socialismo se caracteriza por ser algo
más que leal al Partido. Nunca lo cuestionan directamente, solo señalan determinados
errores, siempre dentro de lo permitido y lo orientado. Entienden que, si
bien por ahora la burguesía en nuestro país es un mal necesario, el camino Deng
Xiaoping-Doi Moi no es el que debe seguir Cuba –y en esto tienen razón-. Pero
atacan a los medios de prensa que han nacido con el surgimiento de la
burguesía, pensando que esas páginas web, ese periodismo alternativo, esos
blogs, son los principales enemigos de la Revolución. Y olvidan que el enemigo
de clase es la burguesía. Que sus medios de expresión solamente son un producto
de ella, en este caso, un producto indirecto del Estado socialista que parió a
la burguesía cubana. Y como a esta conclusión solo se arriba haciendo una
crítica directa al Estado, terminan quedándose dentro del campo de la censura:
descalificando a estos medios de prensa –aunque en ocasiones no tengan ninguna
relación directa con la burguesía-, haciendo silencio total cuando salta a la
luz pública otro caso de censura -porque creen, que, por no compartir las ideas
del censurado, no tienen nada que opinar y menos a nadie que defender-; y
tildando a la mayoría de estos, de ser pagados por el imperialismo.
Piensan
además, y lo dicen sinceramente, que ellos forman parte del Estado –aunque
algunas veces sí, y de ahí sus conductas- y piensan ¡aunque parezca increíble!
que la sociedad civil es un arma para dividir a la clase trabajadora.
Eso
sí: son -siempre cuando no haya algún o alguna oportunista-, honestas y
honestos defensores del Socialismo cubano; algo que por desgracia escasea y es
muy necesario. Pero, al no querer hacerle ninguna crítica medular al Socialismo
cubano, no saben, ni pueden, criticar los principales problemas que ha generado
la expansión de la burguesía: una profunda desigualdad y en consecuencia, gentrificación,
a la vez que ha tenido un impacto duro en la conciencia de la clase
trabajadora, pues se extiende cada vez más la visión de que la nueva burguesía
cubana es un modelo de éxito a seguir.
En
esencia, este impacto se ha debido a la depauperación crítica de las políticas
culturales, dejando a la periferia de la capital, a la mayoría de las ciudades
del interior del país y mucho más al campo, a expensas del modelo cultural
burgués, que solo exacerba el individualismo, el ánimo de lucro y el deterioro
progresivo de la conciencia revolucionaria.
Es
una desigualdad donde las -cada vez más escasas- mercancías que necesita la
clase trabajadora para tener una vida honrada, terminan casi desapareciendo,
porque son consumidas por negocios privados, los cuales, obvio, necesitan un
mayor nivel de consumo; y la inflación se dispara, y las colas se alargan. Aún
más, cuando la mayor parte de la propiedad privada de este país se concentra en
el sector de los servicios, es decir, esta clase burguesa acapara alimentos y
productos de aseo para aumentar su capital. Este problema se agudiza por la no
existencia de un mercado mayorista eficiente que satisfaga las necesidades de
esa clase, porque ahora mismo Cuba no tiene la capacidad productiva para asumir
un mercado mayorista. No será, por tanto, la expansión de la propiedad privada
lo que nos libre de la escasez.
Vemos
de manera general, que hoy en la esfera pública generalmente hay dos tipos de
posturas: de un lado, los que quieren menos presencia del Estado en la economía,
más sociedad civil y más propiedad privada; del otro: los que quieren más
control del Estado, menos sociedad civil y menos propiedad privada.
Marx
nos enseñó que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de
clases, y que esta lucha está dada por el enfrentamiento de la clase
trabajadora contra la burguesía. Por eso, Marx es la base de todo nuestro
pensamiento. Lenin nos trajo la idea de que mientras el Estado exista, no
seremos libres y que seremos libres cuando no haya Estado; Alexandra Kollantai:
la emancipación de la clase trabajadora implica la emancipación de la mujer;
Rosa Luxemburgo: hay que evitar que la dictadura del proletariado se convierta
en dictadura del Partido; Trotski: ese Partido dirigente en un Estado
socialista puede traicionar convirtiéndose en burguesía; Gramsci: el Socialismo
también se construye -y se hace necesario- contando con la sociedad civil; el
Che Guevara: el deber de todo revolucionario es hacer la Revolución
esparciéndola a nivel mundial; Fidel: el marxismo no se puede concebir ni como
una iglesia, ni como una doctrina religiosa, ni como un dogma; y a la vez nos
demostraba que la completa liberación del ser humano pasa por una completa
transformación de la cultura.
Pero
todo esto no implica que somos seguidores únicos de una sola de estas figuras
revolucionarias: somos exclusivamente comunistas. Como tampoco nos atribuimos
que somos los verdaderos herederos de la ideología comunista.
Aunque,
aun y explicitando esta posición nuestra, sabemos que siempre habrán mentalidades
cerradas, las cuales debido a las propias limitaciones que impone el dogma, no
podrán vernos sino como trotskistas, o como castristas, o como
neorevolucionarios o como neoleninistas. Pero ninguna de estas calificaciones
nos ofenden.
Nuestro
enemigo de clase no es ninguna organización política marxista, como
insistentemente hacen ver muchos discursos que solo provocan la desunión, una y
otra vez, de la clase trabajadora. Discursos que se apoyan en disputas
arqueológicas, que muchas veces la militancia no entiende porque y repite de
manera acrítica. El enemigo de clase es la burguesía. A pesar de todos los
errores que hayan cometido, las organizaciones marxistas revolucionarias tienen
en común su lucha contra el capitalismo y por el comunismo. Si es así, estamos
con ellas: con todas ellas.
La
unidad de la clase trabajadora, respetando siempre la democracia obrera, es la
principal herramienta para el triunfo de una revolución a nivel mundial.
Lamentamos informarle a algunas organizaciones que hoy es imposible que una
sola organización pueda, por encima de todas, hacer triunfar al comunismo.
Intentar imponer una organización por encima de la otra en la construcción del
poder revolucionario, solo conducirá a la repetición de terribles errores.
Solamente la unidad plural de la Revolución logrará hacer triunfar a la
Revolución.
Nacemos
en medio de un escenario único. Cuando se escriben estas palabras, por primera
vez, la economía global se paraliza por una pandemia; al punto de que viviremos
la mayor recesión después de la Segunda Guerra Mundial. Mientras, en Estados
Unidos las calles se incendian y Cuba regresa a una crisis solo comparada con
la crisis de los años noventa del pasado siglo; a la vez que intentan liberar
las fuerzas productivas, no precisamente en el sentido de socializarlas.
Es
por eso que nace el blog Comunistas. Porque queremos ser una
plataforma de expresión y encuentro para las voces que entiendan que, hoy, para
la construcción del Socialismo cubano,es necesario:
Más apoyo del Estado a los sectores de la ayuda
social, la educación, la cultura, el campo y la salud; más control de la clase
trabajadora sobre los medios de producción, menos propiedad privada, menos
presencia del Estado en las libertades de expresión y creación, y más
desarrollo de la sociedad civil.
Nuestra
lucha será también contra el heteropatriarcado, y todo tipo de discriminación
racial, étnica, generacional, económica, física y política.
Pero
que seamos una plataforma para estas ideas, no implica que seamos reproductores
de una sola idea. Por eso, enfocados en estimular el debate necesario y urgente
para el enriquecimiento de nuestra sociedad, aceptaremos todo tipo de
colaboración, desde Cuba o desde el extranjero. Siempre que estén en el amplio
campo de la izquierda, ese nuestro único condicionamiento: las recibiremos y
publicaremos. En el bello y deseable caso de que tengamos criterios
divergentes, que seguro será en la mayoría de las ocasiones, no solo lo haremos
evidente en la típica nota El Consejo Editorial no comparte
necesariamente los puntos de vista de este artículo, sino que, la siguiente
publicación será nuestra respuesta y el inicio de dos, tres, muchos debates.
Por
último, ya en medio de la producción de este blog, recibimos las noticias de la
gran rebelión que ha estallado en los Estados Unidos de América. A quienes
están en las barricadas, llegue nuestro más profundo apoyo y admiración
internacionalista.
Esta
será: nuestra línea editorial.
Consejo de Redacción
Contactos
electrónicos:
comunistasblog@gmail.com
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Notas:
1/ Piñeiro, C. Repensando el socialismo cubano. Propuestas
para una economía democrática y cooperativa. Casa Ruth Editorial, La Habana,
2013 p.11
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