Escribe: Milcíades Ruiz
La presente nota es una defensa de la mayoría social empobrecida, frente
a la discriminación gubernamental en estos momentos de crisis, acompañada de
pruebas estadísticas y sustentación del rol estratégico del conglomerado
agrícola para la recuperación económica.
En junio se
juntan varias conmemoraciones campesinas: El “Día del Indio” que estatuyó
Leguía como efemérides escolar y nacional no laborable, fue ennoblecido por
Velasco como “Día del Campesino” cada 24 de junio. Pero también este día se
celebra en todo el país, el “Día de la Reforma Agraria” porque en la misma
fecha se promulgó la ley que decretó la devolución de las tierras que los
conquistadores españoles y terratenientes republicanos arrebataron a los
oriundos.
Para
contrarrestar esta celebración reivindicativa, que era motivo de rememoración
política popular, la democracia representativa de los partidos políticos
denominó a esa fecha como “Día de la Agricultura” y últimamente se estableció
como el mes de la agricultura, pasando al olvido anteriores celebraciones.
Menos mal que la vendetta política, no ha podido evitar la vigencia del Inti
Raymi, como festividad de gratitud al padre sol.
Pero la
finalidad de esta nota, es resaltar la grave situación de la agricultura
nacional y el racismo del poder político que segrega a este sector,
maltratándolo de la peor manera. Este gobierno ofreció un “agro próspero” en su
campaña electoral, pero lo que tenemos es un agro mísero. El mes de la
agricultura es ahora, el mes de la ruina campesina.
Este mes se
acaban las cosechas de la campaña agrícola 2019/2020. No habrá más cosechas
hasta el próximo año, salvo pequeños cultivos con agua de riego. También es la
última saca del ganado lanar. En el mejor momento de las cosechas llegaron la
pandemia y la cuarentena, que han destrozado el mercado de la economía rural,
por confinamiento de acopiadores y consumidores, caída de la demanda por
insolvencia, bloqueo de carreteras, etc. A partir de ahora, el PBI agrario se
viene abajo, aunque Mandraque arregle la estadística.
La oficina
de la Defensoría del Pueblo en Huancavelica informa que las personas más
afectadas son los pastores de alpaca que viven en las zonas más alejadas, por
encima de los 4000 msnm. Esta actividad es desarrollada principalmente por
mujeres quienes se encargan de la crianza de los camélidos. ¿Nada para ellas?
A diferencia
de los otros sectores, que al levantarse las restricciones podrán iniciar su
recuperación, el agrario no lo puede hacer porque se rige por un calendario
climático y la producción tiene un tiempo estacional inexorable. Las lluvias
para la siguiente campaña agrícola recién llegarán después de primavera si el
cambio climático lo permite. Este es el proceso productivo agrario que las
autoridades no entienden porque no conocen la vida campesina.
Sin embargo,
el INEI 2018, nos dice lo siguiente:
De los 17
millones de trabajadores que hay en el país, Trabajan en el agro (agricultura,
ganadería, pesca, silvicultura) 4 millones 200 mil 24,7 %. Eso significa que
uno de cada cuatro trabajadores peruanos trabaja en este sector, sin considerar
los acopiadores, comerciantes, técnicos y profesionales agrarios, proveedores
de insumos, agroindustriales, agro exportadores y mucha gente que vive del
trabajo de los agricultores.
El agro no
solamente es el sector laboral mayoritario y por consiguiente de mayor demanda
potencial, sino también, de su recuperación y prosperidad, depende la de
comerciantes, transportistas, industrias conexas, exportación, finanzas, etc.
El mayor volumen de la masa laboral directa e indirecta lo convierte en factor
clave para reactivar la demanda y el movimiento económico nacional. Solventar
al agro para generar demanda significa apalancar a todo el abanico comercial e
industrial de su entorno, dinamizado la recuperación ambicionada.
La
agricultura peruana es esencialmente familiar en más del 99%. Las empresas
agrícolas no llegan ni al 1%. Hombres y mujeres participan en las labores
agrícolas y pastoreo, hijos jóvenes y abuelos de ambos sexos. Muchas madres con
hijos a la espalda laboran en la chacra y el pastoreo. No hay ningún otro
sector como el agro que da mayor ocupación a la mujer, aun cuando no tiene
descanso por maternidad ni bonificaciones.
Mientras el
subempleo afecta al 43,6% de la PEA nacional y en el área urbana al 35,4%, este
problema en el área rural afecta al 72,9%, porque la pobreza no permite pagar
peones permanentes. La vulnerabilidad por inestabilidad laboral en ingresos y
derechos laborales es el 47,4% de la PEA ocupada en el país. Pero en el agro es
de 73,8%. Es decir, 7 de cada 10 personas trabajan como independientes o hacen
trabajo familiar sin remuneración alguna.
En el 2018,
mientras en el área urbana el 11,6% de los trabajadores se encontraba en
condición de pobreza, en el área rural era el 38,5%. Esto es: cuatro de cada
diez trabajadores rurales ya eran pobres antes de la pandemia. Ahora este
problema es mucho mayor por efecto de la crisis. Así que, vayan sacando la
cuenta.
Bueno pues,
si allí está el mayor número de trabajadores peruanos, los más pobres, los que
no tienen canasta de socorro por pandemia, ni seguro social, ni jubilación, ni
AFP, ni vacaciones, ni salarios por pandemia, ni reciben bonos extras como los
que se hacen pasar por pobres. En su mayoría, ni siquiera pueden acceder a
bonos rurales porque no cuentan con internet para registrase en la base de
datos y muchos son analfabetos. Si ellos son los que alimentan a toda la sociedad: ¿Por qué se maltrata
a este sector?
Si el
sector agrario es el de mayor cobertura del empleo, ¿por qué no combatir el
desempleo nacional estimulando la inversión agraria? Muchos migrantes podrían
regresar a sus pueblos y trabajar en lo que ya conocen, si hubiese un programa
estratégico de estímulo para impulsar la producción de alimentos. En otros
tiempos, un solo cultivo, el de algodón, daba empleo a casi toda la costa
peruana por la abundancia de mano de obra requerida para el recojo, desmote y
procesamiento de la pepa, fibra, hilandería, tejidos, confecciones, etc.
En el
segundo semestre habrá escasez de alimentos y subirán los precios, Si no hay
prevención la pasaremos mal. Se pregona la necesidad de dar mucha atención al
agro por seguridad alimentaria pensando en lo que se viene, pero esto es solo
un canto a la bandera porque no hay ninguna disposición gubernamental en ese
sentido. No hay nadie en el campo que ya esté trabajando en esto. El tiempo no
espera, el clima tampoco. Los alimentos se están yendo a otros países que son
más precavidos y cuando los necesitemos, no habrá para nosotros.
Sin embargo,
el gobierno destina 60,000 millones de soles, para la reactivación de las
empresas de sectores minoritarios (Reactiva Perú) y para los agricultores que
son mayoría solo S/ 250 millones para
créditos vía Agrobanco, lo que alcanza para 25.000 productores (hasta S/ 10.000
por c/u), pero si están asociadas y cumplen requisitos que no pueden acreditar
pues Agrobanco es una empresa estatal de la banca comercial. ¿Y el resto de
productores agrarios? ¿No lo merecen, aunque sean millones de inversionistas?
Lo triste es que los agricultores no tienen confianza en Agrobanco para
el cual muchísimos no son sujetos de crédito por falta de títulos u otra
garantía. Por eso prefieren el crédito de sus cooperativas, cajas municipales y
cajas rurales, que no es tan engorroso. A diferencia del Banco Agrario que
disolvió el neoliberalismo por ser de fomento y la prenda agrícola era la
garantía, el Agrobanco ya ha rematado muchas propiedades por morosidad.
También el
Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), aprobó un Programa de solo S/ 90
millones del Fondo AgroPerú para financiamiento de cadenas ganaderas con una
tasa de interés anual de 3.5% que no es crédito subsidiado y solo cubrirá el
hasta el 80% del costo de producción. Pero será también, a través de Agrobanco,
“previa evaluación”. Las cadenas ganaderas no solo son de criadores pues
incluyen a todos los agentes económicos de la cadena de la carne, leche, lana.
El
financiamiento está dirigido solo a ganaderos institucionalizados, no a todos.
Los que no son organizados y son mayoría quedan fuera. Se estima que con este
crédito se podrá beneficiar inicialmente a más de 27 mil pequeños productores
ganaderos. ¿Y el resto? Las unidades ganaderas son alrededor de 2 millones y
medio. Aun así, la previa evaluación hará que muy pocos accedan a esta línea de
crédito y eso parece ser la intención del gobierno. De allí, el poco monto
asignado.
Pero el asunto es: Si la pandemia y cuarentena, han descapitalizado a
los productores agrarios, si muchos están arruinados y endeudados por los
precios bajos, ¿será posible que en esas condiciones pueda acceder a un crédito
con riesgo de incumplimiento? ¿Cómo arriesgarse a contraer un crédito
hipotecando la chacra si los precios no compensan los costos de producción?
¿Quién garantiza que la próxima campaña agrícola será rentable en una economía
nacional devastada?
Pero lo más trágico es que se aplica el mismo criterio urbano de
arreglar la crisis con financiamiento, como si el agro fuese igual que otros
sectores que funcionan con esa palanca. ¿De qué, le sirve en estos momentos el
financiamiento si no es tiempo de siembras ni de inversiones? La situación
agraria no se resuelve mecánicamente con financiamiento y la estrategia es de
otra índole. No se puede aplicar al agro, el mismo criterio neoliberal que se
tiene para las empresas urbanas pues son realidades muy diferentes. Los
campesinos ni siquiera pueden hacer venta ambulatoria.
Todo esto denota pues una “Apartheid” de la política gubernamental con
respecto al agro, segregándolo, despreciándolo y separándolo de una
privilegiada minoría empresarial blanca, discriminado a los inversionistas
agrarios de tez cobriza. Aunque lo nieguen de boca para afuera, y me retruquen
aludiendo un racismo a la inversa, esa es la realidad política. Esta
segregación se arrastra desde la colonia en todas las instancias de gobierno.
Todos dicen que es momento de minimizar la desigualdad social en una
nueva realidad post pandemia. Pero si esta desigualdad se fomenta desde el
mismo gobierno discriminador, todo queda en simple demagogia. Cada vez que se
quiere favorecer al pueblo, saltan todos los neoliberales a la vez para gritar,
¡Nooooo! ¡Eso es, populismo! ¿Qué pueden hacer los agricultores si se gobierna
con una mentalidad retrógrada?
Si se les cierra el camino a los agricultores, se les condena a ser
trabajadores informales, que invierten su propio dinero y solo usan su propia
fuerza de trabajo familiar. Esta es la realidad de los inversionistas agrarios
que nos proveen los alimentos: marginados y marginales. ¿hasta cuándo? Hasta
que tomen consciencia de su potencialidad como fuerza social para hacer valer
sus derechos teniendo representación mayoritaria en los órganos de gobierno.
Así como están las cosas, ¿Habrá para los inversionistas campesinos un
cambio post pandemia? O seguirán en la misma o peor situación. Ustedes que
dicen. Hagamos algo por cambiar esta realidad.
Junio, 2020
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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