Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
sábado, 15 de agosto de 2020
No
se trata de saber sobre qué objeto se piensa, exista o no exista, sino qué se
pone o se descubre en el objeto que se piensa y cómo se concibe dicho objeto,
de forma estática o en movimiento, de forma unilateral o multilateral, de forma
superficial o de forma sustancial, con riqueza de determinaciones o de forma
abstracta, hueca y vacía. Escuchemos a Hegel en la sección dedicada al saber
inmediato de su tratado El concepto de religión según la lección de
1824: “El pensar en cuanto pensar, en cuanto que su objeto y su
contenido poseen la determinación de ser abstractos, es la actividad de
lo abstracto, de lo universal...Aquí el saber no es ya un saber inmediato
de un objeto corporal, sino un saber de Dios. Podemos presuponer esto: Dios
es el objeto totalmente universal, no cualquier particularidad, sino la
personalidad suprema, la misma personalidad universalísima,
la singularidad en su universalidad absoluta”. ¡Qué pensamientos más
maravillosos!
Saquémosle
partido. La Tierra es el objeto totalmente universal. Con la globalización su
universalización ha aumentado de manera prodigiosa y con la pandemia
del coronavirus se ha acentuado más esa determinación. La Tierra está en
peligro, en serio peligro, se puede tornar un lugar muy infeliz para las próximas
generaciones. El sistema capitalista, aunque tenga sus virtudes y sus
beneficios y no hay sistema mejor para desarrollar aceleradamente las fuerzas
productivas, al mismo tiempo genera peligrosos desequilibrios. Los más
importantes son el cambio climático y las infinitas injusticias en la
distribución de la riqueza. De ahí que si sus máximos dirigentes no entienden
la necesidad imperiosa de dotarse de un pensamiento absolutamente
universal, la vida en la Tierra será imposible.
La
Tierra necesita dirigentes con personalidad universalísima, singularidades con
universalidad absoluta, que sean capaces de que en la toma de decisiones
contemplen todos los aspectos de la vida y a toda la población mundial. La
actual pandemia ha puesto de manifiesto a nivel nacional que sin una sanidad
pública fuerte, avanzada y universal la vida colectiva en la Tierra no es
posible. También ha puesto de manifiesto que se necesita un Estado fuerte y que
sea hegemónico en todos los ámbitos de la vida. No caigamos en esas posiciones
que ven en el Estado la negación del individuo. El Estado, seamos marxistas, es
la objetivación de la sociedad, la demostración objetiva de que lo social debe
predominar sobre lo individual. Y cuando hablo de que lo social debe predominar
sobre lo individual, indico con ello la posibilidad de que todo el mundo pueda
desarrollar su individualidad, y no como sucede ahora que solo las minorías
desarrollan de forma exitosa su individualidad. Los ricos, las grandes
fortunas, los altos ejecutivos de las grandes empresas, no serán felices si no
se cambia el destino de las poblaciones pobres y si no se le busca una solución
radical al problema de la inmigración. Y para lograr esto, para que las
familias que poseen esas grandes fortunas puedan ser felices, no les queda otro
remedio que no poder disponer de esas grandes y desproporcionadas fortunas.
Para ser feliz no se necesita grandes fortunas. Además mi propia felicidad, y
la pandemia del coronavirus lo ha puesto de manifiesto, solo es posible si el
otro también es feliz.
No
entender que la raíz del mal que asola a la Tierra es la propiedad privada es
no entender la esencia y la sustancia del mundo de hoy. ¿En qué
consiste el mal de la propiedad privada? Marx entiende por sustancia social la
suma de las fuerzas productivas y relaciones sociales de producción que cada
generación hereda de las generaciones anteriores. Es una verdadera falacia la
afirmación de que los grandes y medianos ricos se hicieron con grandes fortunas
de la nada. Nadie se hace a sí mismo de la nada. No es lo mismo decir que el
amasador de fortuna empezó sin tener nada o teniendo muy poco que decir que su
fortuna brotó de la nada. De la nada solo puede brotar la nada. Si alguien, y
sobre todo en el periodo de la globalización, se hace descomunalmente rico,
esto es solo posible gracias a la sustancia social humana generada hasta ese
entonces: a las gigantescas conquistas de la ciencia, a los poderosos medios de
transportes, a los desarrollados medios de comunicación de masas, y al avanzado
Estado del bienestar. ¿En qué consiste entonces el mal de la propiedad privada?
En que en el sistema capitalista los individuos pueden apropiarse de los
grandes frutos sociales de una manera privada. Ahí es donde radica el mal.
Aquí
por universal entendemos lo que es permeable a lo particular, lo que tiene
plenitud de contenido, no el universal abstracto y vacío del que hablan los
empiristas. Y en el concepto de universal concreto y lleno de plenitud no solo
las particularidades caben en su interior sino que el aspecto sustancial, lo
subjetivo y la continua actividad son decisivos. Entendemos la
determinación sustancial de lo universal tal y como lo definió Marx y se expuso
en el parágrafo anterior. Así que no queda más remedio que
fortalecer las organizaciones mundiales como la OMS y darle un
carácter sustancial al resto de las instituciones globales: el Fondo Monetario
Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Y aquí sustancial
significa también ser humano sin ninguna otra determinación.
Si
en el ámbito de la economía el mal sustancial de la sociedad actual es la
propiedad privada, ¿cuál es el mal en el ámbito de la ideología y de la
psicología? El individualismo. El individualismo es la ideología que ha
propagado desde todos los tiempos el liberalismo. Pero ¿qué es el liberalismo?
Dejémonos de definiciones etéreas y confusas y recurramos a Marx y Lenin. Por
liberalismo o neoliberalismo debemos entender la ideología del capitalismo.
Aunque la economía pública representa en la mayoría de las economías nacionales
de la actualidad el 48 por ciento de la economía total, demostrándose la
necesidad que tiene el capitalismo del socialismo, y la pandemia de la Covid 19
pone de manifiesto que sin una Sanidad Pública y Universal el futuro del ser
humano es imposible, los teóricos del capitalismo –mucho más que los
capitalistas prácticos –siguen hablando del capitalismo del libre mercado como
la causa decisiva para que haya democracia, libertad e igualdad.
Siguen defendiendo que si no hubiera personas inmensamente ricas y capitalistas
que de mil formas se apropian del trabajo ajeno, en la sociedad no había
prosperidad económica. Invierten la relación: es la universalidad en su sentido
sustancial quien hace posible el enriquecimiento desproporcionado de las
minorías gracias a la propiedad privada.
Así
que veamos en el ser humano lo que Hegel veía en Dios: la universalidad
permeable a la particularidad, desbordada de plenitud y la sustancia de la vida
en la Tierra. Se quejaba Hegel de que en su tiempo se había degradado el contenido
filosófico de la religión y solo tenía valor la subjetividad individual. Si
levantara la cabeza hoy, comprobaría con asombro que la religiosidad que tanto
defienden los capitalistas ha perdido todo su valor espiritual, y que el ser
humano en tan ser humano no constituyen la base de su credo y su fe. Pero no se
olviden de una cosa. El individualismo es un fruto de las relaciones
capitalistas y no un fruto de la ideología neoliberal. Lo que hace
la ideología neoliberal es expresar e idealizar las relaciones capitalistas
situando al individuo como causa del bienestar social. Cuando la relación es la
inversa: solo en medio de unas relaciones sociales avanzadas, colectivas y
justas es posible el desarrollo pleno de la individualidad de todas las personas.
Fuente:
http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2020/08/el-pensamiento-lo-universal-y-la.html
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