El día martes 21 de julio, a
insistencia de mis hijos me trasladé al Hospital Nacional Carlos Seguin
Escobedo de EsSALUD, ubicado en la calle Peral; fuimos testigos del desastre
sanitario que se observaba en la zona de estacionamiento de Emergencia del mismo
hospital, donde se instaló precariamente el centro COVID regional de EsSALUD,
que apenas constaba de instalaciones prefabricadas y dos carpas de campaña en
mal estado, donde nuestros conciudadanos eran atendidos (en situaciones
precarias), sin las más mínimas condiciones sanitarias, pacientes con balones
de oxígeno a menos de 1 metro de distancia, a pesar de toda la campaña
publicitaria de los medios de comunicación, no se cumple con el mínimo
requerimiento de mantener la distancia de un metro, hay hacinamiento total de
familiares que realizando esfuerzos denodados en atender a sus familiares solo
contaban con barbijos como protección.
Ingresé a las 9.00 am
aproximadamente para ser atendido en Triaje, habían más de 10 pacientes delante
mío, que se encontraban de pie esperando ser atendidos, felizmente para mi
suerte uno de mis hijos había llevado una silla plegable para sentarme
esperando mi turno y ser atendido, al darme cuenta observaba que los pacientes
y parientes se sentaban en las batientes y jardineras a la espera de ser
atendidos, soportando el radiante sol característico de nuestra ciudad en esta
época del año. A poco más de una hora de espera un trabajador asistencial nos
tomó la saturación y ritmo cardiaco y nos pedía paciencia y nos decía que pronto
seriamos atendidos.
Luego de tres horas de
espera sólo 4 pacientes fueron atendidos en Triaje, nadie nos daba una
explicación por la demora y menos nos revisaba como iba nuestra evolución. Para
las 5.00 pm una médico que no se identificaba nos avisa que serán atendidos en
Triaje de acuerdo a la “gravedad” de los pacientes, sin importar cuanto tiempo
nos encontrábamos esperando, nuestra indignación fue enorme porque nunca nos
avisaron que ese era el modo de atención durante todo el día, no era la atención
médica, simplemente era Triaje asistencial, para ese momento mi saturación
marcaba 78% de densidad; mi protesta era continua y no me moví del consultorio
hasta que me atendieran, la indignación era de todos los pacientes, que nos
conocíamos desde la mañana, fui el último paciente en ser atendido en el primer
turno, la médico realizó una encuesta llenando formularios e información para
su estadística y apenas si me revisaron, el tiempo tomado en Triaje fue de 65
minutos, me preguntaba cuanta gente pudo ser atendida en 65 minutos si tuvieran
más diligencia y mayor conocimiento por parte del personal médico, al finalizar
la atención en Triaje decidieron sacarme la prueba rápida (cuyo resultados
fueron negativos) y la prueba molecular que hasta el día de hoy no me dan los
resultados; recuerdo con indignación que demoraron en decidir si me entregaban
la receta o no, para comprar los medicamente en alguna farmacia cercana, porque
aún no ingresaba a consulta, increíble situación más de 12 horas y no fui
atendido en Consultorio COVID tampoco me dieron receta ni indicación médica.
No puedo dejar de mencionar
las tragedias que viven muchas personas en las afueras del hospital, algunos se
desmayaban cuando salían del hospital porque no eran atendidos, un hecho
indignante fue de aquel señor que se había caído del taxi por la demora en
abrir las rejas del hospital, pero nunca lo dejaron pasar, el automóvil se fue
en sentido contrario al tránsito a toda velocidad, seguramente en busca de una
clínica.
Me retiré con sentimientos
encontrados porque siempre nos opusimos a la privatización del sistema de
salud, porque creíamos que era lo mejor, pero mi propia experiencia me
desilusiona, porque salvo algunas excepciones, la mayoría de los que pululan en
el sistema de salud lo hacen en calidad de buitres que están al acecho de la
carroña para repartirse en pedacitos al fallecido, como gozan y se frotan las
manos cuando alguna víctima llega para salir cadáver; me siento afortunado de
estar superando esta enfermedad, en mi casa, sin la participación de EsSalud
porque de haberme quedado en el hospital sería un fallecido más que sumaría a
las estadísticas.
Cuando llegué a casa mi
saturación era menos de 78% y con 39°C de temperatura y con el apoyo de un
amigo médico inicié mi tratamiento; tomé Ivermectina, dexametasona, azitromicina,
prednisona y paracetamol para bajar la fiebre utilizaba paños de agua fría en
la frente, en el cuello, en la barriga y en la cara; recordé algunos ejercicios
físicos para despejar mis pulmones, de las épocas de bombero de mi antiguo
centro de trabajo que me ayudó mucho en mi recuperación. Para acceder a los
medicamentos era complicado sin receta médica, felizmente un amigo Médico de la
familia me envío la receta desde Lima vía WhatsApp, receta con lo que pude
comprar antibióticos de 500 mg y me colocaban 2 ampollas a la vez durante 12
días.
Estoy enfermo más de 25 días
en reposo absoluto; mis dos hijos que me acompañaron también están enfermos,
están siguiendo su tratamiento y se vienen recuperando; por las noches pienso
que soy afortunado porque no tengo enfermedad crónica, tengo un estado físico
saludable para mis 71 años de edad y una alimentación balanceada y nutritiva,
porque puedo acceder a información sobre salud y algunos amigos médicos que me
asisten cuando me encuentro mal, por mi experiencia en atención médica cuando
me encontraba en mi antiguo centro de trabajo.
Este es mi caso, pero que
hay de aquellas personas que no cuentan con todos estos elementos a favor como
lo estarán pasando esta enfermedad, la inexistencia de orientación en salud
pública por parte del estado, donde pululan los grandes Médicos de alta ciencia
que tienen licencia para decidir quien vive o no, con la capacidad de
amenazarnos y jugar con nuestra salud, ¡es indignante!
Esta política de estado de
querer aniquilarnos a las personas de la tercera edad porque nos consideran un
lastre y empobrecer a los jóvenes a efecto de contar con esclavos de bajo costo
debe terminar, es necesario organizarnos y luchar por nuestro derecho a una vida
digna, como un derecho, porque en toda nuestra existencia laboral hemos
contribuido a mantener a este estado que ahora nos quieren aniquilar.
Actualmente me siento mejor
y puedo escribir estas líneas con la esperanza que puede ser útil para algún
connacional; no sé cuánto daño me está causado esta enfermedad, pero apenas me
recupere tomaremos las calles junto con otros ciudadanos para levantar la voz
contra los corruptos enquistados en el aparato burocrático de nuestro país; es
necesario recordar que una persona sin dignidad no merece ser llamado
ciudadano.
Por último, debo mencionar
con beneplácito que un amigo de Tacna me envió una receta, elaborado por el Dr.
Franz Montesinos Chávez y la Ing. Noelia Montesinos Fernández que seguramente
será un referente nacional sobre el tratamiento del COVID 19.
Pablo Velille Venero
Colectivo - ASA. Arequipa -
Perú
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