martes, 11 de agosto de 2020

UN DIA EN ESSALUD - COVID 19

 

El día martes 21 de julio, a insistencia de mis hijos me trasladé al Hospital Nacional Carlos Seguin Escobedo de EsSALUD, ubicado en la calle Peral; fuimos testigos del desastre sanitario que se observaba en la zona de estacionamiento de Emergencia del mismo hospital, donde se instaló precariamente el centro COVID regional de EsSALUD, que apenas constaba de instalaciones prefabricadas y dos carpas de campaña en mal estado, donde nuestros conciudadanos eran atendidos (en situaciones precarias), sin las más mínimas condiciones sanitarias, pacientes con balones de oxígeno a menos de 1 metro de distancia, a pesar de toda la campaña publicitaria de los medios de comunicación, no se cumple con el mínimo requerimiento de mantener la distancia de un metro, hay hacinamiento total de familiares que realizando esfuerzos denodados en atender a sus familiares solo contaban con barbijos como protección.

 

Ingresé a las 9.00 am aproximadamente para ser atendido en Triaje, habían más de 10 pacientes delante mío, que se encontraban de pie esperando ser atendidos, felizmente para mi suerte uno de mis hijos había llevado una silla plegable para sentarme esperando mi turno y ser atendido, al darme cuenta observaba que los pacientes y parientes se sentaban en las batientes y jardineras a la espera de ser atendidos, soportando el radiante sol característico de nuestra ciudad en esta época del año. A poco más de una hora de espera un trabajador asistencial nos tomó la saturación y ritmo cardiaco y nos pedía paciencia y nos decía que pronto seriamos atendidos.

 

Luego de tres horas de espera sólo 4 pacientes fueron atendidos en Triaje, nadie nos daba una explicación por la demora y menos nos revisaba como iba nuestra evolución. Para las 5.00 pm una médico que no se identificaba nos avisa que serán atendidos en Triaje de acuerdo a la “gravedad” de los pacientes, sin importar cuanto tiempo nos encontrábamos esperando, nuestra indignación fue enorme porque nunca nos avisaron que ese era el modo de atención durante todo el día, no era la atención médica, simplemente era Triaje asistencial, para ese momento mi saturación marcaba 78% de densidad; mi protesta era continua y no me moví del consultorio hasta que me atendieran, la indignación era de todos los pacientes, que nos conocíamos desde la mañana, fui el último paciente en ser atendido en el primer turno, la médico realizó una encuesta llenando formularios e información para su estadística y apenas si me revisaron, el tiempo tomado en Triaje fue de 65 minutos, me preguntaba cuanta gente pudo ser atendida en 65 minutos si tuvieran más diligencia y mayor conocimiento por parte del personal médico, al finalizar la atención en Triaje decidieron sacarme la prueba rápida (cuyo resultados fueron negativos) y la prueba molecular que hasta el día de hoy no me dan los resultados; recuerdo con indignación que demoraron en decidir si me entregaban la receta o no, para comprar los medicamente en alguna farmacia cercana, porque aún no ingresaba a consulta, increíble situación más de 12 horas y no fui atendido en Consultorio COVID tampoco me dieron receta ni indicación médica.

 

No puedo dejar de mencionar las tragedias que viven muchas personas en las afueras del hospital, algunos se desmayaban cuando salían del hospital porque no eran atendidos, un hecho indignante fue de aquel señor que se había caído del taxi por la demora en abrir las rejas del hospital, pero nunca lo dejaron pasar, el automóvil se fue en sentido contrario al tránsito a toda velocidad, seguramente en busca de una clínica.

 

Me retiré con sentimientos encontrados porque siempre nos opusimos a la privatización del sistema de salud, porque creíamos que era lo mejor, pero mi propia experiencia me desilusiona, porque salvo algunas excepciones, la mayoría de los que pululan en el sistema de salud lo hacen en calidad de buitres que están al acecho de la carroña para repartirse en pedacitos al fallecido, como gozan y se frotan las manos cuando alguna víctima llega para salir cadáver; me siento afortunado de estar superando esta enfermedad, en mi casa, sin la participación de EsSalud porque de haberme quedado en el hospital sería un fallecido más que sumaría a las estadísticas.

 

Cuando llegué a casa mi saturación era menos de 78% y con 39°C de temperatura y con el apoyo de un amigo médico inicié mi tratamiento; tomé Ivermectina, dexametasona, azitromicina, prednisona y paracetamol para bajar la fiebre utilizaba paños de agua fría en la frente, en el cuello, en la barriga y en la cara; recordé algunos ejercicios físicos para despejar mis pulmones, de las épocas de bombero de mi antiguo centro de trabajo que me ayudó mucho en mi recuperación. Para acceder a los medicamentos era complicado sin receta médica, felizmente un amigo Médico de la familia me envío la receta desde Lima vía WhatsApp, receta con lo que pude comprar antibióticos de 500 mg y me colocaban 2 ampollas a la vez durante 12 días.

 

Estoy enfermo más de 25 días en reposo absoluto; mis dos hijos que me acompañaron también están enfermos, están siguiendo su tratamiento y se vienen recuperando; por las noches pienso que soy afortunado porque no tengo enfermedad crónica, tengo un estado físico saludable para mis 71 años de edad y una alimentación balanceada y nutritiva, porque puedo acceder a información sobre salud y algunos amigos médicos que me asisten cuando me encuentro mal, por mi experiencia en atención médica cuando me encontraba en mi antiguo centro de trabajo.

 

Este es mi caso, pero que hay de aquellas personas que no cuentan con todos estos elementos a favor como lo estarán pasando esta enfermedad, la inexistencia de orientación en salud pública por parte del estado, donde pululan los grandes Médicos de alta ciencia que tienen licencia para decidir quien vive o no, con la capacidad de amenazarnos y jugar con nuestra salud, ¡es indignante!

 

Esta política de estado de querer aniquilarnos a las personas de la tercera edad porque nos consideran un lastre y empobrecer a los jóvenes a efecto de contar con esclavos de bajo costo debe terminar, es necesario organizarnos y luchar por nuestro derecho a una vida digna, como un derecho, porque en toda nuestra existencia laboral hemos contribuido a mantener a este estado que ahora nos quieren aniquilar.

 

Actualmente me siento mejor y puedo escribir estas líneas con la esperanza que puede ser útil para algún connacional; no sé cuánto daño me está causado esta enfermedad, pero apenas me recupere tomaremos las calles junto con otros ciudadanos para levantar la voz contra los corruptos enquistados en el aparato burocrático de nuestro país; es necesario recordar que una persona sin dignidad no merece ser llamado ciudadano.

 

Por último, debo mencionar con beneplácito que un amigo de Tacna me envió una receta, elaborado por el Dr. Franz Montesinos Chávez y la Ing. Noelia Montesinos Fernández que seguramente será un referente nacional sobre el tratamiento del COVID 19.

 

Pablo Velille Venero

Colectivo - ASA. Arequipa - Perú

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