Impecable estilo en la construcción del movimiento de masas desde una orientación socialista, difundiendo y plasmando ideas revolucionarias sin etiquetas. Hoy que conmemoramos su muerte física (13 de enero de 1959), nos llega el aroma imperecedero de las rosas rojas que nos legó.
Salud Compañeros de la América.
En los supremos instantes de júbilo y alegría que hemos convivido con los valientes muchachos que componen las tres delegaciones de Uruguay, Argentina y Brasil, nos ha asaltado el grato recuerdo de la noble juventud de la Escuela Superior de Comercio de esa culta ciudad, y es por eso que aprovechamos la benevolencia de nuestros compañeros Oscar Cosco Moltaldo y Alfredo Nebel Palomeque, que les hacemos portadores ante vosotros, de este pequeño pergamino que contiene la más grande admiración y afecto que los estudiantes de comercio de esta capital les tributamos, como prueba de acercamiento y hermandad, ellos también, sobra deciros que la muchachada del Instituto Nacional de Comercio, comprenden la voluntad sincera del noble pueblo de Rodó hacia el nuestro.
LAZOS COMUNES NOS UNEN: Por raza, por cultura, por ideal y por doctrina estamos unidos, y es posible que, comprendiéndonos, en todos nuestros actos marchemos juntos para conseguir el ideal grande y noble: el engrandecimiento y unión espiritual de los pueblos de Latino América; es posible que prosigamos en nuestro empeño de conseguir la fundación de la patria única a la que se cobijen todos nuestros pueblos, y para esto, anticipémonos procurando el comprendimiento entre ellos. Iniciemos, cuanto más antes, el intercambio universitario, el de comunicación, etc., para que todas las aspiraciones que mantiene la juventud de nuestro continente, se haga una realidad.
También nuestros vibran, los toques del clarín del noble pueblo de México, que cual Leonidas en la Termopilas, se yergue impávido desafiando y cerrando el paso al imperialismo yankee que avanza presuroso contra nuestra América.
LUCHEMOS JUNTOS: Son idénticos los problemas que nos toca resolver; son casi unas las tareas que tenemos en nuestra sociedad, en nuestras universidades y en nuestra economía; iniciemos, pues entonces la campaña contra los opresores del proletariado, sacándole a este de su miseria, fundándole escuelas para que se instruya; procuremos la reforma de nuestras casas de estudios; estudiemos la economía de nuestros países y comuniquémonos los secretos de salvación, nacionalizando las industrias y haciendo efectivo el intercambio libre del comercio.
DEFENDAMONOS: Trabajemos, porque sea una realidad la unión de los pueblos latinos de América, y pongamos fuerte vallas al avance del dólar que por intermedio de sus agentes del Wall Street nos amenaza. Procuremos que tome cuerpo el boicot al comercio e industrias yankees, declarando traidores a los gobiernos que no consientan en ello. Destruyamos la fórmula de la “Doctrina Monroe” que es el biombo tras el cual se oculta norte América para invadir pueblos, y pongamos en su lugar el lema: “Latino América, para los latinoamericanos.”
Camaradas, hasta muy pronto.
Viva la lucha Latino Americana
La Paz, a 27 de abril de 1927.
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González R., Donato, “Algo sobre el problema agrario del Perú”, Revista Claridad No. 285, Buenos Aires, enero 1935.
Algo sobre el Problema Agrario del Perú.
INDUDABLEMENTE la base más sólida para la vida económica de un pueblo es la agricultura. Pueblos han habido de gran auge económico y de adelantada prosperidad cultural, cuya economía se alimentaba en su comercio e industrias manufactureras o extractivas, pero que al devenir del tiempo han decaído, ya por la competencia o agotamiento de sus fuentes de riqueza, por ser éstas de carácter relativo. Mientras otros contemporáneos que dedicaron su actividad a la explotación de sus campos, si bien no alcanzaron el grado de rápido desarrollo de los primeros, subsisten y conservan casi intacta sino más aumentada su población y en el futuro les espera una suerte mejor.
Entre los pueblos por excelencia agrícolas están los de América, cuya base económica primitiva fue la agricultura, y que seguirá siendo si se le estimula y se le procura la atención necesaria, organizando su producción sobre principios colectivistas, científicamente adaptados a la característica del lugar como a su grado de desarrollo cultural y económico.
Al Perú, pueblo esencialmente agricultor, cuya tradición es admirada por el investigador economista o sociólogo, de economía semí-feudal y con una población laboriosa y sobria pero escasa comparativamente a su extensión territorial, también le está destinado un mejor porvenir.
La conquista española, lejos de fomentar el desarrollo de su agricultura trajo su decadencia con su procedimiento de excesivo tributarismo y el despojo de la tierra al nativo. Arrancó violentamente al indio de la faena agrícola para someterlo al trabajo de las minas en condición de esclavo, cuando no lo redujo al nivel de simple bestia en el desarrollo de sus feudos, disminuyendo por este tratamiento inhumano en un cincuenta por ciento hasta la Independencia.
La República tampoco trajo ningún adelanto para la agricultura. La tierra continuó como continúa en poder del usurpador. No se dictó ninguna medida para devolverla a su primitivo poseedor, por el contrario, hasta estos días se ha continuado despojándosele cuando no violentamente con artimañas que en el transcurso del tiempo han creado un "derecho", de acuerdo al régimen de propiedad privada actual. La población indígena tampoco ha aumentado, y sus medios de vida son tan miserables como hace un siglo. Esta situación seguirá de mal en peor, mientras la tierra permanezca en manos de quienes no la trabajan directamente.
La interpretación económica de la historia es demasiado elocuente y de una lógica irrebatible. Nos enseña que las fuentes de producción prosperan y son más útiles a la sociedad cuando están destinadas directamente a su beneficio. El acaparamiento por una de las partes resta el bienestar de la otra, mayormente si aquélla es numéricamente inferior que la segunda.
El trabajo del esclavo no tiene el rendimiento positivo socialmente considerado que el del hombre emancipado. De la misma manera, las fuentes de riqueza trabajadas por manos esclavas no dan el máximo rendimiento que de ellas se podría obtener si estuvieran en poder de quienes alimentan la perspectiva de sacar una mayor utilidad en su beneficio.
Estas consideraciones bien pueden servir de pauta para enfocar el problema agrario del Perú, y considerar la situación de su agricultura retrasada y víctima de la crisis actual. Los acaparadores de la tierra, o latifundistas peruanos (como los del resto de la América), viven satisfechos y cómodamente, en la capital o en las otras ciudades atenidos a la escasa renta que les producen "sus tierras" con el sudor de los colonos que trabajan de seis a seis del día a ración de hambre, sin otra esperanza que morir acosados por una epidemia o por el efecto del alcohol, dejando como única herencia a sus hijos el raquitismo o alguna deuda contraída y que deben pagarla a su señor.
Invariablemente el 1atifundista peruano es abogado o por lo menos tinterillo, médico, cura o general, que por regla sin excepción debe ocuparse en política. Este quinteto es el que por más de un siglo viene dirigiendo la política y la economía del Perú. Nada puede esperarse de ellos. Mucho menos puede alimentarse la esperanza de una reforma agraria y por ende de la prosperidad de la agricultura.
Toca, pues, luchar directamente por su adquisición a quien le corresponde la tierra, y solo así la agricultura podrá prosperar y constituirse en base sólida y positiva de la economía del Perú. Y no serán las promesas reformistas de tinte liberal las que mejoren la situación de crisis actual de 1a agricultura ni de ninguna otra fuente de producción. Tampoco serán los partidos reformistas de cuño pequeño-burgués que con su demagogia revolucionaria tratan de hacer creer a las masas obreras y campesinas que sólo ellos salvarán al Perú.
Donato González R. Tacna, diciembre de 1934.
Fuente: Del Archivo Familiar, proporcionado por Ondina González Bolaños
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