Jorge Luis Durán Araujo
7 febrero 2021
Quienes controlan el sistema de Estado en el Perú buscan además que el orden social se reproduzca con seguridad jurídica y se reproduzca en un movimiento circular, repetitivo, constante, aplastando y arrasando todo lo que se le oponga para que no enfrente la creciente inseguridad jurídica que los precipita a la situación en la que “los de arriba ya no pueden… y los de abajo ya no quieren”. Para eso ellos requieren una nueva Constitución.
Esto ocurre no sólo por las pugnas entre los grupos de poder, situación más decadente que la estampa del ouróboro, sino principalmente porque la ley de acumulación capitalista en las condiciones de la fractura del ciclo de rotación del capital a escala global impone una mayor masa de desempleados, hambrientos, endeudados y mal remunerados como condición necesaria para agudizar la desvalorización de la fuerza de trabajo y obtener así más ganancias.
La inseguridad jurídica reinante en el país pone los principios, instituciones, jerarquía de normas y poderes del sistema de gobierno de la democracia burguesa, en un episodio semejante al de cirrosis hepática terminal en un organismo humano.
Por ejemplo cuando el Tribunal Constitucional, máximo garante del orden constitucional, abdica de su función, ante la vacancia del Presidente Vizcarra, negando la competencia del Congreso para ese acto jurídico, o tiene doble concepto para la intangibilidad de los fondos de los pensionistas, se anula la ya precaria seguridad jurídica; igual cuando se legisla contra la soberanía nacional autorizando instalaciones de empresas privadas extranjeras en los 50km adyacentes a las fronteras del país, diciendo que eso es de interés nacional, y se premia a las grandes empresas con exoneraciones tributarias y fondos de reactivación, impera la inseguridad jurídica; o cuando en contra de los derechos fundamentales consagrados en la propia Constitución se criminaliza la protesta popular y se encarcela por ideas; y se mercantilizan más la educación la salud y la seguridad; cuando se proclama que “los precios se fijan en el mercado por acción oferta y demanda” y se legisla para fijar un mísero salario mínimo por día para los obreros agrícolas, o cuando se manipula la opinión pública con encuestas desde el monopolio de los medios de comunicación, etc.
Todo este accionar acredita a la democracia burguesa como real dictadura desde el sistema de gobierno, y a sus representantes y elementos que la sostienen, como gusanos mercenarios del capital, parásitos de la nación. Junto a ellos están los colaboracionistas con la reestructuración estatal en marcha, quienes a sabiendas que el pueblo sin el poder político en sus manos no puede hacer una Constitución a su favor, se mueven dentro del proceso de votos y elecciones con sus frases de “Proceso Constituyente Popular” y “Nueva Constitución con y para el pueblo mediante Asamblea Constituyente”; ellos deben responder de su traición al pueblo por servir al camino de votos en elecciones para reestructurar el Estado de la gran burguesía y los terratenientes capitalistas.
Fuente: https://www.facebook.com/jluis.duranaraujo
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