Alonso Castillo Flores
Las recientes protestas en Cuba han sido ampliamente difundidas por los principales noticieros internacionales y aquellos que les hacen eco en nuestro país. Se ha explotado el evento, presuntamente masivo, con una gran cobertura que nos hubiese gustado tener para informarnos sobre las bondades y límites de la vacuna cubana.
La derecha occidental y latinoamericana no puede aceptar el hecho que en Nuestra América, Cuba haya sido la única república en desarrollar una vacuna que les permita prescindir de las dosis extranjeras. Los resultados han sido evidentes comparados a nuestro Perú, país de “libre mercado” y “elecciones libres”: Teniendo el triple de población que nuestros hermanos del caribe, la cantidad de muertos por Covid del país multiplica por más de 12 a los de la isla.
La calidad de la medicina preventiva cubana es indiscutible, Cuba es el país con mayor cantidad de médicos por habitante en el mundo. Su esperanza de vida general está a la altura de la de los EE.UU., por encima del Perú y muchos otros países latinoamericanos. El bloqueo económico, y las propias deficiencias económicas de la isla le impiden tener acceso a medicinas e insumos sanitarios y el desabastecimiento en este rubro es cosa natural. Con semejante dificultad, el logro de la tecnología cubana es doble.
Cuba es el país con mayor cantidad de médicos por habitante en el mundo. Su esperanza de vida general está a la altura de la de los EE.UU.
De hecho, las mismas voces que se oponen a la dictadura cubana no dicen nada sobre el bloqueo económico. El mundo repudia el embargo, solo votaron a favor de él los gobiernos de EE.UU., Israel y Colombia. Recuérdese que esta estrategia criminal hizo que los niños de Irak mueran por malnutrición y por falta de medicamentos, debido a las sanciones al gobierno de Sadam Hussein impuestas sobre todo por EE.UU., que les impedía acceder a la ayuda humanitaria indispensable en aquel entonces. A la secretaria de asuntos exteriores de Estados Unidos, Madeleine Albright se le preguntó si valió la pena que muera medio millón de niños iraquíes, ella contestó: “Fue una elección difícil, pero sí valió la pena pagar ese precio”. Conocemos la relación costo-beneficio que maneja el imperio.
Los seres humanos de izquierda, nosotros los comunistas y sus aliados, tenemos por arma de pensamiento la crítica histórica y política. No la limitamos al enemigo, la volvemos hacia nosotros con la autocrítica, en la lucha de ideas y propuestas. Una sociedad emancipada no puede ya recurrir a los métodos del partido único ni de las reelecciones plebiscitarias. Esas formas fueron funcionales en naciones pre-liberales y semi-feudales, y luego se demostraron inútiles. Hoy solo perviven como manera viable de resistencia a la amenaza de las potencias mundiales y su todopoderoso aparato mediático, diplomático y militar, legimizándose frente a las bayonetas del invasor. Los métodos de participación popular, los consejos y comunas, fueron siempre el ideal, y no renunciamos a él. La historia de estas formas está por escribirse en un nuevo capítulo de creación heroica.
A la secretaria de asuntos exteriores de Estados Unidos, Madeleine Albright se le preguntó si valió la pena que muera medio millón de niños iraquíes, ella contestó: “Fue una elección difícil, pero sí valió la pena pagar ese precio”. Conocemos la relación costo-beneficio que maneja el imperio.
El unipartidismo no es invención comunista; se practicó en Hawaii, Costa Rica y la Turquía otomana, antes que en la URSS. Su modelo responde al absolutismo europeo, los caudillismos latinoamericanos, el bonapartismo francés o alemán, y las dictaduras militares de todo tipo, ambientes en los cuales se incubó y floreció el capitalismo que hoy ha patentado el sello de democracia representativa.
Nada de esto nos impide oponernos a los más interesados en el abandono del socialismo en Cuba, los mismos que efectuaron el genocidio en Irak y otras naciones del mundo, los mismos que castigan desde afuera a Venezuela. Las naciones que dirigen el destino del mundo son un impedimento en el desarrollo de una economía nacional, propia, original. Le pasó al Paraguay en el siglo XIX y por ello, el Reino Unido –que por esas épocas fungía del Reino del Globo– lo aplastó en la Guerra de la Triple Alianza. Haití, primer país americano en abolir la esclavitud, pueblo heroico que le regaló a la humanidad la única revolución esclava triunfante de la historia, fue aplastado de similar modo por Estados Unidos y Francia. Hoy Haití sigue sufriendo en la miseria los estragos de semejante atrevimiento.
Nos solidarizamos con todos los que honestamente buscan un mejor nivel de vida en Cuba y en todo el mundo, nos solidarizamos con los pueblos amenazados por la injerencia de las grandes potencias. Exigimos el respecto a la soberanía de las naciones, sean del primer o el tercer mundo. Perseguimos la democracia real, no el bipartidismo estadounidense ni la “democracia” fraudulenta de los Montesinos. Estamos contra los que exigen el “libremercado” y a la vez socapan el monopolio farmacéutico de Intercorp. Estamos contra el grito “anti-dictatorial” que apaña a la vez a las monarquías del Golfo Pérsico.
¡Queremos una Cuba libre! ¡Libre del bloqueo económico y de insidia mediática!
Fuente: https://barropensativocei.com/2021/07/15/cuba-libre/
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