lunes, 8 de noviembre de 2021

EL PARTIDO DE MARIÁTEGUI I

 


Una iniciativa necesaria

 

“El partido de Mariátegui” es tema de permanente actualidad. Los reflectores están enfocados en el evento. Se espera un intenso como reflexivo debate que proporcione luces a las generaciones actuales sobre la propuesta de José Carlos Mariátegui.

 En esta hora de incertidumbre, desconcierto, confusión y equívocos. El pueblo peruano necesita como nunca tener claridad sobre su futuro y, su futuro, tiene como premisa la organización de sus fuerzas, de su vanguardia y la unidad de todas sus energías, contenidas en la caja de los estafadores que controlan la economía.

   Felicitamos a los organizadores por esta iniciativa de celebrar el 93 aniversario de la constitución del Partido Socialista en este evento que estamos seguros estará siendo seguido dentro como fuera de nuestras fronteras.

 

Tacna, 01 octubre 2021

 

 

Vanguardia Política: Potencia creadora de sus Ideas

 

Después de diez años de perseverante preparación y en el segundo aniversario de la revista Amauta, el padre del socialismo peruano, hace un anuncio histórico al Perú y el mundo: ¡El proletariado al fin tiene cabeza! Pues, sí, la clase obrera espontáneamente gravita hacia el socialismo; pero, precisa de una teoría y una organización que le proporcione conciencia y homogeneidad a su misión histórica.

 En septiembre de 1928, José Carlos Mariátegui, anuncia al mundo que el proceso de definición socialista en el Perú había concluido. Pero, ¿cómo es que se llega a ese colofón?

 En el primer párrafo de Aniversario y Balance[1], José Carlos Mariátegui, apunta una de las líneas maestras de su trabajo político: “Si la historia es la creación de los hombres y las ideas, podemos encarar con esperanza el porvenir. De hombres y de ideas es nuestra fuerza.” Ciertamente, la fuerza de los hombres reside en sus ideas. En su replica a Luis Alberto Sánchez le dice: “el trabajo de propugnar ideas nuevas trae agregado el de confrontarlas y oponerlas a las viejas, vale decir, de polemizar con ellas para proclamar su caducidad y su falencia (…) Mi actitud sólita es la actitud polémica, aunque polemice poco con los individuos y mucho con las ideas.”[2]

 El Mariátegui pedagogo prevalece sobre el temperamento beligerante[3] y su gestión individual se diluye en gestión social. El proyecto individual (“literato inficionado de decadentismo y bizantinismo finiseculares”[4]) se transforma en un proyecto de vida íntegramente dedicado a la organización política de la clase obrera. Sin embargo, su proyecto no obedece a un voluntarismo subjetivista: ¡el infierno está empedrado de buenos deseos! Obedece –¡ese es el quid!–, a un movimiento histórico que representa el movimiento del futuro en el movimiento del presente. La revolución social deviene en objetivo supremo del clan Mariátegui.

 Mientras José Carlos tuvo autonomía de movimiento, su presencia era notoria en los centros laborales, eventos sindicales, estudiantiles y las luchas que éstos emprendían. Conocedor que para unir a los combatientes y construir el edificio proletario, hay que nadar con los trabajadores. El hombre se zambullía cuál pez en medio de las tormentas que protagonizaban los trabajadores. Participa, observa e interroga los acontecimientos para arrancarles las respuestas que necesita para definir los términos y condiciones de la lucha social. Creativo realizador del espíritu y la letra del Manifiesto construyó, con la arcilla que el Perú de los novecientos le ponía en sus manos, el edificio proletario. Cinco años le bastaron para levantar el edificio socialista.

 La clave del éxito de Amauta y su promotor está en orientar el trabajo político hacia la confrontación de ideas: ¡De hombres y de ideas es nuestra fuerza!, sentenciaba el maestro. ¡Las guerras se ganan en el cerebro! Una nueva pedagogía se despliega en medio y a través de la lucha de ideas. La dialéctica de la vida nos enseña a vivir en permanente combate. Somos una especie que prevalece por la constante superación de los obstáculos que nos presenta la vida. Superar es luchar, pero luchar no siempre es sinónimo de movimiento físico es también debate, polémica, contraposición de ideas. Y, como es natural, la inteligencia entiende razones no bastones, entiende argumentos no injurias. Entrar en razones es el medio más eficaz para concluir una desinteligencia, es dejar al oponente sin que tenga qué responder o replicar; entrar en razones, contrastar ideas y realidades “es el único medio de concertar y polarizar fuerzas, y nosotros – no lo ocultamos – nos proponemos precisamente este resultado.”[5]

Mariátegui como Marx, confiaba que el desarrollo intelectual de la clase obrera, debía ser el resultado inevitable de la acción conjunta y de la discusión.[6] Marx y Mariátegui creen en las multitudes que llegarán a ser concientes de su propia potencia a través de su vanguardia organizada. El espíritu de Marx renace en la teoría de partido (“el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana”[7]), en la búsqueda de la verdad (interroga a los acontecimientos) y en la formación del hombre total (pensante y operante). Precisamente, éste hombre pensante y operante es la clave en la construcción de la vanguardia revolucionaria que sólo puede forjarse en el combate de clase. José Carlos Mariátegui descubrió los futuros dirigentes del Partido Socialista en el combate callejero, en los conflictos sociales, en la lucha de clases. Las revoluciones no se dirigen desde una ventana virtual ni desde la comodidad del hogar dulce hogar. Las direcciones revolucionarias brotan y se forjan en las grandes contiendas sociales. Y una vanguardia organizada es efectivamente Vanguardia Política por la potencia creadora de sus Ideas.

 Edgar Bolaños Marín

16 febrero 2010 – octubre 2021



[1] Editorial de la revista Amauta Nº 17, Lima, Setiembre de 1928

[2] JCM, La organización del proletariado, Ediciones “Bandera Roja”, 1967, Lima, Pág.159

[3] Muy temprano Mariátegui aprendió a reprimir los ímpetus juveniles. En 1918, publicó un artículo antiarmamentista, titulado Malas tendencias: El deber del Ejército y el deber del Estado. Esa fue la razón de la agresión, por parte de un grupo de oficiales del Ejército, exasperados por el tono del controvertido artículo. Mayúsculo incidente había generado. Un 24 de junio fue agredido Mariátegui. El 26 del mismo mes tuvo lugar una manifestación de solidaridad institucional organizada por los oficiales del Ejército. El incidente culminó con la renuncia del Ministro de Guerra y el Jefe del Estado Mayor, y Nuestra Época dejó de publicarse. El incidente repercute en el propio Mariátegui. Y se evidencia en su posterior estilo de propaganda y de análisis. Estilo que pone el acento en la interpretación, análisis y denuncia de las raíces de los males del Perú. Y no como en 1918 que se entrampa en las manifestaciones de esos males. Toda su obra posterior va a estar signada por ese estilo de buscar las causas últimas de los problemas del Perú.

[4] Apuntes autobiográficos, carta de JCM a Samuel Glusberg, 10 enero 1927

[5] J.C. Mariátegui, Polémica finita, La organización del proletariado, Ediciones “Bandera Roja”, Lima-Perú, 1967, Pág. 154

[6] F. Engels, Prefacio a la edición alemana de 1890 del Manifiesto Comunista.

[7] Carta de JCM a César Vallejo, 14 de octubre de 1929

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