Trece tesis del marxismo feminista y diez reflexiones extraídas de la IV Conferencia Internacional Marxista Feminista, celebrada los días 11, 12 y 13 de noviembre online, desde Bilbao.
“Necesitamos pensar en redes internacionales, tenemos que introducir no solo conceptos filosóficos, sino también desde el corazón”. Con esta idea comenzaba la moderadora Heidi Ambrosch, representante de las mujeres del Partido Comunista de Austria (KPOe), el plenario 3 de la IV Conferencia Internacional Marxista Feminista.
El objetivo de este plenario era técnico y concreto: seguir trabajando en las trece tesis marxistas feministas que Frigga Haug, socióloga y filósofa alemana, propuso tras la primera internacional de 2015, celebrada en Berlín, y que recogen las ideas principales de esta corriente de pensamiento. La propuesta inicial de Haug se reformuló de forma colectiva con posterioridad, versión que volvió a discutirse en la segunda internacional de Viena de 2016 y, de nuevo, en la de Viena Lund (Suecia) en 2018. En el plenario participaban, junto a Haug, Nikita Dhawan, Alex Wischnewski, Jule Goikoetxea, Katja Kipping, María Do Mar Castro Varela y Signe Arnfred. Además de este plenario, el programa se completó con cinco plenarios más en los que se trataron temas como las huelgas feministas del País Vasco o los retos y análisis del feminismo contemporáneo; así como diversos paneles en los que se habló de la práctica feminista en organizaciones mixtas, de las mujeres andaluzas que hacen la revolución o de huelgas feministas y resistencias políticas, entre otras cosas.
Frigga Haug durante el plenario 3. A la derecha, de arriba abajo: Heidi Ambrosch y Jule Goikoetxea | Foto: Twitter @MarxFem2021.
La propuesta inicial era que la internacional se celebrara en 2020 y en Bilbao, pero la pandemia obligó a posponerla y, finalmente, fue online los días 11, 12 y 13 de noviembre de 2021. Las conferencias de marxismo feminista se celebran desde el año 2015 de forma periódica, organizadas al abrigo de la sección feminista del Berliner Institut für kritische Theorie (InkriT) y de la figura de Haug, socióloga y filósofa alemana.
Es complejo reproducir un debate que se dio en varios idiomas, con traduciones simultáneas, referencias a conceptos específicos y a debates anteriores, y donde las ponentes aparecen en pantallas sucesivas, contestando, además, a preguntas lanzadas por el chat. Por eso, he decidido recoger algunas reflexiones extraídas de lo que allí se dijo.
Primera reflexión, a raíz de las palabras de Ambrosch: hablar de marxismo no implica dejar de lado los sentimientos.
Segunda reflexión: cualquier corpus teórico debe entenderse como una herramienta continuamente revisable, aplicando la filosofía de la praxis que recordó Haug en su ponencia. Parece obvio, pero a veces hay que recordarlo.
“Quiero continuar con el trabajo que empezamos ayer. Quisiera empezar con una introducción a la tesis número X, de aspectos estratégicos”, empezó Haug, con el pelo blanco y recogido, sobria. La alemana introdujo la sesión centrando el debate en las relaciones de producción y su forma de agudizar las desigualdades: “La relación entre género y producción exige análisis nuevos”. Tal y como reza la tesis a la que hace alusión, “el desmantelamiento del estado de bienestar occidental en una economía globalizada deja el cuidado de la vida a las mujeres en el trabajo doméstico no remunerado o en el trabajo asalariado mal pagado”.
Tercera reflexión: es necesario reformular los conceptos, reapropiarnos de ellos.
El rapto epistémico que expuso Jule Goikoetxea supone que las categorías dominantes no han sido pensadas por nosotras. “Nos han pensado”, dijo la filósofa política. Para actuar de otra manera es necesario pensar de otra manera. Por eso hay que reformular conceptos como producción, valor, trabajo o explotación: “Se suele decir que lo que hacen las mujeres en casa gratis no es trabajo, que no hay explotación. Porque esta solo se da si se saca plusvalía de tu trabajo. Así que se dice que las mujeres que crían, cocinan, crean sujetos, no están explotadas sino oprimidas, porque hacen una actividad, lo que yo llamo cositas de mujeres. Cuarenta años después de haber contrargumentado esta premisa, seguimos dominadas con vidas articuladas mediante categorías que aniquilan cualquier posibilidad de análisis materialista de la explotación patriarcal”.
Cuarta reflexión: no reproducimos vida, producimos sujetos.
A medida que avanzaba el debate, Goikoetxea fue más precisa en su propuesta de reapropiación de los conceptos: “Si hablamos de las relaciones de género como relaciones de producción, lo importante para nosotras es dejar de llamar reproducción a la creación de vida. Los sujetos no nacen, se hacen, son mamíferos a través de los que se crean mujeres y hombres. No reproducimos vida, sino que producimos sujetos”.
Si los sujetos se hacen, hay que entender que somos seres históricos, creados, complejos. Siguiendo a Goikoetxea, el cuerpo es “la primera materialidad desde la que luego se gestan las dominaciones”, pero “la raza no va sobre el color de piel ni el sexo sobre tener vagina o pene”. “Tenemos que construir deseo de cambio, cambiar la estructura emocional, no solo las productivas. Hay que crear nuevas subjetividades, nuevos sujetos, nuevos deseos. No se puede llevar a cabo una lucha emancipatoria sin cambiar la manera de sentir que atraviesa toda la estructura familiar nuclear. La filosofía no tiene el objetivo de pensar el mundo, sino de cambiarlo por lo que es necesario pensarlo de otra manera”, explicó.
Quinta reflexión extraída de la cuarta: el marxismo feminista es transinclusivo.
Sexta reflexión extraída, también, de la cuarta: las mujeres producen sujetos en condiciones de explotación, no -o no solo- de opresión.
Séptima reflexión: los límites de la interseccionalidad.
Quizá uno de los momentos más interesantes, por las ideas que desencadenó después, fue la exposición sobre los límites del concepto de interseccionalidad, tan utilizado ahora en algunos feminismos para señalar opresiones que van más allá del género. El debate lo introdujo Nikita Dhawan, profesora de Teoría Política y Estudios de Género de la Leopold-Franzens University Innsbruck y directora del Frankfurt Research Center for Postcolonial Studies. Lo hizo en su revisión de la XIII tesis, esa que dice que “las feministas marxistas ya no permanecen en la posición que el movimiento obrero les atribuyó”.
“La controversia sobre raza, clase y sexo/género (llámese intereseccionalidad, imbricación, consustancialidad, etcétera) debe llevarse más lejos”, avanzó. Según expuso, aunque la interseccionalidad puede corregir situaciones de violencia, “refuerza la dominación del pensamiento euroamericano y hace oídos sordos al sur global. Hay falta de reciprocidad. Se centra demasiado en la raza, pero se deja de lado otros temas, como las castas o la naturaleza indígena de ciertos pueblos. También se critica desde el mundo alemán que el feminismo peca de antisemitismo. Hay ciertas tensiones entre los feminismos interseccional, poscolonial… pero también conexiones. Hay que buscar la manera de que estos feminismos puedan enriquecerse mutuamente”.
Dhawan recordó, además, que el “feminismo interseccional ha sido secuestrado por la ONU y el Banco Mundial” y puso como ejemplo la fotografía de varias activistas por el clima en el Foro Económico Mundial que se celebró este año en Davos, Suiza, que fue editada por la agencia de noticias Associated Press, sacando de la imagen a la activista de Uganda, Vanessa Nakate. “Es un ejemplo estupendo de que vivimos en un mundo en el que todo el mundo condena el racismo y habla de la solidaridad, pero las voces que escuchamos son blancas”, dijo.
Activistas por el clima en el Foro Económico Mundial que se celebró este año en Davos, Suiza, 2021. Imagen original e imagen retocada.
Como contrapropuesta, recordó las palabras de la filósofa india Gayatri Spivak, recalcando que podemos centrarnos, además de en la raza, clase y género, en “la división internacional del trabajo y las complicidades tan complejas en el mundo que dan lugar a muchas formas de discriminación”. Y lo ilustró con una fotografía de trabajadores de Bangladesh en huelga, ofreciendo su solidaridad con trabajadoras de Reino Unido.
Octava reflexión: no hay dicotomía entre el problema principal y secundario.
La política del partido alemán Die Linke (La izquierda) Katja Kipping recogió la propuesta de Dhawan sobre los límites de la interseccionalidad y habló de dos trampas que puede traer el concepto: las prácticas de cláusulas subordinadas y la didáctica de la mención. Para explicar la primera trampa puso como ejemplo “la minimización de los debates feministas en la izquierda, en cláusulas subordinadas. Esto es: y las mujeres también. Todas estamos de acuerdo en que no queremos este tipo de feminismo en oraciones subordinadas”. La segunda trampa, la didáctica de la mención, consiste en “englobar a tantos grupos discriminados como sea posible. Y si falta un grupo hay que criticarlo en voz alta. Esto nos debilita y minimiza de alguna manera… Y enumerar todos los grupos no significa actuar sobre ellos… El marxismo feminismo es un instrumento para pensar a lo grande, no solo en mujeres sino como un instrumento para acabar con toda dominación”. Así retomó la tesis VII: “El marxismo-feminismo se posiciona sobre la primacía del movimiento de la clase trabajadora como sujeto histórico y agente de transformación”.
Según Kipping, hablar de primacía o no del movimiento obrero sobre otras necesidades emancipatorias es una contradicción tramposa. “Si hay una primacía, el resto pasa a una segunda categoría y caemos en la didáctica de la mención. La pregunta es, una vez más, qué hacer”.
Recogiendo las reflexiones de Mao sobre la contradicción entre principal y secundario y los conceptos de Nancy Fraser sobre redistribución y reconocimiento, Kipping reconoció que el conflicto en su partido está entre si preocuparse por el medio ambiente es dejar de lado a la clase obrera, como a los mineros, por ejemplo: “Deberíamos plantearnos qué instrumentos son adecuados para resolver ambas crisis”.
La conclusión es que hay que abandonar el marco entre condición principal y secundaria, dijo Goikoetxea: “Creer que hay una contradicción principal es creer que hay una causa principal de explotación, y esto es quitar importancia a otras explotaciones”. Es monoteísmo, señaló.
Novena reflexión extraída de la séptima: el feminismo, el antirracismo… no dividen la lucha de la clase obrera porque no hay explotaciones principales y secundarias.
Décima reflexión: las tensiones con la teoría decolonial no tienen por qué acabar con los puntos de encuentro.
La discusión sobre la posibilidad o no de que haya luchas que primen sobre otras llevó a reconocer que los planteamientos decoloniales tachan al marxismo de eurocéntrico. Así lo recordó Dhawan: “Hay diversas tensiones, también entre cierto feminismo y la transfobia. Tenemos que aceptar estos desacuerdos y eso no significa que no podamos aliar nuestras políticas. Hay que abrazar el desencuentro y los privilegios, si no, reproduciremos relaciones de dominación y exclusión”. “Nuestro objetivo no es estar todas de acuerdo pero sí tener un marco común para nuestra lucha, para abordar las relaciones de poder. Eso proviene del pensamiento decolonial. Marx no habla de ciertas cosas”, reconoció Anfred. “Pero es que aceptamos unos pensamientos y los transformamos en pensamiento occidental. Estamos reproduciendo estas divisiones”, respondió Dhawan. “Estamos para hacer críticas y ampliar tesis y ver cuáles son los paradigmas básicos de cada uno de esos pensamientos que no se pueden conjugar. Esto hay que aceptarlo y desarrollar estrategias sin que haya una polémica política insalvable. La armonización y unificación de todo es imposible”, replicó, por su parte, la política y profesora María Do Mar Castro Varela.
Frigga Haug seguía sobria, con su raya al medio y su pelo blanco en un recogido bajo. Con la mirada de otro siglo: “Tengo el privilegio de ser mucho mayor que todas vosotras. Veo cosas interesantes y estoy muy enferma y es un gran esfuerzo estar presente. Me gustaría anotar algunas frases que me parecen importantes y que nos pueden dar una perspectiva especial. Hemos tenido la experiencia en el pasado de que las diferencias nos han llevado a divisiones casi insalvables y querría subrayar que no debemos atomizarnos. Buscamos una utopía para todas. Este es el carácter comunista de este pensamiento. La idea es que hablemos todas. Hablemos de los temas que nos aportan esperanza… No pretendemos erigirnos en representantes de todas las mujeres, pero sí desarrollar un método que nos permita vivir libremente. Y esto sí es aplicable a todas las mujeres”.
Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2021/11/importante-dejar-llamar-reproduccion-la-creacion-vida/
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