SIGLO XXI - QUINTO LUSTRO -
"Un nuevo orden emerge de la desintegración del capitalismo que irá reemplazando la célula económica (familia) por una nueva matriz reproductiva (comunas) que cumplirá funciones defensivas, judiciales, productivas y administrativas."
lunes, 21 de febrero de 2022
ANTIVACUNAS: ENTRE LAS FANTASÍAS REACCIONARIAS Y LA DESCONFIANZA EN EL CAPITALISMO
En estos momentos, en el marco de la
persistencia de la pandemia de la Covid-19, se manifiesta una profunda
contradicción en el mundo. Por un lado, la mitad de la población mundial no ha
sido vacunada y las mayores cifras se presentan en los países más pobres, donde
se originan nuevas cepas que luego se expanden al resto del mundo[1]. Por el otro, en países donde
sobran las vacunas, hay movimientos contra la vacunación obligatoria muy
activos, especialmente en EEUU y Europa, que incluso impulsan movilizaciones,
algunas de las cuales son reprimidas por los gobiernos. ¿Qué es lo que origina
estos movimientos? ¿Cómo debemos actuar frente a estos y frente a la represión?
El debate se ha vuelto más agudo ya
que, por un lado, la fuerte oleada actual generada por la variante Ómicron
también ha contagiado a personas completamente vacunadas; por el otro, por la
repercusión que ha tenido el reciente caso del famoso tenista serbio Novak
Djokovic que se niega públicamente a vacunarse y, por ello, fue impedido de
jugar el torneo Abierto de Australia, y expulsado del país luego de un fallo de
los Tribunales australianos[2].
Los
negacionistas de derecha
¿Qué es lo que lleva a estas
personas de diferentes clases sociales a tener esta postura, más de 200 años
después del surgimiento del concepto científico moderno de vacuna y de su
incorporación al combate contra diversas enfermedades? Nuestro análisis es que,
aunque terminen en una actitud similar, confluyen razonamientos y enfoques
diferentes. Veamos algunos de ellos.
El primero es un sector que
siempre negó la existencia de la pandemia (los “negacionistas”). Como marco más
general, considera que la ciencia es una conspiración de grupos secretos para
dominar al mundo. Un ejemplo extremo de este sector es la organización Q-Anon
que se hizo famosa durante el asalto al Congreso de EEUU, a finales de 2020.
Para este
sector, la pandemia de la Covid-19 fue un gran invento mediático para avanzar
hacia ese objetivo. Por ejemplo, el recientemente fallecido (posiblemente de
coronavirus) “filósofo” brasileño de extrema derecha Olavo de Carvalho
(ideólogo del gobierno de Jair Bolsonaro) declaró, en mayo de 2020, que: «El
miedo de un supuesto virus mortífero no pasa de ser una historia de terror para
acobardar a la población y hacerla aceptar la esclavitud como un regalo de Papá
Noel”[3].
Una variante
de este negacionismo anticientífico apela a enfoques religiosos. Por ejemplo,
toda una serie de Iglesias evangélicas neopentecostales, con fuerte presencia
en EEUU y Brasil. Por ejemplo, el pastor estadounidense Ralph
Drollinger (muy cercano a Donald Trump), declaró, en 2020, que “Dios
envió el virus a la humanidad porque está enojado por la homosexualidad y el
pecado”. En el Brasil, el pastor Silas Malafaia (muy cercano a
Bolsonaro) expresó opiniones similares. La conclusión es que las personas no
debían vacunarse y “aceptar el castigo divino”[4].
Es evidente que no se puede realizar
ningún debate serio con quienes promueven estos enfoques, porque sus argumentos
son completamente reaccionarios y retrógrados. Sin embargo, debemos ser
conscientes de que, en este y otros temas, influyen franjas de la clase obrera
y del pueblo que siguen sus orientaciones (por ejemplo, en las congregaciones neopentecostales)
y de que allí sí es necesario “explicar pacientemente” para combatir esa
influencia negativa.
¿“Derecho democrático” de no vacunarse?
Otras personas no niegan la pandemia e, incluso, apoyan una
campaña de vacunación masiva y gratuita a cargo del Estado. Pero están en
contra de que sea obligatoria y defienden que negarse a
tomar la vacuna es un derecho individual. Por ejemplo, en EEUU, la semana del
aniversario del asesinato del líder negro por los derechos civiles Martin
Luther King, cientos de personas marcharon en Washington hacia el lugar donde
este pronunció su famoso discurso “Tengo un sueño” con la consigna de que no
vacunarse era un derecho de “libertad médica”[5].
Para dialogar con este argumento, es
necesario abordar un punto muy profundo: la vacunación obligatoria entra en el
campo de la salud pública, es decir, de los intereses y las necesidades del
colectivo social. Estas necesidades son superiores a la libertad de elección
individual y se imponen a ella si entran en contradicción. Porque si un trabajador
se niega a vacunarse, esa es una decisión que no solo le afecta a él sino
también a sus compañer@s de trabajo, a quienes comparten con él un transporte
público, a su familia, a sus amig@s y a sus vecin@s, porque es una fuente
potencial de transmisión y contagio.
Salvando las distancias, el
argumento del “derecho individual” aplicado a la vacunación contra la Covid-19
es muy similar al utilizado por el reaccionario y negacionista presidente del
Brasil, Jair Bolsonaro: “Nadie puede obligar a nadie a tomar la
vacuna… Si alguien no quiere ser tratado que no lo sea… [si no
me quiero vacunar] el problema es mío”[6].
Detrás de
estas posturas se esconde el problema de fondo: el verdadero derecho que no
está garantizado para el conjunto de l@s trabajador@s y pueblos del mundo es el
acceso a la vacunación completa, al conjunto de las medidas de prevención, a
priorizar la salud sobre las ganancias de los capitalistas, a una salud pública
de calidad, el derecho a no ser víctimas de un verdadero genocidio capitalista
con millones de muert@s en todo el mundo como ha venido sucediendo.
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