Kevin Helpy
Montoya-Cruces
Así como la
mariposa es atraída por la luz del fuego, sin saber que se encontrará con su
inevitable muerte; nuestra sociedad es cegada por el brillo del dinero, sin
saber que nos acercamos lentamente a la escasez de recursos naturales.
Usualmente
las diferencias entre hombres conllevan a un gran efecto negativo en el entorno
social y natural, con el fin de hacer valer sus ideales son capaces de destruir
cualquier ser que encuentren en su camino, esta pérdida de lucidez pasajera
destruye en gran medida nuestro habitad de vida, muchas veces al enterarnos de
conflictos externos, creemos que no nos afecta, que no es problema nuestro,
pero hemos olvidado que la madre tierra (pachamama), es cuidadora de todos.
Tenemos la
idea enraizada de solo centrarnos en los problemas políticos, económicos (no
niego su importancia) pero ¿Nos preocupamos por los efectos negativos de
nuestro habitad de vida? Cuando debería ser el motor principal para movilizar
consciencias y de la indignación pasar a la acción.
Como diría
Jaime Araujo-Frías, miramos la realidad con las lentes equivocadas, vivimos con
la tranquilidad estoica, pensamos que si algo sucede de cierta manera pues solo
debemos de aceptar lo que venga, esa idea es inválida, los seres humanos no
podemos vivir del azar, tenemos que promover el cambio, generar las nuevas
expectativas de una vida mejor, quitarnos las lentes patriarcales y mirar la
naturaleza como nuestra madre, así como nos enseñan nuestros pueblos indígenas;
el sistema en el que se encamina el mundo tiene una visión cegada por fines
económicos, cegada por unas lentes machistas, en donde la naturaleza es mujer y
por ello debe de ser oprimida.
Estamos
viviendo dolorosamente todas las acciones negativas por parte de los grandes
poderes económicos, políticos y militares, observamos la poca importancia que
se le da a nuestro ecosistema, ¿Acaso no es información suficiente para darnos
cuenta de que, a las grandes potencias mundiales no les interesa la ecología?
Lo único que desean es centralizar el poder y seguir dominando gran parte del
mundo.
También es
importante que refresquemos nuestra memoria y nos preguntemos ¿Dónde se
encuentran aquellos llamados ecologistas que defendían a capa y espada sus
ideales? ¿Solo se pronunciaron por cierto tiempo? Tal vez hicieron uso de la
tendencia del momento para poder ganar fama y crear en la población una luz
salvadora engañosa; una falsa esperanza.
En los últimos años la humanidad se encuentra envuelta en una gran pérdida de valores, ciertamente, las condiciones propias de la desintegración familiar, el trabajo infantil, la violencia a las que están sometidos los niños en los países del capitalismo periférico, el carácter apenas formal y nada concreto de muchos derechos contemplados dentro de las constituciones de estos países, así como los bajos salarios y el predominio de la informalidad, ubican claramente a estas sociedades como sociedades del desprecio. (Zuñiga & Valencia, 2018). Esto se debe a la influencia externa del medio en donde se vive pues, nuestra educación, ya sea formal o informal instruye al niño para la “competencia” de la vida, esto quiere decir que, se les implanta la idea que deben de luchar con sus semejantes para poder lograr lo que se propongan, esta idea errada nos lleva a concebir una sociedad egocentrista, poco humana y sin el reconocimiento del otro (sujeto), de esta manera al no reconocer a nuestros semejantes, negamos su existencia a tal punto que no nos importa hacerle daño con tal de lograr nuestros ansiados anhelos; por ese motivo, debemos de aplicar una ética del reconocimiento, ética planteada por Axel Honneth, en donde nos menciona que es necesario desarrollar una teoría que piense la libertad y la igualdad desde condiciones que garanticen el reconocimiento y pone como eje principal el uso de las tres esferas, amor, derecho y solidaridad social, así poder lograr una sociedad bastante humanitaria, que se identifique con el amor al otro y a sí mismo, de esta manera también reconozcamos nuestro ecosistema, nuestra madre tierra.
En la ética
del reconocimiento de Honneth reconocemos al otro como nuestro semejante, no lo
negamos, ayudamos a que se pueda insertar a la sociedad; me gustaría agregar
que en nuestros pueblos originarios ya se tiene de una u otra forma este
reconocimiento, pero con la ligera diferencia de la unidad, uno con la madre
tierra, y en eso consiste el amor, el poder de reconocimiento y unión.
Queda claro
que tenemos una labor importante, la de seguir generando conciencia en la
humanidad, de esta manera reconocer nuestro ecosistema, proteger nuestros
recursos naturales, sentirse identificado con uno mismo y con los otros,
promover en la educación un reconocimiento que nos encamine por los principios
de amor, respeto y solidaridad, aprender de nuestros pueblos originarios y
sentirnos uno con nuestra madre tierra.
Referencias
bibliográficas
Zúñiga L.
A., Valencia H. (2018). La teoría del reconocimiento de Axel Honneth como
teoría crítica de la sociedad capitalista contemporánea. Extraído de: https://revistas.unab.edu.co/index.php/reflexion/article/view/3307/2975
Fuente: https://barropensativocei.com/2022/03/04/el-reconocimiento-como-factor-de-cambio/
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