sábado, 9 de abril de 2022

NEOLIBERALISMO Y NEONAZISMO



Publicado el 6 de abril de 2022

Por Prudenci Vidal Marcos

 

Tratamos con una transformación en la que el trabajo ocupa sólo un lugar modesto en la vida de la gente, porque los asalariados buscan su auto-realización en otros terrenos”.

El socialismo clásico creyó que, con la dirección y liderazgo del partido, la clase trabajadora adquiriría conciencia de clase revolucionaria y haría la revolución para un cambio social democrático y justo. Hoy notamos, sobre todo los mayores que nos implicamos sindical y políticamente para hacer caer a la dictadura, que no se ha producido en la clase trabajadora, en su mayor parte, conciencia de clase, y no puede afirmarse que el vínculo y orientaciones políticas en todas las clases haya decaído. Este vínculo siempre ha sido muy fuerte entre las clases dominantes: una mayoría aplastante de sus miembros siempre ha apoyado a partidos conservadores y se ha mostrado contario, utilizando los medios a su alcance, contra los partidos reformistas y no digamos ya contra los partidos progresistas. La clase de los “dominantes” apoya a partidos comprometidos con el mantenimiento y el fortalecimiento del orden social del que ellos son beneficiarios. Y lo hacen porque esta visión del mundo les hace fortalecerse y preservarse ante la posibilidad del cambio social.

Esta tendencia no ha sido la misma dentro de clase asalariada porque en número creciente ha apoyado, sobre todo los más desvalidos, a partidos burgueses. Molestos con su condición, y el deterioramiento de su condiciones de vida , han sido llevados con señuelos nacionalistas a apoyar a partidos de ultraderecha y a movimientos que atacan a inmigrantes, y a otras minorías, a los que culpabilizan de su deterioro de vida llamándoles a una renovación política y social. Los historiadores nos ilustran que el “nazismo histórico” empleó las mismas tácticas de proclamar el cambio social radical con una retórica “populista” contraria al sistema. Y el sistema, en aras a la tolerancia, mantiene dentro de la legalidad del sistema a quienes pretenden acabar con el sistema. Este apoyo, que demoscópicamente muestran las intenciones de voto y apoyo popular de la población asalariada pretende dar a VOX que se muestra racista, xenófobo, antifeminista… muestra que la posición de esta clase asalariada que puede adoptar formas reaccionarias frente a propuestas progresistas capaces de revertir el sistema en favor de una mayoría social.

Históricamente, hay que afirmar que la gran mayoría de los trabajadores organizados (en sindicatos libres, no domesticados) siempre han mostrado una radical resistencia a los partidos y movimientos de extrema derecha (Alemania 1932 socialistas y comunistas en las elecciones de junio) Y como la desunión de ambos llevó al poder a Hitler en septiembre de 1930.

La historia más reciente pone de manifiesto y de alarma la renuencia de parte de la clase trabajadora a prestar atención a la llamada de los grupos neofascistas. Vemos como en Italia, Alemania, Francia y ahora en España basan su llamada a la clase trabajadora mediante un “populismo nacional”, pero su principal apoyo, no nos engañemos, aquellos que siempre se han mostrado fieles electoralmente han sido los que tienen el poder burgués con sus ingredientes principales.

Pero este no puede ser el fin de la historia. Si bien es cierto que entre el grueso de la clase trabajadora siempre ha generado rechazo a los grupos de extrema derecha, debemos esforzarnos en difundir que “un cambio fundamental e irreversible en la balanza de poder y riqueza en favor de la gente trabajadora y sus familias” es posible. No basta un cambio de lenguaje para mostrar esta disponibilidad electoral en favor de la socialdemocracia, necesitamos programas radicales de renovación y de reforma radical. Para lo cual necesitamos unidad porque esa unión es la que preocupa a las fuerzas conservadoras y que difunden diariamente por medio de sus partidos, los medios de comunicación que les apoyan y de otros agentes que pretenden un “asalto” a la conciencia de los votantes de clase trabajadora con la esperanza de que se nos pueda apartar de pensamientos e inclinaciones “peligrosos”. Esa masa amorfa hechizada por el consumo de la clase trabajadora, en la opinión profunda de los conservadores, saben que es potencialmente peligrosa y ganar su mente y su corazón es para ellos una fuerte y permanente necesidad.

La izquierda radical ha subestimado la solidez del vínculo entre la posición de clase y las orientaciones políticas que se producen entre los asalariados. Por eso se ha devaluado la importancia del trabajo en la vida de los asalariados, en su organización y defensa de sus intereses. Hoy la idea burguesa de que “tratamos con una transformación en la que el trabajo ocupa sólo un lugar modesto en la vida de la gente, porque los asalariados buscan su auto-realización en otros terrenos” está ya muy extendida. Y el consumo de bienes insustanciales ha ocupado aquella ansia de justicia y de libertad que se hallaban en los centros de trabajo. Nadie puede olvidar que el trabajo afecta de forma decisiva a los ingresos, a la posibilidad de consumo esencial, al ahorro, al estatus, amistades, ocio, seguridad, vida familiar, tercera edad, auto-estima, bienestar, libertad personal, pensiones, e innumerables intereses y valores cruciales distintos.

Mi profesor de filosofía insistía en lo siguiente: ¿De qué sirve la libertad de expresión sin la obligación del pensamiento? Hoy, más que nunca, tenemos la obligación de “pensar” reflexionando y compartiendo las reflexiones que existe una amenaza evidente contra la clase trabajadora y que ésta no debe plegarse al populismo neoliberal y neonazi que pretende recoger frutos electorales en la clase trabajadora. Pero hay que exigir además de la unidad de toda la izquierda, programas radicales en defensa de las clases populares, en su bienestar con una distribución de la riqueza del país de forma proporcional, justa e irreversible.

Prudenci Vidal Marcos

Fuente: https://kaosenlared.net/neoliberalismo-y-neonazismo/

 

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