por Thierry Meyssan
En artículos anteriores de esta
serie, ya vimos como los banderistas –colaboradores ucranianos de los peores crímenes perpetrados por los nazis en Ucrania y en Polonia–
lograron alcanzar el poder en Kiev. Hoy veremos cómo, a lo largo de
80 años, inmigrantes ucranianos
banderistas se incrustaron en el Partido Liberal canadiense, al extremo de lograr poner a
uno de los suyos en el segundo puesto más importante en
el gobierno del actual primer ministro, Justin Trudeau.
RED VOLTAIRE | PARÍS
(FRANCIA) | 10 DE MAYO DE 2022
Este artículo da continuación a los trabajos
1. «Rusia quiere obligar Estados Unidos a respetar la Carta de la ONU»,
4 de enero de 2022.
2. «Washington prosigue en Kazajastán el plan de la RAND Corporation, que ya continúa en Transnistria», 11 de enero de 2022.
3. «Washington se niega a escuchar a Rusia y a China», 18 de enero de 2022.
4. «La increíble sordera de Washington y Londres»,
1º de febrero de 2022.
5. «Washington y Londres tratan de mantener su dominación sobre Europa», 8 de febrero de 2022.
6. «Dos interpretaciones sobre la cuestión de Ucrania»,
16 de febrero de 2022.
7. «Washington hace sonar el clarín pero sus aliados
retroceden», 22 de febrero de 2022.
8. «Vladimir Putin en guerra contra los “straussianos”»,
5 de marzo de 2022.
9. «“Banda de drogadictos y de neonazis”», 6 de marzo de 2022.
10. «Estupor de Israel ante los neonazis ucranianos»,
9 de marzo de 2022.
11. «Ucrania,
otra gran manipulación», 22 de
marzo de 2022.
12. «El Nuevo Orden Mundial que nos preparan con el pretexto
de la guerra en Ucrania», 29 de marzo de 2022.
13. «Propaganda de guerra bajo una nueva forma», 5
de abril de 2022.
14. «La alianza entre el MI6, la CIA y los banderistas»,
12 de abril de 2022.
15. «El fin de la dominación occidental», 19 de
abril de 2022.
16. «Ucrania y la Segunda Guerra Mundial como conflicto inconcluso», 26 de abril
de 2022.
17. «La esperanza de Washington: prolongar la guerra en Ucrania para recobrar su estatus de hiperpotencia», 3 de mayo de 2022.
Los
primeros extranjeros que llegaron a Ucrania para luchar contra las fuerzas
rusas, en febrero de 2022, eran canadienses. El primer oficial extranjero arrestado en Ucrania por los soldados rusos
–el 3 de mayo– fue un general canadiense.
Esos dos hechos indican que, a pesar de su situación
geográfica, considerablemente alejada de Ucrania –a más de 6 000 kilómetros–,
Canadá está muy
implicado en el actual conflicto.
En
este artículo mostraré como, desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial,
todos los gobiernos liberales canadienses respaldaron a los banderistas ucranianos. Durante aquel conflicto,
esos gobiernos canadienses “apostaban a dos caballos” –luchando públicamente
contra los nazis mientras que seguían apoyando a los banderistas, quienes
a su vez colaboraban con los nazis. Peor aún, el actual
primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, tiene como viceprimer
ministro a Chrystia Freeland, nieta de un conocido propagandista banderista
cuyos pasos ella misma siguió desde muy joyen.
Las
conexiones entre la CIA estadounidense y los nazis caracterizaron el
periodo de la guerra fría, sólo salieron a la luz en 1975,
con el trabajo de las comisiones del Congreso encabezadas
por Pike, Church y Rockfeller,
y no terminaron
hasta el mandato del presidente James
Carter.
Pero,
en Canadá, los vínculos del Partido Liberal con los banderistas
ucranianos aún se mantienen,
al extremo que –fuera del caso de Ucrania– Canadá es
el único país del mundo que tiene actualmente un ministro
banderista, quien además ocupa el segundo puesto más importante en la jerarquía gubernamental canadiense.
En 1937, el primer ministro de Canadá, William King, viaja a Berlín. Aquí lo vemos a la salida de su encuentro con el Fuhrer Adolf Hitler, a quien comparó con Juana de Arco, viéndolo como un “libertador de su pueblo”.
En 1940, o sea estando el Reino Unido en guerra pero
con Estados Unidos todavía fuera del conflicto,
el gobierno del primer ministro liberal
canadiense William King creó el Ukrainian-Canadian Congress (UCC) para apoyar a los inmigrantes ucranianos antibolcheviques
frente a los ucranianos prosoviéticos reunidos en la Association of United
Ukrainian-Canadians (AUUC) y también contra los judíos
del Canadian Jewish Congress (CJC). El gobierno canadiense procedió entonces al cierre
de bibliotecas prosoviéticas
y de sinagogas.
Es importante saber que el Partido Liberal de Canadá
no fue creado para promover el individualismo
frente a las ideas conservadoras sino en contra del ideal republicano [1].
Durante
la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro liberal William King (William
Lyon Mackenzie King), quien gozaba de gran
apoyo entre los electores, fue intensamente abucheado por los soldados canadienses cuando los visitó en Europa. El Partido Liberal de Canadá siempre ha defendido posiciones antirrusas, posiciones que hasta 1991 presentaba como antisoviéticas, y siempre interpretó el
cristianismo como obligatoriamente contrario al judaísmo.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Canadá fue el principal refugio
de los fugitivos banderistas –que habían colaborado con la ocupación nazi– y de los nazis originarios de las repúblicas bálticas.
Entre los más de 35 000
inmigrantes ucranianos vinculados a los banderistas que llegaron entonces a Canadá estaban Volodimir Kubijovyc y
Mykhailo Khomiak –quien
ya en Canadá se hizo llamar
«Michael Chomiak»–, editores de Krakivs’ki Visti, el diario nazi
más importante de Europa Central.
Michael Chomiak junto a varios dignatarios nazis. En el ángulo inferior derecho de esta foto se ve, en primer plano, a Joseph Goebbels, el ministro de la Propaganda de Hitler.
Michael
Chomiak, quien había trabajado directamente bajo las órdenes de Goebbels,
el ministro de la Propaganda de Hitler, nunca renegó de su pasado
como colaborador de los nazis. Y fue este
individuo quien educó a su nieta, Chrystia Freeland, la hoy viceprimer ministro de Canadá.
Lejos de condenar los crímenes de los banderistas, Chrystia Freeland
debutó en el periodismo, a los 18 años, trabajando para la Encyclopedia of Ukraine redactada
por el ya mencionado Volodimir Kubijovyc y hoy
disponible en internet.
Chrystia Freeland trabajó después en el diario
de los banderistas canadienses, The Ukrainian News, y en The Ukrainian Weekly, publicación de los banderistas
estadounidenses, vinculados al Bloque Antibolchevique de Naciones (ABN) y
a la CIA. Durante los últimos años de la URSS, Chrystia Freeland viajó a ese país. Dirigiéndose al gobierno canadiense,
las autoridades soviéticas investigaron su historial de respaldo a los banderistas y prohibieron a Chrystia
Freeland regresar a la Unión Soviética. Sin embargo,
después de
la disolución de
la URSS, Chrystia Freeland se convirtió en jefa de la oficina del Financial
Times en Moscú. Más tarde pasó a ser redactora-jefe adjunta del Globe and Mail y redactora-jefe de Thomson
Reuters Digital.
En sus artículos y libros [2], Chrystia Freeland se apropia
de dos temas heredados de su abuelo banderista Michael Chomiak: Critica a los ultra-ricos mencionando
casi exclusivamente los casos de judíos y se aferra prácticamente a cualquier cosa para
criticar duramente la URSS,
arremetiendo después contra Rusia.
Hay
que recordar que el fascismo fue una respuesta a la crisis económica
de 1929. Esa respuesta proponía una alianza nacionalista de clase
por corporación.
Los nazis y los banderistas agregaron a aquella respuesta una terrible dimensión racial. Al arremeter
contra los súper ricos, Chrystia Freeland
aborda, con toda razón, el principal problema de hoy. Actualmente, la finanza es lo único
que aporta ganancias mientras que la producción está en crisis. Pero Chrystia Freeland se desvía insidiosamente hacia una lectura racial del problema al señalar que la proporción de judíos entre los súper ricos es mucho más importante que en el resto de la población y dejando entrever que esa correlación es significativa.
En 1991, el diputado liberal canadiense de origen polaco-ucraniano Borys
Wrzesnewskyj lanza una iniciativa para que Canadá sea el primer país del mundo en reconocer la
independencia de Ucrania. Utilizando la fortuna de su familia
–propietaria de las panaderías Future Bakery–, Borys Wrzesnewskyj crea un servicio destinado a proporcionar “información” sobre Ucrania a los miembros del parlamento
canadiense. Wrzesnewskyj financia también la creación de
archivos, por los ya mencionados
Volodimir Kubijovyc y “Michael
Chomiak” –el abuelo de Chrystia Freeland– quienes recopilan documentos sobre los nacionalistas ucranianos en la Segunda
Guerra Mundial. Pero la Encyclopedia of Ukraine no es un trabajo científico sino un esfuerzo por
rehabilitar a los banderistas colaboradores de
los nazis y una verdadera falsificación de la historia. Utilizando nuevamente las relaciones de su familia, Borys Wrzesnewskyj introduce a
Viktor Yushchenko, futuro presidente de Ucrania, en el
mundo de la política
en Canadá.
En 1994, el primer ministro liberal Jean Chretien negocia un Tratado de Amistad y Cooperación entre
Canadá y Ucrania y, en 1996, ya incluso propone que Ucrania
se convierta en miembro de la OTAN.
En enero de 2004, el gobierno de Canadá, encabezado otra vez por un
primer ministro liberal, Paul Martin, colabora con Washington
en el montaje de la llamada «revolución naranja». En Kiev,
el embajador de Canadá, Andrew Robinson, organiza reuniones
de sus colegas de 28 países
para poner en el poder a Viktor Yushchenko. El objetivo era torpedear la política del presidente Leonid Kuchma, quien había aceptado el gas ruso en vez de favorecer los trabajos de prospección de Estados Unidos en el Mar Caspio [3].
El embajador de Canadá financia además el sondeo del Centro Ucraniano de
Estudios Económicos y Políticos Oleksandr Razumkov, sondeo que afirmará que la elección presidencial ucraniana estaba “arreglada”. Canadá subvenciona también,
con 30 000 dólares, la asociación Pora!, encabezada por el estratega de la OTAN
Gene Sharp [4].
Basándose
únicamente en el sondeo del Centro Razumkov, la asociación Pora! organiza manifestaciones callejeras en Ucrania, se anula la elección
presidencial y se organiza una nueva. Canadá dedica entonces 3 millones de dólares al envío de 500 “observadores” que se encargarán de “seguir” la nueva elección. Esta tendrá como ganador al perdedor de la
elección anulada, Viktor Yushchenko. Al montar su equipo de gobierno,
Yushchenko nombra consejero especial a Vladislav
Kaskiv, líder
de Pora! y empleado del magnate George Soros. ¿Y quién será su ministro de Defensa? Anatoliy Gritsenko, un
militar formado en Estados Unidos y además presidente del Centro Razumkov.
El diputado liberal canadiense Borys Wrzesnewskyj estuvo especialmente
activo durante la «revolución
naranja». Su hermana, Ruslana, era
amiga íntima de la esposa de Yushchenko y Borys
Wrzesnewskyj invirtió al menos un cuarto de millón de dólares canadienses
para incentivar el movimiento favorable a Yushchenko,
además de
utilizar su apartamento en el centro de Kiev para coordinar las manifestaciones
entre la elección
presidencial anulada y la nueva elección. Los manifestantes movilizados por Pora!
incluso coreaban «¡Canadá!» y agitaban banderas de ese país.
Chrystia Freeland inició su carrera política en 2013, en el Partido
Liberal. Fue electa diputada de Toronto.
En 2014, apoyó la llamada «revolución de la dignidad», o sea el putsch banderista de la
Plaza Maidan,
también
llamado EuroMaidan, y se reunió con sus protagonistas. Posteriormente, Chrystia Freeland se pronunció
contra la independencia de Crimea y se reunió con el líder tártaro Mustafá Yemilev, conocido como espía de
Estados Unidos en tiempos de la guerra fría. Finalmente, el presidente
ruso Vladimir Putin prohibió la entrada de Chrystia Freeland en Rusia.
En
2015, el primer ministro liberal Justin Trudeau nombró a Chrystia Freeland
ministro de Comercio Exterior, en 2017 la nombró
ministro de Exteriores,
en 2019 la ascendió a
ministro de Asuntos Intergubernamentales, con rango de
viceprimer ministro y posteriormente, en 2020, puso en sus manos
el ministerio de Finanzas.
En 2014, el ministro canadiense de Exteriores (a la izquierda en la foto), John Baird, viaja a Ucrania y aporta el respaldo de Canadá al líder del partido neonazi Svoboda.
En 2014, el conservador John Baird, ministro de Exteriores,
se presenta en la plaza Maidan y se reúne con los principales cabecillas de las manifestaciones
antigubernamentales. Hasta la propia televisión canadiense consideró entonces que Baird daba así un sólido argumento al presidente ruso Vladimir Putin, quien declaraba que la «revolución» de la Plaza Maidan en realidad era una manipulación occidental.
De hecho, la portavoz de la embajada de Canadá en Kiev, Inna
Tsarkova, era una de las responsables del movimiento llamado
EuroMaidan. La embajada
de Canadá,
situada junto a la Plaza
Maidan, servía incluso de refugio a los manifestantes, que simple y llanamente
acamparon en los predios de la sede diplomática durante al menos una semana. Allí se refugiaron los miembros del grupo neonazi C14 [5] durante el grave estallido de
violencia del 18 de febrero.
El 17
de julio de 2014, cuando el vuelo 17 de Malaysia Airlines es derribado
en Ucrania, la Organización de la Aviación Civil
Internacional (OACI), con sede en Montreal, envía cuatro inspectores al lugar
del desastre. Sin esperar
siquiera el inicio
de la investigación,
Chrystia Freeland emprende una campaña internacional de acusación contra Rusia. Posteriormente utilizará su posición
como ministro canadiense para echar leña al fuego
y extender esa campaña.
Después del derrocamiento del Viktor Yanukovich, presidente electo de
Ucrania pero estigmatizado en Occidente como «prorruso», Canadá pone en marcha la operación UNIFIER (Canadian Armed Forces Joint Task Force-Ukraine),
cuyo objetivo oficial es formar a los militares ucranianos y desarrollar su policía militar. La operación se desarrolla en realidad
bajo las órdenes
de Londres y de Washington e incluye el
envío de 200 instructores y de material militar considerado «no letal». UNIFIER termina el 13 de febrero de 2022, justo antes de la «operación
militar especial» rusa, para evitar poner a Canadá en situación de guerra.
En 8 años, Canadá ha aportado a Ucrania «ayudas» por valor
de cerca de 900 millones de dólares.
Junio de 2016. De izquierda a derecha, el embajador ucraniano en Canadá Andriy Shevchenko, el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el diputado ucranio-canadiense Borys Wrzesnewskyj. En primer plano, Mustafá Yemilev, líder de los tártaros antisoviéticos (hoy antirrusos) y agente de la CIA desde los tiempos de la guerra fría.
En 2016, el primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, recibió
con los mayores honores a Mustafá Yemilev, personaje
con quien su segunda, Chrystia Freeland, ya se había reunido. En agosto
de 2015, Mustafá Yemilev se había convertido en “emir” de una «Brigada Musulmana Internacional», cofinanciada por Turquía
y Ucrania, para “recuperar” la península de Crimea, reincorporada a la Federación Rusa por voluntad
de sus habitantes [6].
Chrystia Freeland y Stepan Kubiv firman el Acuerdo de Libre Comercio Canadá-Ucrania, en presencia del primer ministro canadiense Justin Trudeau y del entonces presidente ucraniano Petro Porochenko.
En
esa misma época, Chrystia Freeland negocia el Acuerdo de Libre Comercio
entre Canadá y Ucrania.
Chrystia Freeland participa en una manifestación de los banderistas de OUN-B contra la intervención rusa en Ucrania. Los colores negro y rojo de la banderola identifican a los banderistas y el eslogan “¡Gloria a Ucrania!” es el grito de guerra de los banderistas.
En 2017, cuando el sitio web Russia Insider revela el pasado
criminal de su abuelo al servicio del III Reich y
los estrechos vínculos personales que ella misma mantiene con los banderistas, Chrystia Freeland niega los hechos y afirma que todo eso es «propaganda rusa». Sin embargo, el pasado 27 de febrero, Freeland se exhibe
en público con un grupo de banderistas de la Unión de Nacionalistas Ucranianos (OUN-B) en una manifestación contra la intervención militar rusa. La foto
que ella misma había
publicado fue rápidamente retirada de su cuenta en Twitter.
El primer ministro canadiense Justin Trudeau y su viceprimer ministro Chrystia Freeland junto a Paul Grod, presidente de los ucranianos banderistas de Canadá.
En respuesta al inicio de la operación militar rusa en Ucrania, Canadá –como sus socios de la OTAN– modificó de inmediato su propio presupuesto y reservó 500 millones de dólares al ejército ucraniano –banderistas incluidos. Utilizando esos 500 millones de dólares, el gobierno canadiense ya ha enviado a Ucrania: ametralladoras, pistolas, carabinas, un millón y medio de balas, fusiles de alta precisión y otro equipamiento para francotiradores (14 de febrero); dispositivos de visión nocturna, cascos y chalecos blindados (27 de febrero); 100 cañones sin retroceso Carl Gustav M2 y 2 000 proyectiles para cañones de 84 milímetros (28 de febrero); 390 000 raciones individuales de campaña y alrededor de 1 600 indumentarias de protección contra metralla (1º de marzo); 4 500 lanzacohetes M-72 y 7 500 granadas de mano así como una suscripción a imágenes satelitales comerciales por valor de un millón de dólares (3 de marzo); cámaras para drones de vigilancia (9 de marzo); cañones M777 y municiones para ese tipo de artillería así como municiones adicionales para el arma antiblindados Carl Gustav M2 (22 de abril); 8 vehículos blindados de tipo comercial y un contrato de servicio para el mantenimiento y reparación de cámaras especializadas utilizadas en drones (26 de abril).
Además,
Canadá
inició la formación de
militares ucranianos en el uso de los cañones M777.
El 2 de marzo, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, quien cree
todo lo que viene de Estados Unidos, logró que una veintena de países firmaran una declaración donde se denuncia la “desinformación rusa” [7]. Lo que se busca
es impedir la difusión de
información
sobre los banderistas ucranianos y canadienses.
El 10
de marzo, Canadá logró también que unos 30 de países firmaran otra declaración
donde –muy orwellianamente– se regocijan, ¡en nombre de la “libertad de prensa”!, por las medidas de censura aplicadas en Occidente contra la televisora informativa Russia Today y contra la
agencia Sputnik, dos órganos públicos de prensa rusos.
Desde
que los banderistas tomaron el poder en Kiev, Canadá ha adoptado
sanciones contra más de 900 personalidades y empresas
rusas y contra opositores ucranianos. A esa lista de “sancionados”, Ottawa acaba de agregar ahora
varias personalidades cercanas al presidente ruso y miembros de sus familias.
A
pesar de sus declaraciones de principios sobre la igualdad de derechos entre
todas las personas, Canadá apoya sin reservas
a los banderistas, defensores de la superioridad racial de los ucranianos sobre los rusos.
[1] Canada’s Origins: Liberal, Tory, or Republican?, Janet Ajzenstat & Peter J. Smith, Mcgill Queens University
Press, 1995.
[2] Ver Sale of the Century: Russia’s Wild Ride from Communism
to Capitalism, Crown Business, 2000, y Plutocrats:
The Rise of the New Global Super-Rich and the Fall of Everyone
Else, Penguin Pres, 2012.
[3] “Agent orange: Our secret role
in Ukraine”, Mark Mackinnon, Globe and Mail, 14 de
abril de 2007.
[4] «La Albert Einstein
Institution: no violencia según la CIA», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 10 de febrero de 2005.
[5] «La ley racial ucraniana»,
Red Voltaire, 4
de marzo de 2022.
[6] «Ucrania y Turquía han creado
una brigada internacional islámica contra Rusia», por Thierry Meyssan,
Televisión
nacional siria, Red Voltaire, 15
agosto de 2015.
[7] «Un appel à l’action sur la
désinformation parrainée par l’État en Ukraine»,
Gouvernement du Canada, 2 de marzo de 2022.
Fuente: https://www.voltairenet.org/article216786.html
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