A propósito de esta entrevista a Lumbreras, tengo algunas serias observaciones:
Creo que se equivoca muy lamentablemente. Su afirmación no tiene sustento histórico ni legal. Las matanzas que cometieron los bárbaros españoles, la exhibición de indios encadenados como objetos o simios o animales raros en la corte española, la acusación de idolatría, la defensa de los indígenas que hizo el padre de las Casas, etc., etc., son muestras evidentes de que los invasores españoles creían y afirmaban y actuaban como raza superior frente a semisalvajes o semihumanos. Estos hechos históricos demuestran que los bárbaros extranjeros actuaban como “nosotros” frente a los “otros”, los indios. Túpac Amaru se rebeló no solamente contra los criollos sino sobre todo contra el explotador sistema colonial español.
A qué conducen las afirmaciones de Lumbreras sino a blanquear la barbarie española, sino a blanquear el crimen histórico de las elites españolas. ¿Consciente o inconscientemente? En el fondo es lo mismo que concluye la prédica racista de Vargas Llosa: los malos no fueron los conquistadores, el virreynato, etc., sino los hijos de los conquistadores, los criollos y mestizos. O sea: mejor hubiéramos seguido con virreyes y cortesanos españoles e indios semisalvajes.
El problema fue efectivamente uno de clase, pero uno que evidentemente surgió con la conquista y sumisión criminal, un poder extranjero que sometió a los indígenas, la clase productora esclava frente a la casta de virreyes y su séquito, un poder extranjero explotador, racista y violentamente criminal contra los indígenas.
Es esa conformación social y las concepciones de superioridad racial de la explotación colonial lo que fue heredado, por los hijos de la casta virreynal, los criollos. Y vale decir aquí que la revolución de la independencia fue obra principal de criollos esclarecidos con una ideología que ha sido ignorada y tergiversada por el poder criollo que finalmente heredó y tomó las riendas del poder o, mejor dicho, dejó en vida todo lo que era el dominio colonial de sus padres españoles. Bolívar, Túpac Amaru, entre otros, son descollantes ejemplos de criollos. Sí, Túpac Amaru era alguien que por sus funciones puede considerarse como un privilegiado, como lo eran los netamente criollos, cuya sublevación va mucho más allá de la lucha contra la explotación racial española.
Hay pues sutilezas históricas que se ignoran o se velan a menudo, con la consecuencia, aunque fuere involuntaria, de dividir al pueblo peruano y blanquear la explotación imperial.
Como clase social, los criollos explotadores son los que efectivamente heredaron la colonia, mas no el pueblo criollo. La revolución de la independencia, gestada por una burguesía muy embrionaria no liquidó el feudalismo, es decir la clase en el poder que se proyectó en la elite criolla mas no en los criollos pobres, artesanos y proletarios. Es claro pues lo que decía el criollo J. C. Mariátegui: el problema de las razas es el problema de la tierra; la economía, las clases sociales determinan el problema de las razas y no al revés; no son las razas, criollos e indios, las que determinan el poder económico. Esto se puede ver muy bien en el Perú de hoy: unos cuantos peruanos de neta extracción indígena son capitalistas que en mayor o menor medida se ubican ya en el poder local y son los más acérrimos defensores del capital imperialista, mientras que otros que bien se podría llamar criollos forman parte del ejército de reserva citadino, moradores de barrios tugurizados.
Lo que tenemos pues en nuestra política son poderes mafiosos, no importa si criollos o de extracción indígena. Basta para confirmarlo leer la lista de apellidos en el Parlamento.
Y lo que hay hoy no es producto del cansancio del pueblo peruano, especialmente indígena. Lo que hoy hay es hartazgo, rebelión, comprensión por el pueblo trabajador, indígena o no, comprensión, aunque fuere todavía elemental, de su situación de clase, de la explotación que sufren por su condición de trabajadores del campo o la ciudad, comprensión, embrionaria aún, de que este sistema explotador ya no da más y es necesario sustituirlo por otro superior que permita su liberación y bienestar. La clase obrera, de extracción indígena es la más esclarecida, todavía casi intuitivamente, pues sufren en carne propia la barbarie explotadora de los nuevos colonizadores, del imperialismo neoliberal. Este es el problema central del Perú de hoy: no el racismo sino el sistema de explotación clasista que perpetúa el racismo virreynal y republicano, contradicción que muy claramente fue ya señalada por Mariátegui: desalojar a las fuerzas del capitalismo imperialista es el primer paso necesario, y solo el primer paso, para resolver el problema de las razas, para que el Perú se desarrolle como nación.
20 enero 2023
Rebelde Marxista
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