" Marx está vivo en la lucha que por la realización del socialismo libran, en el mundo, innumerables muchedumbres animadas por su doctrina."
José Carlos Mariátegui. 1928.
El 14 de marzo de 1883, hace 140 años, dejó de pensar el más grande pensador de todos los tiempos: Karl Marx.
Como dijo su inseparable amigo y compañero de armas Friedrich Engels: su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra.
Y es cierto; cada año se publican obras de interpretación, divulgación o crítica que tienen que ver con la vida y la obra del creador del materialismo histórico.
Pero no es sólo un interés intelectual o académico, sino, sobre todo, un creciente interés por entender la vastedad y profundidad de su obra para ayudar a esclarecer los problemas de la actualidad.
Por ejemplo lo que sucede en el Perú, con la movilización de las masas campesinas y comuneras del sur reclamando reivindicaciones políticas y agitando consignas como: esta democracia ya no es democracia. De una sociedad que en 5 años tiene 6 presidentes, demostrando una inestabilidad y por ende una debilidad creciente de su sistema político, económico y social.
Precisamente, en 1844, a los 26 años de edad, Karl Marx prosigue con la evolución de su pensamiento y con la elaboración de su doctrina. En esta ocasión el hito es la publicación en París del único número de la revista que pretendía unir el espíritu volitivo francés con el espíritu teórico alemán.
Dos trabajos alumbran este episodio crucial para el joven recién casado Karl Marx: La Cuestión Judía y la Introducción a la Filosofía del Derecho de Hegel.
En el primero, polemizando con Bruno Bauer que tiene una posición idealista con respecto al Estado y a la religión, Karl Marx hace la distinción crucial entre emancipación política y emancipación humana. Mostrando que la revolución burguesa por muy radical que sea, sólo es libertad burguesa; es decir, deja intactas las cadenas reales que oprimen al ser humano; la religión, la explotación, etc.
Que el Estado cristiano es un Estado inacabado, no por ser cristiano, sino por necesitar del cristianismo para justificar su debilidad. Así como el Estado feudal germano de 1844 a quien está destinada la critica marxiana de ese trabajo, el Estado peruano actual es un Estado inacabado que necesita de la religión para cubrir su incapacidad, su limitación. La Iglesia Católica peruana es aliada de la clase dominante peruana y esta alianza está materializada en el Concordato firmado en 1980 con el gobierno militar de ese entonces.
Esta alianza también se puede visualizar en la actitud de la Iglesia Católica ante los sucesos de estos tres meses de insurgencia campesina, el silencio cómplice ante los más de 60 pobladores asesinados, y su llamamiento y organización de "marchas por la paz".
En el segundo trabajo que comentamos, el joven Karl precisamente comienza destacando que la crítica de la religión ha terminado en Alemania. No confundamos la crítica a la religión con la crítica a la Institución eclesiástica que tiene sus raíces en el Estado Vaticano.
Señala que la crítica del cielo es ahora la crítica de la tierra, la crítica de la religión es la crítica del derecho y la crítica de la teología es la crítica de la política; con lo que está señalando el paso de la dialéctica hegeliana idealista a la dialéctica marxista materialista. Es un salto cualitativo de singular importancia para el pensamiento humano occidental.
Finalmente, el joven Karl Marx reafirma su posición revolucionaria al señalar que "...el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material..." axioma que se aplica a todas las verdaderas revoluciones que han ocurrido en la historia, incluida la Independencia del Perú. Esta enseñanza es de una actualidad evidente para el Perú de hoy, donde ciudadanos desarmados e indefensos han sido baleados sin piedad para infundir terror en los demás.
Sobre estos y otros puntos más estaremos conversando este martes 14 de marzo desde las 5 p,m en la casa Museo José Carlos Mariátegui. Están cordialmente invitados.
Lima, 12 de marzo del 2023.
Manuel Velásquez Rangel.
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