January 14, 2024
Occidente se
enfrenta al colapso y Rusia se hará más fuerte. Estamos asistiendo a la caída
final de Occidente, afirmó en una entrevista con el medio hegemónico francés Le Figaro el célebre
historiador y antropólogo galo Emmanuel Todd, quien ya había predicho el
colapso de la URSS en la década de 1970.
Sus
conclusiones se basan en tres factores: la deficiencia industrial y el declive
de la educación en Estados Unidos; la desaparición del protestantismo como
sistema de valores en la sociedad occidental, y el creciente poderío de Rusia a
los ojos del resto del mundo.
Según el
antropólogo, el nuevo posicionamiento de Moscú se está volviendo cada vez más
popular en contraste con la "moralidad occidental", que a otros
países les parece "una locura". Y el hecho de que la economía rusa,
no solo haya resistido el impacto de las sanciones sino que además crece
fortalecida, hace que el modelo ruso sea aún más atractivo.
En su
opinión, lo que se dice en Occidente sobre Rusia a menudo es incorrecto: se la
intenta presentar como un país en decadencia, sin darse cuenta de que se
encuentra en una etapa de rápida recuperación y reconstrucción. La Federación
Rusa ha decidido hace casi 20 torcer el rumbo económico y estratégico como
pilares de la nueva geoeconomía.
Al mismo tiempo, es muy posible que sea la hostilidad de Occidente la
que estructura y arma el sistema ruso, alimentando el patriotismo y la unidad
nacional. Así, las sanciones han permitido a Rusia lanzar una política de
sustitución de importaciones a gran escala, lo que dará a su economía una
ventaja significativa sobre la economía de la UE, señala Todd.
La guerra no
ha terminado, enfatiza Todd, pero Occidente ha salido de la ilusión de una
posible victoria ucraniana. "Todavía no estaba claro para todos
cuando escribí, pero hoy, después del fracaso de la contraofensiva de este
verano y de la constatación de la incapacidad de Estados Unidos y los
países de la OTAN para proporcionar suficientes armas a Ucrania, el Pentágono
termina dándome la razón", subraya Todd.
Desde el
punto de vista geoeconómico/político y teniendo en cuenta al principal socio de
Ucrania, "la resistencia de la economía rusa empuja el sistema imperial
estadounidense hacia el precipicio". Nadie había previsto que la economía
rusa resistiría frente al "poderío económico" de la OTAN.
Hoy, la
economía rusa está resistiendo y doblegado a las sanciones. Las mismas, en
forma de bumerán, están agotando a la economía europea (caso paradigmático,
Alemania). Si esto subsiste, "el control monetario y financiero
estadounidense del mundo colapsaría, y con él la posibilidad para Estados
Unidos de financiar su enorme déficit comercial a cambio de nada".
La decadencia yanky. La fortaleza rusa.
En Después
del Imperio, libro publicado por Todd en 2002, ya evocaba la decadencia
a largo plazo de los Estados Unidos y el regreso del poderío ruso. Desde
2002, señala el historiador francés, Estados Unidos conoce una secuencia de
derrotas y repliegues. Los Estados Unidos invadieron Irak, pero salieron de
allí dejando a Irán como un actor mayor en el Medio Oriente. Huyeron de
Afganistán. La satelización de Ucrania por Europa y por los Estados Unidos no
representó un dinamismo adicional de Occidente, sino el agotamiento de una ola
lanzada alrededor de 1990, reforzada por el resentimiento anti-ruso de los
polacos y de los bálticos.
La guerra se
convierte en un test de la economía política, ella es la gran reveladora. La
guerra nos devuelve a la economía real, nos permite comprender cuál es la
verdadera riqueza de las naciones, la capacidad de producción, y por lo tanto
la capacidad de guerra. Si volvemos a a las variables materiales, vemos la
economía rusa. En 2014 implementamos las primeras sanciones importantes contra
Rusia, pero Rusia aumenta su producción de trigo, que pasa de 40 a 90 millones
de toneladas en 2020. Mientras que, gracias al neoliberalismo, la producción de
trigo estadounidense, entre 1980 y 2020, pasó de 80 a 40 millones de toneladas.
Rusia también
se convirtió en el primer exportador de centrales nucleares. En 2007, los
estadounidenses explicaban que su adversario estratégico estaba en tal estado
de delicuescencia nuclear que pronto los Estados Unidos tendrían una capacidad
de primer ataque sobre una Rusia que no podría responder. Hoy en día, los rusos
son en superioridad nuclear con sus misiles hipersónicos.
Rusia tiene
una verdadera capacidad de adaptación.
Una de las
cosas más llamativas de este conflicto, y que lo hace tan incierto, es que
plantea (como cualquier guerra moderna), la cuestión del equilibrio entre
tecnologías avanzadas y producción en masa.
No hay duda
de que Estados Unidos dispone de ciertas tecnologías militares muy avanzadas, y
que a veces han sido decisivas para los éxitos militares ucranianos. Pero
cuando entramos en la duración, en una guerra de desgaste, no solo del lado de
los recursos humanos, sino también materiales, la capacidad de continuar
depende de la industria de producción de armas de menor gama.
Y encontramos,
volviendo por la ventana, la cuestión de la globalización y el problema
fundamental de los occidentales: hemos reubicado tal proporción de nuestras
actividades industriales que no sabemos si nuestra producción bélica puede
seguir.
El problema
está admitido. CNN, el New York Times y el Pentágono se preguntan si Estados
Unidos logrará relanzar las líneas de producción de tal o cual tipo de misil.
Pero no sabemos tampoco si los rusos son capaces de seguir el ritmo de tal
conflicto. El resultado y la solución de la guerra dependerán de la capacidad
de ambos sistemas para producir armamento.
Fuentes: Irinamar_Z/Le
Figaro/Polítika/
https://telegra.ph/Entre-el-colapso-de-Occidente-y-la-fortaleza-de-Rusia-01-14
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