Queridos amigos y amigas,
Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de
Investigación Social.
El 8 de marzo no siempre fue el Día
Internacional de la Mujer, ni siempre ha existido tal día. La idea surgió
de la Internacional Socialista (también conocida como Segunda
Internacional), donde Clara Zetkin, del Partido Socialdemócrata Alemán, y
otras mujeres lucharon desde 1889 para que se celebrara un día que
conmemorara la vida y la lucha de las mujeres trabajadoras. Zetkin, junto
con Alexandra Kollontai, del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia,
mantuvo una lucha con sus compañeras para que se reconociera el papel de
las mujeres trabajadoras y la función del trabajo doméstico en la
creación de riqueza social. En un contexto en el que las mujeres de los
Estados del Atlántico Norte no tenían derecho a voto, estas mujeres
intervinieron en un debate que estaba teniendo lugar entre los delegados
de la Internacional Socialista sobre si los trabajadores y las
trabajadoras debían unirse bajo la bandera del socialismo para luchar
contra su experiencia común de explotación o si las mujeres debían
quedarse en casa.
En 1908, la sección femenina del Partido
Socialista de Estados Unidos organizó una manifestación masiva en Chicago
el 3 de mayo para celebrar el Día de la Mujer. Al año siguiente, el 28 de
febrero de 1909, se convirtió en el Día Nacional de la Mujer, celebrado
en todo el país. Finalmente, en la Segunda Conferencia Internacional de
Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910, se aprobó una
resolución para que todas las secciones de la Internacional Socialista
organizaran conmemoraciones del Día de la Mujer al año siguiente. Las
mujeres socialistas organizaron actos públicos en Austria, Dinamarca,
Alemania y Suiza el 19 de marzo de 1911 para conmemorar la Revolución de
Marzo de 1848 en Alemania. En 1912, las europeas celebraron el Día de la
Mujer el 12 de mayo, y en 1913, las rusas conmemoraron la fecha el 8 de
marzo. En 1917, las trabajadoras rusas organizaron una huelga masiva y
manifestaciones por “pan y paz” el 8 de marzo, que desencadenaron las
luchas más amplias que desembocaron en la Revolución Rusa. En la Segunda
Conferencia Internacional de Mujeres Comunistas, celebrada en 1921, se
eligió oficialmente el 8 de marzo como fecha para las celebraciones
anuales del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Así fue como la
fecha se convirtió en un elemento fijo del calendario internacional de
luchas.
En 1945, mujeres comunistas de todo el mundo
formaron la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM),
organismo que desempeñó un
papel decisivo en la instauración del Día Internacional de la Mujer. En
1972, Freda Brown, de la sección australiana de la FDIM, y el Partido
Comunista de Australia escribieron a la ONU para proponerle que
celebrara un Año Internacional de la Mujer y que impulsara la Convención
sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer. Impulsada por la FDIM, Helvi Sipilä, diplomática finlandesa y
primera mujer en ocupar el cargo de subsecretaria general de la ONU (en
una época en la que el 97% de los altos cargos estaban ocupados por
hombres) secundó la propuesta del Año Internacional de la Mujer, que fue
aceptada en 1972 y se celebró en 1975. En 1977, las Naciones Unidas
aprobaron una resolución para celebrar un Día de los Derechos de la Mujer
y la Paz Internacional, que ahora se conoce como Día Internacional de la
Mujer y se celebra el 8 de marzo.
Cada mes de marzo, el Instituto
Tricontinental de Investigación Social rinde homenaje a esta tradición
publicando un texto que destaca a una mujer importante en nuestras
luchas, como Kanak Mukherjee (1921-2005),
de la India, Nela Martínez Espinosa (1912-2004),
de Ecuador, y Josie Mpama (1903-1979),
de Sudáfrica. Este año celebramos el Día Internacional de la Mujer
(aunque tal vez sería mejor el Mes Internacional de la Mujer Trabajadora)
con la publicación del dossier nº 74, Emancipación interrumpida:
Mujeres y trabajo en Alemania Oriental, elaborado en
colaboración con el Foro Zetkin de Investigación
Social y el Centro Internacional de
Investigación de la RDA (IFDDR). Hemos publicado dos
estudios anteriores con el IFDDR, uno sobre la historia económica de
la República Democrática Alemana (RDA) y otro sobre el sistema de salud en
la RDA. El Foro Zetkin es nuestro socio en el continente europeo. Debe su
nombre tanto a Clara Zetkin (1857-1933), cuya labor contribuyó a la
creación del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, como a su hijo
Maxim Zetkin (1883-1965), cirujano que ayudó a construir el nuevo sistema
sanitario en la Unión Soviética, luchó en las Brigadas Internacionales en
defensa de la República Española (1931-1939) y se convirtió en un
destacado médico en la RDA.
Emancipación interrumpida recorre las luchas de las mujeres socialistas
de Alemania Oriental en diversas plataformas de mujeres y dentro de las
propias estructuras estatales. Estas mujeres —como Katharina “Käthe”
Kern, Hilde Benjamin, Lykke Aresin, Helga E. Hörz, Grete Groh-Kummerlöw y
Herta Kuhrig— lucharon por construir un ordenamiento jurídico
igualitario, desarrollar políticas socialistas para el cuidado de niñeces
y personas mayores e incorporar a las mujeres a puestos de liderazgo en
las instituciones económicas y políticas. Estos programas no estaban
diseñados únicamente para mejorar el bienestar de las mujeres, sino
también para transformar la vida, las jerarquías y la conciencia social.
Como explicó Hilde Benjamin, ministra de Justicia de la RDA de 1953 a
1967, era esencial que las leyes no sólo proporcionaran un marco para
garantizar y hacer cumplir los derechos sociales, sino que también
“lograran nuevos avances en el desarrollo de la conciencia socialista”.
Las mujeres se incorporaron masivamente al
mercado laboral, lucharon por una mejor planificación familiar (incluido
el aborto) y exigieron la dignidad que merecían. Emancipación
interrumpida nos enseña cómo se consiguió tanto en tan poco
tiempo (apenas 40 años). Líderes como Helga Hörz defendieron la
incorporación de las mujeres al trabajo no solo para mejorar sus
ingresos, sino para garantizar la posibilidad de que participaran en la
vida pública. Sin embargo, los cambios no se produjeron a la velocidad
requerida. En diciembre de 1961, el politburó del Partido Socialista
Unificado (SED), en el poder, condenó el “hecho de que un porcentaje
totalmente insuficiente de mujeres y mujeres jóvenes ejerzan funciones
medias y directivas”, culpando, en parte, a “la subvaloración del papel
de las mujeres en la sociedad socialista que todavía existe entre muchas
personas, especialmente hombres, incluidos los principales funcionarios
del partido, el Estado, la economía y los sindicatos”. Para transformar
esta realidad, las mujeres crearon comités en los lugares de trabajo, así
como brigadas de amas de casa, para desarrollar luchas de masas que avanzaran
en el proceso de emancipación de las mujeres.
La destrucción de la RDA en la década de 1990
y su incorporación a Alemania Occidental provocaron la erosión de los
logros alcanzados por las mujeres socialistas. Hoy, en Alemania, esas
políticas socialistas ya no perduran, ni las luchas de masas conservan el
nivel de vitalidad que alcanzaron en las cuatro décadas de la RDA. Por
eso el dossier se titula Emancipación interrumpida, quizá un
reflejo de la esperanza y la convicción de las autoras de que esta
dinámica pueda resucitar.
Gisela Steineckert fue una de las mujeres que
se beneficiaron de las transformaciones que tuvieron lugar en la RDA,
donde se convirtió en una célebre escritora y trabajó para desarrollar el
sector cultural. En su poema “Al atardecer”, se pregunta si la lucha vale
la pena. Sin detenerse mucho, responde: “el corazón del soñador siempre
está demasiado lleno”. La necesidad de un mundo mejor es una respuesta
suficiente.
Por la noche, nuestros sueños descansan la
cabeza contra la luna, preguntándose con un profundo suspiro si la lucha vale la pena. Todo el mundo conoce a alguien que sufre, que sufre más de lo que
debería. Oh, y el corazón del soñador siempre está demasiado lleno.
Por la noche llegan los burlones, con una
sonrisa en los labios. Menosprecian cada uno de nuestros activos, convierten las libras en
centavos. Les gusta atacarnos con sus frases, nadie se libra. Ah, y nos advierten: Nada valió la pena.
Por la noche, los escépticos vienen con caras
arrugadas, hojean viejas cartas, no confían en nuestras palabras. Se alejan de todo, envejecen antes de tiempo. Oh, y su dolor y sufrimiento son sublimes.
Por la noche, los combatientes se quitan las
botas, cenan con gusto, clavan tres clavos en el tejado. Quieren aguantar medio libro, caen dormidos al final de una línea, entre armas capturadas, junto al vino tinto.
Cordialmente,
Vijay
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