domingo, 26 de mayo de 2024

LA DOCTRINA POLÍTICO-MILITAR DEL «PUEBLO EN ARMAS»

 


MARIANO MORENO Y LA DOCTRINA POLÍTICO-MILITAR DEL «PUEBLO EN ARMAS»[1]

 

NÉSTOR KOHAN - LA HAINE

25 de mayo de 1810, reguero de pólvora e inicio de la revolución continental

El ciclo de la rebelión anticolonial comienza en 1780-1781 con Tupac Amaru II y se prolonga en 1791-1804 con Haití. Esas deberían ser las referencias originales para conmemorar el Bicentenario… Las discordias de las colonias con las metrópolis europeas se venían incubando desde esas décadas (a partir de las rebeliones indígenas, comuneras y esclavas, habitualmente “olvidadas” o silenciadas por la historia oficial absolutamente eurocéntrica). Luego, los movimientos de independencia se vuelven mucho más contundentes con la invasión napoleónica de España y el apresamiento del monarca Fernando séptimo. Como apunta el historiador Sergio Guerra Villavoy en su Breve historia de América Latina esos últimos acontecimientos abrieron de manera inevitable el conflicto entre realistas españoles y juntistas hispanoamericanos. En 1810 estalla la fase insurreccional abiertamente continental. Se simula y utiliza la supuesta “defensa del rey apresado” como máscara política —conocida como la estrategia del “fernandismo”— para legitimar y sentar las iniciales bases de la lucha independiente. El 19/4/1810 se produce la sublevación y queda instalada la Junta de Caracas (en diciembre de ese año Bolívar logra repatriar a Caracas a Miranda). El 25/5/1810 en Buenos Aires estalla la revolución y se destituye al virrey español. El 16/9/1810 se produce en México “el grito de Dolores”, cuando el cura del bajo clero Miguel Hidalgo y Costilla convoca a la rebelión contra los españoles con uno de los programas sociales más radicales del período. Según Juvenal Herrera Torres en Simón Bolívar, vigencia histórica y política, con los levantamientos de Caracas, Buenos Aires y Bogotá se inicia la revolución de independencia continental. Es verdad. Sin embargo — insistimos— nunca debe olvidarse que ésta tenía como antecedentes los levantamientos indígenas de Tupac Amaru II y Tupac Katari, los comuneros de José Antonio Galán, las insurrecciones de los negros de José Leonardo Chirinos, la revolución de Haití y más cerca, la insurrección juvenil de Chuquisaca (hoy Sucre) del 25/5/1809.

En Bogotá hay un cabildo abierto que finalmente proclama la independencia neogranadina el 11/12/1811. Dos sacerdotes mexicanos, Hidalgo y Morelos, encabezan un proceso insurreccional de indígenas y mestizos contra los criollos terratenientes y los colonialistas con un proyecto tan radical como el de Mariano Moreno, pero con mayor apoyo popular. El 18/5/1811, en el actual Uruguay, Artigas, con gauchos criollos, afroamericanos e indios derrota a los españoles en una batalla y pone sitio a Montevideo. En Caracas la Junta Gubernativa declara la independencia el 5/7/1811. En general las primeras juntas independentistas están formadas por criollos adinerados, blancos letrados —abogados, periodistas, incluso algún que otro cura— y “gente pudiente”. Las grandes mayorías populares —que encabezan la lucha directa en el campo de batalla contra la dominación colonial— terminan marginadas de esas primeras instituciones políticas propias. Recién logran integrarse como actores privilegiados al proceso de independencia a través de las milicias populares y las guerras de liberación continental lideradas por Bolívar y San Martín. Cuando ambos libertadores incorporan al pueblo en armas y al mundo plebeyo de las colonias —como proponía el programa político-militar de Mariano Moreno y ya venía realizando Artigas— en tanto sujeto principal de la lucha, las burguesías comerciales y las oligarquías criollas les quitan apoyo o directamente les dan las espaldas.

Mariano Moreno, de los pueblos originarios a Rousseau

Casi al mismo tiempo que se instala la Junta de Caracas, en Buenos Aires —capital del Virreinato del Río de la Plata— el pueblo destituye al Virrey español Cisneros (25/5/1810). Allí conviven tres orientaciones: a) los profranceses (el ex virrey Liniers), los españolistas (Álzaga) y los patriotas (encabezados por Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano). En el medio se encuentra el jefe militar Cornelio Saavedra, conservador. Mariano Moreno [1778-1811], secretario de la Primera Junta independentista, será el principal ideólogo patriota. Hijo de un funcionario menor y sin recursos, Moreno tiene 13 hermanos. Su familia no puede pagar los estudios. Gracias a miembros de la Iglesia logra viajar a la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca (la misma donde se formarán Castelli y Monteagudo). Allí estudia leyes y teología (de 1799 a 1804, es probable que allí haya conocido en ese tiempo al futuro caudillo guerrillero Manuel Ascencio Padilla, compañero de Juana Azurduy). El canónigo Matías Terrazas, ilustrado, le abre la biblioteca (intransigente e incorruptible, como su admirado Robespierre, años más tarde Moreno incluye a Terrazas entre los enemigos de Chuquisaca por estar vinculado al colonialismo español). El joven Moreno (de 22 años) lee a Juan de Solórzano y Pereyra, autor de Política Indiana y también a Victorián de Villava, fiscal de la Audiencia de Charcas, autor del “Discurso sobre la mita en Potosí” donde muestra la explotación indígena. En esos años Moreno conoce de primera mano la vida miserable de los indígenas en la minería de Potosí. Denunciando la explotación de los yanaconas y mitayos escribe en 1802 su tesis doctoral “Sobre el servicio personal de los Indios”, aguda impugnación de la masacre indígena. Moreno critica la política colonial con ironía “Es mejor conservar la vida de los mortales que la de los metales” (1802). Una vez recibido de abogado, en Chuquisaca asume la defensa de los indios contra los encomenderos. En junio de 1807, ya de regreso en Buenos Aires, el joven jurista defiende a los oficiales del Cuerpo de indios, pardos y morenos a los que se pretendía disminuir el salario (manteniendo intacto el de los blancos españoles), luego de que esas milicias rechazaran las invasiones inglesas. El indigenismo de Moreno será compartido por sus compañeros Castelli y Belgrano, por Artigas, así como también por San Martín. No era un indigenismo filantrópico y declarativo sino basado en medidas concretas que intentó implementar desde el gobierno revolucionario, generando una reacción explosiva en las racistas clases dominantes criollas.

Además del problema indígena, en Chuquisaca Moreno estudió francés e inglés para leer los libros de la biblioteca de Terrazas. Entre otros estudia a Montesquieu, Voltaire, Diderot, Locke y el abate Mably. De todos ellos, prefiere a Jean-Jacques Rousseau. Al igual que don Simón Rodríguez, Moreno se nutrirá a lo largo de su corta y afiebrada vida política del autor de El contrato social, interpretado desde una perspectiva igualitarista radical. Años más tarde, ya como ideólogo revolucionario, lo sintetizará afirmando: “Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad” (Mariano Moreno: “Decreto sobre la supresión de honores al presidente de la Junta y otros funcionarios públicos”, La Gaceta de Buenos Aires, 8/12/1810). Tanto en Chuquisaca como en Buenos Aires, Moreno traduce El contrato social. En 1810, la Junta de Buenos Aires publica 200 ejemplares con prólogo suyo. En él afirma: “Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía” (M. Moreno: Prólogo a su traducción de El Contrato Social de J.J. Rousseau, 1810).

Mariano Moreno y su «Plan revolucionario de operaciones»

En 1809, en vísperas de la revolución, Moreno escribe La Representación de los labradores y hacendados, una contestación económica al apoderado del Consulado de Cádiz. En él Moreno se opone al monopolio del comercio ejercido por los españoles y todavía habla “en representación de” los grupos de burguesía criolla. Poco tiempo después usará como máscara la simulada defensa del rey prisionero Fernando Séptimo. No obstante, una vez triunfante la revolución de mayo de 1810, emergerá el verdadero rostro político de Moreno, quien a partir de allí deja de hablar, escribir y actuar “en representación de” para desbordar con nitidez el estrecho límite de los comerciantes y hacendados criollos. En la pirámide social del Río de la Plata había: (a) funcionarios coloniales, (b) comerciantes monopolistas españoles, (c) alto clero, (d) hacendados y comerciantes criollos, (e) profesionales y artesanos, (f) transportistas y pulperos, (g) plebe, castas, gauchos, trabajadores, jornaleros, mestizos, indígenas, negros (esta franja engrosará las milicias patriotas). El enemigo principal era (a), (b) y (c). En La Representación (antes de 1810) Moreno habla en nombre del grupo (d). A partir de la revolución y del Plan revolucionario de operaciones Moreno interpela como sujeto principal a los grupos (e), (f) y fundamental (g). Tanto en sus 46 artículos de La Gaceta de Buenos Aires, en sus decretos e instrucciones a los “Ejércitos Auxiliadores de los Pueblos” como principalmente en su Plan, Moreno sintetizará uno de los proyectos estratégicos continentales más ambiciosos y radicales del partido revolucionario de los patriotas latinoamericanos. El 28/5/1810 la Junta toma la resolución de confeccionar un plan. Moreno lo termina de redactar el 30/8/1810. Su título será Plan de las operaciones que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia. Ese Plan proporciona perspectivas estratégicas a nivel macro y detalladas medidas tácticas para la emancipación latinoamericana. Sugiere dividir al enemigo y crear alianzas propias (internas y externas), combinando la violencia extrema (explícitamente recomienda “cortar cabezas y verter arroyos de sangre” de los enemigos para fundar un nuevo orden revolucionario) con numerosas medidas destinadas a crear consenso en el seno de los sectores pobres y el campo popular (los sectores (e), (f) y fundamental (g)).

En ese Plan estratégico para la revolución de independencia, auténtico programa político, económico y social de alcance y perspectiva explícitamente continental, Mariano Moreno propone abolir la esclavitud de los negros y la servidumbre indígena, prohibir la tortura, ajusticiar a los principales jefes colonialistas y a los cabecillas de la contrarrevolución, no respetar la propiedad privada y expropiar las grandes “fortunas acaudaladas”, confiscar todos los bienes, los buques y las haciendas enemigas, crear el monopolio estatal de las minas de oro y plata y otros recursos naturales fomentando la industria nacional, establecer el control estatal de cambios y de exportación de capitales, asegurar el férreo control —con herramientas tributarias— de la circulación de capitales y la nacionalización del comercio exterior, entre otras medidas. También se proponía expandir de manera fulminante la revolución a la Banda Oriental (hoy Uruguay), Río Grande do Sul (hoy Brasil), Misiones y Paraguay, el Alto Perú (hoy Bolivia), Perú y Chile, no invadiendo ni conquistando sino organizando en cada región insurrecciones y milicias armadas bajo la doctrina revolucionaria del pueblo en armas que siguiendo sus instrucciones intentaron llevar a la práctica Juan José Castelli y Manuel Belgrano, sus mejores compañeros.

El programa político-militar de Mariano Moreno

El proyecto morenista —sintetizado en su Plan revolucionario de operaciones y en la doctrina de pueblo en armas — era muy ambicioso. Abarcaba lo económico, lo social, lo político, lo cultural y lo políticomilitar. Como jefe político y Secretario de Guerra de la Primera Junta de Buenos Aires, Mariano Moreno trató de realizar ese Plan a través de las primeras campañas independentistas del cono sur latinoamericano. Principalmente las dos expediciones militares de los Ejércitos Auxiliadores de los Pueblos que marcharon al Alto Perú (la primera bajo dirección de Castelli siguiendo instrucciones de Moreno, luego habrá otras tres expediciones posteriores) y también hacia el Paraguay-Banda Oriental (al mando de Belgrano, igualmente con instrucciones de Moreno). El mando militar estaba sujeto al político y éste a la Junta a través de la Secretaría de Guerra de Moreno. En ambas el proyecto morenista combinaba la lucha anticolonial con la promoción de cambios profundos en las relaciones sociales (abolición de esclavitud y servidumbre junto a reparto de tierras).

Su doctrina de pueblo en armas tiene antecedentes. En 1806 y 1807 hubo dos invasiones inglesas a Buenos Aires, ambas rechazadas. Desde allí se forman milicias populares. En julio de 1808 Moreno redacta para el Cabildo de Buenos Aires un pedido al rey de 10.000 fusiles para ser distribuidos en la población ante nuevas amenazas de ataques ingleses o franceses. Es a partir de esta sutil incorporación del pueblo humilde en las milicias —posterior a las invasiones inglesas y oficializadas en 1809— como el sujeto de la lucha por la independencia se va tornando más popular, superando el estrecho límite de los criollos blancos y adinerados. La historiografía oficial y académica de la burguesía argentina (desde el refinado T.Halperin Donghi hasta otros más rústicos) denomina a ese proceso “militarización”, cuando en realidad Moreno la pensaba como el desarrollo de la doctrina del pueblo en armas para la lucha anticolonial. Una vez producida la revolución de mayo de 1810 Moreno, Secretario de Guerra, se convierte en el creador de los ejércitos de la revolución (su primer decreto es del 29/5/1810). Moreno destaca que “las clases medianas, las más pobres de la sociedad” son las que mejor nutren los ejércitos patriotas (Moreno: Gaceta de Buenos Aires, 12/7/1810). El 8/6/1810 decreta la igualdad jurídica de los oficiales del Cuerpo de Indios, Pardos y Morenos con los criollos blancos. Según demuestra Julio Novayo en su libro Mariano Moreno, secretario de guerra, el programa militar morenista es expuesto en varios números de La Gaceta de Buenos Aires (9/8/1810, 23/8/1810, 17/9/1810, 19/9/1810 y 23/10/1810), periódico fundado por Moreno en el cual publica 46 artículos en seis meses. Su doctrina de pueblo en armas proponía: (a) ejército independentista como fuerza ofensiva y expansiva de la revolución contra amenazas exteriores, no para reprimir interiormente; (b) no conquistar sino crear milicias propias en cada región; (c) “Todo hombre es soldado nato, amenazada la patria”; (d) Todos los pueblos —indígenas, criollos, negros, zambos— son iguales, “fundando la base de su igualdad en el mérito contraído en la defensa de la patria”; (e) eliminación de servidumbre indígena y lo más resistido: (f) reparto de tierras (impulsada por Castelli en el Alto Perú y realizada por Artigas en la Banda Oriental). A través de la doctrina de pueblo en armas el principal sujeto social al que interpela el Plan Revolucionario de Moreno son las masas populares movilizadas en las milicias patriotas y los jóvenes radicalizados. Su programa militar independentista — que Castelli y Belgrano llevaron a la práctica— era la prolongación política de su concepción roussoniana, en la cual la soberanía reside en el pueblo. Desde esa perspectiva Moreno, Castelli y Belgrano propusieron y concretaron la emancipación de los pueblos indígenas y la liberación de los esclavos negros.

El horror de la burguesía frente a Moreno

La derrota de Moreno (y la de sus compañeros) es el resultado de una contrarrevolución interna implementada por el sector más conservador de la oligarquía (terratenientes) y la burguesía (comerciantes) de su país. Su principal contendiente, el militar conservador Cornelio Saavedra que defendía a esos sectores, festejó el alejamiento de Moreno (y su muerte inminente, ejecutada por manos inglesas) afirmando: “Como que las cosas han variado de circunstancias, por la reunión de las provincias del Virreinato, también es consiguiente se varíen las resoluciones, esto es se moderen y mitiguen los rigores que hasta ahora se habían adoptado. El sistema robespierriano que se quería adoptar en ésta, la imitación de la revolución francesa que intentaba tener por modelo, gracias a Dios han desaparecido” (Carta de Cornelio Saavedra a Feliciano Antonio Chiclana, Buenos Aires, 15/1/1811). En otra carta a Chiclana, del 29/1/1811 Saavedra se refiere a Moreno como “el malvado Robespierre” cuyas miras eran “hacerse dictador” o “un tribuno de la plebe” (ambas cartas reproducidas en Enrique Ruiz Guinazú: Epifanía de la libertad. Documentos secretos de la revolución de mayo). El 5/2/1811 el Cabildo da la Orden de que se retire de circulación El contrato social (traducido y prologado por Moreno) “por considerarlo pernicioso a las conciencias y perturbador de la paz pública”. Mientras tanto en Oruro, un sacerdote reaccionario apellidado Azcurra, recorre las calles agradeciendo a Dios la caída política de Moreno y gritando en público “Ya está embarcado y va a morir”.

Los ganaderos y terratenientes, defendidos por Saavedra y legitimados por el alto clero, no tolerarán el programa social radical morenista. Ellos querían tan sólo desplazar la burocracia virreinal española, dejando intacta la estructura social colonial, la servidumbre indígena y la esclavitud de los negros. Las clases dominantes criollas lo derrotan y asesinan (en complicidad con la pérfida mano inglesa que lo envenena en alta mar con una dosis de cuatro gramos de antinomio y tartrato de potasa, no recetada por ningún médico, un vomitivo fulminante que le provoca convulsiones y en minutos la muerte). Según el testimonio de su hermano Manuel Moreno, quien llegó al camarote del barco donde agonizaba Mariano: “Aún quedó la duda si fue mayor la cantidad de aquella droga u otra sustancia corrosiva” la que le dio el capitán inglés. Agonizando por el veneno, el ideólogo de la revolución de mayo se dio cuenta de lo que estaba pasando, apenas alcanzó a despedirse de su hermano y familia, de sus amigos y de su patria. Su cuerpo no recibió autopsia y fue arrojado al mar.

Moreno fue envenenado cuando apenas tenía 32 años, el 4/3/1811, por el capitán de la fragata inglesa “Fame”. No tiene tumba. Según relatara en su vejez su hijo, también llamado Mariano, su mamá y esposa del secretario de guerra, doña María Guadalupe Moreno había recibido en su casa (poco antes de que su esposo se embarque) de manos anónimas una caja con guantes negros, un velo y un abanico de luto, anunciándole la futura “muerte accidental” de su marido. La propuesta radical de Mariano Moreno fue derrotada por la oligarquía terrateniente y la burguesía comercial de Buenos Aires que ya desde esa época comenzó a asesinar a los incómodos rebeldes y revolucionarios. Nuestra historia política está repleta de esas “muertes accidentales” y de otros tipos de asesinatos menos disimulados. Un método siniestro que se hizo costumbre en la práctica política de las clases dominantes.

“Esos perversos insurgentes”

Los historiadores de la oligarquía y la burguesía argentinas se horrorizan —hasta el día de hoy— frente a la política de insurgencia y la estrategia continental de Mariano Moreno, convergente con la obra emancipadora de Simón Bolívar y José de San Martín. No pueden aceptar que el fundador de la nación argentina y máximo estratega de la revolución de mayo de 1810 haya sido indigenista y patriota, igualitarista radical (postulando la alianza de criollos, mestizos, negros e indígenas), traductor de Rousseau al castellano y admirador al mismo tiempo de Maximilien Robespierre. Los irrita tanto que, por ejemplo, Paul Groussac, Ricardo Levene y otros historiadores liberales herederos del general Bartolomé Mitre (quien tuvo acceso a una copia del libro, pero sintomáticamente “la extravió” …) han puesto en duda la autenticidad del Plan revolucionario de operaciones.

A su vez, los historiadores argentinos nacionalistas, conservadores, católicos y partidarios de Rosas, también atacan a Moreno por “impío” y “subversivo”, mientras defienden a Saavedra. Para ellos habría continuidad entre Saavedra, San Martín —postulado como católico furioso y represor— y Rosas.

El historiador marxista Rodolfo Puiggrós, en su investigación La época de Mariano Moreno, ha demostrado la autenticidad de ese Plan y de ese programa que marcó a fuego el inicio de la revolución de independencia latinoamericana. Además del análisis riguroso y los argumentos irrebatibles de Rodolfo Puiggrós sobre la autenticidad del Plan, Enrique Ruiz Guiñazú publicó el libro Epifanías de la libertad. Documentos secretos de la Revolución de Mayo donde incluye correspondencia privada, escasamente conocida, de la princesa Carlota Joaquina y el rey español Fernando Séptimo refiriéndose — obviamente ambos horrorizados y espantados— al Plan de operaciones de Moreno. Esa correspondencia, no destinada al gran público sino al intercambio de información al interior de la familia real española, constituye una prueba irrebatible de la existencia y originalidad del Plan, por si acaso no alcanzara con que toda la obra política pública de la Junta durante ese primer año en que Moreno dirige la Revolución coincide plenamente, punto por punto, con las propuestas de dicho Plan. Carlota le escribe a Fray Cirilo de Almada, su agente ante Fernando Séptimo: “Remito la copia de las Instrucciones y de un Plan hecho por los revolucionarios; es bonito, pero nada nuevo para nosotros que los conocemos... Hazle ver (a Fernando) que con esta gente no se vence nada de ella por bien, que es preciso palo y a las cabezas, cabeza afuera”. En otra carta le dice: “No puedo dejar de enviarte las noticias, gacetas y el Plan de los revolucionarios... Los americanos son diablos en figura humana. Intriga refinada es la que los alimenta... Muchas pruebas de ello tengo, además del Plan, doctrina de un doctor Moreno, que hicieron para el método de un gobierno revolucionario”. Su hermano, el rey Fernando Séptimo, le escribe a ella: “También he visto el plan de la revolución de América que me has remitido, el cual demuestra bien la perfidia y maldad de esos perversos insurgentes”.

 

Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/25-de-mayo-de-1810-1811



[1] Fragmento del libro Simón Bolívar y nuestra independencia (Una lectura latinoamericana). Buenos Aires, Editorial Amauta Insurgente, 2013

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