martes, 3 de enero de 2012

NARCISISMO, ADANISMO Y UN MUNDO POR CONQUISTAR


No hay mejor almohada que la conciencia sana.

¡Amen![1]

¡DOS VECES AMÉN! ¿Ese "joven cito" fuera del agua no tendrá ocupación más provechosa?

¿Quién inventó el adanismo? ¡No! ¡No fue Adán Ramones! El comediante que se cree inventor de los Monólogos. Su origen se remonta al amanecer de la propiedad privada y, más tarde, al de los derechos privados, copyright. Así un tal Jehová o Yahvé, tiene su Adán y… su Eva como simple accesorio. Eva en la narrativa bíblica es un objeto decorativo. ¡Hasta la moda en el vestir la inventó la Serpiente! La muy rastrera enreda a Eva y provoca en la adánica pareja vergüenza por la desnudez. Así, desde aquéllos tiempos y mientras dure el macro ciclo clasista, el complejo de Adán y el narcisismo caminan de la mano.

¡Al maestro, cuchilladas! Hay quien mantuvo viva la flama del marxismo. Y hay quienes hacen de la frase castellana norma en su vida. La Verdad sea dicha y otros anti-panegíricos nos recuerdan a Víctor Raúl Haya de la Torre y sus trastornos de personalidad. Entre 1928 - 1930, las limitaciones de clase de Víctor Raúl, sólo toleraban o le permitían “rebatir” con agravios el proyecto de José Carlos Mariátegui. La conducta de Haya y sus epígonos no es poco frecuente; es, en todo caso, el modus operandi del Petit bourgeois siempre oscilante entre los extremos: capital y trabajo.

Haya de la Torre hace más de ochenta años escribió: “Mariátegui no transigirá nunca porque es inválido, porque es cojo y porque es fantaseador.”[2] Hoy, algunos seguidores de la “plañidera narcisista”[3], sueltan la sin huesos, sin mirar el leño que cubre sus pupilas. En un triste espectáculo cuál viejas solteronas -orgullosas de su estéril pureza moral- vociferan a los cuatro vientos: ¡crisis de senilidad! ¡Cobardía!

La ironía es un recurso cuando la necedad de un "argumento" se repite y repite como disco rayado. Albert Camus, alguna vez dijo: La estupidez siempre insiste e insiste. En un medio donde todo es blablabla, narcisismo y adanismo, se dan la mano en relegar y subordinar los proyectos colectivos. Contra las disputas por quién corrió primero o quién es la prima donna hasta los dioses luchan en vano. Hace más de 400 años, el filósofo francés Michel Eyquem de Montaigne dijo: Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis.

El drama de la pequeña burguesía es su ambición y temor. Sueña con poder, riqueza y prestigio; pero, al mismo tiempo, teme la pobreza que la amenaza todos los días. Por su misma naturaleza de clase, defiende la propiedad privada de los medios de producción; pero, simultáneamente, se opone a la liberalización irrestricta de la economía (consciente de su incapacidad para competir). Esa es la base de su reformismo de buen vecino o su radicalismo estéril. La empleocracia vive entre la aspiración de ascenso social y la brutal realidad de estar encadenado a un puesto, sometidos a un jefe incapaz, tan frustrado como ellos. Todos angustiados, todos atrapados sin salida, todos simulando un éxito huidizo. La angustia de la pequeña burguesía, sólo encontrará descanso eterno cuando el curso ineluctable de la vida termine por doblegar sus instintos en la fría tumba de los anaqueles de la historia. Entre tanto, la duda hamletiana consume su inteligencia y, la lucha de clases, los empuja hacia los extremos: burguesía o proletariado. Su protesta incendiaria (desde la extrema derecha o la extrema izquierda) se canaliza a través del dicterio y la diatriba, para ellos los soldados (no las organizaciones) son los culpables de todos los males sociales.

En 1924, cuando Mariátegui regresó al Perú, encontró un movimiento obrero sumido en disputas fratricidas y sometido a la pequeña burguesía. Su llamamiento, a los révoltè de aquél entonces, da la pauta para salir del pantano (de las riñas por quítame esta paja) y sigue siendo una luz que alumbra nuestro futuro:

La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es, por el contrario, la señal de un periodo avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan ENTENDERSE ante la REALIDAD CONCRETA DEL DÍA. Que no se estrellen bizantinamente en excomuniones y exconfesiones recíprocas. Que no alejen a las masas de la revolución, con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores. QUE NO EMPLEEN SUS ARMAS NI DILAPIDEN SU TIEMPO EN HERIRSE UNOS A OTROS, SINO EN COMBATIR EL VIEJO ORDEN SOCIAL, SUS INSTITUCIONES, SUS INJUSTICIAS Y SUS CRÍMENES.”[4]

Realidad concreta, combatir el viejo orden y entenderse, son las claves de la unidad Mariateguiana. Los verdaderos hombres se entienden en la práctica concreta, en la lucha de clases. Los discursos, las palabras, se las lleva el viento. De qué sirven las palabras si no tienen el respaldo de la organización. De qué sirven los grupos si no tienen el respaldo de la lucha concreta. De qué sirven las tendencias si no tienen el respaldo de un proyecto. De qué sirve el proyecto si no brota en medio de una tenaz lucha (ideológica, teórica, política y orgánica) por la hegemonía en el frente de clases. De qué sirve la hegemonía en el frente unido si no tiene el respaldo de la clase obrera organizada en partido.

Parafraseando a Vladimir Ilich Lenin, hoy podemos decir: !Oh Dios mío, qué verdades tan elementales hay que deletrear, cuando se han confundido y embrollado todos los objetivos! ¡No está claro aún! Hay que repetirlo mil veces y aún será necesario volver a repetirlo: unidad en la lucha contra el enemigo común.

De cara al Toro, situase el Diestro en la rectitud de su terreno, avanza agitando la capa dispuesto al Capotazo. Y el torero deja con un palmo en la nariz al buey rojo de furia… En algunas ocasiones, no otra cosa ocurre entre los homínidos. Para qué entretenerse despejando las dudas hamletianas de los que no creen. No insistas. Déjalos bufar y sigue tu camino.

La variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en éste siglo decisivo. Asimismo, las colisiones en la diversidad son ineludibles como inevitable es la necesidad que obligará a la colaboración en la lucha contra el enemigo común. Luchar por el alimento (para el cuerpo y el alma) es el modus vivendi de la especie que impulsa la producción material, la lucha de clases y la experimentación científica. Esta práctica social nos elevó del salvajismo a la civilización y nos permitirá dejar atrás el macro ciclo clasista. Sí Marx y Mariátegui, tenían la certeza que el desarrollo intelectual de la clase obrera, debía ser el resultado inevitable de la acción conjunta y de la discusión.[5] Con mayor razón, se tiene la seguridad que de los escombros de la crisis terminal del modelo civilizatorio (climática, energética, económica, financiera y alimentaria) brotará la nueva organización de la sociedad del futuro. La lucha por el pan, el agua, la educación y la dignidad es el motor que revitaliza el movimiento del futuro en el movimiento del presente. El capitalismo ha saltado los límites del planeta y el instinto de las masas, que casi nunca se equivoca, se orienta de la lucha por la existencia (agua, habitad y alimento sano) a la lucha por la dirección de los procesos de producción y distribución.

Innovar es arriesgar y exponerse al error. Pero, no hay por qué temerle al error. El error forma parte de la historia de la humanidad. Sólo se equivoca el que se atreve a hacer algo. En 1886, Friedrich Engels, al hacer un recuento de sus experiencias con Marx, recomendaba a los alemanes, cómo si les estuviera hablando a los peruanos del siglo XXI: “Lo que debieran hacer los alemanes es elevarse hasta su propia teoría –si la comprenden, como lo hicimos en 1845 y 1848–, entrar en todo movimiento obrero real, ACEPTAR SUS PUNTOS DE PARTIDA PRÁCTICOS Y CONDUCIRLOS GRADUALMENTE AL NIVEL TEÓRICO, señalando cómo todo error cometido, todo revés sufrido, es consecuencia necesaria de las concepciones teóricas erróneas del programa original…”[6] Efectivamente, qué nos impide vincular nuestra crítica con la crítica de la política, qué nos impide tomar partido en política, qué nos impide renovar la política, qué nos impide participar en luchas reales e identificarnos con ellas. ¡Nada! Nada nos impide innovar la organización y sus formas de lucha. Innovar es reinventar la política. Innovar es reinventar la organización. Innovar es reinventar el Perú, ese Perú de todos los trabajadores, ¿qué esperamos?

Renovarse o morir es la disyuntiva del presente. El siglo XXI será conocido como el siglo de las innovaciones. Organización que no se renueva está llamada a desaparecer. Sin innovaciones no hay renovación. Sin renovación no hay nuevos procesos ni nuevos conceptos. Atreverse a ser visionarios no es sólo pensar diferente, no es sólo una nueva manera de ver las cosas, sino, sobre todo, una manera de REALIZARLAS. ¡Atreverse a mover las ideas del plano conceptual al plano de la realidad! ¡Ese es el punto! ¡Qué cada quién experimente sus ideas o proyectos! Que 100 flores florezcan y cien escuelas de pensamiento compitan, que cada grupo o tendencia realice lo que tenga que realizar combatiendo el viejo orden social, sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes. Así, la práctica y sólo la práctica, marcará la diferencia entre cien mil escuelas en el circo agonal de la vida. Y bien, tenemos un mundo por conquistar, ¿qué nos detiene? ¡Nada! ¡Absolutamente nada!

Tacna, 01 de Enero 2012

Edgar Bolaños Marín

[1] Un provocador Amén, el de Gustavo Pérez, da origen a éstas breves notas que probablemente saquen más de una cana, si es que todavía tienen cabello. Gustavo Pérez explica su ¡Amén! El señala que el Amén viene al cuento por “el aire clerical, solemnemente religioso del título: La Verdad sea dicha. Me hizo recordar –dice– las arengas del MOVADEF que son recitadas como oraciones religiosas (19.12.2011)”. (Véase: Gustavo Pérez Hinojoza, Domingo, diciembre 18, 2011 4:00 P.M., Re: [foro_centenario] LA VERDAD SEA DICHA.) Ese aire clerical –hasta “ANGELICAL” diríamos – que hace referencia Gustavo, nos recuerda la unción o devoción de los “testículos de Mariátegui” –como los calificara el irreverente poeta Ayacuchano Artidoro Velapatiño Castilla– de la década de los ochentas del siglo pasado.

[2] Carta de Haya de la Torre a Eudocio Ravines, 19 de febrero de 1929

[3] Carta de Esteban Pavletich a JCM, México 12 abril 1930

[4] JCM, El 1º de Mayo y el Frente Único, Mayo 1924

[5] F. Engels, Prefacio a la edición Alemana de 1890 del Manifiesto Comunista.

[6] Carta de Engels a Florence Kelley Wischnewetski, 28 diciembre 1886

No hay comentarios:

Publicar un comentario