Prólogo
Al libro: Ezequiel Urviola y el indigenismo puneño
Del historiador Augusto Ramos Zambrano. (Aún inédito)
El renombrado historiador inglés Eric Hobswaum empezó una conferencia en la Universidad de San Marcos con un aforismo inglés: hablar en el Perú de movimientos campesinos es como llevar carbón a la mina ( to carry coals to Newcastle).
El aserto de Eric de que el Perú es una mina lo ha corroborado Augusto Ramos Zambrano, un experto cateador de movimientos campesinos en el emporio puneño con su libro: Ezequiel Urviola y el indigenismo puneño. Ramos escribe sobre Puno y desde Puno, como ya lo observara el inteligente y valiente historiado Alberto Flores Galindo, en el prólogo a Tormenta altiplánica un precioso libro de Augusto Ramos.
Hasta ahora Ezequiel Urviola es un ilustre desconocido, mas no en la ciudad de Azángaro. Ahí llevan su nombre un colegio, una avenida, un mercado, un equipo de fútbol, un coliseo, etc, etc. Bueno, pero, ¿quién es Urviola? Aquí un pequeño adelanto a la lectura del libro. Urviola es integrante de una promoción de dirigentes indígenas puneños del primer cuarto del siglo pasado que se enfrentaron al gamonalismo imperante.
Urviola transmutó de misti a runa. Es un suceso insólito. Si Urviola hubiera sido un runa que ha escalado hasta devenir en misti no hubiera llamado tanto la atención. Urviola ha trascendido, sobre todo, por haber dirigido el enfrentamiento al poder del gamonalismo y ofrendado su vida con valentía. Si no hubiera sido por Mariátegui, quien lo calificó como el indio revolucionario, no hubiéramos reparado en Urviola. Y gracias a Urviola, Ramos me ubicó para pergeñar el prólogo a su obra; pues, en 1969 di a conocer en Lima a Ezequiel Urviola a través de la revista Campesino. Ahora, gracias al presente texto, estamos mayormente informados de tan ilustre personaje.
El escenario donde se desenvolvió Urviola fue una sociedad agrocéntrica y feudalizada; aunque articulada en condiciones de subordinación al capitalismo imperialista inglés, país que llevó a cabo su Revolución industrial en el siglo XIX. Los capitalista, propietarios de las usinas textiles inglesas, demandaban, a escala planetaria, el aprovisionamiento de materias primas. Inglaterra se convirtió en un país importador de materias primas y exportador de productos maquinofacturados. Los precios en el mercado mundial se establecían en la bolsa de Liverpool. La demanda externa de lana de ovino y principalmente de fibra de alpaca dinamizó la región del sur andino y exacerbaron los conflictos sociales. Las fluctuaciones de los precios de Liverpool repercutía en el último eslabón de la articulación: las chozas de los pastores de puna, criadores de alpacas y ovinos.
El feudo puneño de esa época fue una unidad de producción en donde las funciones públicas están privatizadas. El latifundista o gamonal es juez, jefe de milicias, administrador con una jerarquización burocrática en el interior del latifundio; frecuentemente, ocupaban puesto de autoridad provincial o departamental; así como también en el congreso de la república. La circunscripción del latifundio era un Estado dentro de otro Estado. Sus siervos o colonos están adscritos a la tierra. Si se transfiere la propiedad de la tierra, también se transfieren los colonos. Los colonos no tienen libertad de tránsito.- El único que es libre es el gamonal, el propietario del latifundio; latifundio que es su fuente de poder. El gamonal es el único que tiene la potestad de esquilmas a sus colonos. Y como tal, no permite que otro gamonal, el juez, el sacerdote ni los subprefectos exploten a sus colonos. Tampoco que fuesen reclutados (“levados”) para el servicio militar. Por eso algunos gamonales se auto percibían como “protectores de los indios”. Los latifundistas, además de la suntuosa casa/hacienda, poseen también una casa en la capital de la provincia o del departamento y/o en la ciudad de Arequipa. También tuvieron sus casas en Lima los Lizares Quiñonez de Azángaro y Agustín Tovar de Chucuito.
Diseminadas en la sociedad rural están las parcialidades o comunidades de indios; comunidades que están asediadas por los gamonales que están en perpetua expansión de sus haciendas. Las diversas modalidades de usurpación de tierras por los hacendados están relatadas por Augusto Ramos, quien, además de historiador es abogado; y describe, con conocimiento de causa, las “leguleyadas” de los hacendados para apropiarse “legalmente” de las tierras de los indios.
A pesar de que los indios sabían por experiencia vivida que el Estado no los representaba ni les ofrecía garantías para protegerlos de las usurpaciones de sus tierras y de la violencia ejercida contra ellos; ni tenían dinero y eran monolingües quechuas, como para sostener un largo juicio, dieron algunas batallas legales defendidos por abogados probos y generosos .
A la par de las batallas legales también apelaron a la violencia en el intento de defenderse de la usurpación de sus tierras o de recuperar las tierras ya usurpadas; además, también para defenderse de los atropellos que eran víctimas de las milicias organizadas por los gamonales en sus feudos.
En tal sentido, no debe perderse de vista que todo movimiento campesino es ilegal, está al margen de la ley. Los movimientos campesinos que lograban triunfar a nivel local o regional fueron, ulteriormente, derrotados por las FF.AA. gubernamentales. Todas las revueltas, todas las tempestades del indio, han sido ahogadas en sangre. A las reivindicaciones desesperadas del indio les ha sido dada siempre una respuesta marcial (Mariátegui, 7 Ensayos…). Sin embargo, poco a poco fueron horadando el andamiaje del gamonalismo. Sin esos movimiento campesinos, no se hubiera liquidado, en perspectiva, el latifundio en Puno.
Ramos como todo acucioso trabajador intelectual ha revisado las tesis de los graduandos de la Universidad de San Agustín de Arequipa referidas al llamado problema del indio que aún no han sido consultadas por otros investigadores. Además, ha acopiado una vasta bibliografía y exhumado valiosos documentos que tal vez hubieran permanecido eternamente sepultados o desparecidos. Dichos textos deben conforman el acervo histórico de la nación. Los investigadores tanto nacionales como extranjeros, tienen a mano la información necesaria para enriquecer sus investigaciones.
Aparte de las solicitudes de Ezequiel Urviola, figuran valiosos documentos; mencionaré únicamente tres: el Informe de Remigio Franco a Zulen sobre el ataque vandálico a la misión adventista de la Parcialidad de Platería encabezado por el fanático y prepotente obispo Valentín Ampuero. La carta de José Riva Agüero y Osma a Francisco Choquehuanca Ayulo; en la etapa juvenil y contestataría de Riva Agüero y que es poco conocida. Fue a propósito de la excomunión de Chuquihuanka por el obispo Ampuero. Y el tercer documento es la carta de José Antonio Encinas a Francisco Choquehuanca con motivo de su jubilación del poder judicial.
Con la perspicacia que caracteriza a un investigador, Ramos ha registrado valiosos datos en torno a la biografía de Chukihuanca. Aprovecha la prestigiosa y valiente figura de Choquehuanca y de ilustres personajes puneños para hacer un deslinde esclarecedor frente al indigenismo cusqueño; pues el indigenismo puneño no fue únicamente, teórico o literario; sino militante dentro de las acciones reivindicativas de los indios.
Quiero resaltar de los movimiento campesinos que comprende la obra de Ramos los de la provincia de Pucará: Huapará, Huayta y Calapuja; y, también el movimiento campesino de Hanccoyo en la provincia de Sandia; son todos desconocidos por la historiografía nacional.
Otro de sus numerosos aportes son las fotografías que ilustran el libro. Pero, ahí no quedan sus aportes. Otro más de sus aportes es en torno a la biografía de José Domingo Choquehuanca. Ramos, como buen lampeño, y no desarraigado, conoce su tierra como ningún otro historiador de los movimientos campesinos.
Creo que Augusto Ramos, con su recia contextura quechua, aún tiene vigor para sorprendernos próximamente con un nuevo libro para deleite de todos los que nos interesamos por conocer los antecedentes que han dado origen a la presente realidad de nuestro querido Perú.
Antonio Rengifo Balarezo
rengifoantonio@gmail.com
Lima, 12/05/2011
Ezequiel Urviola, como dijo Mariátegui, fue la "chispa de un incendio por venir". Acabo de concluir una novela donde utilizo la ficción para recrear la lucha que emprendió Ezequiel Urviola tanto en el Altiplano como en Lima. Noi leí el libro del Dr. Ramos; una hojeada apenas del esbozo escrito por Antonio Rengifo. La situación del escritor de una novela histórica es tener la menor cantidad de datos reales, a fin de tener a la mano el vuelo de la imaginación. Para bien o para mal, ya está la novela y pronto saldrá publicada.
ResponderEliminarFeliciano Padilla
fpch2001@yahoo.es
Soy hija del Dr. Augusto Ramos Zambrano y mi padre hizo una profunda investigación sobre Ezequiel Urviola, un gran líder indigenista. Tuve la suerte de ayudarlo en el desarrollo del último libro que escribió sobre Urviola y que está en el Congreso a punto de ser editado e impreso. Les diré que mi padre reunió una serie de datos sobre Urviola más aún siendo éste gran amigo de mi tío Abuelo Jorge Ramos Ferrandiz, quien le ayudo en un momento a contar parte de su vida.
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