jueves, 19 de enero de 2012

HUNGRÍA COMO SÍNTOMA


http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120119/54245079997/lluis-foix-hungria-como-sintoma.html

Hace más de diez años, la tercera vía de Anthony Giddens que inspiró el nuevo laborismo de Tony Blair parecía haber encontrado el remedio para una izquierda que no se había repuesto de los efectos devastadores que representó emocional y políticamente la caída del muro de Berlín. El canciller Schröder declaró públicamente por entonces que la política económica ya no es de derechas ni de izquierdas, sino buena o mala.

Cuando el antecesor de Merkel hizo esta declaración, once de los quince gobiernos de la Unión Europea eran socialistas. El transcurso del tiempo ha demostrado que cada vez que se han abierto las urnas la izquierda iba desapareciendo del mapa y se quedaba sin poder. Con la excepción de Dinamarca, el efecto dominó de gobiernos conservadores ha ido tiñendo de azul el mapa político europeo.

Es una ley universal en la política democrática el echar a los gobiernos cuando lo hacen mal o cuando el cansancio se apodera de los electores cuando un partido lleva excesivo tiempo en el poder.

Siguiendo esta misma ley no escrita, cabría pensar que si los que han sustituido a los gestores mediocres no consiguen resolver los problemas más apremiantes de los ciudadanos, van a ser severamente castigados por las urnas cuando se presente la primera ocasión. En este sentido será interesante ver qué pasa en Francia en las presidenciales del mes de mayo.

Es cierto que la crisis que galopa mundialmente no entiende de gobiernos de derecha o de izquierda. Lo más inquietante no es que en Europa no se tenga confianza en las alternativas de izquierda, sino que se tema más la deriva populista y de derecha extrema que están adoptando países como Hungría, que ha sido objeto de una acción legal por parte de Bruselas por no cumplir los requisitos mínimos establecidos en la tradición y en los tratados de la Unión.

El primer ministro Viktor Orbán ha aprobado una Constitución en la que se restriñen las libertades cívicas y la libertad de prensa, se ha anulado la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y se autoriza al primer ministro a gobernar por decreto. Un sentimiento antieuropeísta se extiende por otros estados de la Mitteleuropa que han sido duramente castigados por la crisis global.

Polonia es la excepción. El Partido de Ley y Justicia, que ejerció todo el poder de la mano de los dos gemelos Kaczynski, no ha ganado unas elecciones desde 2007 y en las que se celebraron en octubre revalidó la victoria la Plataforma Cívica de Donald Tusk, un partido proeuropeo y pragmático.

Los vientos que soplan en Bulgaria, Rumanía y Chequia no son muy favorables a la UE. Un clima de nacionalismo extremo, con inquietantes pinceladas antisionistas o antigitanas, se detecta en varios países que formaron parte del pacto de Varsovia.

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