miércoles, 21 de marzo de 2012

PARA TEJER LA RED -1


EL CEREBRO Y EL MITO DEL YO

CONTENIDO
Prefacio del autor
Prólogo Literario
La Primacía motora y la organización de las redes neuronales: El pensamiento como movimiento interiorizado
1.- Utilizar la mente para entenderla
2.- La predicción es la función primordial del cerebro
3.- La interiorización de los universales mediante la interiorización de la motricidad
4.- Las células nerviosas y sus personalidades
5.- Lo que nos enseña la evolución del ojo
6.- El mito del yo
7.- Patrones de acción fijos PAF. Módulos automáticos cerebrales que generan movimientos complejos
8.- Las emociones como PAF
9.- Del aprendizaje y la memoria
10.Las cualias desde el punto de vista neuronal
11.El lenguaje como hijo del pensamiento abstracto
12.¿La mente colectiva?
Bibliografía
Indice


El cerebro y el mito del yo
El papel de las neuronas en el pensamiento
y comportamiento humanos
Rodolfo R. Llinás.
Prólogo literario: Gabriel García Márquez
Traducción: Eugenia Guzmán
Grupo Editorial Norma 2002
Bogotá, Barcelona, Buenos Aires, Guatemala, Lima, México,
Panamá, Quito, San José, San Juan, Santiago de Chile, Santo Domingo
348 págs. 14.5 x 23.5 cms


PRESENTACIÓN DE LA EDITORIAL

En El cerebro y el mito del yo, Rodolfo Llinás, uno de los padres de la neurociencia moderna, presenta un original punto de vista de la evolución y la naturaleza de la mente. De acuerdo con Llinás, el “estado mental” evolucionó para permitir las interacciones predictivas entre las criaturas vivas con movimiento y su medio ambiente. El autor ilustra la evolución temprana de la mente a través de un animal primitivo, la ascidiácea, un tunicado cuya forma larval adulta tiene un ganglio similar a un cerebro que recibe información sensorial acerca del medio ambiente circundante. La forma adulta de este animal se adhiere a un objeto estacionario y digiere la mayor parte de su cerebro, lo cual sugiere que el sistema nervioso evolucionó hasta permitir el movimiento activo de los animales. Para moverse con seguridad en el medio ambiente, una criatura, cualquiera que ella sea, debe prever el resultado de cada uno de sus movimientos con base en los datos que le llegan por los sentidos. Por tanto, para Llinás la capacidad de predicción es probablemente la función primordial del cerebro, hasta el punto de que podría decirse que el “sí mismo” es el centro de la predicción.

El núcleo de la teoría de Llinás es el concepto de oscilación. En muchas neuronas, la actividad eléctrica se manifiesta como variaciones oscilatorias representadas por oscilaciones de mínimo voltaje a través de la membrana celular. En los picos de esas oscilaciones se presentan eventos eléctricos mayores, que son la base de la comunicación entre las neuronas. Como cigarras que suenan al unísono, los grupos de neuronas, a su vez, oscilan en fase con otros grupos distantes, creando una especie de resonancia. Esta simultaneidad de la actividad neuronal es la raíz de la neurobiología de la cognición, y aunque el estado interno que denominamos “mente” es guiado por los sentidos, también es generado por esas oscilaciones dentro del cerebro. Es así como, de cierta manera, podría decirse, según Llinás, que la realidad no sólo está “allá, afuera”, sino que vivimos en una especie de realidad virtual. (…)

PREFACIO DEL AUTOR (RODOLFO LLINÁS)

Este libro nació de una serie de conferencias en la Universidad de St. Andrews en Escocia, donde fui generosamente invitado en 1989. (…)

Este libro presenta una perspectiva personal de la neurociencia, dirigida a una audiencia general, así como a estudiantes y a aquellos colegas que puedan disfrutar de una síntesis tentativa. Este punto de vista general se ofrece desde la perspectiva de un fisiólogo especializado en estudios unicelulares, quien se interesa por la integración neuronal y la transmisión sináptica. Esta posición es privilegiada, porque se sitúa en un lugar intermedio entre el dominio de lo molecular y de lo sistémico y en lo que se relaciona con la función cerebral.

Algunas neuronas aisladas son tan grandes (un décimo de milímetro), que pueden observarse con el poco aumento dado por una buena lupa y disecarse a mano con alfileres. En el nivel del micrómetro, dimensión inferior a la anterior por un par de órdenes de magnitud, encontramos la escala de la transmisión sináptica. Dimensión en la cual se requiere un buen microscopio para visualizar, por ejemplo, las sinapsis en la unión entre el nervio y el músculo. La microscopía electrónica permite una resolución visual que supera a la anterior por dos órdenes de magnitud, o sea, permite observaciones al nivel de décimos de nanómetros, lo que nos lleva al dominio de los canales iónicos y de la transducción de señales, es decir a la bilogía molecular.

Por otro lado, al aventurarnos en dos órdenes de magnitud por encima de las dimensiones de la fisiología unicelular y del aumento de baja resolución, nos encontramos con el nivel del centímetro, es decir en el mundo de los sistemas neuronales, que es la escala de las monedas, de los botones y de las uñas. Si ascendemos otros dos órdenes de magnitud, llegaremos a la escala del metro y al mundo de la motricidad y de la cognición que nos caracteriza a los humanos. Es decir, llegamos al dominio de las sillas, de los teléfonos y de otros objetos que se pueden llevar en la mano o bajo el brazo. (…)

Probablemente sabemos que el riesgo de fracaso es el costo que debe pagarse para llegar a una síntesis, sin la cual tan sólo se tienen grandes cantidades de pedazos de cosas.

PRÓLOGO LITERARIO (GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ)

Conocí a Rodolfo Llinás hace unos diez años, en Bogotá, cuando formábamos parte de un grupo de pedagogos colombianos convocados por el gobierno para intentar una reforma orgánica de la educación. Acepté sin autoridad ni convicción, sólo por no parecer contrario a una iniciativa del presidente César Gaviria, y al buen ejemplo de veinte compatriotas bien escogidos. Me animaba además la esperanza de que los resultados disiparan mis dudas congénitas sobre la enseñanza formal. (…)

Al término de dos semanas me pareció que habíamos hecho un trabajo meritorio, pero lo más importante para mí -como escritor- fue lo mucho que había aprendido en mis conversaciones marginales con Llinás, y haber llegado a la conclusión de que teníamos en común la desmesura de nuestros propósitos personales. (…)

En Australia, donde hizo su doctorado en fisiología, Llinás se empeñó en el estudio de las células nerviosas con el deseo de entender las enfermedades cerebrales que entonces no podían curarse. Y mucho más con su creatividad voraz. Sin embargo, su lucha continúa con lo que ha sido siempre el tema central de nuestras conversaciones: cómo es que pensamos y qué es ser conscientes. Él, como científico, y yo, como escritor, ansiamos que el ser humano aprenda por fin a entenderse a sí mismo, que es un tema científico eminente cuya belleza se confunde con la poesía. “El cerebro es una máquina para soñar”, ha dicho él. Es el órgano maestro que en realidad revela la verdad de las cosas: cuáles son verdes y cuáles son rojas, por ejemplo, pues en el mundo no existen los colores como los percibimos y apreciamos, sino ciertas frecuencias que interpretamos como colores. Lo mismo que el dolor que nos producen las espinas. “¿Pero es que fuera de mi cuerpo existe el dolor?”, se pregunta el mismo Llinás en voz baja. “No: es una invención de mi cuerpo para ponerme en guardia contra el dolor que él mismo ordena y puede reproducir durante el sueño y casi con la misma claridad” En realidad, ver, oír, y sentir son propiedades del cerebro que los sentidos limitan y ordenan. De allí podemos vislumbrar dos planteamientos esenciales: cómo es que pensamos y qué es ser conscientes, y la única manera de entender el mundo en que vivimos es que empecemos por fin a entendernos a nosotros mismos.

Ésa es la esencia de El cerebro y el mito del yo, este libro maestro en que Rodolfo Llinás propone la tesis casi lírica de que el cerebro, protegido por la coraza del cráneo, ha evolucionado hasta el punto de trasmitirnos imágenes del mundo externo que -a diferencia de las plantas arraigadas- nos permite movernos en libertad sobre la tierra. Más asombroso aún: son ensueños regidos por los sentidos en la oscuridad y el silencio absolutos, que al ser elaborados por el cerebro se convierten en nuestros pensamientos, deseos y temores. O -como pudo decirlo Calderón de la Barca- es el milagro racional de soñar con los ojos abiertos.

Hace unos meses, cuando Llinás me habló por primera vez de este libro, lo encontré tan radiante por la madurez de sus conclusiones, que me atreví a provocarlo con la pregunta de siempre: “Y entonces, ¿en qué punto estamos?” Y él me contestó con una convicción muy suya:

-Ya es bastante saber que la realidad es un sistema vivo y que hemos llegado al punto prodigioso de saber que somos parte de él.

Ansioso, me atreví a arriesgar una última provocación creativa:

-¿Pero no te parece que todavía es un poco descorazonador?

-Tal vez -me contestó impávido-, pero ahora empezamos a tener el consuelo irrebatible de que quizá sea la verdad. (…)

-.o0o.-

Nota.- Por el Contenido se puede ya apreciar la valía de los temas tratados en este libro pionero de la neurociencia. El Prefacio del Autor y el Prólogo de García Márquez nos ensanchan esta primera visión. En la colaboración de Intelectuales, de Activistas, también se expresa una red, red de solidaridad donde siempre hay el riesgo del fracaso, pero sin ella sólo se tiene grandes cantidades de pedazos de cosas. (1-4)

Ragarro
21.03.12

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