Jueves, 27 de septiembre de 2012
Les transcribo unas palabras de Alberto Montero,
pronunciadas en el coloquio “De la crisis del euro al rescate. El debate de la
izquierda ante la crisis” que tuvo lugar el 22 de septiembre en el marco de la
Fiesta del PCE. Para leer toda su intervención pueden hacerlo en las páginas
de Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=156688.
Aquí van las palabras de Alberto Montero: “La primera
cuestión que quisiera plantear es la más básica de todas, y es que cuando
hablamos del proyecto europeo, cuando hablamos de la crisis en Europa y de las
crisis del euro, nos olvidamos de lo principal. Y es que el euro está contra la
Europa en la que todas y todos creemos. El euro es un proyecto que ha permitido
a las élites económicas, tanto industriales como financieras europeas, cooptar
a la clase política tanto a nivel europeo como estatal y ponerla al servicio de
un proyecto de rentabilización de los capitales en el cual la clase trabajadora
no tiene nada más que cosas que perder. Si no entendemos que la Europa del euro
no es nuestra Europa, no podremos enfrentarnos adecuadamente a esta crisis.
Plantear que hay que rescatar a Europa y rescatar al euro, y olvidarnos de eso,
es echarnos piedras sobre nuestro tejado”.
El primer error en el que incurre Alberto Montero es que
presenta como un hecho particular un hecho que es general. Afirma que el
proyecto del euro beneficia específicamente a las élites económicas, pero en
verdad cualquier mecanismo económico en el marco de las relaciones capitalistas
beneficia a las élites económicas capitalistas: cualquier clase de moneda nacional,
cualquier clase de mercado, cualquier clase de división de trabajo, el sistema
de crédito, etc. Afirma que el poder económico coopta al poder político y lo
pone a su servicio, y eso sucede siempre: tanto en periodos de crisis como en
periodos de bonanza.
El segundo error en el que incurre Alberto Montero es que
habla del euro como una cosa y no como una relación social. Acabar
con el euro no supondría de antemano mejorar las relaciones económico-sociales
entre los españoles. El dinero es la expresión última de las relaciones
económico-mercantiles de una comunidad y el euro no puede ser sino lo mismo: la
expresión última de las relaciones económico-mercantiles de las sociedades
miembros de la Unión Europea. Para acabar con el euro habría que liquidar un
sinfín de relaciones económicas entre los 501 millones de personas que
constituyen dicha unión. Y como es fácil de observar esta
tarea es imposible de realizar.
El tercer error que comete Alberto Montero es no observar
que la tendencia inevitable en el mundo actual es la regionalización de la
economía. EEUU, Rusia y China ya representan de por sí poderosas regiones
económicas. El único modo en que España, Alemania, Francia, Italia y el resto
de los países miembros de la UE pueden competir con aquellas grandes potencias
es como mercado común, como moneda común, no de forma individual. En la
historia es un error mirar hacia atrás. No sólo conduce al pesimismo sino en
ocasiones a pensamientos y políticas reaccionarias.
Y el cuarto error en el que incurre Alberto Montero es que
habla de la clase obrera como una totalidad abstracta. Dentro de la clase
obrera hay que distinguir muchos sectores y capas. En primer lugar hay que
distinguir entre los que tienen un empleo y los que están en el paro, y en
segundo lugar hay que distinguir entre los que ganan buenos y medianos sueldos
y los que ganan el salario mínimo. A todos no afecta por igual la actual crisis
y todos no están del mismo modo en contra del sistema capitalista. Sin duda que
una buena parte de los sectores y capas de la clase trabajadora mejor pagados
está contenta con el sistema capitalista.
No se trata de la Unión Europea que la izquierda radical
desea, sino de la que es posible de
acuerdo con la actual correlación de las fuerzas políticas. No digo que no
debamos criticar las políticas neoliberales, pero no debemos hacerlo desde la
perspectiva de los deseos sino desde el poder político que tenemos. Y desde ese
poder la defensa de una salida del euro es pura utopía. No se trata de si el
euro es inviable, sino del poder que pueda aglutinar la izquierda para
construir una Europa liberada del poder financiero.
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