domingo, 11 de noviembre de 2012

POLÉMICA PALINGENÉSICA: LOS CRUZADOS: ¿MARXISTAS O CATECÚMENOS" (PARTE 2)






Por EUSEBIO LEYVA



En nuestro anterior mensaje hicimos una síntesis sumamente apretada de la diferencia abismal que separa al marxismo entendido como una ciencia con su método dialéctico en constante desarrollo y el marxismo concebido como un manual, como un catecismo.

La aplicación del método dialéctico en diferentes  áreas  de la experiencia humana, son numerosas y variadas, pero lo que nos interesa en esta discusión es lo relativo a la sociedad humana.

Así como la Naturaleza es dialéctica y se  rige por las leyes de la dialéctica, las sociedades humanas también lo son. 

Corresponde pues a los marxistas consecuentes el estudio científico mediante la aplicación del método marxista a la realidad, para conocerla y para transformarla.

Tomemos el ejemplo de Lenin. 

Hemos repetido hasta la saciedad en esta discusión la manera como a lo largo de su actuación política en la Rusia de inicios del siglo XX, “hizo marxismo”

Toda la gigantesca e imparangonable producción  intelectual revolucionaria de Lenin se fue construyendo como resultante de las contradicciones que encontraba en su camino hacia la transformación revolucionaria de la sociedad. 

A cada paso  el genial discípulo de Marx y Engels, armado con el método del materialismo marxista analizaba y sintetizaba la realidad que tenía en frente, buscando la verdad, la salida, la solución más correcta para los intereses del proletariado en los hechos.

Esta su praxis fue la herencia que recibió el proletariado internacional y los militantes socialistas del mundo, bajo la forma de “libros, cartas, discursos, ensayos, artículos, estudios, etc.”

Lo que nos legó V.I. Lenin fue pues su vastísima experiencia revolucionaria  producto de la aplicación del método marxista a la realidad concreta y específica de la Rusia, en  diversas situaciones concretas que se le presentaban al movimiento obrero. Así “hizo marxismo”.

A V.I Lenin jamás se le pasó por la cabeza que lo que él hacía, en relación a Marx y Engels, era sólo “compartir una misma concepción del mundo” y nada más. 

Es decir que sólo compartía con ellos una idea general del universo, de la materia y las leyes que las rigen, los conceptos relativos a la formación y desarrollo de las sociedades humanas con sus leyes respectivas y nada más, y que lo que él hacía era una cosa cualitativamente diferente y  superior por lo que en consecuencia merecía tener otro nombre para designar una nueva categoría.

Vale decir que todo su accionar no venía a ser en sentido estricto, “marxismo”,  sino algo cualitativamente superior y diferente y que no estaba comprendido, abarcado  por el marxismo, con el que sólo compartía una “común concepción del mundo” y nada más.

A Lenin, a un hombre genial, con capacidades intelectuales muy por encima del promedio, que tenía un conocimiento al dedillo de toda la producción de los intelectuales revolucionarios de su época, que era el hombre que  conocía mejor que nadie el inmenso legado intelectual de Carlos Marx, su ciencia y su método, no se le escaparía jamás de los jamases  cosa tan “elemental” de que su legado (sintetizado en sus obras) “no estaba contenido y abarcado en el marxismo”, que lo suyo constituía una cosa diferente “al marxismo” con el que sólo tenía como área de contacto la “visión general del mundo”.

Y esto se dice del hombre que defendió como un león, con garras y dientes el legado de Marx contra todo tipo de falsificaciones y oportunismos. 

Todas las luchas políticas al interior del movimiento obrero revolucionario emprendidas por Lenin fueron en esencia en DEFENSA DEL MARXISMO y como aplicar mejor su método.

Jamás Lenin aceptó que lo que él venía haciendo era otra cosa que la aplicación consecuente del marxismo. Eso está clarísimo y rezuma en toda su obra.

En contra de estas verdades monumentales, 100 años después aparece en un país tropical un  fantoche más tropical aún, que ha pasado los últimos 40 años rumiando textos marxistas, sin vinculación alguna con el movimiento  obrero, que además se siente y proclama, por si y ante si, la encarnación del proletariado revolucionario y afirma lo siguiente:

“el marxismo no abarca el leninismo, pues creer que sí significaría que el leninismo no es un desarrollo del marxismo”[1]

¡! El marxismo no abarca la obra de Lenin.......!!

¡! No quiero ni imaginar que hubiese hecho Ulianov de haber escuchado semejante imbecilidad!!

Pero esto será parte de otro escrito.





[1] Eduardo Ibarra, en Eusebio Leyva y el revisionismo (25.10.12) dice:el marxismo abarca el leninismo sólo en el sentido de que la concepción del mundo de Lenin es la concepción del mundo de Marx y Engels. Pero desde el punto de vista del desarrollo de la teoría marxista, desarrollo derivado de la aplicación del método marxista a las nuevas condiciones y a los nuevos problemas, el marxismo no abarca el leninismo, pues creer que sí significaría que el leninismo no es un desarrollo del marxismo, que el leninismo estaba ya en el marxismo, y, en último análisis, que el marxismo es una teoría anquilosada.”

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