Por EUSEBIO LEYVA
En
nuestro anterior mensaje hicimos una síntesis sumamente apretada de la
diferencia abismal que separa al marxismo entendido como una ciencia con
su método dialéctico en constante desarrollo y el marxismo concebido como
un manual, como un catecismo.
La
aplicación del método dialéctico en diferentes áreas de la
experiencia humana, son numerosas y variadas, pero lo que nos
interesa en esta discusión es lo relativo a la sociedad humana.
Así
como la Naturaleza es dialéctica y se rige por las leyes de la
dialéctica, las sociedades humanas también lo son.
Corresponde
pues a los marxistas consecuentes el estudio científico mediante la aplicación
del método marxista a la realidad, para conocerla y para transformarla.
Tomemos
el ejemplo de Lenin.
Hemos
repetido hasta la saciedad en esta discusión la manera como a lo largo de
su actuación política en la Rusia de inicios del siglo XX, “hizo marxismo”
Toda
la gigantesca e imparangonable producción intelectual revolucionaria de
Lenin se fue construyendo como resultante de las contradicciones que
encontraba en su camino hacia la transformación revolucionaria de la
sociedad.
A
cada paso el genial discípulo de Marx y Engels, armado con el método del
materialismo marxista analizaba y sintetizaba la realidad que tenía en frente,
buscando la verdad, la salida, la solución más correcta para los
intereses del proletariado en los hechos.
Esta
su praxis fue la herencia que recibió el proletariado internacional y los
militantes socialistas del mundo, bajo la forma de “libros, cartas,
discursos, ensayos, artículos, estudios, etc.”
Lo
que nos legó V.I. Lenin fue pues su vastísima experiencia revolucionaria
producto de la aplicación del método marxista a la realidad concreta
y específica de la Rusia, en diversas situaciones concretas que
se le presentaban al movimiento obrero. Así “hizo marxismo”.
A
V.I Lenin jamás se le pasó por la cabeza que lo que él hacía, en relación a
Marx y Engels, era sólo “compartir una misma concepción del mundo” y nada
más.
Es
decir que sólo compartía con ellos una idea general del universo, de la materia
y las leyes que las rigen, los conceptos relativos a la formación y desarrollo
de las sociedades humanas con sus leyes respectivas y nada más, y que lo
que él hacía era una cosa cualitativamente diferente y superior por
lo que en consecuencia merecía tener otro nombre para designar una nueva
categoría.
Vale
decir que todo su accionar no venía a ser en sentido estricto, “marxismo”,
sino algo cualitativamente superior y diferente y que no estaba
comprendido, abarcado por el marxismo, con el que sólo
compartía una “común concepción del mundo” y nada más.
A
Lenin, a un hombre genial, con capacidades intelectuales muy por encima del
promedio, que tenía un conocimiento al dedillo de toda la producción de
los intelectuales revolucionarios de su época, que era el hombre que
conocía mejor que nadie el inmenso legado intelectual de Carlos Marx, su
ciencia y su método, no se le escaparía jamás de los
jamases cosa tan “elemental” de que su legado (sintetizado en
sus obras) “no estaba contenido y abarcado en el marxismo”, que lo
suyo constituía una cosa diferente “al marxismo” con el que sólo
tenía como área de contacto la “visión general del mundo”.
Y
esto se dice del hombre que defendió como un león, con garras y dientes el
legado de Marx contra todo tipo de falsificaciones y oportunismos.
Todas
las luchas políticas al interior del movimiento obrero revolucionario
emprendidas por Lenin fueron en esencia en DEFENSA DEL MARXISMO y como
aplicar mejor su método.
Jamás
Lenin aceptó que lo que él venía haciendo era otra cosa que la aplicación
consecuente del marxismo. Eso está clarísimo y rezuma en toda su obra.
En
contra de estas verdades monumentales, 100 años después aparece en un país
tropical un fantoche más tropical aún, que ha pasado los últimos 40
años rumiando textos marxistas, sin vinculación alguna con el movimiento
obrero, que además se siente y proclama, por si y ante si, la encarnación
del proletariado revolucionario y afirma lo siguiente:
“el
marxismo no abarca el leninismo, pues creer que sí significaría que el
leninismo no es un desarrollo del marxismo”[1]
¡!
El marxismo no abarca la obra de Lenin.......!!
¡!
No quiero ni imaginar que hubiese hecho Ulianov de haber escuchado semejante
imbecilidad!!
Pero
esto será parte de otro escrito.
[1] Eduardo Ibarra,
en Eusebio Leyva y el revisionismo (25.10.12) dice: “el marxismo abarca el
leninismo sólo en el sentido de que la concepción del mundo de Lenin es la
concepción del mundo de Marx y Engels. Pero desde el punto de vista del
desarrollo de la teoría marxista, desarrollo derivado de la aplicación del
método marxista a las nuevas condiciones y a los nuevos problemas, el marxismo no abarca el
leninismo, pues creer que sí significaría que el leninismo no es un desarrollo
del marxismo, que el leninismo estaba ya en el marxismo, y, en último análisis, que el
marxismo es una teoría anquilosada.”
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