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jueves, 24 de agosto de 2023

LA SUPERCRISIS MUNDIAL LLEGARÁ A TIEMPO

 


Martes 22 de Agosto de 2023

 

Andrei Fursov

La aplicación de medidas antisociales fuera del núcleo del sistema capitalista ha permitido durante mucho tiempo a la dirección capitalista amortiguar los conflictos sociales en el propio núcleo y ralentizar y modificar la lucha de clases. Como dijo Cecil Rhodes a finales del siglo XIX, "o te vuelves imperialista o tienes una guerra civil". Y efectivamente, la fase imperialista del capitalismo fue un intento de evitar la guerra civil en la propia sociedad mediante la expansión exterior.

Pero la cuestión es que el imperialismo estaba limitado por el tamaño del planeta, y en el cambio del siglo XIX al XX, las zonas exteriores, a expensas de las cuales se podían suavizar los conflictos sociales en el núcleo, estaban agotadas, y para evitar la guerra civil se necesitaban guerras no coloniales sino imperialistas, es decir, entre las propias potencias imperialistas.

Entre otras cosas, esto coincidió con el desarrollo de la Segunda Revolución Industrial - 1870-1910. La Segunda Revolución Industrial significó la electricidad, el motor de combustión interna y, en la vida cotidiana, el teléfono, el telégrafo, el cine, el suministro de agua, los ascensores. Cabe señalar que la Segunda Revolución Industrial duró menos que la Primera. La primera revolución industrial fue la máquina de vapor, el ferrocarril, en el periodo 1750-1830. La línea descendente de la dinámica económica industrial del capitalismo se demuestra aún más vívidamente con la Tercera Revolución Industrial - 1970-2000. Se trata del ordenador, el teléfono móvil, Internet y los robots.

"La posmodernidad es el estado natural de la civilización occidental después de la modernidad, es decir, la era de la tormenta y el embate de una sociedad industrial de masas progresiva con un sistema comercial-industrial que ha destruido sucesivamente la organicidad de la jerarquía social de la Edad Media y ha creado progresivamente un hábitat global tecnotrónico artificial y el culto al individualismo.

Hace ya 60-70 años, algunos escritores de ficción estadounidenses dibujaban distopías en las que las cosas son casi desechables, porque es necesario asegurar la carga de la industria con altos niveles de empleo y consumo, y la gente es absolutamente tolerante entre sí, y por lo tanto en la sociedad no debe haber nadie que se eleve por encima de los demás con sus cualidades superiores, porque genera una envidia de masas malsana y malestar social" - az118.livejournal.com.

Comparada con los logros de las dos primeras revoluciones industriales, la Tercera Revolución Industrial parece muy pálida, y duró incluso menos que la segunda. Además, los dirigentes mundiales frenaron deliberadamente el desarrollo científico y tecnológico, que ya se desvanecía, limitándolo en su propio interés a una sola esfera, la de la información y la comunicación, es decir, las tecnologías digitales. Éstas pueden utilizarse para un fantástico lavado de cerebro y control de la población.

A finales del siglo XX, la introducción de la ciencia aplicada en la producción real, con la excepción de la esfera militar, quedó bloqueada casi por completo, y como resultado del control casi total del capital financiero, es decir, no productivo, sobre el capital industrial, por así decirlo. La mayoría de los últimos inventos de las últimas décadas han ido por el lado del ocio y el entretenimiento, no de la producción. Recuerde los últimos siglos del Imperio Romano, donde la situación era más o menos la misma. Y la tasa de crecimiento de la productividad y el crecimiento económico durante la Tercera Revolución Industrial es menor que durante la Segunda Revolución Industrial, pero es una tendencia. Y aquí llegamos a una conclusión paradójica.

La fase tecnoindustrial del desarrollo del capitalismo desde los años 60 es un camino ascendente que conduce hacia abajo, no hacia el progreso sino hacia la regresión. Además, la expansión del sistema patronal, así como del sistema esclavista, en su momento, apoyó el desarrollo de este sistema a costa de destruir el entorno exterior a él, es decir, el segundo principio de la termodinámica, al aumentar la entropía del entorno exterior. Y cuando el entorno externo se agotó, comenzó la entropía del propio sistema capitalista, la fase final y terminal a la que estamos asistiendo.

Un buen ejemplo de regresión industrial y económica a partir de cierto punto del desarrollo del capitalismo es el crecimiento medio de la productividad del trabajo desde la segunda revolución industrial. Veamos esta cifra. De 1891 a 1972, la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo es del 2,33; del 72 al 96, del 1,38; del 96 al 2004, 8 años, de nuevo del 2%, debido al saqueo del antiguo campo socialista y a la reducción temporal del gasto occidental en guerra y a la distribución generalizada de productos chinos baratos. Pero terminó rápidamente. De 2004 a 2012 la tasa de crecimiento de la productividad laboral es del 1,33 y a partir de 2012 del 0,4-0,5%. Es lo que se llama: "Hola, asíntota". Estoy de acuerdo con los economistas que creen que no habrá más revoluciones industriales o científicas y tecnológicas. Pues bien, no podemos considerar que la cuarta revolución industrial de Schwab sea una revolución científica y tecnológica.

A finales del siglo XXI, si no se produce una catástrofe mundial, el mundo, sobre todo teniendo en cuenta la desindustrialización en curso, volverá completamente a la asíntota, al 0,2-0,4. El célebre economista Gordon, de la Northeastern University de Estados Unidos, ha demostrado muy bien con el ejemplo de Estados Unidos, por así decirlo, sólo con los dedos de las manos, cómo se producirá el retorno a las tasas de crecimiento del 0,4 e incluso del 0,2. Identificó 6 factores, cada uno de los cuales es capaz de garantizar el retorno a la asíntota. Identificó 6 factores, cada uno de los cuales reduce una parte del crecimiento económico.

El primer factor. La escasa demografía de la mano de obra, a pesar de que de 1965 a 1990 las mujeres entraron en el mercado laboral como otra reserva a explotar. Hoy esa reserva se ha agotado, los baby boomers, la generación que traicionó a Estados Unidos, como se la llama, están muriendo, jubilándose. De ahí el descenso de las horas trabajadas per cápita y la caída del 0,2 en el crecimiento económico. Réstelo del 1,8 actual y obtendrá un 1,6.

Debido a la baja tasa de natalidad, Estados Unidos espera una "gran recuperación" en el futuro, afirmó el multimillonario estadounidense Ilon Musk. Así comentó el empresario la publicación de Reuters de que las reservas del principal fondo fiduciario del sistema de seguridad social estadounidense se agotarán en 2033, un año antes de lo previsto en las previsiones del año pasado. "Se avecina un gran ajuste de cuentas debido a las bajas tasas de natalidad. Japón es un indicador adelantado", escribió Musk en su Twitter. En 2022 nacieron en Japón 799.700 personas. Es la primera vez desde 1899, cuando se empezaron a llevar estas estadísticas, que la tasa de natalidad cae por debajo de los 800.000 nacimientos.

El segundo factor es que, desde la década de 1990, EE UU no ha visto aumentar su nivel educativo y el país ha ido cayendo cada vez más en el porcentaje de personas con un título universitario. Gordon resta otro 0,2%, por lo que ahora tenemos 1,4.

Tercero. El rápido crecimiento de la desigualdad en Estados Unidos desde la década de 1980. Tercero. El rápido crecimiento de la desigualdad en EE.UU. desde la década de 1980. Después de la crisis de 2008, empezó a crecer a un ritmo monstruoso. Del 93 al 2008, el crecimiento medio de la renta real en EEUU fue del 1,3%, con un crecimiento del 99% del 0,75% y del 1% del 52%. Es decir, el 99% tiene menos del 1% y el 1% el 52%. Desde 2009, el 1% de la población estadounidense ha recibido el 93% de la renta nacional del llamado crecimiento de sustitución. Gordon resta otro 0,5% y ya se queda con el 0,9.

Cuarto. Las modernas tecnologías de la información y la globalización han tenido efectos tanto positivos como negativos en la economía estadounidense. Los centros de llamadas y otros servicios se han deslocalizado a otros países. Resta otro 0,2 y obtiene un 0,7.

Quinto. La agenda "verde" se convierte en una prioridad, a expensas de otras áreas de crecimiento económico, otro 0,2 menos. El resultado final es 0,5.

Por último, los déficits gemelos, por cuenta corriente y presupuestario, restan 0,3. Y obtenemos el 0,2% de la tasa de crecimiento de la productividad y del crecimiento económico en Inglaterra de 1300 a 1750.

A la luz de todo esto, Gordon predice una recesión mundial que durará para siempre. Sabemos que nada dura para siempre, pero la economía asintótica existe desde hace 10.000 años y el mundo moderno parece estar cayendo en ella. Esto no significa que la industria vaya a desaparecer por completo. Pero sí significa que la industria será muy limitada. La verdadera industria estará dirigida a la cima, mientras que el resto de nosotros tendremos un agujero para panecillos. O, como dice Schwab "elegantemente", entre comillas, en su libro, "a la mayor parte del mundo le espera la patagonización".

La Patagonia es una zona de Argentina donde viven pastores, gauchos y una economía de subsistencia. Quienes hayan leído Los hijos del capitán Grant, de Julio Verne, recordarán que los héroes también viajaron por la Patagonia. Esto muestra muy bien lo que es la Patagonia. Así que la Patagonia, según Schwab, es el destino de una parte más amplia del mundo, es decir, la vida en una economía preindustrial. Balatsky está básicamente de acuerdo con las conclusiones de Gordon. No sé si Balatsky está familiarizado con su trabajo, pero ambos piensan en la misma línea, por así decirlo.

Según Balacki, tras una breve pausa de 250 años, el mundo está volviendo a la trampa maltusiana. Yo diría que en el seno de la asíntota, pero da igual. Balacki cita estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que muestran que la tasa de crecimiento de la productividad laboral, una de las medidas más importantes del rendimiento económico, cayó del 2,3% al 1% en EE.UU. en 2006-17, y del 2,2% a medio punto porcentual en el Reino Unido. Que la tasa de crecimiento económico se está ralentizando y los cálculos de Gordon sugieren que estamos ante un 0,2-0,4% para 2030.

E incluso Tom Piketty escribió que "a principios del siglo XXI, el volumen de capital inmobiliario acumulado presenta todos los signos de un exceso de oferta". De ahí la caída de su rentabilidad. Según este indicador, como señaló Piketty, "el mundo se encuentra hoy al nivel de las dos guerras mundiales anteriores del siglo XX". De hecho, añadiría yo, estas guerras fueron el medio para elevar este indicador. Y lo elevaron, por así decirlo, hasta mediados de los años 60 del siglo XX.

¿Qué significa esto en términos de conclusiones sociales y políticas? Balatsky, estoy de acuerdo con él, predice el comienzo de una nueva ola de inhumanidad de las clases altas hacia las clases bajas. Pero el hecho es que ¡esta ola ya ha comenzado! A continuación analizaremos sus principales corrientes.

Fuente: http://geoestrategia.es/index.php/tribuna-libre/41315-2023-08-18-21-26-20

 

 

lunes, 18 de enero de 2021

LA MERITOCRACIA ARTIFICIAL COMO GARANTE DEL PRIVILEGIO DE LA ÉLITE MUNDIAL

 

Imagen: https://www.elquintopoder.cl

 

Toda meritocracia es potencialmente una estructura de opresión, una forma de perpetuar desigualdades y privilegios.

18/01/2021

 

La desigualdad es la causa y la consecuencia del fracaso del sistema político, y contribuye a la inestabilidad de nuestro sistema económico, lo que a su vez contribuye a aumentar la desigualdad”. 

Joseph Stiglitz 

 

Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, sostuvo en El precio de la desigualdad que el 90% de los niños que nacen pobres mueren pobres, por más esfuerzo o mérito que hagan. Como contrapartida, el 90% de los menores que nacen ricos mueren ricos, independientemente de que hagan mérito para ello o no. 

Siguiendo a dicho economista, la desigualdad se perpetúa desde la cuna hasta la universidad y la vida laboral debido a que las personas no han concurrido a escuelas o colegios que fuertemente los preparen para ingresar a universidades de élites, y no lo han hecho porque antes no fueron a educación preescolar y tampoco a las guarderías necesarias. Todo esto está relacionado con la segregación económica y geográfica, y lo irónico de la llamada meritocracia es que se basa en que la gente adquiera las competencias necesarias para tener éxito en ese supuesto (falaz) sistema meritocrático. 

En Chile, de acuerdo a la economista Andrea Repetto (2012), el apellido tiene un poder predictivo relevante en los ingresos económicos. La estratificación social es persistente. En otras palabras, hay una cierta movilidad social ascendente, pero con techo.

Shamus Khan director del Departamento de Sociología de la Universidad de Columbia, en su libro Privilegio. La construcción de un adolescente de élite (2011); que tiene como protagonistas a los 500 alumnos del Internado Saint Paul, uno de los colegios secundarios donde se forma la élite estadounidense, cuyo arancel equivale a US$50.000; entrevistó y observó a los jóvenes en su cotidianeidad. En las entrevistas los estudiantes destacan su gran carga académica y argumentan que sus privilegios son el resultado del trabajo que despliegan. Sin embargo, la observación de Khan dictaminó otra cosa: 

Pocas veces se los encuentra con libros en las manos y cuando los tienen, están cerrados… rara vez hacen sus tareas o trabajan las lecturas; en cambio, recurren a sumarios online como Wikipedia. Los estudiantes que dicen trabajar duro y abrazar los principios de la meritocracia, en realidad pasan muchas más horas haciendo vida social que en la biblioteca”. 

Un hecho muy llamativo, observado por Khan, es que los pocos estudiantes que realmente se esforzaban mucho en sus labores académicas son acosados y marginados socialmente por sus pares. 

En diciembre de 2016, Seth Zimmerman, economista de Yale, publicó en el National Bureau of Economic Research una investigación en que queda al desnudo el mito de la meritocracia. Grosso modo​, plantea que una educación de élite sólo sirve para amplificar el origen de nacimiento en la élite. 

El estudio reconoce que las personas procedentes de entornos desfavorecidos se benefician al recibir una buena educación, pero por regla general no ascienden tan alto como sus homólogos privilegiados. La probabilidad de llegar al top de la élite se incrementa si las personas fueron estudiantes de instituciones educacionales privadas con un alto arancel de pago.  

La meritocracia que no considera el contexto social como condicionante del esfuerzo de cada persona para alcanzar sus objetivos, logra en definitiva la consolidación del statu quo, paralizando, por lo tanto, la movilidad social. 

El relato de la meritocracia se basa en la premisa del esfuerzo individual, que a priori parece verdadero pero que resulta falso por la desigualdad de oportunidades y, sobre todo, por la reducción progresiva de la disponibilidad de aquellas para la mayoría. Si realmente creemos que el crecimiento y el desarrollo económico se potenciarán mediante la liberación de las fuerzas productivas, lo que significa brindar oportunidades para que cada cual realice el mejor esfuerzo al que esté dispuesto, entonces debemos garantizar la igualdad de oportunidades y desarticular la concentración económica abriendo el juego a todos. Es claro que todo esto no lo hará el mercado (que tiende a la concentración), sino que lo efectuará el Estado en la medida que represente los intereses de la mayoría. Seguramente que para lograrlo habrá que tener claras políticas públicas en torno a cuestiones financieras, tributarias y laborales, para facilitar la desconcentración y lograr más espacio para las pequeñas y medianas empresas; pero sobre todo habrá que fortalecer la educación pública y librar la batalla cultural develando las mentiras de la hegemonía que se ocultan detrás del modelo meritocrático neoliberal.

El cuestionamiento más frecuente pone el eje en la falta de igualdad de oportunidades, condición sine qua non para atribuir los diferentes resultados a los esfuerzos individuales. Los viejos liberales siempre han hablado de la igualdad de oportunidades como requisito del orden meritocrático, pero a medida que las sociedades capitalistas fueron mutando hacia oligarquías, tal requisito fue pasando a un conveniente segundo plano. Milton Friedman, ideólogo del neoliberalismo, en su Libertad de elegir, cuando establece la diferencia entre igualdad de oportunidades y lo que denomina igualdad de resultados, apela sólo a los ejemplos que se acomodan a sus premisas, minimizando la desproporcionada y evidente ventaja que posee el capital acumulado frente a las virtudes y potencialidades de los individuos. 

Sin embargo, pese a la ostensible desigualdad de oportunidades, un sector importante de la población no solamente cree que todos los millonarios lo son por mérito propio, sino que además considera natural que el resultado de tal mérito se transfiera a toda su descendencia, conformando verdaderas dinastías cuyas oportunidades crecen de manera inversamente proporcional a lo que disminuyen para el común de los mortales. La propaganda neoliberal se ha ocupado de resaltar las maravillas de la competencia, mientras disimula bajo la alfombra la desigualdad de oportunidades. Mientras que la educación pública, última esperanza para mejorar las oportunidades de los desheredados, es atacada y deteriorada para reemplazarla por la educación privada, no sólo por ser un buen negocio, sino porque además se adecua mejor al modelo meritocrático. Colegios más caros y prestigiosos para los ganadores, y escuela pública para los perdedores, cristalizando aún más las diferencias e impidiendo la movilidad social ascendente. Esto a menudo es bien visto por sectores medios aspiracionales, que consideran que las oportunidades de sus hijos deben ser proporcionales a su esfuerzo por pagarles un colegio privado, y si otros niños por ser pobres no tienen oportunidades, será porque sus padres no se esforzaron, como si los hijos tuvieran que ser una mera prolongación de sus padres. 

Esta batalla cultural que da el neoliberalismo por imponer como sentido común a la meritocracia resulta funcional al proceso de concentración de la riqueza, en el que vastos sectores de la población quedan marginados o deben endeudarse para mantener su nivel de consumo, y entonces resulta muy conveniente hacerle creer a toda la sociedad que los que se empobrecen son responsables por no esforzarse lo suficiente. A medida que se concentra la riqueza, la lógica competitiva se reduce a un terreno cada vez más acotado, porque el poder económico se va quedando con la parte más grande de la torta y el resto compite por una porción cada vez menor; pero mientras esa lucha se libre con las reglas de la meritocracia, todos creerán que lo poco que logren será por su dedicación. Es conocido el viejo proverbio que afirma: no hay que regalar el pescado sino enseñar a pescar, y a todos nos parece verdadero. Sin embargo, si alguien se fuera adueñando de los ríos y los mares, y al resto sólo nos quedara una pequeña laguna, por más que nos esmeremos nunca habría peces suficientes. Supongamos que en esa competencia haya igualdad de oportunidades (la misma laguna para todos, un bote y una caña de pescar para cada uno), posiblemente alguien que se esfuerce un poco más o sea más hábil podrá pescar dos o tres peces, otros pescarán sólo uno, y muchos no pescarán nada, sencillamente porque no alcanza para todos. Pero imbuidos del espíritu competitivo, el resultado de cada cual se podrá explicar por la proporción de los méritos individuales, nos convenceremos de que la distribución fue justa y que la meritocracia funciona, pero nadie se preguntará por qué sólo tuvimos una pequeña laguna a disposición en un planeta tan grande. 

Mientras la ciudadanía siga las reglas de la competencia meritocrática, cada cual supondrá que está en el lugar que se merece. A través de la manipulación mediática se exhiben algunos modelos de self made man que comenzando de abajo llegaron al éxito, así logran que los sectores medios aspiracionales se miren en ese espejo y participen de una competencia salvaje en la que los perdedores serán mirados con desprecio. Pero la vida no es una competencia deportiva, en la que necesariamente hay un solo campeón, un podio para dos más, y el resto se vuelven a sus casas; en la competencia económica los perdedores quedan marginados con empleos precarios o desempleados.

El docente de Economía de la Universidad de Cornell Robert Frank publicó una columna de opinión en The New York Times, en la que señalaba que el papel que el esfuerzo y el mérito juegan en el éxito personal es una de las grandes diferencias entre conservadores y liberales modernos. Los primeros piensan que la gente que amasa grandes fortunas es casi siempre extremadamente talentosa y trabajadora; en cambio los segundos señalan, correctamente, que incontables personas con las mismas cualidades no llegan a ganar mucho dinero ni a escalar socialmente por las privaciones que tienen desde la infancia. Para Frank, la ideología de la meritocracia ha causado un gran daño, puesto que afecta la manera en que las sociedades occidentales, en general, y la estadounidense, en particular, se organizan a la hora de enfrentar la desigualdad y a adoptar políticas que garanticen la igualdad de oportunidades entre los más favorecidos y los menos aventajados. También es una de las bases de la corrupción, ya que minimiza la conciencia de los más ricos de que los impuestos y las reformas políticas son necesarias para apoyar la inversión para mantener un buen y estable entorno sociopolítico. 


Argumentos contra la meritocracia 

 

En este apartado nos enfocaremos en los argumentos entregados por el sociólogo Matías Cociña (2013). 

1.-Una sociedad organizada en torno a la idea de meritocracia es una sociedad basada en la igualdad de oportunidades. Tomarse en serio el concepto de igualdad de oportunidades implicaría reformas que son necesarias. Esto no significa, sin embargo, que una sociedad que provea igualdad de oportunidades sea una sociedad necesariamente justa. La igualdad de oportunidades es, en otras palabras, una condición necesaria pero no suficiente para la construcción de un orden justo. 

El problema al que apunta este ejercicio teórico es, claro está, que una sociedad que sólo se ocupa de proveer estricta igualdad de oportunidades en el punto de partida sin prestar atención alguna a los niveles de desigualdad en los resultados generados por la lotería de habilidades y predisposiciones, dista de ser una sociedad razonablemente justa. En una sociedad en la que todos los niños partiesen en igualdad de condiciones –educacionales, de salud, de acceso a capital, etcétera– ¿estaríamos dispuestos a dejar que quien comete un error a los quince o veinte años cargue para siempre con una vida de privaciones? Hacerlo así reflejaría una visión sociológicamente pobre de las trayectorias de vida de las personas, de cómo se forman las motivaciones para actuar, de cómo éstas pueden ser perturbadas en distintas etapas de la vida y, por tanto, reflejaría una visión errada –desde el punto de vista tanto de la sociología como de la psicología y la ética– de la noción de “responsabilidad” frente a las consecuencias de los propios actos. 

Al observar sociedades que podríamos calificar de meritocráticas –Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Alemania–, constatamos que cuando estas tenían un PIB per cápita similar al actual nivel de ingresos de Chile, por ejemplo, todas tenían altos niveles de desigualdad de ingresos antes de impuestos y transferencias. Tener órdenes más meritocráticos no generaba mayor igualdad. Su carácter de sociedades más igualitarias venía dado por la capacidad del Estado de redistribuir vía impuestos y transferencias y así corregir las desigualdades en los resultados

2.-La idea del mérito como concepto valioso para la sociedad. Una acción, ejecutada con habilidad y esfuerzo, y generadora de consecuencias socialmente relevantes, es meritoria solamente en relación con un cierto estándar o un determinado orden de prioridades. La idea de meritocracia está cercanamente emparentada con una noción de justicia que es eminentemente contingente. “Preguntar si una sociedad es justa”, nos dice el filósofo político Michael Sandel, “es preguntar cómo ésta distribuye las cosas que apreciamos –ingreso, riqueza, deberes y derechos, poderes y oportunidades, cargos y honores. Una sociedad justa distribuye dichos bienes de forma correcta; le da a cada persona lo que merece”. La dificultad comienza cuando preguntamos quién merece qué, y por qué razones.

La noción de mérito, entonces, y sus premios asociados es, en otras palabras, contingente al orden social y sus estructuras de poder que condicionan las normas de recompensas y castigos de forma heterónoma. Toda meritocracia es, por tanto, potencialmente una estructura de opresión, una forma de perpetuar desigualdades y privilegios. 

3.-Un sistema meritocrático provoca que los ganadores se lleven todos los premios. En el largo plazo produce que estos definan las reglas del juego social. Lo que haría presumir con mucha razón que el sistema social, político y económico quedará concentrado en algunos nombres y familias que diseñan los entresijos sistémicos a su entero arbitrio para beneficio personal y familiar. 

Una vez que se han asignado los premios, ¿qué pasa con los perdedores? ¿Los dejamos caer? ¿Los condenamos a ser perdedores por lo que les queda de vida? ¿Qué tipo de sociedad es esa que condena a una proporción importante de sus miembros a tener vidas limitadas, al tiempo que les dice que su suerte es completamente justa? ¿Les decimos que tuvieron una oportunidad como todo el resto, que la desperdiciaron o simplemente no dieron el ancho, que ahora están a su suerte y que, más aún, se lo merecen?

4.-La idea de meritocracia corre el riesgo de erosionar las bases democráticas de la convivencia. La democracia es, en su definición más simple, la organización de las decisiones colectivas en torno al principio de igualdad entre todos los participantes. Es, aplicada a la organización nacional, el gobierno del pueblo, y en él participan tanto los talentosos como los más desaventajados, los esforzados y los flojos, los aptos y los ineptos.

La élite mundial gobernante ha tratado de convencer al pueblo de que en democracia mandan la ley y las instituciones, no la gente. Y si mandan las instituciones, entonces manda la élite tecnocrática. Esto significa vivir en una sociedad no deliberativa. 

5.-Ley de hierro de la meritocracia (cuyo autor es Christopher Hayes). La desigualdad generada por un sistema meritocrático crecerá lo suficiente como para trastocar los mecanismos de movilidad. La desigualdad de resultados hace imposible la igualdad de oportunidades. 

Finalmente, y a modo de refrendar la escasa facticidad de la meritocracia, The Economist en 2013 señaló que “los astutos ricos se están convirtiendo en una élite atrincherada. Este fenómeno –llamémosle la paradoja de la meritocracia virtuosa– socava la igualdad de oportunidades”.  

 

https://www.alainet.org/es/articulo/210567

 

domingo, 10 de enero de 2021

“DAVOS” Y LA CRISIS CAPITALISTA.

CÓMO EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DOMINANTE, CAUSANTE DE TANTO SUFRIMIENTO, SE REPRODUCE: DAVOS

Vicenç Navarro

 

febrero 3, 2020

Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas

Universitat Pompeu Fabra

A raíz del 50 aniversario del establecimiento del Foro Económico de Davos (World Economic Forum), el senior editor de la sección de opinión del New York Times, el Sr. Kevin J. Delaney, escribió, el pasado 21 de enero, un artículo titulado "Davos has a credibility problem" (Davos tiene un problema de credibilidad) que debería distribuirse ampliamente en España, donde en amplios círculos y esferas económicos, así como en los establishments políticos y mediáticos, Davos goza de gran prestigio y credibilidad, una virtud esta última que el Sr. Delaney demuestra –con gran detalle y contundencia– que tal fórum no posee.

Este año, alrededor de 3.000 hombres (solo una minoría son mujeres) de negocios, de los cuales (según el artículo del New York Times) 100 son milmillonarios ("billonarios" en inglés), junto con dirigentes políticos, predominantemente de gobiernos y partidos de derechas, y representantes de fundaciones y think tanks financiados en su gran mayoría por grandes empresarios filántropos, como Bill Gates, George Soros y otros, dedicados a promover los méritos del capitalismo, se han reunido (como hacen cada año)  en un bello rincón de los Alpes, Davos, para discutir los grandes temas del año, centrándose en aquellos que consideran una amenaza para el mundo (capitalista) y para la ideología que promueven, el neoliberalismo.

Según el artículo del New York Times, el fundador y director ejecutivo de dicho fórum, el Sr. Klaus Schwab (al cual la televisión pública TV3, de la Generalitat de Catalunya –gobernada por una coalición liderada por JxCat, un partido liberal–, le dedicó un reportaje favorable de una hora y media el pasado martes), parece ser consciente de que el orden económico internacional actual, que tiene a Davos como su referente, está sumido en una profunda crisis. Y la evidencia clara y convincente que muestra Kevin J. Delaney así lo prueba. Según una encuesta global de la compañía Edelman, el 56% de la población mundial cree que el sistema capitalista es más dañino (debido al gran sufrimiento que ha causado a la población) que beneficioso para sus intereses. Y un 50% indica que este capitalismo le ha afectado personalmente de una manera negativa. Es más, aunque el 82% de los entrevistados subraya que cree que el mundo empresarial debería pagar un salario digno, solo el 31% cree que así lo hace. Esta falta de confianza e impopularidad del mundo empresarial va acompañada de una desconfianza, incluso más acentuada, hacia las autoridades públicas (Estados y partidos gobernantes), al ser percibidas estas como excesivamente influenciadas por las élites económicas y financieras que constituyen aquel mundo empresarial.

En realidad, un informe realizado por el mismo Foro Económico de Davos, publicado la semana pasada, sobre el enorme crecimiento de las desigualdades en el mundo (considerado como uno de los mayores problemas hoy) indica que tal crecimiento ha generado un enorme aumento del rechazo del orden económico que ha generado una gran concentración de la riqueza, la cual se percibe que ha sido alcanzada a costa del bienestar de la mayoría de la población, que ha sufrido un aumento de su precariedad y una pérdida de la dignidad, debilitando con ello el orden social, al destruir la confianza en las instituciones y en los procesos políticos, erosionando con ello lo que el Sr. Kevin J. Delaney define como el "contrato social". Lo que no dice el informe del Foro de Davos, sin embargo, es que esta situación la creó precisamente la aplicación de las políticas neoliberales que han sido promovidas por el mismo, conocido coloquialmente como el Vaticano de la religión laica dominante en los mayores centros del pensamiento económico hoy en el mundo: el neoliberalismo.

¿Cuáles han sido, según Davos, las causas del éxito económico de un país? ¿Qué es lo que hace a un país más competitivo que otro?

Tras la retórica oficial de Davos (que pretende presentarse como una comunidad económica sensible a las necesidades del mundo) aparecen con claridad los valores reales que lo sostienen. En el informe más importante que publica cada año (Global Competitiveness Report 2019), donde evalúa la economía de todos los países del mundo, agrupándolos según su nivel de competitividad, coloca a los países que han sido gobernados durante más tiempo desde la II Guerra Mundial por coaliciones de partidos de izquierdas –los países escandinavos– al final de la lista, apareciendo como los peor valorados y definiéndolos como países que, a pesar de admitir que tienen economías exitosas, tienen puntos flacos que deberían corregir. Así se considera que países como Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega tienen una excesiva rigidez en sus mercados laborales, por lo que se sitúan al final de tal indicador, mientras que EEUU, Reino Unido, Qatar y Arabia Saudí (países con sindicatos muy débiles o inexistentes) son considerados como los líderes en esta variable de flexibilidad laboral. Un tanto igual ocurre en la categoría de "protección del empleo" (hiring and firing practices), que permite situar a los países escandinavos de nuevo a la cola en cuanto a competitividad, al ser demasiado difícil despedir a los trabajadores. Un tanto igual ocurre en cuanto a los impuestos a la Seguridad Social de sus trabajadores, que el empresariado tiene que pagar, una variable considerada negativa para la competitividad, y así un largo etcétera. Este documento económico (que es, en realidad, un panfleto político) presenta de una manera clara y grosera lo que Davos considera que son los puntos débiles que existen en la economía que deberían cambiarse para mejorar su competitividad. No debería ser ninguna sorpresa que la mayoría de la población mundial, según la encuesta citada por el New York Times, rechace lo que Davos representa.

La respuesta de Davos a esta pérdida de legitimidad del capitalismo que representa: el trumpismo

Ni que decir tiene que al senior editor de opinión del New York Times le preocupa también la pérdida de legitimidad del sistema económico mundial y cree que para salvar el capitalismo actual hay que cambiar el comportamiento del gran mundo empresarial y redefinir sus objetivos, que no pueden ser solo el aumento de beneficios de los accionistas y/o gestores, sino que debe incluir el servicio a las comunidades donde están ubicados, una actitud que podría ser digna de aplauso, excepto que, como señala el Financial Times (el periódico más inteligente y astuto políticamente del mundo empresarial), esta petición de responsabilidad social es semejante a pedirle peras al olmo, pues la economía mundial está prácticamente paralizada en la actualidad, y no es el momento de pedir sacrificios a los centros de poder económico y financiero.

Frente a esta situación, amplios sectores de este mundo de las grandes empresas económicas y financieras, incluyendo su Vaticano, Davos, se sienten amenazados, y su respuesta, en este momento, parece estar más encaminada a intentar canalizar el enfado popular a través de los movimientos de ultraderecha –a fin de parar a las izquierdas– que no a hacer sacrificios para evitar o reducir el enfado popular. Hay que recordar que en los años treinta del siglo XX la ultraderecha representada por el fascismo fue la respuesta del mundo empresarial frente a la amenaza que representaban las izquierdas contestatarias con el sistema que estaba en crisis. Las ultraderechas utilizaron entonces y utilizan ahora los temas identitarios y culturales (el nacionalismo extremo, el imperialismo nostálgico, la homofobia, el odio al otro, el racismo y el machismo) para ocupar el espacio que ocupaba antes el conflicto central del mundo del trabajo contra el mundo del capital. Y esto es lo que está ocurriendo hoy. Para ocultar su clasismo, intentan desviar la atención del conflicto capital-trabajo hacia otras áreas que podrían tener capacidad de movilización en amplios sectores de la población en contra de las fuerzas contestatarias con el capitalismo.

En EEUU esta ultraderecha hoy es el trumpismo, que es la versión en el siglo XXI del fascismo del siglo XX. Y lo que es más que preocupante es que el apoyo al trumpismo se está extendiendo rápidamente en el mundo empresarial, como se vio por el caluroso recibimiento que la asamblea de los personajes más ricos del mundo dio al presidente estadounidense, el cual fue presentado por el citado fundador y actual director ejecutivo, Klaus Schwab, como "el Presidente que orienta sus políticas hacia crear ‘inclusiveness’ (es decir, inclusión, integración) para todo el pueblo americano". Esta frase provocó una protesta del editor antes citado del New York Times, que denunció la hipocresía y falta de credibilidad del Sr. Schwab, pues, al mismo tiempo que se presenta como el hombre que quiere humanizar el capitalismo, acoge a la persona que representa el mayor ejemplo del capitalismo extremo (esto es, de capitalismo sin guantes) responsable de que las desigualdades se hayan disparado, alcanzando niveles sin precedentes. En realidad, Donald Trump no ha dudado en desregular el ya muy poco regulado mercado de trabajo estadounidense (que a su vez adolece de una muy escasa protección social) o desmantelar el muy poco desarrollado Estado del Bienestar mediante unas reformas fiscales enormemente regresivas que provocaron que de los 335 mil millones de dólares de recortes surgidos de las reformas fiscales de 2017, 205 mil millones fueran a parar a manos del 20% de la población con más renta y solo 40 mil millones llegaran al 60% de la población con rentas más bajas. Definir a Trump como benefactor de toda la población estadounidense e integrador de todos sus componentes es de un cinismo superlativo, lo cual contrasta con la imagen que el programa de TV3 dio de Klaus Schwab: la de un hombre rico con buenas intenciones que podría ser seducido y convencido por Greenpeace para que haga algo en cuanto a la enorme crisis social y ambiental que sufre el mundo.

Una última observación: la frase característica del pensamiento económico dominante es que "no hay otra alternativa", cuando la realidad muestra que sí la hay

El reportaje favorable a Davos de la televisión pública TV3 (de clara sensibilidad neoliberal, además de secesionista) intentó transmitir el mensaje de que ese foro, a pesar de sus defectos, es una institución a la que las fuerzas progresistas tienen que intentar convencer en cuanto a la bondad de sus propias propuestas. Así, como acabo de citar, el programa termina con la portavoz de Greenpeace hablando con el fundador y director de Davos del mérito de sus propuestas. No excluyo la posibilidad de que, a nivel personal, toda persona tenga que ser considerada educable. Ahora bien, considero que el mensaje del programa de TV3 refleja un entendimiento limitado, cuando no incorrecto, de la realidad. Como ocurre con la mayoría de los temas económicos, estos esconden, en realidad, temas políticos. Y la gente normal y corriente lo sabe. De ahí que la máxima responsabilidad de lo ocurrido (y su mayor rechazo), como muestran las encuestas de opinión popular, recaiga en las autoridades políticas. La enorme crisis de legitimidad del capitalismo se debe a que se ha percibido que las instituciones políticas han sido instrumentalizadas por los poderes económicos, y ahí está el problema. Greenpeace debería acudir a estas instituciones políticas y denunciarlas por no representar sus intereses, denunciando a las formaciones políticas y medios de información que promueven el neoliberalismo hoy y el trumpismo mañana.

La historia de la humanidad demuestra que todos los problemas económicos (la Gran Depresión o la Gran Recesión, por ejemplo) son, en realidad, problemas políticos, determinados por el enorme dominio de grupos económicos y financieros que tienen un abusivo control de las instituciones políticas y mediáticas. En realidad, la enorme crisis económica (que continúa todavía) podría haberse previsto fácilmente (como hicimos algunos) como consecuencia de las políticas públicas iniciadas por el presidente Reagan en EEUU y la Sra. Thatcher en el Reino Unido, unas políticas que se hicieron suyas no solo partidos conservadores y liberales, sino incluso partidos socialdemócratas a través de la Tercera Vía. La correlación de fuerzas dentro del Estado está determinada por unas fuerzas políticas que utilizan el discurso económico en su intento de despolitizar lo que es profundamente político. La famosa frase de todos los neoliberales ha sido que "no hay alternativas", una afirmación que es muy fácil de demostrar (aunque muy difícil de presentar en los medios) que no es cierta. Hay siempre alternativas. Y para ello hay que romper con el "determinismo económico" (sustituido con gran frecuencia por el determinismo tecnológico) y luchar por esas alternativas. El mayor problema que existe hoy es la sensación de impotencia que tiene la población en contra de lo poderes económicos y financieros, los cuales están convencidos de que no hay otra manera de organizar las relaciones sociales y económicas. Pero España acaba de demostrar como en tan solo seis años un partido inexistente ha pasado a gobernar el Estado con otro partido de izquierdas, abriendo toda una serie de esperanzas que podrán materializarse si la población se moviliza.

Fuente: https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2020/02/03/como-el-pensamiento-economico-dominante-causante-de-tanto-sufrimiento-se-reproduce-davos/