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martes, 9 de junio de 2015

DEBATE: SOBRE EL PARTIDO ÚNICO EN CUBA



Havana Times
09-06-2015

En Cuba el multipartidismo es una cuestión muy controvertida con la que solo unos pocos críticos de izquierda del régimen cubano han querido lidiar. Me parece necesario profundizar en ese tema para aclarar mucha de la confusión existente alrededor de ese tópico. 

Vayamos por partes: en primer lugar, la abolición del unipartidismo cubano no es la misma cuestión que el sistema político que lo reemplazaría, tenga este muchos o ningún partido político. En realidad el PCC no es un partido – lo que implicaría la existencia de otros partidos – si no un monopolio político, social y económico de la sociedad cubana. Este monopolio – refrendado por la Constitución del país – se basa, entre otros mecanismos autoritarios, en el control de la sociedad a través de las así llamadas organizaciones de masas que funcionan como correas de transmisión de las decisiones tomadas por el PCC. 

La CTC, por ejemplo, es la correa de transmisión que le permite al estado mantener su monopolio de la organización de los obreros cubanos. Los obreros (y el resto de los ciudadanos) deben tener el derecho de organizarse independientemente del PCC para así poder luchar por sus intereses, lo que necesariamente implica la abolición del sistema de partido único y de las organizaciones de masas como las correas de transmisión de ese partido. 

El sistema imperante en Cuba parece ir en vías de una transformación, que probablemente se acelerará después que los líderes históricos de la Revolución hayan fallecido, al modelo de capitalismo de estado de estilo sino-vietnamita bajo la dirección del PCC. Por lo tanto, aunque las circunstancias históricas cambien significativamente, la necesidad de que el sistema de monopolio de partido único con sus correas de transmisión sea abolido continuará en vigor. 

¿Qué son los partidos políticos? 

Los partidos políticos modernos comenzaron en el siglo 19 a medida que se expandió el sufragio y que sectores de la clase gobernante, al sentirse amenazados, se organizaron políticamente para defender sus intereses de clase, típicamente en partidos liberales, conservadores y a veces cristianos. En ocasiones los partidos gobernantes representaron a una sola y a toda una clase social, como sucedió en varios períodos con los Tories en Inglaterra. Pero históricamente, lo más frecuente es que diferentes partidos representen a distintos sectores de la clase gobernante. Liberales y conservadores no solo representaron conflictos materiales dentro de las clases gobernantes, como por ejemplo los intereses de los grandes terratenientes contra los de los nuevos capitalistas industriales, sino también conflictos ideológicos de origen pre-capitalista sobre el rol y poder de la Iglesia Católica en la sociedad. 

Aparte de representar intereses de sectores de las clases gobernantes, estos partidos también incorporaron a sectores intermedios de la sociedad, como profesionales independientes y pequeños comerciantes, y trataron de cooptar anhelos y luchas populares de manera que no amenazaran los intereses fundamentales de los poderosos. 

En muchas ocasiones, los llamados estratos y clases medias también organizaron sus propios partidos políticos, especialmente en sistemas parlamentarios con representación proporcional que históricamente han propiciado la creación de numerosos partidos. 

En la historia política de Cuba, tenemos el caso del Partido Ortodoxo fundado por Eduardo Chibás, un partido basado principalmente en las clases medias, pero con un creciente apoyo multi-clasista. El hecho que este partido aceptara implícita o explícitamente al capitalismo cubano, no quiere decir que era una expresión o tenía una relación orgánica con las clases gobernantes. 

O sea, que históricamente hablando la relación entre clase y partido no ha sido unívoco; la clase gobernante no es un monolito y generalmente no ha sido representada por un solo partido. Ciertamente, este también ha sido el caso con la clase obrera, cuya representación ha sido asumida por partidos tan diversos como los social demócratas, los comunistas y los social cristianos. 

En el caso de la social democracia en su etapa clásica cuando representaba a la clase obrera a través de sus estrechos lazos con los sindicatos, sus crecientes tendencias conservadoras no eran de índole meramente ideológicas sino representaban también el desarrollo de la burocracia sindical cuando esta, basada en el poder que habían adquirido los sindicatos, tuvo la posibilidad de extraer concesiones, a veces significativas, de las clases gobernantes.

Esas concesiones ayudaron a desmovilizar a los obreros y de esa manera solidificaron a una burocracia más preocupada por proteger sus copiosas inversiones en la infraestructura sindical que en arriesgarlo todo en pos de un rompimiento de tipo revolucionario (como en la Europa de la primera postguerra) o en resistir el belicismo imperialista (1914). Esta fue la historia de la muy poderosa y supuestamente marxista y revolucionaria Social Democracia alemana cuyo modelo burocrático-oligárquico fue retratado por el sociólogo italo-alemán Roberto Michels en su clásico Partidos Políticos. 

Con respecto al partido Bolchevique de Rusia, aunque tanto el estalinismo como los apologistas de la guerra fría en el mundo occidental mantuvieron el mito de que no hubo diferencia alguna entre los bolcheviques y los estalinistas, muchísimos historiadores (Stephen Cohen, Alexander Rabinowitch y William Rosenberg entre otros) han demostrado que ese partido revolucionario en realidad fue, antes del proceso de degeneración burocrática que comenzó con la guerra civil de 1918-1920, bastante pluralista y democrático. 

Entre muchísimos ejemplos, puedo citar el hecho que aunque líderes bolcheviques como Kamenev y Zinoviev se opusieron a la Revolución de octubre, continuaron siendo importantes líderes del partido después de esta, y que aunque Bukharin públicamente adoptó y agitó por una línea radicalmente opuesta a la de Lenin con respecto a la paz de Brest-Litovsk en 1918, permaneció como dirigente del partido por muchos años después. Lejos de la "unida monolítica" defendida por los hermanos Castro, los bolcheviques se caracterizaron no solo por la pluralidad de posiciones, sino por una tendencia crónica al faccionalismo que generalmente no obstaculizó la "unidad en la acción". Es por todas estas razones que hace casi 80 años León Trotsky en La Revolución Traicionada criticó duramente la teoría estalinista sobre los partidos y las clases sociales que trataban de justificar el unipartidismo: 

En realidad las clases son heterogéneas; se desgarran por antagonismos internos, y obtienen la solución de sus problemas comunes solamente a través de la lucha interna de tendencias, grupos y partidos. Es posible, con ciertas reservas, admitir que "un partido es parte de una clase." Pero dado que las clases tienen muchas "partes" – algunas miran al futuro y otras al pasado – una misma clase puede crear varios partidos. Por la misma razón, un partido puede estar basado en partes de clases diferentes. En todo el curso de la historia política no se puede encontrar un solo ejemplo de un partido correspondiendo a una sola clase – desde luego provisto que uno no tome la apariencia policíaca como si esta fuera la realidad. 

Con respecto al pluripartidismo de las sociedades capitalistas, no cabe duda que ha habido un serio deterioro de la democracia política a través del mundo, lo que se refleja en que los partidos políticos tienen menos y menos contenido substantivo y están sujetos a las exigencias de las formas más superficiales de mercadotecnia política, una tendencia que ha sido agravada por el costo extraordinario, especialmente en los Estados Unidos, del uso de los medios masivos de comunicación en las campañas políticas, a los cuales los nuevos movimientos sociales y los candidatos que se oponen al sistema no tienen acceso. Al mismo tiempo, las instituciones parlamentarias han declinado, con el poder ejecutivo asumiendo muchos de las funciones parlamentarias, utilizando la doctrina de secretos de estado para ampliar y proteger su poder. Dada esa situación, no sorprende que la apatía e ignorancia política y la abstención se han convertido en características importantes de la democracia política capitalista. Mientras que estas son fatales para cualquier concepción de la democracia basada en la participación y control de una ciudadanía activa e informada, son definitivamente convenientes y muy funcionales para un sistema capitalista que estructuralmente privilegia al poder económico y corporativo a expensas de la regulación pública y del control democrático desde abajo. 

Después del unipartidismo 

Pero supongamos, por el momento, que el sistema unipartidista en Cuba acabe por abolirse. Querámoslo o no, surgirán nuevos partidos una vez que la represión y los obstáculos legales y constitucionales hayan cesado. ¿Vamos a pedir que se supriman esos nuevos partidos por la fuerza o vamos, en vez de eso, a entrar con la manga al codo en la lucha, propaganda y agitación política e ideológica contra la inevitable ola reaccionaria y neoliberal que generalmente ha sucedido al comunismo burocrático a través del mundo? 

Dadas esas circunstancias, pudiéramos luchar, por ejemplo, por una nueva Convención Constituyente para debatir públicamente la cuestión crítica de lo que debe ser la sociedad que reemplace al comunismo burocrático, debates que incluirían, por supuesto, nuestros argumentos a favor de la construcción de un socialismo basado en la democracia y la libertad. Ese debate además sería una estrategia para evitar que inmediatamente se proceda a campañas electorales y sus mercadotecnias enfocadas no en programas políticos sino en individuos, muchos de ellos financiados, entre otros, por los cubano-americanos ricos de Miami. 

Dada esta posibilidad plutocrática, habría, también, que luchar por el financiamiento exclusivamente público de toda actividad electoral, incluyendo el libre acceso a los medios masivos de comunicación y distribución de fondos públicos de acuerdo con el respaldo popular de cada grupo político. 

Pero supongamos el caso óptimo – y desafortunadamente poco probable bajo las circunstancias existentes – de un amplio movimiento de masas reemplazando al unipartidismo burocrático con un socialismo revolucionario y democrático basado en las más amplias libertades y en la autogestión obrera, campesina y popular. 

En ese caso, ¿qué significaría la unidad que muchos cubanos han anhelado? Al grado que existan intereses comunes, tanto materiales, como ideológicos y políticos, se debería tratar de lograr la unidad a través de actividades políticas conjuntas y negociaciones, con el fin de realizar alianzas basadas en principios e intereses políticos compartidos. 

Pero esta no tiene por qué ser la "unidad monolítica" propagada por Raúl Castro y otros líderes revolucionarios que ha significado la censura y la supresión de puntos de vistas diferentes aun dentro de las filas del gobierno revolucionario. 

Como bien dijo Rosa Luxemburgo, la libertad es para aquellos que piensan diferente. Es equivocado y peligroso asumir que no habrá divisiones importantes, tanto de intereses, como de puntos de vista entre las clases populares bajo un socialismo revolucionario y democrático. 

No hay motivo para pensar que los conflictos de clase agotan los posibles conflictos sociales, incluyendo aquellos basados en cuestiones estrictamente materiales. Por ejemplo, una de las cuestiones fundamentales de cualquier sociedad, sea esta capitalista o socialista, es la tasa de acumulación o en otras palabras, que parte del producto económico se consume inmediatamente y otra se ahorra para asegurar la reproducción de la sociedad y la mejora de las condiciones de vida. 

En el capitalismo esto se decide a través de las decisiones de la clase gobernante dentro de la economía de mercado que favorece y consolida su poder. Bajo el socialismo, esta decisión afectaría a todos los sectores y grupo social, dado que determinaría los recursos disponibles en cada centro de trabajo y comunitario. 

Por lo tanto, es de esperar que surgirían diferencias entre, por ejemplo, los que están más a favor de pasarla bien hoy y los preocupados por el nivel de vida de las generaciones futuras. Podemos fácilmente imaginar que esa no sería la única fuente de divergencia y conflicto entre la gente. En ese caso, ¿cómo se organizarían esas diferencias y conflictos en alternativas coherentes y sistemáticas para que las grandes mayorías puedan decidir democráticamente el futuro de la nación en sus líneas más generales? Esa sería la función crítica de los partidos políticos bajo el socialismo, educando y agitando a favor de visiones alternativas del rumbo que la sociedad pueda o deba tomar. 

Por otra parte, sabemos que los partidos políticos, así como muchos otros tipos de organizaciones, han mostrado pronunciadas tendencias burocráticas y oligárquicas. Pero hay medidas que se pueden adoptar para compensar y combatir dichas tendencias, como combatir la apatía y abstencionismo entre las bases a través del debate democrático y el continuo ejercicio del poder en la práctica. Una membresía activa, informada e involucrada en los asuntos, tanto de la sociedad, como de los partidos es la mejor garantía contra la burocratización. 

Pero eso no es todo. Hay también medidas organizacionales que pueden contribuir a estos fines, como lo es el control democrático local, así como nacional de los funcionarios de los partidos y de los sindicatos, y la máxima transparencia con respecto a sus políticas y funcionamiento interno, aparte del derecho de las bases de remover a cualquier líder a través de referendos partidarios y sindicales. 

Hay gente que ha abogado por prohibir la reelección de líderes partidarios y sindicales. Aunque esta propuesta es digna de discusión, creo que sería contraproducente y posiblemente antidemocrática y, en todo caso, no prevendría la manipulación por parte de los líderes que hayan sido oficialmente reemplazados. 

Tengo la esperanza que esta discusión sobre el tema del partido único continuará para esclarecer ideas en torno a un tópico tan importante como controvertido.

Samuel Farber nació y se crió en Cuba y ha escrito numerosos libros y artículos sobre dicho país. Su libro más reciente es Cuba Since the Revolution of 1959. A Critical Assessment publicado por Haymarket Books en el 2011. 


miércoles, 1 de abril de 2015

LA POLÉMICA FLORES - DEGREGORI (LIBIOS CONTRA ZORROS)





     Por Gran Combo club - Publicado el 27-09-2011
    1   El desigual debate
 
Degregori respondería a “Buscando un Inca” con “Del mito mariateguista a la utopía andina”, pero no lo publicó pues Flores murió cuando aquél acabó de escribirlo. Inicialmente elegante de parte de Degregori, pero su texto igual circuló, sin dar oportunidad a los libios (que ya casi no quedaban) de responder. Flores quedó en algunos círculos como una suerte de pro -senderista1 , lo cual posiblemente le venía bien a alguna izquierda que quería “memoria” para otras cosas, menos para su propio pasado pro-insurgente. El punto de vista libio quedó no sólo debilitado, sino excluído y estigmatizado2

El mito del Inkarrí, según Degregori, había sido desplazado ya hacía décadas por el “mito del progreso”, con la educación, el comercio y el trabajo asalariado, ver aquí, cual era el discurso de los investigadores del IEP en los sesentas, muy en contraposición con intelectuales como Arguedas y sus seguidores, supuestamente aferrados a una visión del Perú que no correspondía a la realidad ni a las aspiraciones del pueblo peruano3 .

Varios de los exponentes libios, como Portocarrero y Manrique,  que en los ochentas querían ser “más revolucionarios” que Sendero Luminoso, se zorrearon en el camino. Casi solitariamente Wiener se mantuvo libio, debatiendo con los neo-zorros (varios ex-libios) de la CVR, que nuevamente reagrupó desde el estado y el financiamiento internacional a los dirigentes políticos de las izquierdas (los que no pudieron reagruparse para las elecciones de 1990, pero sí para el primer gabinete de Fujimori).

Hoy lo que queda en estos sectores de izquierdas intelectuales y de élites es un horizonte zorro, muy en la agenda de EEUU (“el imperialismo es un mito” diría Gonzalo Portocarrero45 en su época más libia), como que varios han sido destapados como entusiastas colaboradores de la embajada USA por los Wikileaks, con algunos ramalazos verbales libios de vez en cuando.

Con la muerte de Degregori, el terreno con Flores se ha emparejado y procedería la publicación de su texto inédito. Así más gente podría intervenir en un debate que ya ha venido ocurriendo en algunos círculos, como este: Taller de lectura “Otra vuelta de tuerca: revisitando la izquierda”. III sesión.

    2.      Retomando del debate

Al respecto este trabajo de Carolina Garay (persona joven6 , que seguramente no vivió ese momento histórico del país, evidentemente con mayor influencia de parte de Carlos Iván Degregori, como que es del IEP) es muy sugerente y tiene la virtud de replantear el debate en y desde el presente.

Otro conato de debate se dio entre el politólogo Martín Tanaka, aquí:

Leer los viejos textos de Degregori hoy muestran lo acertado de sus intuiciones, y cuánto han envejecido visiones alternativas, en su momento muy influyentes, como las de Juan Ossio, Alberto Flores Galindo o Gonzalo Portocarrero, entre otros. (Nótese el juego de palabras de Tanaka: “acertados viejos textos” vs. “envejecidas visiones alternativas, en su momento influyentes”.) y el historiador Ricardo Portocarrero, quien reacciona ante las acusaciones hechas a Flores aquí y mejor aquí:

Martín Tanaka [nos quiere hacer creer]* nos da a entender en sus artículos del diario La República (20 y 27 de febrero de 2011), que el debate sobre lo andino y Sendero Luminoso se encuentra entre las viejas posturas y las recientes investigaciones sobre el tema. Se trata más bien de una vieja polémica que data de los años 80, donde los argumentos presentados por Tanaka no son nada nuevos. Más bien, se trata de repetir viejos prejuicios. A pesar de haber muerto hace casi 21 años, un 26 de marzo, Flores Galindo puede responder por sí mismo.

Tanaka absolutiza la posición de Degregori contra Flores y las respuestas de Portocarrero son citando los textos de Flores, sin elaboraciones adicionales, pues posiblemente considera que Flores fue lo suficientemente claro en su respuesta.7 (Actualización: 21 de septiembre de 2013. O tal vez sea que no hay ninguna elaboración posterior del pensamiento “libio”, más que repetir lo que ya se dijo, en contraste con el pensamiento “zorro” que ha seguido recreándose, difundiéndose y convirtiéndose en consensual.)
Claro, faltaría aún rastrear las resacas políticas del debate de los 80s en los 2000s, en particular a partir de la CVR que sacraliza el punto de vista zorro, cuyos partidarios dirigieron y poblaron esa comisión estatal (y participaron activamente en el gobierno de Toledo), y en el presente, pues zorros como libios parecen reagruparse, en diferentes momentos, alrededor de la campaña y luego el gobierno de Ollanta Humala.

    3.      ¿Realmente perdió Flores?

El punto de vista zorro, si bien perdió en tiempo real, pues los libios fueron siempre mayoría en el PUM, fue finalmente el consensual, tan así que muchos ex-libios lo adoptaron. Claro, le rinden homenaje a Flores, como cuando Teng Hsiao Ping le rendia homenaje a Mao, pero no hay un rescate de su pensamiento en relación a esta polémica y menos de sus propuestas. No pasan de tratar a Flores como un florero.

En el post Pascuas y Flores mencioné varios puntos en los que Flores Galindo tuvo más visión que sus críticos contemporáneos y actuales. Flores se sometió a que el pensamiento crítico se aplique a su generación, mientras que sus detractores zorros no lo hicieron. Fueron más autocomplacientes y menos modestos que Flores. Flores reclamaba a los jóvenes recuperar la capacidad de indignación. Completamente vigente. Más aún, Flores diría:

Nadie se atreve a decir que hay gran cantidad de muertos, ejecutados inocentes por las fuerzas represivas. No se lo puede decir en público, sin romper y colocarse fuera del “orden democrático”. 

Y era cierto, hubo gente que recién habló fuerte con la CVR, pero no lo hizo en tiempo real, como sí lo hizo Flores, particularmente en “Violencia y campesinado” escrito con Nelson Manrique.

No sólo eso. Como señalé en el post mencionado, Flores previó que el Perú iría camino a ser una “sucursal norteamericana”: “Cuando Flores Galindo se preguntó en su testamento si el Perú iba camino a ser “una sucursal norteamericana”, ese mismo año, 1989, los Estados Unidos instalaban una base militar en la selva peruana. Hoy la “sucursalización” va mucho más avanzada.” No sólo abarcando al país en sí, sino a buena parte de la (ex)izquierda de los ochentas, generosamente financiada por USAID, NED, Soros, NDI, IRI, etc. y más comprometida con esta sucursalización de su país.  En palabras de Flores:
Esta izquierda oficial empeñada en participar en las elecciones y en los mecanismos tradicionales de poder, se aleja del movimiento popular, es étnica y culturalmente distante de las mayorías populares. No puede sentir como ellos y no los incorpora en los cargos dirigenciales. Pero no es tampoco homogénea. De una izquierda que hace algunos años se pensaba toda revolucionaria se han ido desgajando y delimitando algunos sectores. Uno transita hacia la derecha o el Apra.

Y dicho y hecho, unos que otros se fueron al Apra y varios a las derechas.

    4. ¿Planteó Flores a Sendero como manifestación de la utopía andina?

Degregori acusó a Flores de tal cosa:

“Esta justificación tácita pasa por considerar a SL como una de las manifestaciones actuales de la utopía andina, y por otorgarle el monopolio de la esperanza”

Sin embargo, Flores no dudó en calificar a Sendero de “criminal”:

Tenemos también a Sendero Luminoso y al MRTA, uno transitando a la acción criminal, y el otro insuficientemente creativo y sin propuesta social. Está también la izquierda unida en el centro, entre uno y otro. 

No es que Degregori no haya dicho cosas similares con Flores en vida, pero al parecer aquél radicazó sus términos en su trabajo inédito. Fácil es endilgarle cosas a alguien cuando no puede defenderse y sus ex-seguidores se quedan callados. Posiblemente las nuevas generaciones se la crean, y parece ser que es lo que ha ocurrido. Sin embargo, es interesante que quede como evidencia que el libio Raúl Wiener escribiera un folleto en que compilaba su deslinde con Sendero Luminoso. Eran los debates que sostuvo desde la revista Amauta, del PUM, con el Diario, de Sendero, incluyendo la condena del aseesinato del sindicalista del PUM Enrique Castilla, ver   aquí. Estas acusaciones contra Flores no son nada justas. Lo que ocurre es que a pesar de todo, Flores se mantuvo en la apuesta de un Perú socialista, por definición anti-imperialista, mientras sus críticos optaron por todo lo contrario. Una inocultable verdad. (Claro, el Flores de “La Agonía de Mariátegui” es bien recibido por todos estos sectores, en particular por Degregori que consideró a “La Agonía” y no a “Buscando un Inca” como el mejor libro de Flores. El Flores de “Buscando”, que visualizaría como Valcárcel una tempestad en los Andes, habría sido todo un terruco. Qué injusticia.).

Por el momento lo dejo aquí, pero repito: sería bueno que se publique el texto de Degregori, para que el debate se pueda replantear en forma abierta y todos, no solamente un grupo, tengan la posibilidad de sacar sus conclusiones.

[Este post salió publicado en la página Facebook del Gran Combo Club, aquí, el domingo 25 de septiembre de 2011. Se reproduce aquí una versión corregida y aumentada.]

Alberto Flores Galindo y Carlos Ivan Degregori: líderes intelectuales del pensamiento libio y zorro, respectivamente.

Degregori criticó a Flores en un texto que quedó inédito por la temprana muerte de Flores. Degregori tuvo tal elegancia hacia su adversario ideológico. Sin embargo, en el momento actual procedería que ese texto, que sí ha circulado privadamente, sea publicado.
  1. Ver esta tesis de MARCOS SORRILHA PINHEIRO en que discute la acusaciones de “senderista” y “neo-indigenista” que se le hicieron a Flores []
  2. Vargas Llosa con su “Utopía Arcaica” también desvalorizó a Flores, ante el silencio izquierdista o la abierta parcialización con Vargas Llosa []
  3. En realidad, el debate Flores-Degregori reedita el debate Arguedas-IEP, con una posición pro-arguediana, de Flores, más articulada y fortalecida. Flores debatía, no por coincidencia, al igual que Arguedas, con gente del IEP. (En los ochentas Flores había dicho que el IEP era una suerte de nuevo “Instituto Riva Agüero” aludiendo al conservadurismo de ese instituto.). En particular, el “testamento” de Flores puede verse como una versión más a la ofensiva del discurso de Arguedas en la mesa redonda del IEP. []
  4. Lo diría en una entrevista a La República, y verbalmente, en al menos una conferencia en la Izquierda Unida, de San Miguel. Sin embargo, en el capítulo 2 de “El Perú desde la escuela”, escrito con Patricia Oliart, se aprecia bien el punto de vista de Portocarrero sobre el imperialismo. []
  5. Y claro, después de tanto asimilar la desconfianza intuitiva del pueblo a quienes vienen de arriba y de afuera vendiéndoles espejuelos de vidrio a las historias de pishtacos y sacaojos (producto en parte, según Portocarrero, del marxismo) no tuvo ojos para ver las esterilizaciones forzadas impulsadas por USAID en el Perú. Bajo su visión cualquier desconfianza hacia algo así como un programa masivo de esterilizaciones venido de afuera quedaba asimilada a prejuicios xenófobos, de larga data en la tradición oral peruana. []
  6. Algo que parece repetirse en las nuevas generaciones es poner lo de las anteriores en términos de “fracasos”: Garay concluye que la generación de los libios y zorros fracasó porque no cumplió sus objetivos. Bajo esa lupa tal vez se podría decir que la generación anterior, de los cincuentas, fue exitosa pues sí logró reformas antioligárquicas en los setentas, partiendo de una situación desventajosa, por la persecución, la convivencia y unas izquierdas reducidas, con dirigencias inmóviles. Sin embargo, los involucrados de la generación de los setentas, en particular los zorros, seguramente dirían que sí tuvieron éxito en luchar contra la dictadura militar y la de Fujimori y enconsolidar la democracia en los ochentas y dos mil. Como para un análisis aparte. []
  7. El texto de Flores citado por Ricardo Portocarrero responde así:
Frente a un fenómeno como el senderismo no existe la posibilidad de estudiarlo o analizarlo; sólo cabe la condena más rotunda, hasta bordear en el reclamo de la pena de muerte. Con unos o con otros. No hay término medio. La lógica del terror o de las zonas de emergencia traspuesta al mundo universitario. Si un autor no muestra que a lo menos escribe desde el poder, razonando como si fuera un miembro de las fuerzas armadas o un sociólogo asimilado a la policía, se vuelve un sospechoso. Lo peor es que quienes comparten estas apreciaciones se consideran a sí mismos como demócratas. La democracia, en realidad, es una difícil práctica cotidiana que se debe ejercer en todos los espacios, incluida la cátedra universitaria o los cafés de las instituciones.
Subrayado mío (SR). Efectivamente, hubo sociólogos asimilados a la policía, y, efectivamente también, el recuento oficial de los años de guerra se hizo desde el punto de vista zorro y desde el poder, desde una comisión creada por el estado, la CVR.
Flores respondería directamente a Degregori:
Lo andino, de ayer y hoy, está en debate. Curiosamente, la formulación más sugerente en contra de lo andino proviene de un intelectual de izquier­da. Carlos Iván Degregori ha planteado que en la cultura popular peruana, a partir de los años 50, se habría producido una especie de revolución mental: el mundo tradicional sustituido por el nacimiento de una moder­nidad popular.