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jueves, 18 de febrero de 2021

POR QUÉ RUSIA ESTÁ VOLVIENDO LOCO A OCCIDENTE

Pepe Escobar

18/02/2021

 

Los eurócratas optaron por incursionar en la histeria, promoviendo las payasadas del activista de la OTAN y estafador convicto Navalny: una suerte de Guaidó ruso

En el futuro los historiadores podrían escribir que llegó el día en que el imperturbable Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, decidió que había tenido suficiente: “Nos estamos acostumbrando al hecho de que la Unión Europea está tratando de imponer restricciones unilaterales, restricciones ilegítimas y partimos del supuesto que en esta etapa la Unión Europea es un socio poco confiable”. Josep Borrell, el jefe de política exterior de la UE, en visita oficial a Moscú, tuvo que tomarlo en serio.

Lavrov, siempre un perfecto caballero, añadió: «Espero que la revisión estratégica que se llevará a cabo pronto se centre en los intereses claves de la Unión Europea y que estas conversaciones contribuyan a que nuestros contactos sean más constructivos».

El ministro ruso se refería a la cumbre de jefes de estado de la UE, del próximo mes, donde debatirán sobre las relaciones entre Rusia y la Unión Europea. Pero Lavrov se preocupó de dejar en claro que no se hace ilusiones, dijo: no esperamos que estos «socios poco fiables» se comporten como adultos.

Los dos actores más importantes del espacio euroasiático

En esta conferencia de prensa hay una frase de Lavrov que llamó poderosamente la atención a los corresponsales extranjeros: “El principal problema que todos enfrentamos es la falta de normalidad en las relaciones entre Rusia y la Unión Europea, los dos actores más importantes en el espacio euroasiático. Es una situación malsana, que no beneficia a nadie”.

¿Qué quiso decir Lavrov con esta frase? Volveré a esto en un momento.

En su forma actual, la UE parece irremediablemente adicta a empeorar una “situación malsana”. En Bruselas la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, estropeó ostensiblemente el tema de las vacunas. Básicamente, envió a Borrell a Moscú, para solicitar los derechos de licencia para que empresas europeas produzcan la vacuna Sputnik V, que pronto será aprobada por la UE.

Y, sin embargo, los eurócratas optaron por incursionar en la histeria, promoviendo las payasadas del activista de la OTAN y estafador convicto Navalny: una suerte de Guaidó ruso.

Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, bajo el manto de la «disuasión estratégica», el jefe del STRATCOM estadounidense, el almirante Charles Richard, dejó escapar casualmente que «existe una posibilidad real que una crisis regional con Rusia o China, una crisis que escale rápidamente hacia un conflicto que involucre armas nucleares».

De modo que la culpa de la próxima – y última – guerra ya se atribuye al comportamiento «desestabilizador» de Rusia y China.

¿Acaso, suponen que si estuvieran «perdiendo» una guerra convencional en “un ataque de rabia” transformarían el conflicto en una guerra nuclear? Presentada de esta manera la situación el Pentágono sería víctima de los “malvados rusos y chinos”.

Los estrategas de STRATCOM deberían leer con sumo cuidado al analista militar Andrei Martyanov. Este experto ha explicado detalladamente cómo ha cambiado la naturaleza de la guerra, hoy son las armas hipersónicas, y no las armas nucleares, las que decidirán quién gana y quién pierde.

Después de una escrupulosa explicación técnica, Martyanov afirma: “Actualmente, EEUU no tiene opciones en un conflicto. En realidad, no tiene ninguna. Sin embargo, la opción menos mala para los estadounidenses es hablar con los rusos. No con majaderías geopolíticas como que Rusia “abandone” a China. Este es un tonto “sueño húmedo” de las cabezas calientes. Terminar con los acuerdos entre China y Rusia, hoy es totalmente imposible”.

Según Martyanov “rusos y estadounidenses deben resolver pacíficamente las relaciones entre ellos” Para luego invitar a China para que se siente como uno de los Tres Grandes en la mesa de negociaciones. “Esta es la única oportunidad para que EEUU siga siendo relevante en el nuevo mundo”, agrega convencido.

Un poco de historia

Son muy insignificantes las posibilidades que la Unión Europea controle una “situación poco saludable” con Rusia. El estado profundo de aliado estadounidense no ha mostrado ninguna señal que cambie que cambie su agresiva rusofobia.

El camino por delante parece estar ya fijado: sanciones perpetuas; expansión de la OTAN a lo largo de las fronteras de Rusia; formación de un anillo de estados hostiles alrededor de Rusia; interferencia de EEUU, con un ejército de quinto columnistas, en los asuntos internos de Rusia; en fin, una guerra perpetua de información de espectro completo.

Lavrov dejó claro que Moscú no espera cambio alguno. Sin embargo, los hechos sobre el terreno seguirán acumulándose.

Nordstream 2 estará terminado (con sanciones o sin sanciones) y suministrará gas natural a Alemania y a la UE. El estafador condenado Navalny (que tiene un 1% de «popularidad» real en Rusia) permanecerá en la cárcel hasta que cumpla la condena judicial, los ciudadanos de la UE obtendrán el Sputnik V, y …la asociación estratégica Rusia-China seguirá solidificándose.

Rusia escéptica

Las claves históricas para entender la “escéptica posición del pueblo ruso respecto de Europa”, están en el nuevo libro de filosofía política escrito por Glenn Diesen, profesor de la Universidad del Sureste de Noruega y profesor de la Escuela Superior de Economía de Moscú.

Diesen se concentra en lo esencial: geografía, topografía e historia: “Rusia es una gran potencia terrestre sin suficiente acceso a los mares. La geografía, argumenta, condiciona los cimientos de sus políticas conservadoras que podrían ser definidas por: la autocracia, un concepto complejo de nacionalismo y un perdurable papel de la Iglesia Ortodoxa”, algo que implicó una resistencia al secularismo de carácter radical”.

Junto con Diesen debemos recordar que Rusia no tiene fronteras naturales defendibles; ha sido invadida u ocupada por suecos, polacos, lituanos, por la horda de oro mongola, por los tártaros de Crimea, los franceses con Napoleón y por la enorme y sangrienta invasión nazi.

Quizás como ejemplo de la preocupación fundamental del pueblo ruso esta la palabra byezopasnost. ¿Pero que hay tras esta palabra rusa? La respuesta es casi todo.: byez byezopasnost se puede traducir como “seguridad” pero también significa algo más importante: byez es “sin” en castellano y opasnost significa «peligro», sin peligro.

La compleja y singular estructura histórica de Rusia siempre presentó serios problemas.

Rusia tuvo una estrecha afinidad con el Imperio Bizantino. Pero si «llegaba a reclamar la transferencia de la autoridad imperial de Constantinopla a Moscú, se vería obligada a conquistarla». Cosa que no hizo.

Ahora, si se le hubiera ocurrido reclamar la herencia de la Horda Dorada Mongol este habría relegado a Rusia solo a una potencia asiática. Cuestión que tampoco hizo.

En el camino ruso hacia la modernización, la invasión mongola provocó no solo un cisma geográfico, sino que dejó su huella en la política: “La autocracia se convirtió en una necesidad tras el legado mongol y con el tiempo la Rusia de los Zares se constituyeron como un imperio euroasiático con una vasta extensión geográfica, pero mal conectada”.

Un este-oeste colosal

Desde esa época Rusia tiene que ver con Oriente y Occidente. El profesor Diesen nos recuerda Nikolai Berdyaev, una de los pensadores conservadores siglo XX, sostuvo en 1947 que : “la incoherencia y la complejidad del alma rusa es producto que en Rusia confluyen dos corrientes de la historia del mundo, el Este y el Oeste. Ambas se empujan e influyen mutuamente (…) Rusia es una sección completa del mundo, un este-oeste colosal «.

El ferrocarril transiberiano, construido para solidificar la cohesión interna del imperio ruso y para proyectar poder en Asia, fue un gran cambio de juego: “Con la expansión de los asentamientos agrícolas rusos hacia el este, Rusia estaba reemplazando las antiguas carreteras de Eurasia”.

Por esta razón es curioso constatar cómo el desarrollo ruso hacia el oriente terminó influyendo en la teoría de la “Heartland” de Mackinder. Para este estratega, considerado el padre de la geopolítica moderna, el control del mundo requiere del control del súper-continente euroasiático y por tanto lo que aterrorizaba a Mackinder era que los ferrocarriles rusos, que conectan a Eurasia, iban a socavar con el tiempo la “gran imperio marítimo” de Gran Bretaña

Diesen también nos explica cómo el “eurasianismo”, que surgió en la década de 1920 entre los emigrados en respuesta a la revolución de 1917, fue de hecho una evolución del conservadurismo ruso.

Sin embargo, este eurasianismo nunca se convirtió en un movimiento político unificado. Su núcleo intelectual creía que Rusia no era un mero estado de Europa del Este, pues después de la 13 ª invasión mongol y de las invasiones tártaros, la historia y la geografía de Rusia no podía ser solamente europea.

Para los euroasianistas el futuro requeriría un enfoque más equilibrado y un compromiso con Asia.

Antes, en 1881 y desde otra posición intelectual Dostoievski lo dijo brillantemente: “Los rusos son tanto asiáticos como europeos. El error de nuestra política durante los dos últimos siglos ha sido hacernos creer que somos verdaderos europeos. Hemos servido demasiado a Europa, hemos participado demasiado en sus querellas domésticas (…) Nos hemos postrado como esclavos ante los europeos y sólo nos hemos ganado su odio y su desprecio. Es hora de dar la espalda a la ingrata Europa. Nuestro futuro está en Asia”.

Ahora Lev Gumilev es posiblemente una “superestrella” para una nueva generación de partidarios del concepto “euroasiático, su obra “La Antigua Rusia y la Gran Estepa” fue la publicación de mayor impacto entre los rusos después de la caída de la URRSS. En el libro, Gumilev demostró que Rusia se había fundado por medio de una coalición natural entre eslavos, mongoles y turcos.

Lo que están ofreciendo Diesen y Gumilev es una especie de tercera vía, que va más allá del nacionalismo pro-europeo y de un internacionalismo hasta cierto punto utópico.

En Kazajstán se ha establecido la “Universidad Lev Gumilev” y Putin se ha referido al historiador como «el gran euroasiático de nuestro tiempo». Por su lado, Diesen nos recuerda que George Kennan, definió a Rusia después de la caída de la URSS como “un país trágicamente herido y espiritualmente disminuido”.

En 2005, Putin fue mucho más agudo y contundente: “el colapso de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo. Y para el pueblo ruso, fue un verdadero drama (…) Los viejos ideales fueron destruidos. Muchas instituciones fueron disueltas o reformadas sin pensarlo … Con un control irrestricto sobre los flujos de información, los oligarcas servían exclusivamente a sus propios intereses corporativos. La pobreza masiva comenzó a aceptarse como la norma. Todo este drama se desarrolló en un contexto de la más severa recesión económica, con unas finanzas inestables y una parálisis en el ámbito social”.

Ante esta crisis la respuesta de Putin fue aplicar la «democracia soberana» Y así llegamos a la cuestión europea crucial.

En la década de 1990, dirigida por atlantistas, la política exterior rusa se centró en la Gran Europa, un concepto basado en el Hogar Europeo Común de Gorbachov.

Y, sin embargo, la Europa de la posguerra fría, se ha configurado por una incesante expansión de la OTAN y con una Unión Europea que se ha extendido permanentemente hacia el este. Los hechos indiscutibles es que durante tres décadas los contorsionismos liberales desplegaron todo tipo de maniobras para incluir a todas las naciones del Este y excluir a Rusia de Europa.

Diesen tiene el mérito de resumir todo este proceso en una sola frase: “La nueva Europa liberal representó una continuidad británico-estadounidense en términos del dominio de las potencias marítimas, y el objetivo, siguiendo lo que pensaba Mackinder, es impedir una relación germano-rusa provechosa, una relación de suma cero. De esta manera EEUU evita que ambas naciones compartan sus intereses complementarios”.

Entonces, no es de extrañar que Putin, fuera erigido por los medios occidentales como el Espantapájaros Supremo, o «el nuevo Hitler».

En su momento Putin rechazó de plano el papel que quisieron asignarle a Rusia, debía ser mero aprendiz de la civilización occidental, y de su actual corolario; la hegemonía neoliberal. Aun así, se mantuvo por un tiempo bastante complaciente. De hecho, en 2005 Putin declaró: “Rusia fue, es y será una gran potencia europea».

Sin embargo, el objetivo de Putin ha sido desacoplar el liberalismo de la política, rechazando los fundamentos de la hegemonía liberal.

En este sentido se entiende su afirmación: debemos comprender que no hay un modelo democrático único. Más tarde esta noción de Putin se conceptualizó como «democracia soberana». En pocas palabras, la democracia no puede existir sin soberanía, de modo que Rusia debe descartar de plano la «supervisión» occidental para que la democracia soberana funcione realmente.

Diesen observa agudamente que, la URSS estuvo cercana a ser «un eurasianismo radical de izquierda”. En su libro afirma que Sergei Karaganov, conocido como el

«Kissinger ruso», demostró «que para la Unión Soviética fue fundamental los procesos de descolonización pues se comprometió tempranamente con el surgimiento de naciones soberanas de Asia, y con los procesos de liberación nacional que privaban a Occidente de capacidad para someter al mundo. Cuestión, que través de la fuerza militar, los occidentales habían hecho desde el siglo XVI hasta la década de 1940”.

Esto política internacionalista de la URSS es reconocida en vastas extensiones del Sur global, desde América Latina y África hasta el sudeste asiático.

Península occidental de Eurasia

Después del final de la Guerra Fría – y del fracaso de la Gran Europa de Gorbachov – el giro de Moscú hacia Asia para construir la Gran Eurasia solo se puede entender como “inevitabilidad histórica”. ¿Veamos por qué?

Los dos centros geoeconómicos de Eurasia son Europa y Asia Oriental. Bueno, Moscú quiere conectarlos económicamente en un súper-continente: ahí es donde la Gran Eurasia se une con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China (BRI). Para Diesen: se trata de “una transición desde naciones hasta ayer periféricas el centro occidental hacia un nuevo centro con una construcción económica regional”.

Desde una perspectiva, incluso conservadora, Diesen enfatiza, “la economía política de la Gran Eurasia permite a Rusia superar su obsesión histórica con Occidente y establecer un camino propio de Rusia hacia la modernización”.

Esto implica conectar la Rusia europea con Siberia y la Rusia del Pacífico bajo un concepto: una nueva economía política industrializador, por esto la asociación estratégica Rusia-China está activa en los sectores geoeconómicos más importantes: industrias estratégicas, plataformas tecnológicas, corredores de conectividad e instrumentos financieros.

El giro hacia el oriente ha puesto en sobre la mesa, una vez más, el debate sobre un asunto de carácter histórico: el enfrentamiento entre el Heartland (el corazón de la tierra ubicado en Eurasia) y las potencias marítimas.

Las tres primeras grandes potencias euroasiáticas, fueron los escitas, los hunos y los mongoles. La razón clave de su fragmentación y decadencia es que no pudieron alcanzar, ni menos controlar, las fronteras marítimas de Eurasia.

La cuarta gran potencia euroasiática fue el imperio ruso, y su sucesor, la URSS. Una de las razones de su colapso es entre otros factores que tampoco no pudo ni alcanzar ni controlar las fronteras marítimas de Eurasia.

De hecho, EEUU lo impidió aplicando las ideas de sus mejores geopolíticos, Mackinder, Mahan y Spykman. La estrategia de EEUU se conoció como el mecanismo de contención de “Spykman-Kennan”, un modelo belicista que utilizó sistemáticamente los denominados «despliegues avanzados» en la periferia marítima de Eurasia, Europa occidental, Asia oriental y Oriente Medio.

Todos conocemos, a estas alturas, cómo es la estrategia general de EEUU en alta mar. También conocemos las verdaderas razones de su participación en la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo declarado fue evitar por todos los medios el surgimiento de una potencia euroasiática.

EEUU como gran potencia hegemónica, fue definido crudamente – y con arrogancia imperial – por el libro » The Grand Chessboard» de Brzezinski en 1997: «Necesitamos prevenir la colusión en Eurasia y debemos mantener la dependencia de seguridad entre las naciones vasallas, también necesitamos mantener afluentes flexibles y protegidos, para evitar que los bárbaros se unan”. El viejo “divide y gobernaras” aplicado al «dominio del sistema- mundo».

Para desesperación de los sospechosos habituales este sistema enunciado por Brzezinski ahora se está derrumbando. Diesen señala: «en el pasado, empujar a Rusia hacia Asia habría relegado a esta nación a la oscuridad económica y la habría eliminado como potencia europea. Pero ahora, con el centro de gravedad geoeconómica desplazándose a China y hacia el Este de Asia, se trata de un juego completamente nuevo”.

La demonización de Rusia-China por parte de EEUU, junto con la mentalidad de sus adeptos instalados en la Unión Europea, sólo están ayudando a acercar a Rusia cada vez más a China. Todo esto ocurre en una coyuntura donde Occidente – que dominó el mundo durante dos siglos- está llegando definitivamente a su fin

Diesen, quizás con demasiada diplomacia afirma: “Las relaciones entre Rusia y Occidente puede que cambien con el surgimiento de Eurasia. La estrategia hostil de Occidente hacia Rusia está condicionada a la idea de que Rusia no tiene a dónde ir y debe aceptar todo lo que Occidente ofrece. El ascenso de China altera fundamentalmente la relación de Moscú con Occidente pues le permite a Rusia diversificar sus asociaciones”.

Es posible que nos estemos acercando rápidamente al punto en el que la Rusia de la Gran Eurasia presentará a Alemania una oferta del “tómalo o déjalo”. O construimos el Heartland juntos, o nosotros lo construiremos solo con China, y para entonces Alemania quedará como un espectador. Por supuesto, siempre existe una posibilidad, pero ahora muy distante de un eje Berlín-Moscú-Beijing… han pasado cosas más extrañas en la historia.

Mientras tanto, Diesen todavía confía: “las potencias terrestres de Eurasia eventualmente podrían incorporar a Europa, y a otros estados en la periferia, en la Nueva Eurasia. A medida que los intereses económicos se vuelvan hacia el Este las lealtades políticas cambiarán gradualmente y, Europa se podría convertir gradualmente en la península occidental de la Gran Eurasia”.

Este artículo también puede ser leído como una amable invitación para que “reflexione cierto vendedor ambulante de origen peninsular”.

observatoriocrisis.com

Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/por-que-rusia-esta-volviendo

 


miércoles, 4 de diciembre de 2019

EL CAMINO HACIA LA GRAN EURASIA



Asia Times
04-12-2019

El primer presidente de Kazajstán tiene una hoja de ruta para el siglo XXI: alianza global de líderes para un mundo libre de armas nucleares


El Club Astana es una de las reuniones anuales más cruciales en Eurasia, junto con el foro Boao en China y las discusiones de Valdai en Rusia. China, Rusia y Kazajstán están a la vanguardia de la integración de Eurasia. No es de extrañar, entonces, que la 5ª reunión del Club Astana tuviera que centrarse en la Gran Eurasia, y también es de esperar, con una “nueva arquitectura de cooperación global”. 

Astana Club congrega una mezcla fascinante de notables de toda Eurasia con europeos y estadounidenses. Prácticamente todos los tonos relevantes del espectro geopolítico están representados. Los paneles están muy bien estructurados (moderé dos de ellos). Las discusiones son francas y no se desalientan las negaciones de no negación. Aquí hay una muestra de lo que se discutió en Nur-Sultan, bajo la espectacular cúpula poco profunda diseñada por Norman Foster.

Gran estabilizador 

Vladimir Yakunin, presidente del Instituto de Investigación del Diálogo de Civilizaciones en Moscú, apuesta a que China está “lista para preparar Eurasia para el futuro” incluso aunque no haya “indicios de que Occidente lo tratará de manera positiva”. Yakunin ve los Nuevos Caminos de Seda, o la Iniciativa Belt and Road, como una “base de diálogo civilizatorio para China”, incluso mientras Rusia continúa afirmando nuevamente como una potencia global. 

Wang Huiyao, del Centro para China y Globalización y consejero del Consejo de Estado de China, ve a China como “el mayor estabilizador” en las relaciones internacionales y el comercio como “el mayor mecanismo para la prosperidad” como se demostró una vez más en la última Expo de Shanghai.

El diplomático paquistaní principal Iftekhar Chowdury, ahora en el Instituto de Estudios del Sur de Asia en la Universidad Nacional de Singapur, argumenta que “el orden mundial liberal no es universal”; ahora todo se reduce al “capitalismo liberal contra China”. Huiyao, por su parte, no se sorprende: Subraya que China ya ve un “Eurasia 3D” como una nueva plataforma de negociación.

Huiyao señala cómo se está aplicando la “metodología incorrecta” como un “estabilizador de la economía mundial”. Él enfatiza el papel del Banco de Inversión en Infraestructura de Asia y especialmente de Belt & Road como “un nuevo impulso para el desarrollo del mundo en las próximas décadas”. sobre la base de “cultura china, tradición, valores” –además de una economía híbrida que no solo presenta empresas estatales. Belt & Road, insiste, es un “verdadero plan de desarrollo internacional”. En contraste, el gran peligro es el “unilateralismo”: “¿Tenemos solo una forma de historia?”

Jacob Frenkel, presidente de JP Morgan International, lúcido y didáctico a diferencia de muchos banqueros, en realidad cita un proverbio chino: “La miel es dulce, pero la abeja pica”. Él enfatiza que “las palabras importan. Cuando usas 'guerra' en el comercio, hay consecuencias” –especialmente cuando hay “millones de barcos” navegando “el mismo océano”. 

Wang respalda a Frenkel cuando subraya las consecuencias imprevistas para terceros países de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Frenkel ve los aranceles como “los instrumentos equivocados” y subraya que los empresarios “no creen en los modelos del FMI”. Boris Tadic, ex presidente de Serbia, se concentra en cómo “las grandes potencias arrogantes ignoran a los países más pequeños”.

El reducible Li Wei, presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo del presidente del Consejo de Estado y un excelente negociador, subraya que bajo graves “tendencias antiglobalistas” la necesidad es de “nuevos principios de convivencia”. China y los Estados Unidos deberían “dejar de intercambiar golpes; ha habido 13 reuniones para discutir la guerra comercial”. Lo que se necesita, dice Li, en una nueva primera etapa de discusión, es que Xi y Trump firmen un memorando de entendimiento.

En reacción a la posibilidad de que China y los protocolos de firma de EE.UU., Yakunin tenga que volver a su punto principal: “Estados Unidos no está dispuesto a ver a China transformarse en una gran potencia”.

Li, imperturbable, tiene que mencionar que Xi Jinping lanzó realmente Belt & Road en Kazajstán, en la cercana Universidad de Nazarbayev, en 2013. Está convencido de que la iniciativa es capaz de “responder completamente a todos los desafíos del momento histórico actual”.

De MAD a SAD 

Terje Todd-Larsen, ex subsecretario general de la ONU y presidente del Instituto Internacional de la Paz, lamenta que, con el sistema multilateral debilitado, y ninguna organización multilateral que abarque Oriente Medio y África del Norte, No existe una mesa capaz de congregar a los árabes, Irán, Israel y Turquía. La mejor esperanza está en Kazajstán, y ya existen precedentes, con Nur-Sultan como anfitrión del proceso de Astana para Siria.

En el frente de las armas nucleares, Yakunin señala cómo las naciones que suscriben el Tratado de No Proliferación en realidad ahora esperan una “afirmación formal de que no serán amenazadas”. Él ve la “falta de confianza” como la mayor amenaza para el TNP: “Los miembros del P5 del TNP no cumplieron sus promesas”.

El legendario Mohamed El Baradei, ex Director General de la Agencia Internacional de Energía Atómica y galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2005, establece la elección en términos claros: Es “presión máxima, cambio de régimen y sanciones” o “diálogo, equidad, cooperación, respeto”. Él enfatiza que “las instituciones internacionales no pueden lidiar con el mundo de hoy, está más allá de ellas”. Y el elefante en la habitación es, por supuesto, armas nucleares: “Parecemos congelados en su lugar”.

El Baradei refuta la noción del club nuclear como modelo: “¿Cuál es la lógica y la justificación moral? Este es un régimen insostenible”. Sobre el desarme nuclear, son los estados nucleares los que tienen que comenzar una nueva era. Por el momento, lo que queda es “rescatar los restos del control de armas nucleares. Hemos pasado de MAD a SAD: destrucción segura de sí misma “.

De vuelta al nivel del suelo, Dan Smith, director del Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo, presenta sistemas letales de armas autónomas. –como en robots con un alto grado de autonomía–. En la conversación. No es que estas entidades eviten, por ejemplo, los ciberataques, que “pueden ser contraproducentes y autodestructivos, porque habrá un contraataque“.

Alianza global 

La estrella indiscutible del espectáculo en el Club Astana es realmente el primer presidente kazajo, Nazarbayev. Existe la sensación entre diplomáticos y analistas experimentados de que cuando se escriba la historia de la Gran Eurasia, Nazarbayev estará en primera plana. La agitación global puede no favorecerlo demasiado en este momento, pero, como subrayan los rusos, la Unión Económica Euroasiática, por ejemplo, está destinada a sobrevivir a las sanciones y la guerra comercial, y 2025 ofrece una visión tentadora del futuro a través del mercado abierto de gas y transporte. La UE y la EAEU tienen una economía complementaria, y Rusia puede desempeñar un papel importante.

Nazarbayev cita al lavado de teorías Francis Fukuyama para enfatizar que “solo tres décadas después”, su “anticipación no se hizo realidad”. Está interesado en “reevaluar críticamente” el modelo de seguridad euroasiático, que ahora combina Europa y Asia, como la mayoría de los expertos que prepararon un informe detallado sobre los Diez principales riesgos para Eurasia en 2020 están de acuerdo.

Nazarbayev tiene una hoja de ruta para la paz en el siglo XXI, a través de un manifiesto que presentó en la ONU. Eso se constituiría como una alianza global de líderes para un mundo libre de armas nucleares –completado con cumbres mundiales dedicadas a la seguridad nuclear. Puede hablar así con el “derecho moral” de haber cerrado uno de los principales arsenales nucleares del mundo, el de Kazajstán.

La clave tanto para Nazarbayev como para Xi y Putin es ese Belt & Road, la Unión Económica Euroasiática, la Unión Europea, la Organización de Cooperación de Shanghai, la Asociación de la Nación del Sudeste Asiático –todas estas iniciativas e instituciones– deberían estar a toda marcha, juntos, creando múltiples pistas de negociación, todas orientadas hacia la Gran Eurasia. ¿Y qué mejor plataforma para avanzar, conceptualmente, que el Club Astana?

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=263147