martes, 21 de octubre de 2025

MIRADAS SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL, OCTUBRE 2025

 

I

SITUACIÓN ACTUAL

 

La crisis social y política que vive el Perú, se agudizó a partir del 7 de diciembre del 2021. El año del Bicentenario de la República.

Ese día, fue detenido por su propia escolta, a punta de metralletas, el presidente Pedro Castillo Terrones.

Previamente, a las once de la mañana, éste había leído un mensaje a la nación, en el que llamaba a las Fuerzas Armadas y Policiales a cerrar el Congreso, a declarar en reorganización el Poder Judicial y el Ministerio Público. Nadie le hizo caso. Por el contrario, todas las instituciones mencionadas siguieron funcionando normalmente, y lo único anormal fue el ilegal arresto de un presidente en funciones, y su posterior vacancia inconstitucional al no contar con los votos necesarios.

Ahora en diciembre, se van a cumplir cuatro años de este suceso. Cuatro años en que el presidente Pedro Castillo está detenido con prisión preventiva.

Los datos dicen que en el 2021 había en el Perú 2 asesinatos diarios, hoy, la cifra de asesinatos es de 8 diarios, se ha cuadriplicado. Y lo mismo pasa en otras actividades delictivas como la extorsión, el sicariato, la trata de personas, el narcotráfico, la tala ilegal, y, finalmente, el auge de la minería áurea ilegal.

A la caída del gobierno popular de Pedro Castillo, le sucedieron los asesinatos de sus partidarios y defensores que salieron a protestar y a reclamar su libertad y reposición. Cincuenta peruanos muertos, en su mayoría aymaras y quechuas, fueron el sello de su debacle.

Pero el costo social y político de esta derrota lo estamos viviendo hasta ahora. La señora Dina se fue a su casa, licenciada por las fuerzas que la sostuvieron en el gobierno. A pesar de que ella dijo sí a todo, ya no les sirve más. Las próximas elecciones están muy cerca, y lo que señalan las encuestas pagadas no es muy halagüeño.

Los candidatos que más intención de votos tienen, o están presos, o están inhabilitados o próximos a serlo. Como resultado, el voto indeciso es el que tiene mayoría. Y las dos gotas que rebasaron el vaso fueron el rechazo en Juliaca a Philip Butters y el ataque al grupo Agua Marina el Día del Combate de Angamos.

Estos dos hechos hicieron ver al pacto mafioso que domina el Congreso que sus posibilidades electorales se venían abajo, a menos que se deshagan de la señora de los rólex.

Por supuesto, la presión de la calle ha sido determinante, los exitosos paros de transporte que practicamente paralizan Lima, pero sobre todo, la irrupción de los jóvenes, en su mayoría universitarios, conocidos como la Generación Z.

Ellos, a partir del 13 de setiembre han convocado marchas de protesta que han ido aumentando su volumen y fuerza. Es un fenómeno social y político nuevo que aún no se puede medir su alcance. El pacto mafioso les entregó la cabeza de Dina para ver si así se calmaban los ánimos, pero lo que han puesto en su lugar, más los ha enfurecido.

Un presidente envuelto en un caso de violación y acusado de presunto enriquecimiento ilícito, no parece ser alguien que pueda calmar el descontento social encarnado en los jóvenes de la Generación Z.

Precisamente, el miércoles 15 de octubre se realizó una multitudinaria marcha en contra del nuevo Presidente y del Congreso que lo avala. Que se vayan todos es la consigna radical. Es decir, que se vayan todos los implicados en este pacto corrupto, que son la mayoría, y que se elija una nueva Mesa Directiva con los pocos congresistas honestos que quedan y de allí salga quien presida el Perú hasta el 28 de julio del 2026.

¿Lo conseguirán? Depende de cómo muevan sus fichas políticas los zetas, de cómo participen los demás gremios, de cómo se agudicen las contradicciones entre los miembros de la coalición nefasta que hoy continúa encaramada en el poder.

La nueva generación está viviendo su bautizo de fuego, y ya tiene un mártir, un héroe, el activista del Hip Hop, el músico del Rap, el nieto, el hijo, el esposo, el padre de un niño de diez años, el amigo, el vecino, el luchador social Eduardo Mauricio Ruiz Sáenz de 32 años de edad, asesinado por un mal policía que disparó el arma que llevaba sin haber una justificación real, sólo por matar, por asesinar.

Estos seis meses que faltan para las elecciones generales se anuncian llenos de presagios, de lucha, grávidos de acontecimientos que pueden ser cruciales para el Perú. Que cada quien cumpla su tarea, su trabajo, su labor. El pueblo peruano es un pueblo resiliente, heroico, luchador, creativo, trabajador. Es el único pueblo de todo el Continente Americano que tiene la teoría social más avanzada creada por el gran Amauta José Carlos Mariátegui. Sólo falta que el pueblo, su vanguardia, la haga suya y la adecúe a los nuevos tiempos.

Finalizo este breve artículo de opinión con una cita dedicada a la Nueva Generación:

" La conquista de la juventud no deja de ser, por esto, una de las necesidades más evidentes, más actuales, de los partidos revolucionarios. Pero, a condición de que los jóvenes sepan que mañana les tocará cumplir su misión, sin los álibis de la juventud, con responsabilidad y capacidad de hombres." JCM. Variedades, 15 de mayo de 1929. El Mito de la Nueva Generación.

 

Lima, 19 de octubre del 2025.

Manuel Velásquez Rangel.

 

II

 

DOS OBSERVACIONES Y UN BREVE COMENTARIO SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL

 

(20 de octubre de 2025)

 

Por Miguel Aragón

 

Manuel, ordenar y exponer públicamente tus ideas sobre la situación actual, es un gran avance y un buen ejemplo de tu parte, pero tiene sus riesgos. La única forma de aprender a nadar, es lanzándose a la piscina.

1.- De entrada señalaré dos errores muy evidentes en tu apresurado comentario.

En el primer párrafo escribiste que a partir de 7 de diciembre de 2021 se agudizó la crisis, al ser detenido el presidente Pedro Castillo.

Ese suceso ocurrió un año después, el 7 de diciembre de 2022.

En el cuarto párrafo anotaste Ahora en diciembre, se van a cumplir cuatro años de este suceso. Lo cierto es que recién se van a cumplir tres años de ese suceso, aunque por la gravedad de los hechos ocurridos, parece que hubiera transcurrido más tiempo.

2.- En el tercer párrafo comentas brevemente la acción del presidente Castillo el día 7 de diciembre.

Pero omites lo más importante   Ese día el presidente Pedro Castillo cometió un error al leer esa proclama., un error no previsto en la actual Constitución.

Por ese error político, el presidente, o la primera ministra, debió ser convocado al pleno del Congreso en condiciones de libertad, tal como la han convocado hace dos semanas a la presidenta interina Dina Boluarte.

En diciembre, se cumplirán tres años de los sucesos del 7 de diciembre, y hasta la fecha no hay una explicación seria de las causas de lo ocurrido en Palacio de Gobierno, el día 7 de diciembre en horas de la mañana

Ese día, después de escuchar en el Parlamento, al presidente y a su abogado defensor, recién debió haberse pasado a votación, si es que constitucionalmente procedía la vacancia presidencial.

3.- En el octavo párrafo mencionas los casos Butters y Agua Marina.

Lo cierto es que el candidato Butters viajó a Juliaca para provocar a la población, y ganarse unos votos en la pugna interna que tiene con otros candidatos de la reacción.

Él está feliz, porque salió ganando, le dieron tribuna y la aprovechó muy bien, para cólera de sus competidores dentro del espectro de más de 30 candidatos derechistas.

Si la población de Juliaca lo hubiera ignorado, ahí sí, él se sentiría un derrotado.

El caso Agua Marina fue “armado” para acelerar la renuncia de la Sra Boluarte, que hasta el final resistió la presión para quebrar Petroperú. No hay que olvidar que la Sra. Boluarte postuló por Perú Libre, un grupo nacionalista como el APRA.

4.- En tu pronunciamiento mencionas las recientes movilizaciones, y el destacado papel que está desempeñando la nueva generación.

Esta participación es muy importante destacarla, aunque algunos críticos veteranos se han pronunciado muy exigentes, son como las vacas que se olvidan cuando fueron terneras.

En los últimos cien años, en el movimiento social, en cinco oportunidades, se ha vivido situaciones similares de renovación generacional.

Estas cinco oportunidades han sido las siguientes:

Decenio de 1920-1930

Decenio de 1945-1955

Decenio de 1970-1980

Decenio de 1995-2005 y, por último, el decenio de 2020-2030, el presente decenio.

Para los miembros de la  nueva generación, la actual generación,    estos son años de búsqueda, de ensayos, de errores y también de aciertos, pero necesariamente se irán decantando, separando la paja del grano, tal como lo hicieron y lo hicimos los luchadores sociales  de las anteriores generaciones.

Debemos tener confianza en su capacidad de orientamiento definitivo.

5.- Es muy cierto, las próximas elecciones municipales de octubre de 2026 están muy cerca, y el movimiento democrático del cual formamos parte, está muy atrasado en el desplazamiento de nuestro trabajo a la acción directa en barrios y municipios. La nueva generación, con su trabajo zonal parecería que están más avanzados, a condición que hagan trabajo de bases y agiten en primer lugar las reivindicaciones inmediatas de los pobladores de cada municipio y de cada provincia, superando las viejas consignas protestatarias, de la política criolla. 

El momento actual es un momento participativo, la mayor parte del actual derroche de energía de las masas, debería encauzarse para la contienda político electoral municipal de octubre de 2026. 

6.- Comparto tu optimismo, que entre los 130 congresistas hay pocos congresistas democráticos y honestos.  Esta es otra de las razones, por las cuales yo no estoy de acuerdo con la consigna anarquista Que se vayan todos 

7.- Por último, lo que debí anotar al comienzo, para dar sustento al análisis de la situación actual.

Debemos tener presente, que actualmente en el país continúa la cuarta onda larga de crecimiento capitalista.

Este año el PBI crecerá +3,5 %, mientras que la población continuará creciendo solamente +1,0% La diferencia es notoria.

La tasa de crecimiento económico del país, será una de las más elevadas del continente. Los países capitalistas más desarrollados del mundo tienen tasas de crecimiento Nulo, o a lo más  +1,0 %, mientras que China nuevamente tiene asegurado crecer +5,0%

Las Reservas Internacionales de Perú, nuevamente serán muy altas (La Caja está rebosante, por eso pretenden malgastar una parte en comprar más de 30 aviones de guerra); la inflación será muy baja (menos de 3,0%), el precio del dólar, desde hace varios años se mantiene por debajo de los 4,00 soles/dólar.

Estas cifras económicas positivas, contrastan y   no se reflejan en los ingresos de la población. Por eso decimos que es un crecimiento económico sin desarrollo social, una situación en que "los ricos se hacen más ricos, y los pobres se hacen más pobres"

Esta es la paradoja de los últimos años. Sobre una base en que la economía está en crecimiento, hay una grave crisis social y política.

En las luchas sociales, las masas deben de partir de esta realidad objetiva, y aprender a utilizarla.

Otros temas de actualidad, los trataremos en otra oportunidad.  En breve tengo que culminar dos artículos previamente comprometidos sobre el libro La Escena Contemporánea


lunes, 20 de octubre de 2025

EL AMOR TODAVÍA PUEDE LIBERAR



Evelina Johansson Wilén y Maria Wemrell

Traducción: Pedro Perucca

Que el amor esté atravesado por una sociedad patriarcal no significa que haya perdido su capacidad de transformarnos y, a través de nosotros, transformar el mundo que construimos.

 

Hace un par de semanas, una de nosotras (Evelina) asistió a un seminario con la jurista feminista Annica Rudman. Rudman, quien vive y trabaja en Sudáfrica desde hace dos décadas, y habló de un caso emblemático: Mary Sunday contra la República Federal de Nigeria. Sunday vivía en una región conocida por su patriarcado profundamente arraigado y por los niveles epidémicos de violencia doméstica contra las mujeres. Durante años, mantuvo una relación con un oficial de policía que la maltrataba rutinariamente. Una noche, disconforme con el guiso que ella había preparado, él le arrojó encima tanto la olla como la hornalla. Sunday sufrió quemaduras graves y perdió ambas orejas. Su lucha por la justicia se extendió durante años, mientras los tribunales se negaban a intervenir, insistiendo en que la violencia doméstica no era responsabilidad del Estado.

Historias como esta pueden despertar en nosotras —por irracional que parezca— el impulso de reunir a todas nuestras amigas y criaturas y huir a una isla sin hombres, una especie de Herland lejana. El prometido de Sunday es, por supuesto, personalmente responsable de su violencia. Pero sus acciones fueron posibilitadas y justificadas tanto por su comunidad como por el Estado. Y aunque las estructuras y normas patriarcales son más fuertes en algunas partes del mundo que en otras, el hogar sigue siendo el lugar más peligroso para las mujeres en gran parte del planeta. Incluso en Suecia —donde vivimos y donde un acto así casi con seguridad terminaría en una causa penal— la violencia de pareja está muy extendida. De hecho, pese a la reputación de Suecia como uno de los países más igualitarios del mundo, los estudios de la Unión Europea muestran que los niveles de violencia contra las mujeres son más altos que en muchas otras naciones europeas. Eso dice mucho sobre la persistencia y la ubicuidad de la violencia doméstica masculina contra las mujeres.

El poder del amor

Más allá del hecho de que los hombres tienen muchas más probabilidades de dañar gravemente a sus parejas que al revés, las mujeres siguen cargando con una parte desproporcionada del trabajo doméstico: tanto el visible, de las tareas del hogar, como el invisible, del cuidado emocional. Este trabajo se presenta —y se vive— con demasiada frecuencia como amor. Y en el amor, como señala la pensadora política feminista Anna Jónasdóttir, los hombres pueden explotar la capacidad femenina de amar, convirtiéndola en poder sobre ellas.

Por eso no sorprende que algunas mujeres miren el amor heterosexual con escepticismo. Tampoco sorprende que el feminismo haya cuestionado desde hace tiempo el valor de la pareja heterosexual —más recientemente, las abolicionistas de la familia—, preguntándose qué le ofrece realmente a las mujeres, si es que ofrece algo. Pero rechazar de plano la intimidad heterosexual es confundir la forma con el problema. La misoginia y las estructuras más amplias de dominación masculina no desaparecen por el simple hecho de negar la pareja heterosexual.

Las investigaciones muestran cada vez más que el amor romántico —lejos de ser un mero vehículo del patriarcado— también puede funcionar como un espacio de resistencia. Tiene el potencial de interrumpir los vínculos homosociales masculinos, desafiar los roles de género rígidos y fomentar una auténtica ética del cuidado mutuo. En lugar de rechazar la intimidad entre hombres y mujeres o verla únicamente a través del lente de la dominación patriarcal, la izquierda debería preguntarse cómo puede operar el amor mismo como una fuerza liberadora. Eso abre la puerta a un proyecto político que no suprima ni niegue los deseos y afectos que moldean la vida de la mayoría de las personas, sino que los involucre.

Intimidad y autonomía

En su artículo «El amor romántico es un motor subestimado de la igualdad de género», Alice Evans sostiene que cuando el amor es mutuo y equitativo puede convertirse en una herramienta poderosa para socavar la dominación patriarcal. En sociedades estructuradas en torno a la autoridad masculina —afirma—, el amor romántico ofrece un espacio poco común donde la autonomía femenina puede resistir el poder masculino mediante la responsabilidad compartida y el respeto genuino. Basándose en ejemplos históricos como el del químico Antoine Lavoisier y su esposa Marie-Anne Lavoisier, Evans muestra que las asociaciones basadas en la colaboración, más que en la jerarquía, pueden romper el molde de los roles de género tradicionales.

También critica las normas culturales —desde la piedad filial hasta las expectativas sociales más arraigadas— que siguen restringiendo la libertad de las mujeres y chocan con el ideal del amor igualitario. Si bien el amor romántico por sí solo no puede desmantelar el patriarcado, Evans insiste en que es una palanca crucial para modificar las dinámicas de poder en las relaciones íntimas. El amor, concluye, debe asumirse no como un mero sentimiento, sino como una práctica revolucionaria que exige que ambas partes desafíen las normas opresivas y cultiven un cuidado y una igualdad genuinos en el hogar.

Nuestro proyecto de investigación sobre experiencias de celibato e involuntario y soltería apunta en una dirección similar. Examina la realidad del celibato involuntario y la soltería en Suecia, indagando cómo las ideas sobre género, sexo, amor y vulnerabilidad moldean la forma en que las personas entienden su vida romántica y sexual. Combinando estudios de foros en línea, entrevistas y datos de encuestas, investiga tanto a la comunidad incel —conocida por fomentar la misoginia y actitudes pro-violencia— como las experiencias más cotidianas de celibato y soltería involuntaria entre hombres y mujeres de la población general.

El aislamiento alimenta el chauvinismo

En los foros incel, los hombres adoptan cada vez más visiones antifeministas. La soledad y la exclusión de las relaciones románticas o sexuales alimentan la hostilidad hacia las mujeres, que se endurece en un sentido tóxico de agravio. Pero como muestran Matteo Botto y Lucas Gottzén en su investigación sobre ex-incels, abandonar la burbuja en línea —conocer y salir con mujeres en la vida real— puede desmantelar esa ideología. El contacto con relaciones reales suele revelar el abismo entre las narrativas de la incelosfera y la realidad de las vidas de las mujeres, desafiando la visión distorsionada y resentida que esos foros cultivan. La lección es clara: el antifeminismo prospera no sólo en la malicia, sino en el aislamiento de género.

Nuestra encuesta respalda este hallazgo. La soltería involuntaria aparece asociada a un menor apoyo a la igualdad de género y a una mayor aceptación de la violencia de pareja, y algunos hombres solteros expresan sentimientos de enojo o actitudes antifeministas en las respuestas abiertas. En cambio, muchos hombres en pareja describen cómo su relación los ayudó a comprender las perspectivas de las mujeres y el valor de la igualdad de género. Como dijo uno: «Amo a mi esposa y quiero que sea tan feliz como yo».

Las mujeres suelen contar otra historia. Muchas relatan experiencias de violencia, control e inequidad en sus relaciones, y algunas dicen que prefieren estar solas antes que en una relación que no les funcione. Como escribió una: «Tener que ser la madre, la terapeuta y la asistente de tu pareja no es sostenible». Para las mujeres, las relaciones son a menudo el lugar donde las desigualdades y las normas de género se vuelven más visibles, pero también donde crece su comprensión de las perspectivas y desafíos de los hombres, y donde la igualdad, el apoyo mutuo y el amor pueden prosperar.

Entonces, ¿qué hacemos con todo esto? El amor heterosexual suele reflejar —y reforzar— la violencia, la explotación y el cuidado desigual. Sin embargo, también encierra un potencial transformador. Cuando el amor se convierte en un proyecto mutuo y liberador, en lugar de una herramienta de control, puede desafiar las dinámicas patriarcales. La intimidad, aunque arriesgada, puede enfrentarnos a la humanidad completa del otro y empujar a una renegociación del poder y la responsabilidad. El objetivo no es abolir ni romantizar la pareja, sino reinventarla como un espacio donde nuestros deseos íntimos no alimenten la dominación ni el agotamiento, sino la libertad y la igualdad.

Fuente: https://jacobinlat.com/2025/10/el-amor-todavia-puede-liberar/

PARA MARX, EL FLORECIMIENTO HUMANO ES SOCIAL

 


Jan Kandiyali

Traducción: Pedro Perucca

En el centro de la visión de Karl Marx sobre la buena sociedad está la idea de que las personas solo pueden desarrollarse plenamente al satisfacer las necesidades de los demás.

 

Buena parte del pensamiento de izquierda contemporáneo se concentra en lo que está mal en el capitalismo. ¿Es malo el capitalismo por sus resultados distributivos injustos? ¿O lo es porque los trabajadores están dominados, sometidos a un poder arbitrario? ¿O su maldad tiene que ver con la opacidad del mercado y con el modo en que impide formas valiosas de acción colectiva?

Si bien este debate sobre lo que está mal o es injusto en el capitalismo es importante, la izquierda también necesita articular una visión positiva de una buena sociedad que pueda reemplazarlo. Después de todo, señalar los problemas del capitalismo difícilmente baste para convencer a la gente de abrazar el socialismo. Y aunque Marx escribió que no le correspondía a él redactar «recetas para los cocineros del porvenir», como dijo G. A. Cohen, «a menos que escribamos recetas para las cocinas del futuro, no hay razón para pensar que obtendremos una comida que nos guste».

En mi próximo libro, Flourishing Together: Karl Marx’s Vision of the Good Society [Florecer juntos: la visión de Karl Marx sobre la buena sociedad], propongo una interpretación novedosa de la visión marxiana de la buena sociedad. Esa interpretación defiende la centralidad del desarrollo personal y de la satisfacción de las necesidades ajenas en el florecimiento humano. Según esta concepción, nos realizamos a través de proveer a los demás los bienes y servicios que necesitan para su propio desarrollo. Sostengo que esta interpretación es convincente y que podría ofrecerle a la izquierda una formulación atractiva de una alternativa al capitalismo.

Sin embargo, se suele creer que la visión de Marx sobre la buena sociedad se basa en supuestos irrealistas, como la abundancia ilimitada o la superación de la división del trabajo. Mi argumento es que esos supuestos nacen de una mala lectura de su posición. Para entender por qué se malinterpretó la visión de Marx sobre la buena sociedad, primero hay que comprender las raíces filosóficas de esa concepción.

La interpretación de Cohen

En filosofía política, la interpretación dominante de la visión marxiana de la buena sociedad debe mucho al trabajo de G. A. Cohen. Figura fundadora del marxismo analítico, Cohen fue autor del brillante libro La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa, así como de agudas críticas al libertarismo de Robert Nozick y al igualitarismo liberal de Ronald Dworkin y John Rawls. Como uno de los principales filósofos políticos de su generación, la lectura de Marx que propuso Cohen ha tenido una influencia duradera y extensa. Pero, pese a su brillantez, la interpretación de Cohen sobre la visión marxiana de la buena sociedad está profundamente errada.

En la lectura de Cohen, el principal bien del comunismo es que permite la autorrealización. En esto, estamos de acuerdo. Pero Cohen entiende la autorrealización en el trabajo de un modo marcadamente individualista. En su concepción, autorrealizarse implica el desarrollo pleno y libre de las capacidades individuales, y no necesariamente la satisfacción de las necesidades ajenas.

Esta visión de la autorrealización es social solo en un sentido débil: las personas necesitan los bienes y servicios de los demás para buscar su propio desarrollo, pero hacer cosas para otros no constituye en sí mismo parte de la autorrealización. De esto se sigue que, si alguien pudiera obtener los bienes que necesita para su desarrollo sin depender de nadie —supongamos que Dios hiciera llover maná del cielo—, no perdería nada esencial.

Cohen ilustra esta idea con una analogía con una banda de jazz:

Una forma de imaginar la vida bajo el comunismo, tal como la concibió Marx, es pensar en una banda de jazz en la que cada músico busca su propio cumplimiento como instrumentista. Aunque su interés básico sea su propio desarrollo, y no el de la banda como conjunto ni el de sus compañeros músicos, solo se realiza en la medida en que los demás también lo hacen, y lo mismo vale para cada uno de ellos.

Cohen concluye: «Así entiendo el comunismo de Marx: un concierto de autorrealizaciones mutuamente sostenidas, en el que nadie asume la promoción del desarrollo de otros como una obligación».

¿Qué hace posible esa sociedad —en la que todos producen a su gusto y toman lo que deseen del acervo común de recursos—? Si la gente produce lo que quiere, ¿cómo aseguramos que se satisfagan las necesidades? ¿No habrá trabajos que alguien deba hacer aunque no le resulten gratificantes? ¿Y no necesitaremos algún principio para regular la distribución de los recursos?

Cohen responde que Marx apela a una «solución tecnológica». Según su interpretación,

una abundancia plena garantiza una amplia compatibilidad entre los intereses materiales de personas con dotaciones distintas: esa abundancia elimina el problema de la justicia —la necesidad de determinar quién obtiene qué y a costa de quién— y, a fortiori, la necesidad de imponer esas decisiones por la fuerza.

En la lectura de Cohen, la abundancia ilimitada funciona como una especie de deus ex machina: permite a Marx eludir las cuestiones difíciles sobre la coordinación del trabajo, la justicia económica o incluso la necesidad del Estado. Pero ese rodeo es ilegítimo, sostiene, porque ignora las limitaciones ecológicas: «Ya no es realista pensar la situación material de la humanidad de esa manera preecologista». Por eso, Cohen afirma que los socialistas deberían abandonar la visión individualista de Marx sobre la buena sociedad —en la que cada uno produce y consume a su gusto en condiciones de abundancia sin límites— y reemplazarla por una visión moral del socialismo, en la que todos tengan el deber de trabajar en la ocupación donde sean más productivos. En otras palabras, Cohen cree que deberíamos cambiar el utopismo tecnológico de Marx por un utopismo sobre la naturaleza humana.

Estoy de acuerdo con las críticas de Cohen a la «solución tecnológica». Pero, a mi juicio, esos problemas no son de Marx, sino de la interpretación que Cohen hace de él. Existe una lectura alternativa y más atractiva que no incurre en esos errores.

Florecer juntos

En Flourishing Together, sostengo que Marx tenía una visión muy distinta de la buena sociedad de la que Cohen le atribuye. Coincido con Cohen en que uno de los grandes bienes del comunismo es la autorrealización, pero entiendo ese concepto de manera completamente diferente.

Mi interpretación se apoya sobre todo en el análisis que hace Marx, en su texto de 1844 «Notas sobre James Mill», de lo que sería «producir como seres humanos». La idea central es simple: las personas no se realizan simplemente al ejercer y desarrollar sus facultades, sino al hacerlo de modos que proveen a otros de los bienes y servicios que necesitan para su propio florecimiento.

Volviendo al ejemplo de la banda de jazz: si bien es cierto que parte del desarrollo de cada músico consiste en cultivar sus talentos, una parte central radica también en usar esos talentos para ofrecer a sus compañeros las condiciones de su propia realización, y en contribuir, junto con ellos, a crear música que satisfaga las necesidades de su público.

Esta visión se basa en una comprensión particular de la naturaleza y la motivación humanas. Rechaza la idea del homo economicus, según la cual cada uno busca su propio interés estrecho. Pero tampoco propone una visión ascética o de negación de sí mismo: el comunismo, escribió Marx, no es el «opuesto amoroso del egoísmo». Más bien, concibe que las personas se realizan a través de los otros, ayudando a que los demás satisfagan sus necesidades.

Esto ofrece una concepción muy distinta —y, a mi entender, mucho más atractiva— de la visión marxiana de la buena sociedad que la que propone Cohen. Para ilustrarlo, destaco tres implicaciones de esta perspectiva.

Primero, esta visión no requiere abundancia ilimitada. Las personas se realizan al proveer a otros los bienes y servicios que necesitan para su propio desarrollo. Esto exige cierto nivel de desarrollo tecnológico que eleve el trabajo por encima de la mera supervivencia y permita satisfacer una amplia gama de necesidades. Pero la abundancia no tiene que ser infinita. De hecho, la abundancia ilimitada sería un problema: si Dios hiciera llover maná del cielo y las necesidades se satisficieran sin trabajo, la autorrealización quedaría socavada, porque los productores no podrían experimentar la satisfacción de responder a las necesidades ajenas.

Segundo, esta visión no requiere abolir la división del trabajo. De hecho, la presupone: si entendemos que la autorrealización en el trabajo consiste en satisfacer las necesidades de otros, entonces necesitamos una división del trabajo que coordine responsabilidades entre trabajadores para que su labor efectivamente cumpla ese propósito. Sin una división del trabajo, nuestros fines quedarían frustrados.

Tercero, esta visión sugiere que una sociedad «post-laboral» sería un panorama desolador. Necesitamos desarrollar nuestras capacidades a través de satisfacer las necesidades de otros. Un escenario en el que el trabajo ya no fuera necesario —donde no hicieran falta médicos, constructores, periodistas, docentes o incluso músicos de jazz— no representaría un gran avance para la libertad y el bienestar humanos. Sería, más bien, una situación en la que un componente vital del florecimiento humano estaría negado.

Una visión social de la buena sociedad

Para concluir, volvamos a Cohen. Él sostiene que la visión marxiana del comunismo exige una abundancia ilimitada. Pero, por razones ecológicas, esa abundancia es insostenible. Por lo tanto, la única esperanza para el comunismo, según él, es que las personas sirvan a los demás por deber. Esa no era la concepción de Marx sobre lo que hace posible el comunismo, pero sí la que Cohen creía que los marxistas debían adoptar: al perder la fe en la abundancia ilimitada, pensaba, no queda otra alternativa.

Sin embargo, su conclusión es apresurada, porque existe una alternativa tanto a la visión individualista del comunismo que él atribuye a Marx como a la visión austera del socialismo que él mismo defiende. En el corazón de esa alternativa está la idea de que nos realizamos al satisfacer las necesidades de los demás. Es una visión del comunismo que pone la autorrealización y la solidaridad en el centro. Esa fue la visión de Marx sobre la buena sociedad, y todavía tiene mucho que ofrecerle a la izquierda hoy.

Fuente: https://jacobinlat.com/2025/10/para-marx-el-florecimiento-humano-es-inherentemente-social/

 

POR QUÉ BAJO EL CAPITALISMO LAS REGLAS DEL JUEGO ESTÁN HECHAS CONTRA LOS TRABAJADORES


Paul Heideman

Traducción: Natalia López

Los trabajadores deben organizarse para obtener poder, mientras que los capitalistas lo ejercen individualmente a través de los derechos de propiedad. Esta asimetría fundamental, como explicó el sociólogo alemán Claus Offe, crea una cadena de obstáculos que dificultan enormemente la acción colectiva de la clase trabajadora.

 

La muerte del sociólogo alemán Claus Offe el 1 de octubre marcó la desaparición de uno de los últimos intelectuales socialistas europeos de la posguerra. Famoso por su análisis de las contradicciones de las sociedades capitalistas avanzadas en las décadas de 1960 y 1970, Offe pertenecía a una generación de pensadores que tuvo como horizonte de reflexión las relaciones de fuerza entre trabajo y capital, las posibilidades y límites de las reformas dentro del capitalismo y la evolución de su economía política.

Offe hizo múltiples aportes en esos terrenos, desde su participación en los debates sobre el Estado capitalista hasta su agudo análisis de la estructura del mercado laboral. Pero su contribución más significativa resulta quizá la más difícil de clasificar. Su ensayo «Dos lógicas de la acción colectiva», escrito junto a Helmut Wiesenthal, abarca desde la naturaleza del poder de clase capitalista hasta el fenómeno del oportunismo en el movimiento obrero. Publicado por primera vez en 1982, sigue siendo una obra fundamental para quienes buscan profundizar el proyecto socialista.

El trasfondo intelectual

Para contextualizar «Dos lógicas», conviene recordar brevemente el entorno intelectual del que Offe provenía. Fue producto de la Escuela de Frankfurt, el célebre grupo de teóricos reunido en la década de 1920 cuyas reflexiones sobre el capitalismo y la modernidad marcaron a generaciones posteriores. Muchos de sus miembros —Theodor Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse— debieron exiliarse con el ascenso del nazismo en los años treinta. Aunque pudieron regresar a Alemania Occidental tras la guerra, la división del país y la ocupación estadounidense abrieron un abismo entre la producción teórica de la escuela antes y después del exilio.

Como recordaría Offe sobre sus años en Frankfurt a mediados de los sesenta:

Ni la célebre revista Zeitschrift für Sozialforschung ni Dialéctica de la Ilustración eran accesibles… Esto se mantuvo así hasta fines de los sesenta o comienzos de los setenta. La causa de este absurdo era que el Instituto de Investigación Social estaba licenciado y financiado por las fuerzas de ocupación estadounidenses. Por eso, Adorno y Horkheimer temían profundamente que sus teorías pudieran usarse con fines políticos que molestaran a los estadounidenses en el contexto de la incipiente Guerra Fría.

Offe realizó su doctorado bajo la dirección de Jürgen Habermas, discípulo de Adorno y Horkheimer. Más tarde describiría el «parroquialismo» de la vida intelectual alemana de posguerra, en la que autores anglosajones como Talcott Parsons, Seymour Martin Lipset o C. Wright Mills eran prácticamente inaccesibles. Offe se propuso escapar de ese aislamiento intelectual y, en las décadas siguientes, dialogó activamente con la teoría social en lengua inglesa.

Esa hibridación intelectual, que combinaba la indagación filosófica de Habermas con el enfoque empírico y crítico de Mills, sentó las bases de Dos lógicas de la acción colectiva.

Obstáculos asimétricos

El ensayo puede leerse como una crítica ampliada al economista Mancur Olson y su obra La lógica de la acción colectiva. Olson sostenía que, en muchos casos, la cooperación entre individuos con intereses comunes resultaba mucho más difícil de lograr de lo que se suponía.

Aunque formuló su argumento en el lenguaje de la economía neoclásica, la lógica es simple: en numerosos contextos, las personas que se beneficiarían de cooperar obtienen ese beneficio tanto si participan como si no. Si cooperar implica costos —de tiempo, esfuerzo o dinero—, lo racional para cada individuo es «viajar gratis» (free ride), esperar que otros cooperen y beneficiarse del resultado.

El resultado es que nadie coopera, aunque todos saldrían ganando si lo hicieran. Olson utilizó esta lógica para sostener que el conflicto de clases descrito por Marx —entre trabajadores y capitalistas organizados— era improbable, dado que ambos tendrían incentivos para evitar la acción colectiva.

Offe y Wiesenthal no negaron el problema del free rider: cualquiera que haya intentado organizar una huelga o una simple asamblea estudiantil conoce su realidad. Pero argumentaron que existen dos lógicas distintas de acción colectiva: una para los trabajadores y otra para los capitalistas. Mientras estos últimos apenas enfrentan obstáculos para coordinarse, para los trabajadores los problemas de acción colectiva son estructuralmente devastadores y solo pueden superarse en condiciones excepcionales.

El primer punto de Offe y Wiesenthal es que los capitalistas en realidad no necesitan organizarse. Su poder de clase deriva del derecho de propiedad: de la capacidad de excluir a los trabajadores del uso de sus medios de vida. El simple hecho de poseer una empresa les permite despedir empleados y negarles el sustento. Ese poder coercitivo —individual y permanente— no requiere organización colectiva. (De hecho, en Estados Unidos, uno de cada cinco procesos de sindicalización implica despidos de represalia). Para ejercer poder sobre los trabajadores, basta un correo electrónico.

Los trabajadores, en cambio, solo pueden ejercer poder si se organizan colectivamente. Para lograr una elección sindical o iniciar una huelga necesitan construir organización, asumir costos y exponerse a represalias. Además, todos los trabajadores de una empresa se benefician de los logros de la negociación, participen o no: de ahí que cada individuo tenga incentivos para dejar que otros asuman los riesgos.

El segundo punto de Offe y Wiesenthal es que los capitalistas pueden agruparse fácilmente, mientras que los trabajadores no. Las empresas pueden fusionarse, reduciendo costos administrativos sin perder capacidad de disciplinar a sus empleados. Por el contrario, los sindicatos más grandes suelen volverse más heterogéneos y burocráticos, con mayores dificultades para armonizar intereses y movilizar a sus bases.

El dilema dialógico

Finalmente, Offe y Wiesenthal subrayan que la relación entre capital y trabajo es interdependiente pero asimétrica. En abstracto, ambos se necesitan; en la práctica, los trabajadores dependen mucho más de «sus» capitalistas que estos de ellos.

Mientras que los capitalistas pueden, por lo general, elegir a quién quieren contratar en un momento dado, o incluso decidir no contratar a nadie, la mayoría de los trabajadores tienen que aceptar cualquier trabajo que se les ofrezca. Este punto es quizás obvio para cualquiera que haya tenido alguna vez una entrevista de trabajo, en la que la asimetría de poder es palpable en cada momento del proceso.

Pero Offe y Wiesenthal sacan una conclusión de esta asimetría que es menos obvia. Como ellos mismos dicen, «la colectividad de todos los trabajadores debe estar, paradójicamente, más preocupada por el bienestar y la prosperidad de los capitalistas que los capitalistas por el bienestar de la clase trabajadora». Los trabajadores tienen que considerar cómo sus acciones afectarán a aspectos como el ritmo de inversión o la viabilidad financiera de su empresa, para no encontrarse con que su militancia los deja sin empleo.

Esa necesidad de considerar los intereses del capital mientras se lo enfrenta complica aún más el proceso de organización. Formar una organización obrera significa construir un interés colectivo a partir de una diversidad de intereses individuales —los jóvenes priorizan licencias o estabilidad, los mayores, jubilaciones—, tarea ya de por sí compleja, que se vuelve más difícil cuando debe hacerse bajo la amenaza constante del desempleo o la desinversión.

Los capitalistas no necesitan preocuparse por los intereses de sus trabajadores. Aunque los bajos niveles de desempleo pueden hacer que los capitalistas se apresuren a intentar atraer trabajadores, la mayoría de las veces lo que Marx denominó el ejército industrial de reserva de desempleados garantiza que siempre habrá alguien lo suficientemente desesperado por conseguir un trabajo como para someterse a cualquier trato injusto que los capitalistas estén dispuestos a infligirle. Además, los capitalistas que se enfrentan a una escasez de mano de obra tienen la opción de reducir aún más su dependencia de los trabajadores mediante la automatización de parte del proceso laboral.

El hecho de que los trabajadores tengan que tener en cuenta los intereses del capital, incluso cuando se organizan contra él, añade una nueva dinámica a los primeros puntos, que se refieren a la necesidad y la viabilidad de la organización colectiva. La organización es siempre un proceso de formación de intereses colectivos. Los trabajadores individuales tienen una amplia variedad de intereses que les gustaría que se abordaran mediante la organización colectiva.

Los trabajadores de más edad, por ejemplo, pueden estar más preocupados por las pensiones y las prestaciones de jubilación, mientras que los trabajadores más jóvenes pueden dar prioridad a unos permisos de maternidad y paternidad más generosos, etc. Una de las principales tareas de un sindicato es tomar estos diversos intereses individuales y forjarlos en un interés colectivo en el que pueda estar de acuerdo la gran mayoría de los afiliados. Obviamente, se trata de un proceso difícil, y el hecho de que los trabajadores también tengan que pensar en los intereses del capital mientras lo hacen solo lo hace aún más difícil.

Offe y Wiesenthal llaman a este tipo de organización «dialógica», en contraste con la «monológica», típica de las empresas o burocracias, donde las decisiones se toman solo en la cúpula. Las organizaciones obreras, si aspiran a perdurar, deben asumir el modo dialógico, con toda la carga que implica: deliberación, conflicto interno, lentitud, desgaste.

Una vez que los sindicatos se establecen como organizaciones, tienen una opción. Pueden adoptar un modo de organización más monológico, confiando en un pequeño órgano de liderazgo para tomar decisiones en nombre de una membresía en gran parte pasiva. No faltan ejemplos del pasado y del presente del movimiento sindical estadounidense de sindicatos que funcionan de esta manera. Para Offe y Wiesenthal, esta es la esencia del oportunismo en el movimiento sindical, durante mucho tiempo la pesadilla de los socialistas de todo el mundo.

Sin embargo, este oportunismo no es simplemente una traición o un caso de dirigentes con intereses diferentes a los de sus afiliados. El poder que establecen los sindicatos es intrínsecamente inestable. Por un lado, depende, en última instancia, de su capacidad para movilizar a sus afiliados con el fin de ir a la huelga. Por otro lado, sin embargo, también depende de su capacidad para contener de forma creíble a sus miembros una vez alcanzado un acuerdo. Un sindicato que no puede garantizar que sus miembros volverán al trabajo y cumplirán el contrato una vez firmado no es un sindicato con el que los empresarios tengan interés en llegar a un acuerdo en primer lugar. El poder de la clase trabajadora depende, por tanto, tanto de la movilización como de la desmovilización simultáneamente.

En este contexto, el oportunismo es «la única transformación que no amenaza la supervivencia de la organización ni interfiere en sus posibilidades de éxito». Lejos de ser producto de «fakires laborales» o «líderes engañosos», como los diversos polemistas del movimiento socialista han denominado a los líderes sindicales con los que no están de acuerdo, la evolución hacia modos de acción monológicos es inherente a los dilemas de la acción colectiva de la clase trabajadora.

Sin embargo, aunque ofrece una solución a estos dilemas, el modo de actuación monológico socava su capacidad para hacerlo. Al final, un sindicato burocratizado con una afiliación pasiva se verá incapaz de obtener concesiones de los empresarios, ya que ha perdido la capacidad de movilizar a sus afiliados. Podría decirse que esta es la situación de la mayoría de los sindicatos en los Estados Unidos hoy en día, cuyo poder se ha atrofiado tan profundamente que, en la práctica, han vuelto al principio del proceso, cuando solo el proceso dialógico de profunda participación de los miembros puede traer el éxito organizativo.

Offe y Wiesenthal no proporcionaron ningún tipo de solución intelectual decisiva a estos dilemas. En política, eso no existe. Pero al trazar con tanta precisión las líneas de poder que estructuran la organización de la clase trabajadora y los dilemas muy reales a los que se enfrentan estas organizaciones, hicieron una contribución vital al esfuerzo por superar los problemas que describen.

En honor al fallecimiento de Offe, y debido a sus contribuciones, «Two Logics» merece un lugar en cualquier lista de lectura socialista.

Fuente: https://jacobinlat.com/2025/10/por-que-las-reglas-del-juego-estan-hechas-contra-los-trabajadores-bajo-el-capitalismo/

EINSTEIN VS. BOHR: EL DUELO QUE REDEFINIÓ LA REALIDAD CUÁNTICA

 

Imagen Wikipedia

Viernes, 17 de Octubre de 2025

 

Pocos debates han tenido el impacto filosófico y experimental del enfrentamiento intelectual entre Albert Einstein y Niels Bohr. Su disputa sobre la interpretación de la mecánica cuántica no solo marcó una era, sino que todavía hoy define cómo entendemos la realidad, la causalidad y los límites del conocimiento humano.

 

El origen del conflicto: ¿es el universo determinista o probabilístico?

 

A finales de la década de 1920, la física había cambiado para siempre. La teoría cuántica, liderada por figuras como Bohr, Heisenberg y Schrödinger, describía un mundo subatómico regido por la incertidumbre y la probabilidad. Según Bohr y la Escuela de Copenhague, las partículas no tienen propiedades definidas hasta que son observadas; solo entonces “colapsa” su función de onda, determinando un resultado concreto.

 

Einstein, sin embargo, no podía aceptar una naturaleza gobernada por el azar. “Dios no juega a los dados con el universo”, declaró, defendiendo que la física debía describir una realidad objetiva e independiente del observador.

 

El experimento mental de Einstein-Bohr: una batalla de ideas

 

Durante el Congreso Solvay de 1930 y los años siguientes, Einstein presentó varios experimentos mentales diseñados para demostrar las “incoherencias” de la interpretación de Bohr. Uno de los más famosos fue el experimento de la caja de fotones: una caja perfectamente cerrada que liberaba un fotón en un momento exacto, permitiendo medir su energía y tiempo con precisión.

 

Einstein sostenía que esto violaba el principio de incertidumbre de Heisenberg, ya que se podría conocer simultáneamente la energía y el momento del fotón. Bohr, sin embargo, refutó el argumento elegantemente mostrando que la gravedad —a través de la relatividad general del propio Einstein— introducía una incertidumbre inevitable en la medición del tiempo.

 

El intercambio no fue solo una demostración de brillantez intelectual, sino también una lección sobre cómo incluso las mentes más grandes pueden reinterpretar los fundamentos del conocimiento.

 

El experimento EPR: el punto culminante del desacuerdo

 

En 1935, Einstein, junto con Podolsky y Rosen, publicó el célebre artículo EPR (Einstein–Podolsky–Rosen Paradox). En él, planteaban un nuevo experimento mental para demostrar que la teoría cuántica estaba incompleta.

 

El experimento proponía dos partículas entrelazadas cuyas propiedades se correlacionan instantáneamente, incluso a gran distancia. Si medir una afecta a la otra de forma inmediata, ¿no se estaría transmitiendo información más rápido que la luz? Para Einstein, eso era “una acción fantasmagórica a distancia”, y demostraba que debía existir una realidad subyacente oculta.

 

Bohr, por el contrario, defendió que no había paradoja alguna: la mecánica cuántica no describe “lo que es”, sino lo que podemos saber sobre el sistema.

 

De la filosofía a la evidencia experimental

 

Durante décadas, la discusión se mantuvo filosófica. Sin embargo, en 1964, el físico John Bell formuló las desigualdades de Bell, que permitían poner a prueba experimentalmente las ideas de Einstein y Bohr.

 

Los experimentos realizados por Alain Aspect en los años 80, y más tarde los de Zeilinger y otros investigadores, confirmaron que la naturaleza viola las desigualdades de Bell: las partículas entrelazadas se comportan de manera no local, tal como predecía la interpretación de Bohr.

 

En 2022, el Premio Nobel de Física fue otorgado precisamente a Aspect, Clauser y Zeilinger por demostrar que Einstein se equivocaba en parte: el mundo cuántico es más extraño —y más interconectado— de lo que incluso Bohr imaginó.

 

Un debate que sigue vivo

 

A pesar de la evidencia experimental, el debate Einstein–Bohr sigue inspirando a físicos y filósofos. ¿Qué significa realmente “medir”? ¿Existe una realidad independiente del observador? ¿Podría haber teorías más profundas aún desconocidas?

 

El duelo entre Einstein y Bohr no fue una simple disputa científica; fue una batalla por el significado de la realidad. Y aunque Bohr ganó en el terreno experimental, la búsqueda de Einstein por una verdad más profunda continúa guiando la física moderna.

 

Fuente: https://noticiasdelaciencia.com/art/55230/einstein-vs-bohr-el-duelo-que-redefinio-la-realidad-cuantica

 

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