El
Confidencial
20-10-2015
David
Talbot, prestigioso periodista estadounidense, cuenta en un libro la verdad
que los medios ocultan sobre el asesinato más controvertido de la historia
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David
Talbot tenía 16 años y trabajaba como voluntario para la campaña de Robert
Kennedy la noche en que éste fue alcanzado por ocho balas de calibre 22. Para
Talbot, periodista de éxito (trabajó en The New York Times, colaboró con
Rolling Stone y New Yorker, y fue fundador y editor de la revista Salon)
aquel momento supuso, como para tantos otros estadounidenses, el fin de la
esperanza en el futuro de su país. Con su excelente La conspiración
(cuyo título original es Brothers), la obra que la editorial Crítica
vuelve a poner en el mercado con motivo del 50 aniversario del asesinato de
John Fitzgerald Kennedy, Talbot trató de recomponer la confianza perdida
buscando respuestas desde una nueva perspectiva. El libro repara especialmente
en la figura de Robert, su hermano y más fiel seguidor, para construir una
memoria sentimental y política de una época que marcó de modo definitivo el
resto del siglo XX.
La conspiración es, ante todo, una tragedia griega llena de afectos,
intrigas y malvados, cuyto telón de fondo es el de las vidas del ciudadano
medio de Occidente. El Confidencial habló extensamente con David
Talbot, quien arroja luz en la conversación sobre los años que van desde el
inicio de la presidencia de JFK hasta el asesinato de Robert.
E.C. Ha definido La conspiración como un drama épico americano. Y hay mucho
de gran tragedia, porque es la historia de dos hermanos provenientes de la
élite que quisieron transformar el mundo, se enfrentaron a las fuerzas que
impedían el cambio y acabaron asesinados.
D.T. Sí, Brothers da la verdadera medida del valor de los hermanos Kennedy. A
los medios de EEUU les gusta centrarse principalmente en el aspecto físico y en
el estilo de la familia mucho más que en la parte más valiente de los Kennedy.
La verdadera razón por la que hay que recordar a John F. Kennedy y a su hermano
Robert, quien fue su principal compañero político, es que sacrificaron sus
vidas para hacer que la historia avanzase. Los dos grandes problemas a los que
se enfrentaba Estados Unidos cuando John asume la presidencia en 1961 eran la
supervivencia humana en la era nuclear y el creciente clamor por la justicia
racial. Los Kennedy lograron que se avanzase enormemente en esas dos cuestiones
esenciales y, al hacerlo, se enfrentaron contra el poderoso establishment de
seguridad nacional de EE.UU. que estaba decidido a tener un enfrentamiento
nuclear con la Unión Soviética, a pesar de las enormes pérdidas de vidas
humanas que se habrían derivado de ello. Los Kennedy también desafiaron al ala
sureña de su propio partido y al racismo arraigado en el sur estadounidense.
Hay que tener en cuenta que JFK envió agentes federales y soldados del Ejército
de Estados Unidos a la Universidad de Mississipp,i en una noche infernal de
disturbios y violencia, para obligar a la universidad a admitir a su primer
estudiante negro y tuvieron que pagar un precio terrible por ello en forma de
profundos resentimientos.
La posición de Robert fue peculiar, porque sospechaba que la muerte de su
hermano no la había causado un francotirador solitario, pero tampoco podía
investigar a fondo para saber qué había ocurrido y menos aún proclamar sus
dudas. Tuvo que soportar mucho dolor, y mucho miedo, mientras planificaba los
movimientos estratégicos que le podrían llevar al poder de nuevo.
Sí, Robert Kennedy fue sometido a una prueba agónica tras el asesinato de su
hermano. RFK fue uno de los investigadores más experimentados de los Estados
Unidos, cuya destreza adquirió en la lucha contra la Mafia que llevó a cabo
cuando fue un joven asesor del Senado y que prosiguió como Fiscal General, una
vez que su hermano alcanzó el poder. Robert Kennedy también se enfrentó con la
CIA, que a su juicio no era lo suficientemente leal al presidente Kennedy.
Robert sabía que iba a tener que esperar a
regresar al poder para investigar a fondo la muerte de su hermano
En 1962, Robert estaba profundamente alarmado al descubrir que estas dos
fuerzas clandestinas, la CIA y la Mafia, habían planeado un complot para
asesinar a Fidel Castro. Cuando Robert Kennedy escuchó la trágica noticia de la
muerte de su hermano el 22 de noviembre de 1963, inmediatamente sospechó que
esta peligrosa alianza entre la CIA y la Mafia se había vuelto contra JFK. Pero
el nuevo presidente en la Casa Blanca, Lyndon Johnson, odiaba al joven Kennedy,
y la Comisión Warren, designada por el presidente Johnson para investigar el
asesinato de JFK, fue dirigida por enemigos de los Kennedy. Así que Robert
sabía que iba a tener que esperar a regresar al poder para investigar a fondo
la muerte de su hermano. Esa es una de las razones por las que RFK decidió
postularse a la presidencia en 1968.
Robert tenía la sospecha de que después de su hermano, vendría él, que su
persona constituía un problema pendiente. Usted asegura que un aspecto
importante de la operación contra JFK era lograr inmovilizar a Robert.
El complot contra JFK fue orquestado por expertos y tenía todas las
características de una operación de inteligencia sofisticada. Tan pronto como
Robert se enteró de la muerte de su hermano, supo que se estaba enfrentado a un
enemigo poderoso. Y sabía que no podía confiar en las agencias de seguridad que
habían traicionado a su hermano, la CIA , el FBI o el Servicio Secreto.
Así, en la tarde del 22 de noviembre 1963, la casa de RFK en McLean, Virginia,
fue rodeada por US Marshals partidarios de Kennedy, figuras pertenecientes a un
departamento menor del gobierno federal. Los US Marshals estaban dirigidos
entonces por un duro neoyorquino de origen irlandés en quien la familia Kennedy
confiaba. Este es un momento sumamente dramático en la historia de EEUU,
con el gobierno violentamente fracturado y con el Fiscal General y el hermano
del presidente rodeado de protección porque le podían matar y no sabía quién,
si la CIA o los sicarios de la Mafia.
¿Qué le parecen las versiones que insisten en que fue Lee Harvey Oswald el
autor del asesinato, instigado por Castro? ¿Por qué surgen ahora tantos
anti-Kennedy?
Los rumores y las acusaciones que vinculan a Harvey Oswald con Fidel Castro
comenzaron inmediatamente después del asesinato de JFK, y esta campaña de
desinformación está vinculada a fuentes de la CIA. De hecho, el último libro
encargado de vender esta mentira, Secretos de Castro, de Brian Latell, fue
escrito por un exoficial de la CIA. No hay nada de cierto en esta acusación,
una conclusión a la que incluso llegó la Comisión Warren, y que fue ratificada
por investigaciones posteriores. Castro sabía que atentar contra el Presidente
de Estados Unidos equivalía a suicidarse y ciertamente el líder cubano no era
un estúpido. Pero además, a pesar de las hostilidades que el presidente
Eisenhower y la CIA habían iniciado contra el régimen de Castro, en los últimos
meses de su presidencia, JFK había abierto canales diplomáticos secretos con La
Habana con vistas a diseñar una solución pacífica. Castro, de hecho, se quedó
muy abatido al enterarse de la muerte de Kennedy, ya que se dio cuenta al
instante de que eso "iba a cambiarlo todo”.
Llama la atención la convicción absoluta de Robert en que no habían sido los
comunistas. De hecho, mandó un emisario a Moscú para comunicarles que sabía que
ellos no habían sido, ¿no?
El mensaje que Robert mandó a la URSS, explicando
que no culpaba a Moscú del asesinato, revela la escasa confianza que tenía en
su propio gobierno
Robert se dio cuenta inmediatamente de ese trabajo de desinformación que
intentaba hacer de Oswald un agente comunista. Y se lo comunicó a Moscú a
través de un amigo de confianza, muy cercano a la familia, llamado Bill Walton.
En los días posteriores al asesinato de JFK, cuando estos rumores sobre Oswald
se propagaban masivamente a través de los medios de EEUU, Robert y Jacqueline
Kennedy, la viuda de JFK, pidieron a Walton que llevase un mensaje a los
funcionarios soviéticos trasladándoles que ellos no culpaban a Moscú del
asesinato y que sospechaban que el presidente había sido víctima de una
conspiración en el más alto nivel de EEUU. Se trata de un mensaje muy peculiar
para enviarlo a Moscú durante la Guerra Fría, y revela de modo inequívoco la
escasa confianza que Robert Kennedy tenía en su propio gobierno.
¿Menospreciaron los Kennedy las fuerzas a las que se enfrentaban? Porque
parece evidente que cuando tu enemigo es J. Edgar Hoover, va a haber problemas
seguro. O cuando lo es alguien como Curtis LeMay, un militar que, según cuenta,
fue capaz de decirle a la esposa de un senador que la guerra con la Unión
Soviética era inevitable, que la mayoría de las ciudades estadounidenses
acabarían destruidas y que lo mejor que podía hacer era huir a una zona
despoblada.
Es cierto que los Kennedy, a causa de su riqueza, sus privilegios y su
ambición, tenían demasiada fe en su capacidad de transformar la estructura de
poder de Washington. Ellos no valoraron plenamente el poder de hombres como el
jefe de la Fuerza Aérea Curtis LeMay (a quien JFK consideraba un belicista
fuera de control), el director del FBI J. Edgar Hoover, y el legendario
director de la CIA Allen Dulles. Cuando JFK despidió a Dulles, después de la
desastrosa invasión de Bahía Cochinos en 1961, se ganó un enemigo peligroso.
Dulles estaba en el centro de lo que el profesor Peter Dale Scott ha llamado
"política profunda" (Deep politics) esa red oculta de intereses
poderosos que manipulan las acciones oficiales desde bastidores. Cuando fue
expulsado de la CIA, Dulles siguió trabajando como si estuviera todavía en el
poder, convirtiendo su casa en el barrio de Georgetown de Washington en el
centro de un gobierno en el exilio contra Kennedy. Entre los muchos agentes de
la CIA que fueron a visitar a Dulles o que se comunicaron con él estaban James
Angleton, Richard Helms, Howard Hunt y William Harvey, todos ellos conectados,
según los investigadores, con el asesinato del presidente Kennedy y su posterior
encubrimiento.
¿Esa lucha entre el poder político y los poderes que, sintetizados en lo que
se llamó el “complejo militar-industrial”, pretendían dirigir de facto los
países, sigue existiendo? ¿Es tan complicado llevar adelante las decisiones de
los políticos, como entonces?
Todos los presidentes desde Kennedy han sabido lo
peligroso que resultaría hacer frente a los pilares del poder de EEUU, como
Wall Street, la industria de la energía y el complejo de seguridad nacional
El "complejo militar-industrial", acerca del cual el presidente
Eisenhower advirtió a Estados Unidos cuando dejó la Casa Blanca en 1961, ha
crecido hasta dominar toda la economía de EEUU. Nuestro país ha sido una
sociedad militarizada desde la Segunda Guerra Mundial, con la Guerra Fría y
ahora la Guerra contra el Terror como los motores que impulsan las empresas
estadounidenses. JFK fue el último presidente en desafiar a esta enorme fuerza
y pagó con su vida. Todos los presidentes desde Kennedy han sabido lo peligroso
que resultaría hacer frente a los pilares del poder de EEUU, como Wall Street,
la industria de la energía y el complejo de seguridad nacional. La
administración Bush-Cheney era una criatura que pertenecía por completo a este
complejo, que se nutre de la guerra y la expoliación planetaria. El presidente
Obama llegó al poder ofreciendo una visión más optimista de América y de su
lugar en el mundo, pero ha presidido el periodo de mayor crecimiento del estado
de vigilancia masiva.
Los asesinatos de los hermanos Kennedy fueron algo traumático. Generaron
mucha desconfianza, especialmente entre las élites, por lo que tenía de aviso
para navegantes.
El asesinato descarado del presidente Kennedy, a plena luz del día en las
calles de una ciudad de Estados Unidos, envió un mensaje escalofriante a la
élite de EEUU. Los líderes políticos como Lyndon Johnson y Richard Nixon
inmediatamente se dieron cuenta de que JFK fue víctima de una poderosa
conspiración y hablaban entre ellos en voz baja entre ellos acerca de las
consecuencias de este crimen, mientras aseguraban al público que Oswald había
actuado solo y que el caso estaba cerrado. Los medios de EEUU, incluyendo
amigos cercanos de JFK como el editor del Washington Post Ben Bradlee,
también estaban preocupados en privado acerca de la existencia de una
conspiración, pero no hacían nada para investigar el crimen y promovían el mito
del francotirador solitario. Ningún miembro de las élites políticas o de los
medios de comunicación de EEUU estaba dispuesto a arriesgar su carrera (o su vida)
abriendo la puerta de este oscuro túnel. A excepción de Robert Kennedy, que
corrió la misma suerte que su hermano.
También fue traumático para el ciudadano, que vio cómo la máxima autoridad
de su país podía morir asesinada sin mayor problema. En este sentido, ¿en qué
cambiaron los asesinatos de los hermanos Kennedy los EEUU?
El asesinato de JFK traumatizó a toda una generación de estadounidenses. Desde
Dallas, las encuestas han mostrado que la mayoría de la población de EEUU ha
tendido a rechazar la versión oficial de los hechos. Esto no sólo condujo a una
constante erosión de la confianza pública en la autoridad del gobierno y de los
medios sino que también dio lugar a un creciente malestar cívico que percibe
que la democracia de EEUU es una farsa y que el poder real está en manos de una
élite despiadada dispuesta a hacer cualquier cosa para mantener su estatus
privilegiado.
Desde Vietnam EEUU ha estado en un constante estado
de guerra virtual
El asesinato de los hermanos Kennedy, y de otros líderes visionarios como
Martin Luther King Jr., nos privó a los americanos de una confianza esencial en
nuestro futuro. Sus muertes llevaron a la guerra de Vietnam y a conflictos
cívicos y, a largo plazo, a una polarización cada vez mayor entre los súper
ricos y los súper poderosos y el resto de nosotros. También dio lugar a un
estado de guerra permanente y a la vigilancia a lo Gran Hermano. Desde Vietnam,
EEUU ha estado en un constante estado de guerra virtual.
Es curioso, porque todo el mundo sabe que la tesis de que fue Lee Harvey
tiene demasiadas lagunas. La gente de la calle lo sabe, y la élite lo sabe,
pero los medios suelen ser muy escépticos respecto de otra explicación que no
sea la de que Lee Harvey Oswald fue el autor de todos los disparos. ¿Por qué?
Es correcto decir que la “calle” de Estados Unidos no se cree el mito de
Oswald, lo cual dice mucho del estadounidense medio, que ha sido objeto de
enormes lavados de cerebro sobre el asesinato y el verdadero legado de JFK.
Este lavado de cerebro a través de los medios ha alcanzado un nivel enorme de
ignorancia en el 50 aniversario de la muerte de JFK. A pesar de que altos
funcionarios como el secretario de Estado John Kerry se atrevieron a expresar
sus dudas sobre el mito Oswald, los principales medios de comunicación no han
permitido ningún debate serio sobre la posibilidad de la conspiración de
Dallas. Este “apagón” de las opiniones discrepantes es muy similar al control
absoluto de la conciencia pública que se ve en las sociedades totalitarias.
Los medios corporativos en los Estados Unidos trabajan bajo muchos tabúes
oficiales. Esto se hace evidente cada vez que una crisis como el caso de Edward
Snowden tiene que aparecer en los medios. En estas circunstancias, cuando la
viabilidad del estado de seguridad nacional de EEUU está en juego, incluso los
periódicos liberales como el New York Times se apresuran a reforzar la
confianza del público en los mitos oficiales. El New York Times abrazó
rápidamente el Informe Warren en 1964 ¡antes de que el informe se hubiera
finalizado!
Cuando la historia finalmente promulgue su sentencia acerca del monumental
crimen contra la democracia que tuvo lugar en Dallas, los miembros del cuarto
poder serán seguro condenados por su vergonzosa actuación.
Está trabajando en un documental acerca de La conspiración y dirige ahora
una nueva empresa tras abandonar el periodismo diario. ¿Cree que una revista
como Salon, que usted dirigió, es hoy más importante que nunca o, por el
contrario, cree que ya no tiene sentido? ¿Cree que el periodismo ya no puede
dar cobijo a buenas historias, que sólo se pueden contar a través de libros y
documentales televisivos o cinematográficos?
Actualmente estoy trabajando en un documental basado en La conspiración, así
como un nuevo libro sobre el difunto director de la CIA Allen Dulles y el
surgimiento del estado de seguridad nacional de EEUU. Este nuevo libro, El
tablero de ajedrez del diablo, será publicado por Harper Collins en 2015 y
arrojará más luz sobre el complot dirigido por la CIA para matar a JFK.
La CIA sigue desafiando la ley de EEUU mediante la
ocultación de más de 1.100 documentos relacionados con el asesinato de JFK
He dejado el periodismo diario (por ahora) para concentrarme en libros y
documentales a través de mi empresa, Talbot Players, porque creo que es mucho
más factible llegar a través de estos formatos a contar verdades más profundas
sobre el poder y la lucha social.
Sin embargo, me parece muy interesante la nueva iniciativa de periodismo en
internet que ha llevado a cabo mi antiguo colega de Salon Glenn
Greenwald. Yo apoyo firmemente los esfuerzos valientes de Greenwald para
exponer los crímenes y escándalos del coloso de seguridad nacional. Dado que la
CIA sigue desafiando la ley de EEUU mediante la ocultación de más de 1.100
documentos relacionados con el asesinato de JFK, es posible que necesitemos un
periodista valiente como Greenwald y un denunciante como Snowden para
asegurar la publicación de esta información vital. La historia pertenece al
pueblo estadounidense.
Fuente: http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013-11-21/las-elites-saben-la-verdad-sobre-el-asesinato-de-jfk-pero-los-medios-se-la-callan_56842/