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viernes, 27 de mayo de 2016

DEBATE, ELECCIONES 2016: VOTO EN BLANCO



 
Nota:

En el presente artículo nuestro compañero Eduardo Ibarra, analiza la situación concreta de la lucha electoral como expresión de la lucha de clases. Evaluando la táctica de lucha del proletariado en esta coyuntura, en la que se disputa el gobierno del poder por parte de dos candidatos de la burguesía imperialista, propone que el voto por el mal menor no es sino un voto perdido, un voto en balde, puesto que ninguno de los dos candidatos de la burguesía garantiza la defensa y respeto de los derechos de los trabajadores.

Así las cosas, propone Eduardo Ibarra, el voto en blanco como expresión de la elevación de la conciencia de clase del proletariado, así como de la necesaria afirmación de la identidad de la izquierda proletaria.

26.05.2016

COMITÉ DE RECONSTITUCIÓN JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (CRJCM)



¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!



Voto en Blanco


Eduardo Ibarra


EN LA SEGUNDA VUELTA ELECTORAL DEL 5 del presente el Frente Amplio no tiene candidato propio, y, por esto, se encuentra en la necesidad de reflexionar su voto.

En la misma situación se encuentran las tendencias de izquierda que no son parte de dicho frente.

¿Hay que votar por Pedro Pablo Kuczynski? ¿Por Keiko Fujimori? ¿Votar en blanco? ¿Viciado?

Hay quienes proponen votar por PPK a efecto de impedir el ascenso al gobierno de Keiko Fujimori, y hay, también, aunque en número muchísimo menor, quienes proponen lo contrario.

Es decir, hay quienes creen que el mal menor es PPK, y hay quienes creen que lo es KF.

Como cualquier elección, la segunda vuelta no es, en esencia, una contienda entre personas sino entre clases y fracciones de clase; así, detrás de PPK y KF, están dos facciones de la gran burguesía intermediaria del imperialismo.

Por eso, en el fondo de las posiciones señaladas arriba, late la idea de que un sector de esa burguesía es el mal mayor, y el otro sector es el mal menor.

Pues bien, en el libro El “izquierdismo”, enfermedad infantil del izquierdismo, Lenin señaló: “… del hecho de que la mayoría de los obreros de Inglaterra siga todavía a los Kerenski o a los Scheidemann ingleses, de que no haya conocido aún la experiencia de un gobierno formado por esos hombres –experiencia que ha sido necesaria tanto en Rusia como en Alemania para que los obreros pasaran en masa al comunismo–, se deduce de modo indudable que los comunistas ingleses deben participar en el parlamentarismo; deben ayudar a las masas obreras, desde dentro del parlamento, a ver en la práctica los resultados del gobierno de los Henderson y los Snowden; deben ayudar a los Henderson y los Snowden a vencer la coalición de Lloyd George y Churchill. Proceder de otro modo significa dificultar la obra de la revolución, pues si no se produce un cambio en el modo de pensar de la mayoría de la clase obrera, la revolución será imposible. Y ese cambio se produce con la experiencia política de las masas, nunca con la propaganda sola. La consigna de ‘¡Adelante, sin compromisos, sin desviarse del camino’! es errónea a todas luces, si quien habla así es una minoría de obreros, impotente a ciencia cierta, que sabe (o, por lo menos, debe saber) que dentro de poco tiempo, si Henderson y Snowden triunfan sobre Lloyd George y Churchill, la mayoría perderá la fe en sus jefes y apoyará al comunismo (o, en todo caso, adoptará una actitud de neutralidad y, en su mayor parte, de neutralidad benévola respecto a los comunistas” (OE en doce tomos, t.XI, p.65).

Como se ve, en condiciones en que en la lucha electoral la fuerza proletaria, de clase, tiene una influencia entre las masas trabajadoras menor a la de la democracia pequeño burguesa (el Partido Laborista en la cita), Lenin plantea que puede y debe votarse por los Henderson y los Snowden (conspicuos dirigentes de dicho partido) a fin de, por una parte, evitar la victoria de los dos partidos de la burguesía inglesa (liberales y conservadores, Lloyd George y Winston Churchill respectivamente), y, por otra, para desarrollar la conciencia de las masas trabajadoras.

He ahí la esencia de la táctica leninista: facilitar que la propia experiencia de las clases trabajadoras determine un cambio en su modo de pensar; facilitar que su propia experiencia las lleve a abandonar la democracia pequeño burguesa y a sumarse a la democracia proletaria.

Lenin señaló también: “El Partido Comunista propone a los Henderson y a los Snowden un ‘compromiso’, un acuerdo electoral: marchamos juntos contra la coalición de Lloyd George y los conservadores, repartámonos los escaños en el Parlamento según el número de votos dados por los obreros al Partido Laborista o a los comunistas (no en las elecciones, sino en una votación especial), conservemos la libertad más completa de agitación, de propaganda y de acción política. Si esta última condición es imposible, naturalmente, aceptar el bloque, pues eso sería una traición. Los comunistas ingleses deben defender y salvaguardar su más completa libertad de desenmascarar a los Henderson y los Snowden, de la misma manera que la defendieron y salvaguardaron (durante quince años, de 1903 a 1917) los bolcheviques rusos con respecto a los Henderson y los Snowden de Rusia, esto es, los mencheviques” (idídem, p.67).

Como se puede ver, las dos citas de Lenin constituyen una exposición sucinta de su táctica revolucionaria.

Pues bien, en un artículo escrito por Ramón García el 13 de abril del 2016, pero firmado por Manuel Velásquez (hecho que demuestra, una vez más, la falta de valor del mencionado autor para asumir con su firma la responsabilidad de sus ideas), se apela a Maquiavelo para proponer votar por PPK, pues, según se dice ahí, entre este candidato y KF, “Hay matices, diferencias, contradicción. Tenemos que saber usar eso”, agregándose que esta candidata “amenaza con arrasar con los derechos y libertades ciudadanas”, candidata a la cual juzga por la actuación de Alberto Fujimori: “la heredera de la tiranía, la cómplice de los crímenes de lesa humanidad de su padre”.

Como conclusión de su artículo, García declara que “Con PPK podemos conversar, nos podemos entender”.

Que KF sea una amenaza para los derechos y libertades ciudadanas, no se deriva del hecho de ser heredera de las atrocidades de su padre (la situación del país no es la misma que aquella marcada por la guerra interna), sino de su condición de representante de los intereses de la gran burguesía intermediaria del imperialismo.

Ahora bien, como García dice que KF es una amenaza en el sentido indicado, sugiere que PPK no lo es, es decir, presenta a este candidato como el “bueno” de la película.

Pero, como KF, PPK también es un representante de los intereses de la gran burguesía, y, por lo tanto, igualmente es una amenaza para derechos y libertades.

La segunda vuelta únicamente va a decidir la presidencia de la nación. Por lo tanto, la creencia de García de que nos podemos entender” con PPK, solo puede comprenderse como que cree que con este candidato es posible un acuerdo sobre derechos y libertades que tenga un resultado práctico.

La afirmación de García encierra, pues, dos cosas: primero, su confianza a ultranza en PPK (es decir en una facción de la gran burguesía); segundo, su no asimilación de la experiencia electoral de las últimas décadas.

La moral de la burguesía es la doblez. Por eso, Alberto Fujimori y Ollanta Humala engañaron al pueblo peruano como lo engañaron.

Y, como es de conocimiento general, los partidos de la izquierda electoral (de algún modo hay que llamarlos), cayeron fácilmente en la trampa, sencillamente porque no fueron capaces de ver que detrás de las personas hay clases sociales.

¿Qué podría garantizar que PPK honre un acuerdo con la izquierda sobre los derechos y libertades ciudadanas?

Nada, nada en absoluto, pues los políticos burgueses utilizan también a Maquiavelo, y, así, por ejemplo AF y OH, al prometer como candidatos e incumplir como presidentes, actuaron maquiavélicamente.

Es decir, los políticos burgueses aplican muy especialmente el principio maquiavélico de que el fin justifica los medios.

Generalizando: la burguesía utiliza a Maquiavelo en toda circunstancia y en cualquier marco, pero los marxistas sólo pueden utilizarlo en determinadas circunstancias y en determinados marcos.

Esa es la diferencia entre la moral política de la burguesía y la moral política del proletariado.

Por lo tanto, pretender utilizar a Maquiavelo en cualquier circunstancia y en cualquier marco, es borrar la diferencia entre la moral burguesa y la moral proletaria.

Para decirlo francamente, es caer en la moral burguesa.

Para saber cuándo y dónde es posible utilizar a Maquiavelo, los marxistas tienen un método: el análisis concreto de la situación concreta.

Ese es, justamente, el método que sustenta las presentes notas.

La experiencia enseña que cualquier acuerdo con PPK sería papel mojado, y, por lo tanto, votar por su candidatura significaría votar a cambio de nada: el pueblo no tendría garantizado ningún respeto a los derechos y libertades ciudadanas, y, lo más importante, de dicho voto no resultaría ningún desarrollo de la conciencia de las clases trabajadoras.

En conclusión, la teoría del mal menor únicamente es viable cuando el compromiso o el acuerdo es realizable realmente, prácticamente, lo que no es el caso si se votara por PPK o por KF. En ambos casos el voto sería un desperdicio.

Pero hay más. García disloca la segunda vuelta electoral del contexto general de la lucha de clases. Extrapolando de dicho contexto la segunda vuelta, cree que tiene sentido aquello de que “la neutralidad es la peor de las alternativas cuando dos enemigos se enfrentan”.

Si eso tuviera validez general, entonces, en USA por ejemplo, donde “matices, diferencias, contradicción” diferencian al Partido Demócrata y al Partido Republicano, las fuerzas proletarias, de clase, tendrían que votar cada vez por uno u otro de tales partidos.

En conclusión: es profundamente erróneo jugar con algunas afirmaciones de Maquiavelo al margen de la situación concreta y haciendo a un lado la esencia de la táctica leninista.

Esa es la lección que arroja la experiencia de la lucha electoral de las últimas décadas.

Para aprovechar la oportunidad electoral a efecto de desarrollar la conciencia de los trabajadores, hay que decirles directamente que, no obstante los matices, los dos candidatos en carrera representan los intereses de la gran burguesía intermediaria del imperialismo.

La segunda vuelta es una de esas circunstancias en que cobra vigencia el sentido esencial de este juicio de Mariátegui: “El ‘problema del indio’, la ‘cuestión agraria’ interesan mucho más a los peruanos de nuestro tiempo que el ‘principio de la autoridad’, la ‘soberanía popular’, el ‘sufragio universal’, la ‘soberanía de la inteligencia y demás temas del diálogo entre liberales y conservadores” (7 Ensayos, pp.198-199).

Exactamente como el maestro, que entendía que Maquiavelo no era aplicable en todas las circunstancias y en todos los marcos, y que, por esto, no llamó nunca a votar por Leguía para oponerse al civilismo (¡y esto en su tiempo de socialista a lo Araquistain!), aquí y ahora sostenemos que, ante la inutilidad de cualquier acuerdo con PPK (o con KF), lo que más le interesa a los trabajadores conscientes es el problema de la tierra, la lucha contra el imperialismo, etcétera, marco de cuestiones en el cual aparecen en primer plano dos altas tareas: la Reconstitución del Partido de Mariátegui (concreción de la conciencia proletaria) y la Construcción del Frente Unido del Pueblo Peruano (desarrollo de la conciencia de las clases trabajadoras).

Como se sabe, la táctica está al servicio de la estrategia, y, como está claro, hoy por hoy la táctica de votar por uno u otro candidato de la burguesía, no abona el desarrollo de la conciencia política de las clases trabajadoras, ni, por lo tanto, el desarrollo de la lucha por el poder.

El camino de la revolución no es, por cierto, un camino recto ni mucho menos: su desbroce implica compromisos, acuerdos, zigzags, maniobras, repliegues, etcétera.

Pero una cosa son esas tácticas útiles en la lucha del proletariado por el poder, y otra cosa es la táctica inútil de votar por un candidato de la gran burguesía que no garantiza en absoluto el respeto por derechos y libertades.

Puesto que la situación le exige a la izquierda no caer en la trampa burguesa y concentrar su atención y sus esfuerzos en coadyuvar en el desarrollo de la conciencia política de las clases trabajadoras y en la concreción práctica de los dos instrumentos materiales mencionados arriba, cae por su propio peso que lo que se impone en la segunda vuelta es el VOTO EN BLANCO.

En la presente situación, el VOTO EN BLANCO es la forma de afirmar conscientemente la personalidad de la izquierda y sus deberes con respecto a las luchas del pueblo peruano por la defensa de sus derechos, de sus reivindicaciones inmediatas y de sus objetivos históricos.

25.06.2016.
__._,_.___

Enviado por: Cesar Risso

sábado, 14 de noviembre de 2015

ARGENTINA: EL DEBATE POR EL VOTO EN BLANCO Y UNA DERIVA PELIGROSA




14-11-2015


Los resultados electorales del 25 de octubre pasado desataron una saludable politización que ha invadido todos los ámbitos de la vida cotidiana. Parte de ese debate es el que se desenvuelve en la izquierda acerca del voto en blanco. Un grupo de reconocidos y destacados intelectuales del ámbito académico-político ha hecho sustanciales aportes. No es mi intención intervenir en este espacio que no transito, pero en los últimos días está circulando un texto que equipara al voto en blanco con un voto por el imperialismo. Puede que para los jóvenes esta afirmación no tenga demasiada significación, pero para quienes hemos vivido épocas no tan amables y sufrido ataques de este tipo y sus consecuencias, no nos da lo mismo. 

El principal objetivo de estas notas no es otro que alertar sobre los peligros que encierra semejante acusación política.

* * *
El resultado de la primera vuelta electoral provocó una verdadera tormenta en el FpV y el peronismo todo, sus aliados y compañeros de ruta. El derrotismo y el pesimismo campea en las filas kirchneristas. A tal punto que el aire del tiempo es que el macrismo ganó las elecciones, cuando en realidad las ganó el FpV, eso sí por una muy pobre diferencia.

Pasada la desorientación inicial han lanzado una campaña de recuperación del voto, más que nada basada en la demonización del macrismo que si bien acertada en muchos aspectos, es tan burda y carente de solidez argumental que es bastante ineficiente. Si además esto va acompañado por la desesperación por ubicar gente adicta en el aparato del Estado, el combo es perfecto.

El kirchnerismo “puro” se siente derrotado, ese sentimiento sobrevivirá aún cuando Scioli resultara el ganador de la segunda vuelta –algo que no debe descartarse a priori- porque saben mejor que nadie que el sciolismo no es la continuidad del cristinismo y que los votos que estarían consiguiendo son votos desesperanzados, votos del mal menor, mas por rechazo que por convicción. Saben que la estrategia de cercarlo para condicionar su gobierno fracasó luego de la debacle en Prov. de Bs. As., que la representación parlamentaria propia es menor a la esperada y que frente a un liderazgo débil como el que presumiblemente encarnaría Scioli los que mandaran a futuro no son otros que la Liga de Gobernadores y la estructura del PJ.

En este marco han comenzado a buscar culpables. No se trata del clásico pase de facturas en su interior, esto forma parte ya del folklore del peronismo, aunque muchas veces en estos enfrentamientos los muertos los ponen otros. Sino que buscan culpables afuera y la izquierda real –la que está en todos los conflictos sociales y que ha logrado una representación institucional histórica- aparece como la figura ideal. Lo que por otra parte se inscribe en la tradición anti izquierdista del peronismo tradicional.

El kirchnerismo puro, como también sus aliados del desvencijado y descompuesto Partido Comunista, del nacionalismo de izquierda e intelectuales marxistas “independientes”, no han vacilado en señalar al FIT y otras fuerzas que llaman a votar en blanco, como carentes de estrategia, sin perspectivas histórica, como simplemente testimonial que apenas logran superar el 3% de los votos, y que además lo festejan con entusiasmo. Sin embargo esta izquierda sería ahora la responsable de la derrota. Una notable paradoja.

Ocultan que el FIT en la categoría Diputados, con el apoyo de otros partidos y grupos de izquierda que aún no lo integran y que debieran integrarse –lo que es un verdadero déficit a superar- ha logrado el 5%, que en algunas capitales (Mendoza, Salta, Córdoba) promedió el 10% y que en algunos cordones industriales obtuvo guarismos superiores.

A ninguno de esos sectores se les ocurre hacer un balance real de estos años y del porqué de la derrota. A ninguno se le ocurre preguntarse porque este tipo de gobiernos, como también lo fue el alfonsinismo, que se asumen como la dirección política de una burguesía nacional inexistente, terminan siempre pavimentándole el camino a la derecha. Porque coincidimos en que el macrismo es la derecha más recalcitrante y el enemigo principal, pero el sciolismo no le va en saga y junto con el massimo son la encarnadura del actual giro conservador.

Tampoco está en sus planes hacer un análisis histórico y preguntarse porque desde los años ’50 del siglo pasado todo ciclo expansivo de la economía nacional termina en ajuste cambiario y fiscal. O reconocer que es la lógica del capital que, ante la falta de transformaciones estructurales reales, impone el ajuste –más o menos gradual o de shock, según en qué tiempo consigan el financiamiento que buscan los dos candidatos- que solo puede ser frenado por la resistencia de los ajustados.

En este ejercicio de buscar culpables se declama que un triunfo del macrismo sería una punta de lanza contra los procesos populares abiertos en América latina. Sería casi el inicio de su retroceso. Es seguro que reorientarían la política exterior hacia la alianza del pacífico, Pero podrían preguntarse sobre qué bases y por cuánto tiempo un gobierno del sciolismo sería diferente. Un triunfo del macrismo podría verse también como un resultado de ese retroceso, que ya inició en muchos países de la región hace rato, incluso hace más de dos años se viene discutiendo en las izquierdas latinoamericanas sobre la reversibilidad de estos procesos. El propio Lula acaba de decir en la Asamblea General de CLACSO que “…hay cierto olor a retroceso” en la región. (*)

Se completa la argumentación afirmando que “El voto en blanco es un voto por el imperialismo”. Es innegable que el kirchnerismo ha latino-americanizado la política exterior y ha establecido relaciones privilegiadas con una serie de países de la región que se diferencian claramente de los que integran la pro-imperialista Alianza del Pacífico. Este no es un tema menor como tampoco lo es que el FIT no solo no lo ve sino que tampoco lo considera. Pero de esta constatación no puede deducirse a la ligera que votar en blanco es un voto por el imperialismo. Una mirada de este tipo rememora a los viejos PC y su relación de sometimiento, cuando subordinaban la lucha de clases en cada país a las necesidades geopolíticas de la URSS, aquella traicionera política “del socialismo en un solo país”.

Queda la sensación de que el debate por el balotaje y el voto en blanco, es en este caso solo una excusa para preparar el terreno para acusar a la izquierda y así eludir la responsabilidad del propio kirchnerismo y sus aliados en los resultados electorales.

Quienes así piensan recuperan viejos métodos estalinistas propios de la época del los ’60 del siglo pasado, para acusar a los que en esta coyuntura sostenemos el voto en blanco, particularmente al trotskismo. Tal vez no son conscientes de los demonios que pueden desatar. Ellos que acusan de falta de responsabilidad a la izquierda son verdaderos irresponsables. Porque ¿cuánto faltará para que nos acusen de agentes de la CIA? Es lo que lógicamente se desprende cuando se dice “votan por el imperialismo”. Es más podrían habilitar el regreso de “ni yanquis ni marxistas”.

Hay posiblemente otra cuestión más pedestre: no soportan que la izquierda anticapitalista real que hoy encarna el FIT, aunque en realidad es más amplia que este, tenga una recepción social que es más que proporcional a la representación institucional alcanzada.

Finalmente, que representa hoy el voto en blanco. Es un voto de rechazo a la encerrona derechista en que han colocado al país. Un rechazo que prepara las condiciones para resistir el ajuste que se viene. Pero encierra también una posibilidad que va más allá del próximo 22N, la de constituir un polo anticapitalista amplio, que lidere las luchas contra el ajuste, que promueva la independencia política de los trabajadores y las clases subalternas y ponga en debate las transformaciones necesarias para que el país no recaiga una y otra vez en las crisis y encerronas a las que por suerte los anticapitalistas no nos acostumbramos.

Los tiempos por venir echaran luz sobre estas cuestiones.