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domingo, 22 de agosto de 2021

HÉCTOR BÉJAR: «ESTE ES EL COMIENZO DE UN GOLPE BLANDO»

 


Héctor Béjar, ex canciller de Perú Afp, Presidencia de Perú, César Fajardo

Sengo Pérez desde Lima 
20 agosto, 2021

El recién renunciado ministro de Pedro Castillo habla con Brecha sobre la campaña en su contra, los militares, el poder mediático y los desafíos que enfrenta el nuevo gobierno

 

    Revista uruguaya Brecha, 20 de agosto

 

—¿Esperaba que le ofrecieran el cargo de canciller o lo tomó por sorpresa?

—No. Para mí, fue una sorpresa.

—¿Quién se lo ofreció?

—El propio presidente Castillo, a quien no conocía. Nunca lo había visto personalmente.

—¿Y pensó, al asumir, que esta aventura iba a durar tan poco?

—Sí, estaba entre las alternativas. Eso no ha sido para mí una sorpresa.

—¿Tampoco le sorprendió que Guido Bellido [presidente del Consejo de Ministros] le pidiera la renuncia? ¿Qué sintió en ese momento?

—Nada especial. Lo tenía entre las alternativas probables. Ya había un clima de hostilidad en los medios de la prensa concentrada [se refiere a los medios oligopólicos, en especial al Grupo El Comercio] y de parte de la Marina contra mí. Es parte del juego político.

—¿Cree que este caso es una claudicación del gobierno ante la derecha?

—No quiero calificarlo. Sigo pensando que el señor Castillo es una excelente persona y le deseo lo mejor. Sí creo que este es un gobierno débil, no lo voy a negar. Y uno que se niega a fortalecerse por algunas razones que no me explico.

—¿A qué le llama fortalecerse? ¿Fortalecerse de qué manera?

—Bueno, lo dije antes de ser ministro: que el gobierno debía elegir las mejores personalidades, no del Perú —aquí, cuando hablamos del Perú, solemos hablar de Lima—, sino del Perú real. El país tiene muchas universidades de provincia, donde hay gente excelente, con profesores que deberían ser ministros en este momento. Y, además, tiene excelentes dirigentes de organizaciones populares, que también deberían ser ministros. No ha sido así, y es una pena.

—Algo difícil de aceptar para Lima…

—Sí, pues. Pero son las provincias las que ganaron las elecciones y es a ellas que les corresponde gobernar, es decir, al pueblo peruano, que nunca ha gobernado.

—Hace más de 100 años Manuel González Prada escribía sobre el desprecio de Lima por las provincias. Parece que eso sigue igual…

—Evidentemente. Es un desprecio racista, como todos sabemos, porque los limeños, independientemente de si son pobres o ricos, en su mayoría se sienten superiores a los provincianos. Desgraciadamente, en el Perú decir serrano es prácticamente un insulto. Serrano es un hombre de la sierra, y la mayor parte del Perú es de la sierra.

—En esta elección se hizo más evidente el racismo que hay en Perú…

—Por supuesto. Y es otra cosa que el Perú se niega a reconocer: somos un país racista. Y me incluyo: a veces me sorprendo a mí mismo con pensamientos racistas.

*

—¿Se sintió poco defendido por el Ejecutivo, por sus colegas ministros, teniendo en cuenta que lo que detonó esto fue una tergiversación de sus dichos? ¿Esperaba más de ellos?

—No, no esperaba más. No los conozco. No conozco prácticamente a nadie del Ejecutivo, ni siquiera al presidente Castillo.

—El comunicado de la Marina debió de haber pasado, supongo, por el Ministerio de Defensa antes de conocerse…

—No solamente hay un comunicado. He recibido en mi casa una amenaza en forma de carta notarial dirigida a mí por el procurador del Ministerio de Defensa, es decir, por el propio gobierno. El gobierno me está amenazando con enjuiciarme si no corrijo mis declaraciones. Me acusan de ofender a la Marina y exigen que le pida disculpas; si no, me harán un juicio.

—Pero ¿de qué lo acusan? Los hechos que usted mencionó –la participación de la Marina en esos atentados– están casi comprobados.

—Y sí. Yo solo he citado hechos conocidos. Editados, además, por la propia Marina en sus publicaciones.

—¿Qué sintió después de pasados más de 50 años de su actividad guerrillera y su participación en el gobierno de Velasco Alvarado, y de su posterior tranquila vida académica, cuando tras este nombramiento se lo tildó de terrorista, de asesino?

—Nada especial. Lo esperaba, por supuesto. Sabía los riesgos a que me sometía al aceptar ser canciller. Pero no podía negarme: no podía decirle que no a una persona que creo de bien, una persona excelente como el profesor Castillo. Yo, encantado de apoyarlo. Sabía los riesgos, pero esa es la vida: uno debe asumir las obligaciones que debe asumir.

—¿Esperaba una reacción tan virulenta de la oposición?

—Sí, esperaba esa reacción, realmente la esperaba. Hace unos cinco años me propusieron ser candidato a la presidencia, y era eso lo que les decía, justamente: lo que ocurriría en el momento en que ingresara a la política del sistema. Siempre he estado fuera del sistema, es decir, del sistema político entendido como el Parlamento, los partidos, etcétera. Me van a demoler, les dije: hay mucha gente que no me quiere. De manera que lo sabía.

—¿Y esperaba las tergiversaciones de la prensa, las mentiras?

—Claro que sí. Si es lo que esa prensa ha hecho toda la vida. Si lee El Comercio —yo me he leído todo El Comercio del siglo XIX, sin excepción, número por número—, desde 1839 va a encontrar eso. De manera que no puede leer la historia del Perú en El Comercio. Puede leer una parte de la historia, porque lo que pasaba realmente en el país no está allí. Es una impunidad, un abuso de la libertad de prensa. Me han llamado «asesino sediento de sangre». Yo prefiero reírme. Me han acusado hasta de matar al hermano del arzobispo Castillo.

—¿Cree que se miden con distintas varas algunas declaraciones? En su momento, Alan García elogió la «mística» de Sendero Luminoso, [su ministro del Interior] Agustín Mantilla visitó en la cárcel a [el fundador del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru] Víctor Polay…

—En Perú siempre se mide con distintas varas. En realidad, acá no se ha combatido verdaderamente el terrorismo: se usa el terrorismo para fines políticos. Sendero ha sido usado para fines políticos. Ya no existe, pero sigue presente en la prensa, por ejemplo. Ningún movimiento ha tenido tanta prensa como ese grupo. Si usted suma desde el 80 hasta ahora, son quilómetros de titulares.

—Si lo que usted dijo de la participación de la Marina en atentados es cierto, ¿por qué cree que la gente no lo acepta?

—Porque tiene miedo. La gente tiene miedo. La gente tiene una actitud reverencial frente a las Fuerzas Armadas, que son entendidas como instituciones tutelares de la nación. Pero una nación no tiene tutelas, una democracia no acepta tutelas. La gente no sabe y, además, nadie se atreve a decir que los tanques, los fusiles y los barcos son nuestros. No son de los marinos ni de los militares: son nuestros, han sido comprados con nuestro dinero. Los militares son servidores públicos, así que no tenemos por qué servirles. Pero en Perú hay un criterio inverso auspiciado por las propias Fuerzas Armadas. A lo largo de la historia nos han enseñado que son instituciones tutelares contra las cuales no se puede decir nada. Puedes decir cualquier cosa contra el Colegio de Abogados, contra el Colegio Médico, contra el Poder Judicial, pero nada contra la Marina, ni contra el Ejército, ni contra la Aviación. Y yo, modestamente, como ciudadano común, me pregunto: ¿por qué?, ¿por qué no puedo decir nada contra la Marina como institución? Ninguna institución puede estar libre de críticas: todas tienen que ser criticadas.

—A quienes han purgado alguna pena por terrorismo se les exige que pidan perdón. Sin embargo, las Fuerzas Armadas han violado sistemáticamente los derechos humanos en el conflicto interno y no reciben las mismas exigencias. ¿No se acepta que hubo terrorismo de Estado?

—Se llama negacionismo. En Alemania es condenado: es un delito. Aquí no. Hay gente que niega que las Fuerzas Armadas violaron los derechos humanos. Se aceptó a regañadientes el informe de la Comisión de la Verdad. A su nombre le agregaron: «y la Reconciliación». ¿Reconciliación con quién? ¿Con los violadores de derechos humanos? Porque si usted habla de reconciliación, habla de los dos contendientes, es decir, Sendero y las Fuerzas Armadas o, en todo caso, Sendero y el pueblo del Perú. Pero esa reconciliación nunca se alentó. Si eso lo dijera en la televisión peruana, me harían otro juicio.

—A usted le cobran hechos de hace casi 60 años…

—En Perú las condenas son eternas. Acabo de escuchar a un marino decir otra mentira: que fui condenado. Yo nunca fui condenado. Contra mí hubo una investigación de cinco años que demostró que no era culpable de los terribles delitos de los que se me acusaba, una investigación hecha por un juzgado militar, un consejo de guerra. Mi amnistía está firmada por el almirante Vargas Caballero, jefe de la Marina de aquella época.

—¿Es necesaria una reforma de las Fuerzas Armadas?

—Por supuesto. Hay que introducir la formación de derechos humanos en las Fuerzas Armadas. Por muchos años he sido profesor del CAEN [Centro de Altos Estudios Nacionales, escuela de posgrados militares del Ministerio de Defensa] y conozco las virtudes y los defectos de la formación de los militares de alta graduación. Muchos de ellos tienen unos enormes vacíos en cuanto a conocimiento sobre el Perú.

—¿Sigue enquistado el fujimorismo en las Fuerzas Armadas?

—Las Fuerzas Armadas en el Perú son fujimoristas. El fujimorismo está en la conciencia de muchos militares. Algunos criterios que impregnaron el fujimorismo desde los años noventa en adelante siguen presentes. Montesinos está preso, pero el montesinismo sigue presente: la metodología y la forma de pensar están en la práctica militar de hoy día. Por eso Montesinos se comunica con el exterior cuando quiere y no pasa nada.

*

—Parece que la palabra imperialismo en el lenguaje político de cierta nueva izquierda ha pasado de moda.

—Sí, hay palabras que no pueden ser pronunciadas. Imperialismo, revolución y socialismo ya no pueden ser usadas en el Perú. Así que sería bueno que editaran un diccionario peruano que omitiera esas palabras y que tuviéramos una historia peruana como hacían los faraones: a la medida de los actuales dominadores del Perú.

—¿Las prioridades de la izquierda han cambiado? Se habla más de las reivindicaciones de la mujer y de los derechos LGTB que del hambre, la miseria. No mencionar lo primero le fue muy criticado a Castillo, pero ¿tal vez por eso ganó?

—Exactamente. Nuestras provincias son muy conservadoras en términos sexuales y reproductivos. Pero los derechos humanos son integrales. Y no soy solo yo quien lo dice. Sobre el tema hay dos grandes principios. Uno, que son eso, integrales: los derechos civiles y políticos no pueden ser separados de los de última generación, los ambientales, los sexuales y los reproductivos. Eso por un lado. Por otro, no se puede retroceder en el tema de los derechos humanos: lo que se conquistó se conquistó; son principios internacionales, son acuerdos firmados por el Perú. Pero acá hay gente que solo recuerda los derechos civiles y políticos; no quiere acordarse de los económicos y los sociales, por ejemplo, y al revés. Y lo que tenemos que lograr es todo, aunque parezca demasiado ambicioso. Tenemos que conseguirlo; no podemos retroceder.

—¿Se necesita una nueva Constitución?

—Sí. Esta es obsoleta. No solamente por lo que dice, por la subordinación a la que somete al Estado, sino porque no incluye muchos derechos humanos, que son los que deben imperar. Los derechos de acciones de garantía, como el habeas data y otros, fueron incluidos, pero los constituyentes inmediatamente se dieron maña para dejarlos sin posibilidades de aplicación o para introducir otros elementos que impedían su aplicación, entre ellos, el referéndum.

—¿Cree que ahora cambien los lineamientos de la política exterior? Usted dijo que esa fue la verdadera razón de su salida.

—Ojalá que no, espero que no. Pero hay que ver lo que quiere hacer el Congreso. Allí quieren reinventar un grupo que ya no existe: el Grupo de Lima. Yo siento que, desgraciadamente, en este momento —y ojalá esto cambie con el nombramiento de un buen o una buena canciller— el tema internacional no está presente en la agenda del gobierno. Y lo digo por hoy día, por este momento.

—Pero ¿cree que la oposición va a parar acá? El congresista Jorge Montoya ha dicho, palabras más, palabras menos, que van a bajar a todos los ministros.

—El Congreso quiere armar un gobierno de quienes perdieron las elecciones, es decir, un golpe de Estado de nueva edición. Hay muchas formas de hacer un golpe de Estado. Lo de ayer [se refiere a su salida, consumada este miércoles] ha sido un golpe de Estado blando. Los jefes de las instituciones armadas, que deben obedecer al presidente, se reúnen con él para avalar la renuncia de un canciller. Es un golpe de Estado blando o el comienzo de él. Espero que no continúe.

—El objetivo es la vacancia presidencial…

—Sí. Lo han expresado desde el comienzo: el objetivo es la vacancia. Empezó conmigo y acabará con el presidente Castillo. Ojalá que no, pero ese es el plan.

—¿Cómo califica este momento político?

—El Perú es un país en movimiento, y eso está muy bien. Es un país donde la gente empieza a darse cuenta de las cosas, aunque aún de una manera muy nebulosa. El pueblo ya llegó al gobierno, y eso es muy bueno. Pero también tiene sus problemas: el pueblo no sabe gobernar, porque nunca ha gobernado, entonces es explicable que este gobierno tenga todos los defectos que tiene. Si fuésemos democráticos, ayudaríamos a ese gobierno en lugar de aprovechar su debilidad para derribarlo. En el Perú nunca hemos tenido una democracia. En el mejor de los casos, la estamos construyendo con grandes dificultades. Pero democracia no tenemos. Lo que tenemos es una dictadura de los monopolios económicos y mediáticos.

—¿Qué sabor le deja lo sucedido con usted, en lo personal y en lo político?

—Ninguno. Soy feliz ahora, con mis libros. Estoy preparando uno que va por la tercera o cuarta edición, sobre la historia del Perú. Me dedicaré a mis placeres, que son las artes plásticas. Estoy en una etapa feliz de mi vida. No me siento para nada resentido ni dolido. Me siento libre otra vez.

—¿Es cierto que conoció al Che Guevara?

—[Risas] No solamente lo conocí: lo admiré y fui su soldado.

 

Reenviado por Eduardo Ho, Fuente: https://brecha.com.uy/este-es-el-comienzo-de-un-golpe-blando/

 

 

martes, 24 de noviembre de 2020

DE GENERACIÓN “BICENTENARIO”

 


Escribe: Milcíades Ruiz

El poder mediático hace lo que quiere con nosotros y no tenemos protección pública contra su manipulación. Nos solivianta, nos apasiona, nos hace odiar y hasta nos hace aplaudir a nuestros opresores. Todos los días impacta nuestro cerebro condicionando nuestro estado de ánimo. En un momento nos hacen decir: ¡la vacancia es un golpe de estado!, ¡Merino es un asesino! Pero luego que el mismo congreso, con el mismo procedimiento, cambia la persona cuestionada, nos hace hablar en contrario siendo la misma figura política.

 

Nos enardece saber de dos jóvenes muertos en los disturbios, al corrupto Vizcarra le ponen el micro en la boca para agrandar la noticia y dice: “son héroes de la democracia”. Ya nadie se acuerda que bajo el mandato del corrupto  Vizcarra hubo también dos muertos por represión policial, en una movilización de varios días, igualmente masiva de jóvenes nativos que reclamaban por los perjuicios ocasionados por la empresa PetroTal, que opera el Lote 95, en Painahua, Requena, Loreto.

Fue el 9 de agosto, “Día Internacional de los Pueblos Indígenas”. Ese día, a punto de balas y bombas lacrimógenas disolvieron la manifestación, alcanzando a los niños que corrían desesperadamente gritando de terror en la oscuridad de la noche. Y claro, por tratarse de indígenas, y de una transnacional inglesa, la prensa no hizo el despliegue como ahora, y por eso, nosotros tampoco hemos reaccionado como ahora.

Todos los días martillan nuestro cerebro para impregnarlo del bicentenario y por reflejo condicionado actuamos en ese sentido. Entonces, con motivo del estallido juvenil se está acuñando como digno de resaltar la frase “generación bicentenario” y nosotros lo rezamos, para el orgullo de los jóvenes. Pero, este mismo psicosocial periodístico será utilizado para demonizar la bandera izquierdista de “Nueva Constitución”, haciendo que la opinión pública la desdeñe. Y la acompañarán con encuestas desfavorables.

Como se recordará, los rumores psicosociales fueron utilizados para desestabilizar el gobierno de Velasco, haciendo que la gente salga a las calles para protestar y cometer desmanes. Se hizo contra el gobierno de Maduro, pero no pudieron quebrar el respaldo de las fuerzas armadas. Lo hicieron el Bolivia contra Evo Morales alegando falso fraude y lo sacaron en complicidad con la fuerza armada. Aquí, en el reciente estallido juvenil, hasta se ofrecían banderolas gratis para la protesta.

Como la prensa no resaltó este sospechoso ilícito, para saber sobre su financiamiento, tampoco nosotros le dimos importancia. Actuamos por reflejo condicionado, como lo advirtiera ya a comienzos del siglo pasado, el científico y premio Novel, Ivan Pavlov. De este modo, el martilleo del bicentenario sobre nuestro cerebro seguirá repitiéndose con más intensidad, hasta hacernos creer que Túpac Amaru, fue precursor de la independencia de sus opresores.

Es loable la actitud de los jóvenes que dieron la pelea en las calles en rechazo a la forma de hacer política. El repudio es contra los políticos que han envilecido la honorabilidad de los poderes del estado. Es un mérito que hay que reconocer frente al demérito de indiferencia de los mayores. Pero si de generación se trata, hay que ver que la gran mayoría de esta generación es víctima de la degeneración republicana bicentenaria.

Comparemos la situación de los jóvenes de 1821 con la situación de los jóvenes en la actualidad y veremos que lejos de agradecer a la republica tenemos mucho que lamentar. En esos tiempos, había una gran crisis por la guerra, pero los jóvenes no pasaban hambre y su comportamiento era respetuoso. Ahora en cambio, después de dos siglos, se han batirán todos los records históricos de encarcelamiento de jóvenes. ¿Eso es lo que vamos a celebrar?

Según el BCR, a setiembre pasado la población económicamente activa (PEA) se ha reducido a la mitad y el desempleo pasó de 6,3% a 16,3%. Cientos de miles de jóvenes buscan trabajo diariamente, sin que la república bicentenaria lo ampare. Cuando a un joven se le pregunta ¿por qué robas? La respuesta es: No hay trabajo. En el bicentenario, hay pues una expansión delictiva armada y con creciente sicariato como producto republicano. Diariamente vemos en los noticieros a bandas de jóvenes, capturados por la policía. Ellos también son de esta generación.

56,108 estudiantes universitarios han quedado con la carrera trunca al denegarse licencia a universidades degeneradas por el lucro. Otros miles han dejado los estudios por la crisis económica actual. En cambio, los traficantes de la necesidad educativa se han vuelto millonarios a costa del dinero de los padres de familia y tienen “plata como cancha” para candidatear a la presidencia. Otros miles de jóvenes salen a las calles para auto emplearse informalmente, pero son reprimidos sin piedad. Es la república, que se ensaña con sus propias víctimas.

Durante dos siglos republicanos no ha existido un desarrollo sostenible de industrialización. Siempre viviendo de nuestras riquezas naturales entregadas en beneficio extranjero. Se despilfarró el dinero del guano hasta que se acabó y como ahora, vivimos de la carroña que nos deja el cobre hasta que se acabe. 80 años después de la jura de la independencia, Ricardo García Rosell, quien fuera diputado de la república decía:

…Vino la independencia. La guerra cruenta y prolongada que fue preciso sostener, abatió y redujo todos los elementos productivos. Tras esto, el espíritu liberal, al dar de repente entrada fácil a los géneros y manufacturas europeas, abrió ruda competencia a las industrias nacionales. Pronto se inició la decadencia. Ayacucho que con el monopolio de tocuyos se había hecho gran ciudad, tuvo que abandonar dicha industria. Lambayeque que había crecido con sus tinas de jabón, comenzó a descender. Los obrajes de lana en el Cusco fueron abandonados y esa antigua capital que contaba con 80, 000 habitantes, redujo su población a la mitad. Cambiaron las rutas por donde circulaba el tráfico comercial y los centros del interior. Mercados antes en progreso y campos de actividad industrial, se vieron supeditados por los puertos de la costa a donde comenzaron a acudir todos a surtirse con objetos extranjeros.

Miseria y malestar se sentía en todas partes. La riqueza fiscal sin contrapeso en el público por carecer de objeto de trabajo, era impotente para corregir o, atajar el daño. Angustias y escaseces frecuentes, se sucedía entre cortos periodos de abundancia. El Perú ofreciendo como espectáculo más desorden que opulencia, por sus errores económicos, vivió envuelto en confusiones y anarquía permanente. (…)

La agricultura es la industria madre que fomenta y da vida a todas las otras. Es la gran fuente de donde todo procede y a donde todo debe converger. Es a ella adonde hay que acudir cuando se necesitan subsistencias, cuando se necesitan hombres o cuando se necesita dinero. (…)

Pidiendo subsistencias al extranjero, los agricultores nacionales pierden o merman sus provechos. El dinero desaparece de los campos y estos, en vez de continuar su movimiento de progreso, se abaten, se abandonan y se despueblan. ¿Quién, que ha visto los efectos de una mala cosecha, no comprende y descubre en el acto esta verdad?

Obligar a un país, a que permanezca indefinidamente dedicado a solo las industrias extractivas, es condenar a sus moradores a eterna barbarie, relegándose a sí mismo, sin esperanza de mejora, a una posición perdurablemente subalterna”.

(Ricardo García Rosell- Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura- enero 1901 “Apuntes económicos”)

¿Esta situación ha cambiado? ¿La república ha industrializado el país, o seguimos con una economía meramente extractiva? ¿La república nos ha dado una agricultura moderna o, seguimos utilizando la chaquitaclla que se usaba en el incanato? Después de dos cientos años de entreguismo ¿Somos independientes o, estamos sometidos a la dominación extranjera?

¿Y cuántos son los muertos en total, por represión policial bicentenaria, tan solo por reclamar justicia social? ¿Es que, el bicentenario cambiará la trayectoria republicana? No interesa. Serán las empresas mediáticas periodísticas los que guiarán nuestros pasos. Ellas nos lideran y nosotros las seguiremos como ovejas alienadas. Disculpen el berrinche.

Noviembre 24/2020

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