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martes, 16 de marzo de 2021

LAS MUJERES EN LA COMUNA DE PARÍS

 


Manuel Kellner

9 marzo 2021

 

Hace 150 años, el 18 de marzo de 1871, comenzó la insurrección que alumbró la Comuna de París, que duraría 72 días. Karl Marx y Friedrich Engels escribieron sobre esta experiencia histórica. Sus conclusiones forman parte hasta nuestros días de los principios básicos del socialismo revolucionario en todo el mundo. El papel de las mujeres en esta insurrección y en la democracia radical que nació de ella suele tratarse más bien poco en ocasión de las conmemoraciones, pese a que existe toda una serie de estudios al respecto.

Prosper-Olivier Lissagaray escribió en su Histoire de La Commune 1/, publicada ya en 1876 y que hay que calificar de obra clásica sobre el tema, lo siguiente [traducción propia]: “Las mujeres fueron las primeras en avanzar, como en los días de la revolución. Las mujeres del 18 de marzo estaban curtidas a raíz del asedio –no en vano tuvieron que soportar una doble ración de penuria– y no esperaron a sus hombres. Rodearon las ametralladoras y dijeron a los soldados: ‘¡Es una vergüenza! ¿Qué hacéis aquí?’ Los soldados guardaban silencio. De vez en cuando decía un suboficial: ‘Andad, buenas mujeres, ¡largaos de aquí!’ El tono de su voz no era áspero, y las mujeres se quedaron… Un gran número de guardias nacionales, con las culatas de los fusiles en alto, acompañados de mujeres y niños, avanzaban por la rue des Rosiers. Lecompte (el general) se vio rodeado, ordenó tres veces abrir fuego. Pero sus hombres permanecieron con los fusiles en tierra. Cuando se acercó la multitud, confraternizaron, y Lecompte y sus oficiales fueron detenidos.”

El 8 de febrero había sido elegida, por exigencia de Bismarck, una Asamblea Nacional de mayoría monárquica para iniciar las negociaciones de paz. A partir del 17 de febrero, Adolphe Thiers se instaló, como jefe del gobierno, en Versalles, la residencia de los reyes. La masa de trabajadores y trabajadoras y de la pequeña burguesía estaba decidida a defender París frente al ejército prusiano, pese a la enorme penuria que sufría la ciudad sitiada: paro masivo, hambre, frío. La peor parte recayó en las mujeres, que ya desde antes llevaban todas las de perder: cobraban salarios más bajos y se veían oprimidas y acosadas de muchas maneras.

La Guardia Nacional, formada mayoritariamente por trabajadores, era el brazo armado de la población parisina. Thiers exigía la capitulación, y su intento del 18 de marzo de desarmar este cuerpo, que en aquel momento contaba probablemente con unos 180.000 hombres, sentó como una enorme provocación. Así comenzó la insurrección del pueblo de París. El papel de avanzadilla de las mujeres en la respuesta a la ofensiva contra el París republicano no fue fruto de la casualidad.

“Bellos animales”

La efervescencia democrática radical y social se hizo notar meses antes del estallido de la guerra franco-alemana, sobre todo en París. Louis Bonaparte (Napoleón III) emprendió su guerra de agresión precisamente para parar los pies a esta efervescencia. Sin embargo, después de defenderse con éxito, el ejército comandado por Prusia pasó al ataque, y la aventura bonapartista acabó estrepitosamente.

Meses antes, muchas mujeres habían comenzado a participar en el movimiento republicano y social, a reunirse por su cuenta y crear organizaciones propias. El 8 de septiembre de 1870, un grupo de mujeres, con André Léo (Léodile Champeix) y Louise Michel a la cabeza, se manifestaron delante del ayuntamiento y pidieron armas para luchar contra los prusianos. El 7 de octubre, estas mujeres reclamaron su derecho a participar en los combates en primera línea, para asegurar la atención a los heridos. Las posiciones contrarias a la participación de las mujeres en el bando republicano y socialista-comunista –en particular, Proudhon estaba estrictamente en contra, e incluso había llegado a afirmar que las mujeres son “bellos animales, pero animales”– comenzaron a desmoronarse.

El combate de la Comuna, proclamada el 18 de marzo, se desarrolló en dos frentes al mismo tiempo: contra los sitiadores prusianos y contra el gobierno traidor de Versalles. Además, se intentó resolver los problemas sociales más acuciantes y construir un mundo nuevo en medio de una situación angustiosa, un mundo en que el pueblo trabajador tomaba las riendas de su propio destino. Difícilmente se podía rechazar la implicación de las mujeres en la solución de todos estos problemas.

El Comité Central de la Guardia Nacional asumió al principio el mando del París revolucionario y organizó elecciones al consejo municipal, la Comuna, elecciones que tuvieron lugar el 26 de marzo. El 28 de marzo se proclamó públicamente la Comuna. A partir del 29 de marzo funcionaban diez comisiones, que elaboraban propuestas que sometían a la aprobación del consejo. Entre ellas, cabe citar la separación de Iglesia y Estado; escuela laica y gratuita, obligatoria para niños y niñas; derecho al trabajo remunerado; concesión de la nacionalidad a inmigrantes; confiscación de viviendas vacías para personas sin hogar; asistencia letrada gratuita; socialización de las empresas abandonadas por sus propietarios, autogestionadas por cooperativas creadas por el personal.

 

Las medidas de la Comuna

 

Una serie de resoluciones de la Comuna mejoraron la situación de las mujeres. Estas podían obtener el divorcio de sus maridos mediante una simple declaración de voluntad y recibían apoyo material de la Comuna hasta que decidiera el tribunal. Maestras y maestros percibían el mismo salario. Las compañeras de guardias nacionales caídos en combate recibían de la Comuna la misma indemnización que las mujeres casadas.

Los representantes electos estaban obligados a rendir cuentas ante su electorado y sus cargos eran revocables en todo momento; el consistorio se consideraba poder legislativo y poder ejecutivo al mismo tiempo, y percibían para su sustento la cantidad equivalente al salario medio de un obrero. Las mujeres no tenían derecho de voto en la Comuna, pero no cabe duda de que esta habría implantado finalmente este derecho si hubiera tenido más tiempo. En los niveles de representación inferiores, en los distritos y en numerosas entidades, muchas mujeres ostentaban cargos de dirección y desempeñaban funciones importantes.

Las actividades de las mujeres en la Comuna y para la Comuna eran muy variadas, tanto que no podemos enumerarlas todas aquí. Participaban en la defensa, el abastecimiento y en la solución de todos los problemas cotidianos imaginables. El 21 de mayo, las tropas de Thiers entraron en París, después de haber bombardeado la ciudad repetidamente. Numerosas mujeres combatieron en las barricadas. Docenas de ellas caerán prisioneras y serán maltratadas y masacradas. Es imposible saber cuántas de ellas figuraban entre las 20.000 a 30.000 personas muertas.

La contrarrevolución furibunda practicó la venganza, y no solo por la vía judicial. El 29 de mayo proclamó su victoria. Oficialmente hubo 26 penas de muerte, 4.213 deportaciones a Nueva Caledonia y alrededor del mismo número de penas de prisión y trabajos forzados. Louise Michel fue condenada a nueve años de deportación. Otras ingresaron en prisión, con condenas que oscilaban entre seis días y a perpetuidad; la pena más frecuente ascendía a cinco años. 3.000 comuneros y comuneras lograron escapar al exilio.

Karl Marx escribió que la Comuna de París era “la forma política por fin descubierta en la que puede producirse la emancipación económica del trabajo”. En comparación con épocas posteriores –o con Inglaterra en el mismo periodo–, las factorías e industrias, y con ellas las plantillas, eran pequeñas en aquel entonces. A pesar de ello se demostró que era posible construir, organizando la solidaridad, una comunidad que era al mismo tiempo una dictadura revolucionaria y una democracias radical, participativa, modelo de todas las tentativas posteriores de establecer una democracia de los consejos.

Autoemancipación

Las democracias parlamentarias burguesas son formas más o menos encubiertas de gobierno del capital. Una alternativa democrática socialista solo puede surgir desde abajo, basada en la autoorganización democrática de la clase trabajadora, junto con todos los sectores explotados y oprimidos. Estas estructuras no se crean para poner en práctica determinadas ideas preconcebidas, sino para resolver problemas concretos en la lucha contra la explotación y la opresión. Cuando las masas comienzan a inmiscuirse en las instancias en que se decide su destino, surge la oportunidad de implantar un orden político alternativo.

El legado todavía vigente en nuestros días de la Comuna de París incluye la noción de que este movimiento, que aspira a la emancipación universal, es impensable sin la participación masiva de las mujeres, que se autoorganizan en el movimiento, participan en él y en él hacen valer sus propios intereses. La clase asalariada solo puede emanciparse por sí misma. Al mismo tiempo, solo puede autoemanciparse eliminando todas las formas de dominio de personas sobre personas. Por tanto, acabar con la opresión, la discriminación y el menoscabo de las mujeres es parte integrante de las aspiraciones socialistas y comunistas.

La experiencia de la Comuna de París también enseña que las mujeres necesitan organizarse por sí mismas, pues por mucho que su liberación redunde objetivamente en interés de los hombres explotados y oprimidos, en cualquier situación de desigualdad social hay que superar la resistencia de quienes quisieran colocarse a pesar de todo por encima de otras personas.

Marzo de 2021

https://www.sozonline.de/2021/03/vor-150-jahre

1/ En castellano: Hippolyte Prosper-Olivier Lissagaray, La Comuna de París, Editorial Txalaparta (Tafalla, 2004).

Fuente: https://vientosur.info/las-mujeres-en-la-comuna-de-paris/

 

domingo, 19 de abril de 2015

CRISIS TERMINAL DEL CAPITALISMO: EXPLOSIÓN DE LAS DESIGUALDADES: RICOS Y POBRES EN ALEMANIA




Manuel Kellner
Miércoles 15 de abril de 2015


No es fácil tener datos precisos sobre la riqueza de los ricos. Los multimillonarios y las multimillonarias tienen como primera virtud una discreción ejemplar. Para saber más de lo que se podría suponer, necesitamos la ciencia, y así hacer hipótesis y aproximaciones. Según el World Wealth Report habría en Alemania un millón de millonarios con una fortuna que sumaría 2,7 billones de euros. Se creía hasta ahora que el 0,1% de las familias más ricas poseía el 5% del conjunto de las riquezas alemanas, pero de hecho parecen poseer más bien entre el 14% y el 16%. Asímismo se creía que el 1% de las familias más ricas poseían el 18% de las riquezas alemanas, pero de hecho parecen poseer el 31%. Y el 10% de las familias más ricas poseerían entre el 63% y el 71% de las riquezas de Alemania.

De los 2,7 billones de euros citados, el 8% de los herederos tendrá el 40%, mientras que la mitad de la población no tendrá nada o tendrá menos que nada: deudas. Desde hace decenios, la política establecida no hace nada por frenar las desigualdades. Muy al contrario. No hay ya impuestos sobre las fortunas, y respecto a los impuestos sobre las rentas más altas (“Spitzensteuersatz”), con el 45% (sin el “Solidaritätszuschlag” introducido inicialmente para subvencionar el desarrollo económico de los nuevos Länder de la ex RDA, con él se llega aproximadamente al 47,5%) se recauda bastante menos hoy que bajo los gobiernos conservadores-liberales de Helmut Kohl, por ejemplo, en 1983 era el 56%. Se añade a esto toda una serie de regalos fiscales a los ricos y a las grandes empresas así como una gama increíble de recursos para “aliviar” sus deberes fiscales como millonarios o como grandes empresas.

La realidad social complementaria de la riqueza, es la pobreza. Pues aunque la economía alemana parezca ser una isla de prosperidad en comparación con muchos otros países de la UE, hay cada vez más pobres en Alemania, y su situación empeora. En el año 2025, según las proyecciones, 1,5 millones de pensionistas deberán recibir ayudas sociales, pues sus pensiones no bastarán para sobrevivir.

En febrero de 2015, el Paritätischer Wohlfahrtsverband (central de las asociaciones de ayuda social) ha publicado un informe titulado “Die zerklüftete Republik” (La república agrietada) que asume y completa los diagnósticos de otros informes semejantes ( www.der-paritaetische.de/armutsbericht/service-download). Este informe confirma que la pobreza aumenta constantemente en Alemania, y que las primeras víctimas de esta tendencia profunda son las personas sin empleo, las familias monoparentales, las mujeres y los niños, los inmigrantes y los asalariados de rentas más bajas.

Además del crecimiento de la desigualdad global, este informe sobre la base de las cifras de 2006 a 2013 demuestra igualmente una tendencia ascendente a la desigualdad regional de la pobreza: en 2006, la diferencia máxima del grado de pobreza entre los diferentes Länder se situaba aún en el 17,8% y en 2013 era ya el 24,8%. Además, el desarrollo de la pobreza se ha desconectado del desarrollo de las riquezas en general y también de la tasa de paro. De 2006 a 2013, el PIB ha subido constantemente 413 000 millones de euros por año (salvo en el año de crisis 2009) para llegar a 2,81 billones de euros. Al mismo tiempo, la tasa de paro oficial ha bajado de 10,8% al 6,9% (un 36,1% menos). Pero durante el mismo período, los pobres han pasado de ser el 14% al 15,5% de la población (han aumentado un 10,7%), con una tendencia a la aceleración desde 2010.

Según el informe, esto traduce una clara tendencia a más desigualdad en la distribución de las rentas y de las riquezas y el ascenso espectacular del trabajo precario como consecuencia de las “reformas” Harz IV creando una capa cada vez mayor de “working poor” (trabajadores pobres), como dicen los anglosajones. Además, la política oficial ha reducido sistemáticamente los medios financieros para la creación de empleos y ha contribuido así a mantener a las personas que cobran los mínimos sociales (según SGBII, Hartz IV) en su situación de imposibilidad de acceder al mercado de trabajo. Es, aún más según este informe, no tanto el desarrollo económico en sí mismo como la política neoliberal y la disciplina presupuestaria de hierro impuesta por ella, la que explica el ascenso de la pobreza en Alemania.

El informe contiene también reivindicaciones para mejorar la situación. Como reivindicación estrella se encuentra la demanda de instalar un salario mínimo mucho más alto que los 8,5 euros por hora más o menos en vigor, pues los 8,5 euros son muy insuficientes para proteger contra la pobreza a los asalariados afectados, por no hablar de los pensionistas alimentados sobre la base de un salario mínimo tan bajo. Pero el informe dice poco o nada concreto sobre las reivindicaciones necesarias para combatir la pobreza y la desigualdad social crecientes, por ejemplo, en materia de política fiscal.

La política establecida no combate la pobreza pero, en cambio, combate a los pobres. Las personas dependientes de las ayudas sociales son literalmente acosadas con amenazas de sanciones. A la menor oportunidad, son víctimas de deducciones de su pequeños subsidios. En muchos casos, esperan semanas, incluso meses antes de cobrar lo que les corresponde tras haber demandado formalmente su derecho a cobrar la ayuda social Hartz IV. A menudo, se les piden repetidamente pruebas de que están desprovistas de todo recurso, por ejemplo, los provenientes de familiares o eventuales parejas. Muy a menudo, los demandantes de las ayudas sociales no son informados completamente sobre sus derechos y cobran por tanto subsidios menores de los que les corresponderían por la ley. En un número de casos importante, “desaparecen” documentos en las oficinas de trabajo (Arbeitsagenturen) sencillamente porque, por falta de personal cada vez más grave, los “agentes” que trabajan en ellas no llegan a hacer su trabajo de forma conveniente.

Resulta difícil de creer, pero cada vez más gente en Alemania, un país tan rico, recoge las botellas por la calle para conseguir un poco del dinero necesario para sobrevivir. Pero felizmente hay buena gente sensible a la suerte de estos desheredados. En Stuttgart, algunos políticos locales del partido de los Verdes así como el consejo ciudadano de los jóvenes proponen marcar las bolsas de basura con “anillos” azules para hacer más fácil la búsqueda de las botellas. ¡He aquí al menos una propuesta valiente que pueda dar todo su sentido al término “reforma social” tan desnaturalizado por la ideología neoliberal triunfante!

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR