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jueves, 13 de enero de 2022

LOS ESCLAVOS, LA ESPERANZA Y LA ESPERANZA-ENCADENADA

 


“Venga la esperanza, venga sola a mí

Lárguese la escarcha, vuele el colibrí,

Hínchese la vela, ruja el motor

Que sin esperanza ¿dónde va el amor?”

—Silvio Rodríguez

 

Ayrton Armando Trelles Castro

Introducción

Posiblemente si fuéramos profundamente conscientes de nuestra historia, ya habríamos quitado de en medio todos los obstáculos que llevan el destino de nuestro país y de nuestra-América a un “hueco de inmensa sepultura”, como diría el poeta. Un ejemplo de la riqueza de los casos heroicos que se dieron en nuestra historia, situándonos en los prolegómenos de la independencia americana, lo hallamos en la revolución haitiana, que es uno de los hitos más grandes, y se resiste a pasar desapercibido, pese al manto de silencio que sobre esa revolución existe.

Colgándonos de esa historia, como un acercamiento a los hitos revolucionarios, notamos que en ellos, sobre todo en los que son tan especiales como el de la revolución mencionada, la esperanza juega un rol importante. Con esa lucha, ensayamos una intuición, esa intuición nos indica que esa insurrección es una de las que inaugura la moderna dialéctica optimismo-pesimismo. Por lo que, en nuestro tiempo, volver a esperanzarnos, implica conocer palmo a palmo la historia, pero desde los vencidos, con lo cual podríamos ir quitándole la cadena a una esperanza centrada en el individuo aislado.

Antecedente histórico

Las rebeliones de esclavos en parte son olvidadas, pero en realidad deberían constituir, de forma permanente, nuestro imaginario, porque mediante ellas, es como se ha ido generando la libertad de la gozamos. Una de la más famoso es la que lideró Espartaco. Los hechos acaecidos son narrados por Howard Fast, escritor de filiación comunista y de ascendencia judía, quien le dedicó una obra literaria a esta epopeya.  

En el Espartaco de Fast ocurre algo importante, después de la derrota del héroe esclavo, su esposa es capturada. El general romano que la mantenía cautiva, le pregunta por qué esa innecesaria rebelión, tratando de convencerla “racionalmente” que Roma tarde o temprano iba a acabar con la insurrección, por lo que no tenía sentido que los esclavos hayan hecho eso, porque era una insensatez haber enfrentado a la maquinaria militar imperial. La mujer de Espartaco le contestó que todo se hizo por esperanza. Eso no era un argumento elaborado ni justificador del orden vigente, simplemente era un sentir. Pero no cualquier sentir, sino el de la víctima, cuya fortaleza no residía en las armas, ni en la poderosa organización armada, sino en la capacidad de verse libre junto con sus correligionarios.

Como suele suceder, la realidad supera a la ficción. La historia de la independencia de Haití es el ejemplo de esa sentencia. La historia fascinante de la insurrección ahora es barro con el que quiere moldearse otra visión de la realidad de los derechos humanos, es decir, como una conquista universal, porque en la época de la revolución de los esclavos de Saint-Domingue (Haití), estaba en pleno proceso la revolución francesa, la misma que hizo la declaración de los derechos del hombre. La revolución francesa conquistó los derechos que la burguesía iba a necesitar para establecer definitivamente sus derechos políticos. Sin embargo, se siguió manteniendo la esclavitud en las colonias, entre ellas la haitiana.

La liberación de los esclavos de Saint-Domingue, no fue fruto de la benevolencia de la metrópoli, sino, la obra y sacrificio de los condenados a la dominación, de los seres negados de toda humanidad. El líder que finalizó la hazaña, Dessalines, además de nombrar a sus tropas como “el ejército del Inca”, cuando triunfó la revolución dijo “he vengado América” (Dubois, 2004). El ex- esclavo era consiente que la isla caribeña fue una de las primeras en recibir la llegada de los europeos, en ella se estableció una de las primeras colonias y ahí se dio uno de los primeros exterminios de la población indígena. En esa isla, se hicieron las primeras inmolaciones al dios Oro, cuya sed de venganza fue denunciada por el taino Hatuey, él vio que el fetiche de los españoles era el oro, por eso, con su gente celebraron “una fiesta, cantaron a su alrededor y después lo arrojaron al mar” (Marx, s/f., p. 77).

Modernidad, capitalismo y esclavitud

Decía Marx que el capital viene chorreando “sangre y lodo” por todos sus poros. La modernidad, el horizonte civilizatorio del capital, bautizó las tierras americanas con la experiencia mencionada. Los recursos americanos instituyeron parte de los materiales que constituirían la opulencia de ese continente, incluso, los alimentos llevados ahí, serían parte fundamental de su dieta. Por eso, cuando se revisa la historia palmo a palmo, pensadores como Robinson, no sólo perciben que la constitución de occidente fue gracias a las materias primas explotadas en estas regiones, sino que las primeras experiencias capitalistas, de acumulación originaria, que dieron el paso a la elaborada industria y disciplina productiva europea, tuvo origen en el Caribe. Las islas sometidas al dios Mammón, el exterminio de los indígenas y la explotación de los seres humanos esclavizados, fue el acicate de la industrialización occidental (Cederic Robinson, 2019). 

Por su parte, el pensador del establishment, no puede ser visto como portador de esa dialéctica. Tiene una esencia parmediana, eso quiere decir que es alguien que lo que ve lo acepta y lo justifica. Eso sí, es un entusiasta, cosa que es diferente a ser optimista. El entusiasta acepta con buen gusto lo que ve, el optimista es pesimista de lo que ve.

Con esos acontecimientos, también se fueron formando la dialéctica del pesimismo-optimismo. La revolución haitiana, “vengadora de América”, comienza por inaugurar el optimismo. Los esclavos, el no-ser del sistema mundial, insuflaron a la civilización el lado positivo de la negación moderna, donde la explotación y el dominio campeaban. Sin embargo, ese dominio y explotación eran vistos entusiastamente por los occidentales, de ahí que el personaje de Panglos sea la condensación de esa ceguera entusiasta, porque alrededor Voltaire veía las tremendas injusticias que acaecían, por eso, ese mundo no era el mejor de los mundos. El optimismo empieza por la esperanza, la esperanza por la fe.

En las conquistas de los derechos humanos, podemos notar esa dialéctica. Los grandes revolucionarios la han utilizado, en ellos el optimismo-pesimismo fue la forma de afrontar una realidad negativa, acercándose positivamente a lo que puede ser transformado, partiendo desde un punto de vista escrutador de la realidad que les tocó vivir, percibiendo que esa realidad, tan negativa, que arroja un panorama poco alentador, tenía que ser arrinconada con la idea de que era posible comprenderla y transformarla (Castillo, 2021).

Por su parte, el pensador del establishment, no puede ser visto como portador de esa dialéctica. Tiene una esencia parmediana, eso quiere decir que es alguien que lo que ve lo acepta y lo justifica. Eso sí, es un entusiasta, cosa que es diferente a ser optimista. El entusiasta acepta con buen gusto lo que ve, el optimista es pesimista de lo que ve. Nos dice Atilio Borón (2019), por ejemplo, que Vargas Llosa, acepta y justifica que el egoísmo sea lo más evolucionado, como resultado al que nos ha llevado la modernidad de la mano de occidente, por lo que, buscar la cooperación, es un llamado de lo atrasado, es decir, de la tribu. Lo que no se da cuenta es que aquí existe la razón-comunidad, lo que significa que, lo esencial en nuestros pueblos es lo que desprecia Vargas Llosa. Juan Bautista Segales, ya había estudiado ese fenómeno, por eso se da cuenta que el eurocéntrico, es un acomplejado, porque como no puede ser tan superior como lo que admira, hace lo posible por parecer superior respecto a lo latinoamericano (Bautista, 2005, p. 77, nota al pie de página n°76).

La esperanza-encadenada

Como vemos, la esperanza tiene un tremendo arraigo histórico, y es lo que fermenta grandes gestas, al mismo tiempo que forma parte de la dialéctica optimismo-pesimismo (Castillo, 2021). El problema es que esta esperanza en nuestro tiempo va siendo carcomida por el capitalismo, por eso, va alejándose del ser humano, al mismo que le urge un proyecto de transformación esperanzado. En ese sentido, hay un pesimismo respecto a la situación de la esperanza concebida como irracional.

En nuestra sociedad, así como narra el mito de Prometeo, cuando fue encadenado para que su hígado fuese devorado por el águila, la esperanza es encadenada a los proyectos individuales, eclipsados por el espejismo egoísta, que es guiado por el “sálvese quien pueda”.  Esa es una esperanza esclavizada, a la que le urge quitarse los grilletes y alzar el vuelo. La gran pregunta que queda abierta, en ese sentido es “¿cómo hacerlo?” Poder quitar las cadenas a la esperanza es en sí una esperanza. Y esa es la tarea colectiva, que podemos comenzar a tematizar, teniendo en cuenta, por supuesto, nuestra historia, donde hallamos que la realidad supera a la ficción, y la esperanza a la opresión.

Conclusión

Le resulta una locura a lo normalizado pensar más allá de lo que aparece, por lo que aquello que se ve es tomado como algo que no fuese a cambiar. El problema está en poder comenzar a cambiar esa forma de pensar, lo cual resulta complicado, teniendo en cuenta que el ser humano constituye a su ser mediante lo que acostumbra vivir. Por eso es importante no acostumbrarnos a nada salvo una esperanza liberadora.

Referencias bibliográficas

Castillo-Flores, A. (2021). Dialéctica del optimismo y el pesimismo. Disenso. Crítica Y Reflexión Latinoamericana, 4(2), 76-93. Recuperado a partir de https://barropensativo.com/index.php/DISENSO/article/view/101

Bautista, J. J. (2005). Crítica de la razón boliviana. Elementos para una crítica de la subjetividad del boliviano-latino-americano.

Borón, A. (2019). El hechicero de la tribu. Mario Vargas Llosa y el liberalismo en América Latina. Akal.

Dubois, L. (2004). Avengersof the New World. Havard university Press.

Marx, C. (s/f.). Los debates sobre la Ley acerca del robo de leña.

Robinson, C. (2019). Marxismos negros. La formación de la tradición radical negra. Traficante de sueños.

 

Fuente: https://barropensativocei.com/2022/01/12/los-esclavos-la-esperanza-y-la-esperanza-encadenada/

 

                                                                                       


martes, 11 de febrero de 2020

LA OTRA CARA DE LA ALIENACIÓN LABORAL



21/04/2018
Fuente: 

Son relativamente frecuentes los casos de aquellos trabajadores a los que no les entusiasma su trabajo y que lo ven fundamentalmente como una forma de ir tirando, como un medio para sobrevivir aunque sea de manera precaria como habitualmente sucede. A pesar de la alienación que impone el trabajo este tipo de casos son diferentes, pues los trabajadores no le tienen un apego especial a la labor que desempeñan, debido a que la llevan a cabo porque no queda más remedio. Este descontento latente, y que cada trabajador sobrelleva de la mejor manera que puede, establece ciertos límites al nivel de compromiso con su propio trabajo. Se trabaja sólo en la medida en que es fuente de un sustento, pero no existe una entrega incondicional al trabajo, ni una identificación especial con este. Debido a esto el trabajador tiene ciertos límites en relación a lo que estaría dispuesto a hacer por su trabajo, normalmente con vistas a mantener unos ingresos regulares. De este modo el trabajador está alienado, no se posee a sí mismo en tanto en cuanto permanece secuestrado por su jornada laboral y supeditado a las órdenes y directrices de su patrón, pero con la particularidad de que no siente un especial apego a su trabajo que es, a fin de cuentas, fuente de innumerables tormentos.

Sin embargo, en la actualidad nos encontramos con una forma de alienación diferente a la que históricamente ha predominado. Así, ha emergido un nuevo discurso en el terreno laboral que enfatiza que los trabajadores hagan lo que aman. Se trata, en definitiva, de que el trabajador haga de sus pasiones su trabajo, o en caso de que esto no sea posible convertir su trabajo en su pasión. Indudablemente esta nueva alienación es presentada de una manera favorable para, de este modo, ser efectiva. En este sentido destaca la apariencia de que un discurso de estas características únicamente puede beneficiar al trabajador al hacerle sentirse satisfecho con el trabajo que realiza, en vez de sentirse alienado por un trabajo con el que no se identifica. A través de este procedimiento se desarrolla toda una manipulación psicológica encaminada a que el trabajador obtenga satisfacción y entretenimiento de su trabajo, de manera que las fronteras entre lo lúdico y lo laboral son hábilmente difuminadas. Es una estrategia dirigida a convertir el trabajo en una herramienta de realización personal que en vez de generar toda clase de daños psíquicos e insatisfacciones genera, por el contrario, una gran satisfacción psicológica hasta el punto de convertirse en fuente de felicidad.

Lo anterior no deja de ser una forma sofisticada y perfeccionada de alienación en la que el trabajador es conciliado con su condición de esclavo al hacerle amar su propia esclavitud representada por el trabajo que desempeña. De esta manera el trabajo se convierte en un placer con el que se establece un apasionado vínculo, al mismo tiempo que es considerado una forma de realización personal. Esto es lo que permite que en cada vez más sectores laborales las cotas de explotación sean mayores gracias al consentimiento de los trabajadores, quienes resultan ser unos entusiastas de lo que hacen hasta el punto de aceptar unas condiciones laborales completamente deplorables. Frente a las condiciones laborales objetivas marcadas por la incertidumbre, la precariedad y los sueldos bajos, existen una serie de factores subjetivos que hacen que estos trabajos sigan resultando atractivos para algunos trabajadores, sobre todo en la medida en que constituyen una fuente de satisfacción en el terreno moral.

Distintos estudios constatan este tipo de actitudes en diferentes sectores económicos, como ocurre, por ejemplo, en las artes al tratarse de una industria creativa que, pese a los elevados niveles de precariedad laboral que la caracterizan, constituye un espacio en el que muchos trabajadores encuentran especial satisfacción al poder maximizar la autoexpresión, además de proporcionar una atractiva justificación del estatus personal, lo que opera como mecanismo disciplinario que facilita la tolerancia del trabajador a la incertidumbre y la autoexplotación, algo que en numerosas ocasiones hace que los profesionales de este sector permanezcan en él y no lo abandonen aún cuando pierden dinero por ello. Pero este tipo de actitudes y comportamientos también se dan en otros sectores menos creativos como la investigación universitaria o las asociaciones culturales. El hecho de trabajar en organismos e instituciones que detentan cierto prestigio parece constituir una razón suficiente para conservar trabajos precarios. A esto se suma la importancia de hacer algo con placer, de manera que el trabajo es identificado con el placer y facilita que el propio trabajador acceda a trabajar más horas.

Naturalmente este tipo de alienación está revestida del correspondiente discurso justificador que los empresarios, y demás representantes del entramado capitalista, se encargan de elaborar y propagar. En este sentido resulta bastante elocuente lo dicho por el fundador de Apple, Steve Jobs, durante su célebre discurso en la universidad de Standford. “Tienes que averiguar qué amas. Y eso se aplica tanto a tu trabajo como a tus parejas. Tu trabajo va a ocupar una parte importante de tu vida, y la única manera de estar satisfecho de verdad es hacerlo bien. La única forma de conseguirlo es amando lo que haces”.[1] Obviamente Jobs no hablaba nada de los sueldos, pero de sus palabras pueden deducirse muchas cosas respecto al papel central que es asignado al trabajo en el mundo capitalista. En este sentido la alienación consiste en fusionar una pasión que es fuente de algún tipo de satisfacción con el trabajo, con la explotación económica, lo que inevitablemente conduce a la persona a amar su explotación en tanto en cuanto le reporta una satisfacción en el terreno moral que en muchas ocasiones le permite sentirse realizado. Debido a que el trabajador construye su imagen personal a partir de lo que hace, y consecuentemente a partir de su trabajo, este último cobra una importancia capital que va más allá de la función económica que históricamente se le ha asignado como medio para satisfacer unas necesidades materiales de vida.

La identificación con el trabajo constituye una forma de alienación cada vez más frecuente ya que implica la identificación con la explotación que, finalmente, se convierte en autoexplotación voluntaria que, además, es deseada y amada. Los trabajadores entusiastas y apasionados con lo que hacen generan un contexto laboral bastante oscuro ya que están dispuestos a hacer ciertas cosas que en las condiciones de un trabajo que no les resultase tan atractivo o estimulante no harían. Esto se concreta en trabajar más horas por menos salario o incluso sin recibir ninguna remuneración a cambio, renunciar a las vacaciones, aumentar la disponibilidad más allá de la jornada laboral hasta extremos de convertir las 24 horas del día de los 7 días de la semana en una jornada de trabajo continuada, estar dispuesto a aceptar salarios cada vez más bajos, menor duración de los contratos, etc. Este tipo de actitudes son perjudiciales no sólo para quienes las tienen interiorizadas y las manifiestan en la aceptación de unas crecientes cotas de explotación laboral, sino que también repercuten negativamente en el resto de trabajadores tanto del sector económico en cuestión como en el conjunto del denominado mercado de trabajo. Esto conlleva el aumento de la precariedad, de la inestabilidad, del control de los jefes y empresarios sobre los trabajadores, y la conversión del trabajo en un completo tormento para un mayor número de trabajadores.

Asimismo, las actitudes antes descritas abocan irremediablemente a una dinámica completamente destructiva que se manifiesta en las razones justificadoras utilizadas. En lo que a esto respecta no puede olvidarse que en la sociedad capitalista el mercado laboral es altamente competitivo, lo que hace que explotarse a uno mismo sea considerado en muchas ocasiones la única manera de mejorar la empleabilidad. El resultado de esta dinámica es bastante paradójico debido a que los trabajadores, cuanto más intentan superar su alienación subjetiva a través de fantasías de empleabilidad, más alienados están. La autoexplotación, tanto material como psicológica, resulta ser la forma más habitual que muchos trabajadores tienen de hacerse con un trabajo al ofrecerse como mano de obra más rentable. No sólo se está dispuesto a aceptar cada vez peores condiciones de trabajo, sino que además de esto el propio trabajador está dispuesto a adaptarse a lo que sus jefes le exijan. Este comportamiento está respaldado por la convicción de que de esta manera el trabajador encaja mejor en las necesidades de los empresarios, lo que al mismo tiempo supone un aparente aumento de su poder de autodeterminación. Lo que finalmente se consigue con todo esto es precarizar el trabajo, aumentar la explotación, perjudicar a los demás trabajadores y reforzar los valores capitalistas de producción de beneficios además del poder de los empresarios. El entusiasmo y la pasión por el trabajo se convierten en un arma letal contra el trabajador que lo que hace es impulsar la degradación de las condiciones laborales, empobrecer a la clase trabajadora, y sobre todo alienarle aún más si cabe al conducirle a una situación de completa desposesión de sí mismo.

A tenor de todo lo hasta ahora expuesto puede concluirse que en el terreno psicológico e ideológico el capitalismo ha sido capaz de borrar la frontera entre trabajo y placer, entre trabajo y pasión, entre trabajo y autorrealización, entre trabajo y diversión. El resultado son trabajadores que se explotan a sí mismos de manera entusiasta, que son felices haciéndolo, que son más rentables y productivos, que consienten mayores cotas de explotación y dominación en el trabajo, y que renuncian completamente a sus vidas que son sacrificadas en el altar del trabajo asalariado. Se trata, en definitiva, de una curiosa e innovadora forma de estajanovismo que el capitalismo de mercado ha logrado desarrollar y que en muchos casos da unos innegables buenos resultados. En cambio, el coste de este tipo de prácticas que cada vez más trabajadores asumen, interiorizan y reproducen en su cotidianidad son muy elevados. Estos entusiastas del trabajo llegan a un nivel de desposesión que produce pavor, hasta el punto de que vida y trabajo se funden en una misma y única realidad, de tal modo que se vive para el trabajo. Vidas vacías y seres nada que pueblan las sociedades capitalistas en las que el trabajo asalariado sojuzga al individuo hasta pulverizarlo por completo.

Así pues, el gusto por una determinada actividad y la pasión que eventualmente pueda derivarse de ella no tiene por sí mismo nada de negativo en la medida en que no sea insertada en el marco del trabajo, y consecuentemente pase a formar parte del contexto de las relaciones de explotación y dominación que imperan en la esfera laboral y económica. De esto se deduce el gran peligro que supone que la pasión por algo sea sometida a la lógica del capital, y pase a estar monetizada y mercantilizada. El entusiasmo y la pasión devienen en un combustible que alimenta y empuja con nuevos bríos la productividad y la explotación de la maquinaria capitalista, y despoja al trabajador de todo valor humano. La alienación feliz se manifiesta como una amenaza incomparablemente mayor que las restantes formas de alienación hasta ahora conocidas en el mundo del trabajo. Por esta razón cualquier aspiración dirigida a romper el círculo vicioso y enfermizo que impone la alienación laboral en la sociedad capitalista pasa por una resistencia activa al trabajo, el rechazo del mismo en tanto que actividad forzada, lo que exige una labor ideológica encaminada a despertar conciencias y a estimular entre los trabajadores los deseos de libertad que les permitan poner fin a su alienación a través de la revolución social.

Esteban Vidal

sábado, 22 de septiembre de 2018

SOCIALISMO NORTEAMERICANO Y LA REINVENCIÓN DE LA ESCLAVITUD


https://actualidad.rt.com/programas/keiser_report/289224-robo-criptodivisa-esclavitud?utm_source=Email-Message&utm_medium=Email&utm_campaign=Email_daily

lunes, 19 de marzo de 2018

ESCLAVITUD EN EEUU: ENCARCELACIÓN RACIAL MASIVA CON FINES DE LUCRO



Pambazuka News
19-03-2018

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

 
Este artículo es la transcripción de una conferencia que pronunció Abayomi Azikiwe en la First Unitarian Universalist Church [Primera Iglesia Unitaria Universalista] de Detroit, Michigan, el 18 de febrero de 2018. Abayomi Azikiwe presentó el mensaje del día sobre la historia y el significado contemporáneo de la encarcelación y la esclavitud masivas, y la constante opresión nacional de las personas afroestadounidenses.

Estados Unidos se enfrenta a unos profundos retos en los ámbitos de las relaciones de raza, la explotación de clase, los derechos de los emigrantes, las mujeres y otros grupos marginados, la amenaza de una guerra mundial y otras calamidades. Gran parte del discurso que ofrecen los medios de comunicación corporativos y patrocinados por el gobierno no ofrece soluciones a los monumentales problemas a los que nos enfrentamos. 

El presidente Donald Trump afirma repetidamente que la economía está en un momento de auge, con los niveles de paro más bajos de la historia unido a un fuerte aumento de confianza de las empresas en la inversión y la creación de empleo. Estas afirmaciones no son exactas y aunque lo fueran no secarían las lágrimas de los familiares y amigos de quienes fueron asesinados recientemente en el tiroteo en la escuela del sur de Florida. 

Los millones de personas que en nuestra sociedad padecen el racismo y todas las formas de opresión no pueden hallar consuelo en el enriquecimiento de una minoría de la población. Aquí, en la ciudad de Detroit, Michigan, se hace caso omiso tanto de las condiciones en las que vive la mayoría de la población afroestadounidense como de sus preocupaciones. El esquivo énfasis del poder se pone en hacer que Detroit sea más blanco y más rico. 

La Decimotercera Enmienda y el mantenimiento de la esclavitud africana 

Este año se conmemora el 150 aniversario de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución estadounidense que concedió la ciudadanía a las personas africanas que habían estado sometidas a la esclavitud durante dos siglos y medio. 

La Ley de Derechos Civiles de 1866 aprobada por el Congreso se creó para proporcionar las mismas garantías referentes al debido proceso y la discriminación confiriendo poderes al gobierno federal y a sus tres ramas ejecutiva, legislativa y judicial para hacer respetar estas medidas y emprender acciones contra aquellas personas o instituciones que trataban de negar a las personas africanas sus privilegios inherentes. 

El Congreso aprobó la Decimotercera Enmienda de la Constitución y posteriormente, en diciembre de 1865, la ratificó. Esta medida se creó para liberar legalmente a las personas africanas de la esclavitud. No obstante, una lectura cuidadosa de la Decimotercera Enmienda pone de manifiesto un lenguaje que al tiempo libera a las personas de la servidumbre involuntaria establece excepciones bajo capa de condena y sentencia criminal. 

La sección primera de la Decimotercera Enmienda estipula que “ni en Estados Unidos ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción existirá la esclavitud ni el trabajo forzado, excepto como castigo de un delito por el que el responsable haya sido debidamente condenado”. La sección segunda estipula que “el Congreso tendrá facultades para hacer cumplir este artículo por medio de la legislación apropiada”. 

Este carácter contradictorio de la Decimotercera Enmienda saca a la luz la utilización del sistema judicial penal para perpetuar la esclavitud con fines racistas y de explotación de clase. 

La esclavitud es un sistema económico. Es un modo de producción creado para potenciar al máximo el beneficio de unos pocos aristócratas terratenientes. El comercio triangular (1) y la esclavitud es lo que proporcionó la riqueza que dio origen a un capitalismo monopolista industrial que se inició en el siglo XIX. 

Dos historiadores africanos documentaron este proceso económico transformativo durante las décadas de 1930 y de 1940, el dr. W.E.B. Du Bois de Estados Unidos y el dr. Eric Williams de la nación isla del Caribe, Trinidad y Tobago. 

Du Bois afirmaba en su obra pionera titulada Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860–1880, publicada en 1935, que “lenta pero vigorosamente estos trabajadores negros se integraron en la industria moderna. En unas tierras libres y fértiles los estadounidenses cultivaron no solo azúcar que servía de edulcorante barato, arroz para alimentarse y tabaco como un nuevo y emocionante lujo, sino que también empezaron a cultivar una fibra que vistió a las masas de un mundo harapiento. El algodón creció tan rápido que los 9.000 fardos de algodón que apenas contabilizó la nueva nación en 1791 pasaron a 79.000 en 1800 y con ese aumento se produjo una revolución económica en diferentes ámbitos. La cosecha de algodón llegó a medio millón de fardos en 1822, a un millón en 1831, dos millones en 1840, tres millones en 1852 y en el año de la secesión llegó a la enorme cantidad total de cinco millones de fardos” (Du Bois, 1935, p.10). 

El mismo estudio continúa,“a medida que la esclavitud se convertía en un sistema y el reino del algodón empezaba a expandirse hasta transformarse en dominación imperialista blanca, una persona negra libre era una contradicción y una amenaza. Como ladrón y vagabundo amenazaba a la sociedad pero como propietario educado, como mecánico de éxito o incluso como profesional más que amenazar a la esclavitud la contradecía y la minaba” (Du Bois, 1935, pp. 12-13). 

Eric Williams publicó Capitalism and Slavery en 1944. Este estudio se centró sobre todo en Gran Bretaña y señaló la relación directa entre el lucro bajo el sistema de esclavitud y el auge de la industria. 

En el capítulo cinco Williams observa que “Gran Bretaña estaba acumulando una enorme riqueza a consecuencia del comercio triangular. El aumento de bienes de consumo motivado por ese comercio provocó inevitablemente el desarrollo del poder productivo del país. Esta expansión industrial requería financiación. Ya hemos señalado la disposición con la que hacendados que no vivían en las tierras compraron tierras en Inglaterra, donde pudieron utilizar su riqueza para financiar los grades acontecimientos asociados a la revolución agrícola” (Williams, 1944, p. 98). 

Los beneficios acumulados por la sobreexplotación de las personas africanas impulsaron la banca, los seguros, el transporte marítimo y la industria manufacturera. Por consiguiente, el sistema económico de esclavitud proporcionó los ingredientes sociales necesarios para crear un modo y unas relaciones de producción nuevos, el capitalismo. 

A medida que la esclavitud se expandía hacia el sur las instalaciones dedicadas tanto a hacer cumplir la ley como las correccionales adquirieron mayor relevancia. Desde la década de 1820 a la de 1850 la propia ciudad de Washington DC fue un centro importante de prisiones privadas en las que se encarceló y luego trasladó a personas africanas hasta las zonas esclavistas del sur (Taparata, 2016) 

Aunque en 1807 el presidente Thomas Jefferson firmó varias disposiciones legales que prohibían el comercio de esclavos atlántico en Estados Unidos, la esclavitud de seres humanos continuó. Aumentó el comercio entre estados de personas africanas debido a que el algodón se había convertido en la principal industria de producción y exportación. 

Las prisiones privadas fueron una institución fundamental para facilitar el comercio interno de esclavos. De la década de 1820 a la de 1850 quienes se oponían a esta práctica trataron de que se regulara o se prohibiera. No obstante, las prisiones privadas siguieron funcionando hasta la Guerra Civil (1861-1865). 

Hubo muchos casos de personas africanas libres que fueron detenidas y después convertidas en esclavas. Fue el caso de Gilbert Horton, detenido en 1826 y encarcelado cuatro meses acusado de ser un esclavo huido. Un congresista de Pennsylvania, Charles Minor, criticó el uso de las prisiones privadas al servicio del sistema esclavista durante el caso Horton, el cual no fue liberado hasta que pudo aportar pruebas desde la ciudad de Poughkeepsie que demostraban que no era un fugitivo. 

Muchas otras personas no fueron tan afortunadas de poder escapar de los tratantes de esclavos. Una mujer africana que en 1816 estaba encarcelada en una prisión privada en Washington DC estaba tan angustiada que trató de quitarse la vida. Anna (así se llama) se arrojó desde el tercer piso de una prisión para esclavos. Estos acontecimientos llevaron al congresista por Virginia John Randolph a pronunciarse en contra de estas instituciones. 

Randolph pidió que se creara un comité para investigar las prisiones privadas de la capital de la nación. Randolph habló de la difícil situación en que se encontraba Anna e insistió en que “una mujer encarcelada en la celda superior de una prisión de tres pisos, prisión que utilizaban los traficantes de esclavos para su tráfico, se vio llevada a arrojarse desde la ventana situada sobre la acera” (Randolph, sin fecha). 

Evan Taparata (2016) afirma: “A pesar de la atención que se prestaba a las prisiones privadas en [Washington] DC, fue difícil lograr una reforma sustancial. En un nuevo intento por acabar con el comercio de esclavos en 1848 el representante de Ohio John Crowell insistió en la falta de supervisión y de visibilidad de las prisiones privadas. Crowell conocía una prisión privada cerca del Smithsonian Institute en el National Mall [ Explanada Nacional ]. El Smithsonian Institute, señaló Crowell, “se fundó aquí para la difusión del conocimiento entre los hombres y a plena vista de este Capitolio y de las barras y estrellas que tan orgullosamente ondean sobre él” (Cromwell, 1848). 

Prisiones privadas e instituciones correccionales 

La Guerra Civil no acabó con las prisiones privadas, un negocio lucrativo al servicio de la esclavitud. Los esfuerzos por mantener a las personas africanas como fuente principal de fuerza de trabajo gratuita se mantuvieron gracias a una serie de leyes y prácticas sociales.

Para 1877 el gobierno del presidente Rutherford B. Hayes retiró todo el apoyo nacional a la Reconstrucción Negra (2). Se fundaron el Ku Klux Klan y otras organizaciones terroristas blancas para restaurar la supremacía de la clase de los esclavistas. En las décadas de 1880 y 1890 las personas afroestadounidenses siguieron ocupando cargos en estructuras locales y estatales de estados del sur como Carolina del Norte y Carolina del Sur. En general los dirigentes blancos respetaban muy pocos derechos, o ninguno, de las personas africanas. 

El caso “Plessy contra Ferguson” en 1896 estipuló que la segregación era perfectamente legal según la Constitución estadounidense. Las personas afroestadounidenses podían estar separadas de las blancas en base a que las instalaciones de estas últimas eran iguales a las de las europeas. 

Esta ley se mantuvo hasta 1954 cuando el caso “Brown contra Topeka” referente a la escuela pública segregada se consideró una violación de la jurisprudencia estadounidense. El tribunal Warren sentenció que estar segregados pero ser iguales era intrínsecamente anticonstitucional. A pesar de ello, a continuación no se hizo prácticamente nada en los ámbitos federal, estatal y local del gobierno para acabar con [las leyes] Jim Crow (3). 

[Para acabar con ellas] sería necesario un Movimiento de Derechos Civiles que desde mediados de la década de 1950 y durante toda la de 1960 solicitó a los tribunales la implementación de las enmiendas constitucionales y leyes existentes, unido a protestas masivas, boicots y rebeliones urbanas que acabaron con el sistema político y social estadounidense. Otras leyes de 1957 (Ley de Derechos Civiles), 1964 (Ley de Derechos Civiles), 1965 (Ley de Derecho al Voto) y 1968 (Ley de Vivienda Justa) añadieron medidas adicionales que volvían a incidir en lo que se había aprobado desde la era de la Reconstrucción de 1865 a 1875. 

Taparata señala: “Los intereses privados siguieron desempeñando un papel fundamental en la industria penitenciaria. Las personas afroestadounidenses detenidas en el sur [donde se aplicaban las leyes] Jim Crow se enfrentaba a la posibilidad del arrendamiento de personas convictas, un sistema de trabajo en el que los estados alquilaban a las personas presas a contratistas privados más interesados en aumentar los márgenes de beneficio que en garantizar unas condiciones laborales seguras” (Taparata, 2016). 

Douglas A. Blackmon documenta la práctica del trabajo esclavo forzado a finales del siglo XIX y principios del XX. Los magnates corporativos del sur y del norte se beneficiaron inmensamente del hecho de que la esclavitud continuara después de la Guerra Civil y de las enmiendas constitucionales subsiguientes que supuestamente prohibían la esclavitud y el maltrato sistemático de las personas afroestadounidenses. 

Blackmon traza un cuadro espeluznante de las condiciones a las que se enfrentaban los antiguos esclavos africanos: “Según unas leyes promulgadas específicamente para intimidar a las personas negras, decenas de miles de personas afroestadounidenses fueron detenidas arbitrariamente, se les impusieron unas multas escandalosas y fueron obligadas a pagar los costes de sus propias detenciones. Al carecer de medios para pagar estas pretendidas ‘deudas’, las personas presas eran vendidas como trabajadores forzados a minas de carbón, campamentos de madereros, fábricas de ladrillos, ferrocarriles, canteras y plantaciones agrícolas. Hombres negros ‘libres’ trabajaron sin un sueldo y por medio de palizas y tortura física se les obligó a hacer lo que se les antojara a sus amos blancos durante décadas después de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos” (Blackmon, 2008).

Encarcelaciones masivas con fines de lucro (después de la era de los Derechos Civiles)
 
El Federal Bureau of Investigation (FBI) no hace distinción entre Derechos Civiles, Nacionalismo Negro y Comunismo. Cualquier intento de mejorar el estatus de las personas afroestadounidenses se consideraba subversivo. 

Organizaciones como la Southern Christian Leadership Conference (SCLC, Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano), liderada por el dr. Martin Luther King, Jr., fueron investigadas y desestabilizadas junto con el Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC, Comité Coordinador Estudiantil No Violento) y el Black Panther Party (BPP, Partido Pantera Negra). Hubo intentos sistemáticos tanto de desacreditar como de interrumpir las actividades políticas por medio de la vigilancia, la publicación de material escandaloso en los medios de comunicación y la inculpación de activistas en tramas criminales inventadas. 

Con el asesinato de Malcolm X (El Hajj Malik Shabazz) en febrero de 1965, del dr. King en abril de 1968 y el encarcelamiento o el exilio de otros dirigentes afroestadounidenses al tiempo que se criminalizaba a sus organizaciones obstaculizó la floreciente lucha por la libertad genuina y la liberación nacional. 

Municipios como Detroit, Chicago, Cleveland, Los Angeles, Gary etc., perdieron millones de puestos de trabajo desempeñados por personas afroestadounidenses. La derrota del imperialismo estadounidense en el sudeste de Asia en 1975 agravó esta situación. La liberación africana logró unas victorias significativas a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980 que debilitaron el control del imperialismo.
Hay una presencia desproporcionada de personas afroestadounidenses en el sistema de la justicia penal. Un estudio reciente de Sentencing Project (4) documenta este sistema racializado de encarcelación en el que las personas afroestadounidenses están sometidas a unas condiciones laborales esclavistas y a la tortura. 

Un artículo publicado en The Guardian revela que “las personas afroestadounidenses fueron encarceladas en prisiones estatales una media de 5.1 veces más que las personas estadounidenses blancas y en algunos estados el promedio fue diez o más veces mayor. Según el último censo, en Estados Unidos hay un 63.7 % de personas blancas no hispánicas, un 12.2 % de personas negras, un 8.7 % de personas blancas hispánicas y un 0.4 % de hispánicas negras”(Nellis, 2016). 

Esta investigación fue dirigida por Ashley Nellis, investigador del Sentencing Project, una organización sin ánimo de lucro con sede en Washington, DC, que promueve reformas en la política de justicia penal y aboga por alternativas al encarcelamiento. 

Nueva Jersey tiene el porcentaje más alto “con 12.2 personas negras encarceladas en su sistema de prisiones por cada persona blanca, seguido de Wisconsin, Iowa, Minnesota y Vermont. Oklahoma cuenta con la tasa más alta de personas negras encarceladas, con 2.625 personas negras presas por 100.000 residentes. En Oklahoma hay un 7.7 % de personas negras. Entre los hombres negros de 11 estados al menos 1 de cada 20 ha estado en una prisión estatal” (Nellis, 2016). 

En términos generales, la Bureau of Justice Statistics (BJS, Oficina de Estadísticas Judiciales) indicó que las personas negras y de piel morena constituyen casi el 60 % de la población reclusa de Estados Unidos. 

El Sentencing Project de la BJS proporciona datos acerca de las últimas décadas. Uno de sus informes señala: “Las prisiones privadas en Estados Unidos encarcelaron a 126.272 personas en 2015, lo que representa el 8 % del total de la población carcelaria estatal y federal. Nuevo México y Montana encarcelaron a más del 40 % de su población carcelaria en instalaciones privadas, mientras que estados como Illinois y Nueva York no utiliza estas cárceles con ánimo de lucro. Los datos recopilados por la BJS muestran que en 2015 el gobierno federal y 28 estados encarcelaba en instalaciones privadas gestionadas por corporaciones” (Bureau of Justice Statistics, 2015). 

Este informe continúa poniendo de relieve las citas suministradas por la BJS y afirma: “21 de los estados que tienen contratos de prisiones privadas encarcelan a más de 500 personas en cárceles con ánimo de lucro. Texas, el primer estado que adoptó las prisiones privadas en 1985, fue el que encarceló a más personas bajo jurisdicción estatal, 14.293. Desde 2000 el sistema federal de prisiones experimentó un aumento del 125 % en el uso de prisiones privadas y llegó a encarcelar a 34.934 personas (Bureau of Justice Statistics, 2015). 

Implicaciones de la encarcelación masiva en prisiones privatizadas 

Encarcelar a personas en instituciones correccionales durante periodos prolongados de tiempo solo beneficia al racista sistema capitalista en Estados Unidos. Los métodos para obtener la integración completa y el derecho a la autodeterminación son la única solución a la polarización racial y a la explotación económica. En los últimos años ha resurgido el activismo entre la población carcelaria. Las personas reclusas han realizado huelgas y paros laborales para protestar contra las condiciones inhumanas en las que viven a diario. 

Quienes estamos preocupados por eliminar el racismo y la explotación de clase debemos considerar la lucha de las personas presas un aspecto fundamental del movimiento para acabar con la injusticia en Estados Unidos. 

Abayomi Azikiwe es el director de Pan-African News Wire

Notas de la traductora:
(1) Se denomina comercio triangular a la ruta comercial que se estableció por el océano Atlántico entre Europa, África y América desde el siglo XV hasta el XX. Partía de Europa hacia África donde se intercambiaban baratijas por esclavos y materias primas, que se llevaban a América, donde se cargaban productos como cacao, azúcar, tabaco y metales preciosos que se llevaban a Europa. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Comercio_triangular
(2) La reconstrucción fue un periodo de la historia estadounidense que duró de 1865 a 1877 y se dedicó fundamentalmente a resolver las cuestiones que habían quedado pendientes tras el final de la Guerra Civil. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Reconstrucci%C3%B3n_(Estados_Unidos)
(3) Las Leyes Jim Crow son una serie de leyes aprobadas en 1876 para privar a las personas negras de sus derechos civiles y segregarlas en los espacios públicos. Se aplicaron de iure sobre todo en los estados del sur de Estados Unidos y de facto en los demás. La Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derecho al Voto de 1965 las abolieron totalmente.
(4) Según afirma en su página web , “Sentencing Project es un centro de investigación y defensa con sede en Washington, D.C. que trabaja para reducir el uso de la encarcelación en Estados Unidos y abordar las disparidades raciales en el sistema de justicia penal”
Referencias
Blackmon, D.A. (2008), Slavery by Another Name: The Re-enslavement of Black People in America from the Civil War to World War II, lugar de edición desconocido, editorial Doubleday.
Bureau of Justice Statistics, (2015). The Sentencing Project: Private Prisons in the United States [pdf] Bureau of Justice Statistics. Disponible en: https://www.sentencingproject.org/publications/private-prisons-united-states/ [Consultado el 28 de febrero de 2018]
Cromwell, J (1848) The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
Du Bois, W.E.D (1935), Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860–1880, lugar de edición y editorial desconocidos.
Nellis, A (2016), “Black Americans incarcerated five times more than white people – report”, The Guardian. 18 de junio [online] Disponible en: https://www.theguardian.com/us-news/2016/jun/18/mass-incarceration-black-americans-higher-rates-disparities-report [Consultado el 28 de febrero de 2018]
Randolph, J (sin fecha), The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
Taparata, E, (2016), The slave-trade roots of US private prisons [online] Disponible en:
Williams, D., (1944), Capitalism & Slavery, Estados Unidos, The University of North Carolina Press.