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miércoles, 30 de octubre de 2024

COMO RÍOS

Fugas Marginales

Cuando estaba en la universidad fui parte de un conjunto de zampoñas. Por aquellos años entonábamos una canción que le llamamos “Nuestra lucha”, sin saber que en parte era una versión de la canción “La violencia” de la agrupación Tiempo Nuevo[1]. La primera parte de nuestra versión decía así: “Nuestra lucha es como un río, su destino es regar el valle. Ahora es pequeña como un puquio, mañana será incontenible”[2]. Recuerdo que por esos años universitarios tocábamos y cantábamos nuestra versión con mucha convicción y emotividad. A la distancia, ya no estoy tan seguro de la inexorabilidad optimista de la canción, pero me parece interesante la imagen y la posibilidad que transmite.

Es justo esa imagen del río la que se me viene a la mente cuando pienso en los nuevos repertorios de lucha experimentados en Lima. En los paros de transporte recientes hemos presenciado masivos contingentes que atravesaban la ciudad desde distintos puntos para encontrarse en el centro histórico. Pero eso no es algo único de la coyuntura actual. En enero del 2023, en pleno proceso de movilización en Lima contra el gobierno, las delegaciones de provincias (en alianza con organizaciones populares de los conos) protagonizaron largas marchas atravesando la ciudad de norte a sur, de sur a norte, de este a oeste, desplegando una fuerza colectiva contundente que a muchos nos interpeló y conmovió. En ese momento, la imagen del río (¿quizás inconsciente por la canción a la que hice mención?) estuvo presente cuando al pensar en las protestas escribí como parte de una nota: “No se trata simplemente de necesidades insatisfechas como la politología nos quiere hacer creer. Es un dinamismo, como un río buscando su propio cauce. Es el otro Perú que se está configurando”.

Pero habría que hacer una precisión respecto a la imagen en cuestión. Para ser más exactos tendríamos que hablar de ríos. Primero, porque las columnas de manifestantes que atravesaron la ciudad partieron desde distintos territorios y, segundo, porque hay ahí una multiplicidad de actores. Si bien el primer paro fue de transportistas, el segundo articuló también a comerciantes, pequeños empresarios, etc. Y en el del miércoles 23 de octubre, además de los ya mencionados, estuvieron presentes estudiantes, colectivos, organizaciones de diversas temáticas, primeras líneas, brigadas de desactivación de bombas lacrimógenas, etc.

Precisamente, nuestras luchas serían ríos porque no es un sólo cauce el que está en juego (a pesar del protagonismo evidente que vienen teniendo algunos gremios de transportistas). Nuestras luchas son muchos cauces simultáneos que a veces se encuentran, a veces van en paralelo, otras veces se distancian y se vuelven a encontrar en un punto. Y el momento actual parece ser un momento de encuentro de las luchas. Y asumir esto no nos debe llevar a anular las contradicciones, los conflictos y diferencias que hacen parte de la multiplicidad en cuestión. Esos son elementos siempre presentes, pero lo central es que tenemos ante nosotros una oportunidad de pensar formas y amarres, articulaciones y entrecruzamientos prácticos entre las luchas. Y aquí valdría señalar que lo que hay que entretejer no son meras necesidades, ni demandas en un plano discursivo (y esta es una crítica al populismo de corte laclauniano), sino intensidades, resonancias, saberes y vitalismos asentados en la materialidad concreta de las luchas.

Podemos pensar nuestras luchas como ríos diversos que al juntarse hacen un caudal incontenible capaz de remecer las estructuras de opresión y de desigualdad. La imagen de los ríos es potente porque hace referencia a dos problemas políticos de primer orden que tienen relación entre sí: cómo articular luchas diversas y cómo constituir/destituir fuerzas.

No pretendo profundizar ambos temas en este breve escrito. Solo quería pensar algunas ideas en torno a la imagen en cuestión a modo de anotación personal para compartirlas y conversarlas con compañerxs y amigxs.

Pero es necesario pensar en algo más. Los ríos son elementos de la geografía que terminan siendo atrapados en las cartografías del poder. Los mapas son un claro ejemplo de ello. Ahí quedan atrapados en cuanto representación cosificada de fuerzas vivas y procesos complejos que son apropiados por las dinámicas del poder económico y político. ¿Pero cómo evitar la abstracción cosificante que anula su estatus vital? Porque al río, cuando se lo conoce como objeto a conquistar y a dominar, se le puede cambiar el cauce, se lo puede contener, incluso extraer valor, contaminar y hasta matar la trama vital que contiene. ¿Esa operación que anula los vitalismos no es la misma que está a la base de la comprensión de los procesos sociales que se hacen desde arriba y desde afuera de los mismos?[3] Y surgen más preguntas: ¿Cómo podríamos evitar la captura que el conocimiento que viene desde arriba opera sobre los procesos de abajo? ¿Cómo nuestros ríos pueden ser fuerza ingobernable que no se deja atrapar por los mandatos de poder?

De nuevo, las preguntas superan este texto. Hay que seguir pensándolas colectivamente y en sintonía con las luchas, (re)creando y (re)inventando saberes inmanentes a las mismas. Pero hay un elemento que fue clave el día 23 de octubre y marca un momento hermoso en lo simbólico y rico en cuanto a saberes y posibles. Este fue la toma de la plaza San Martín por el bloque estudiantil[4]. Ahí hay una irreverencia plebeya que desborda los marcos de obediencia que, por ejemplo, la policía representa y busca asegurar a lo largo de las jornadas de protesta. Si las protestas son como ríos, las policías son fuerzas de dominación de los ríos que buscan constantemente controlar los cauces y tener el control de las situaciones. Esto es evidente al ver la forma en que “acompañan” las marchas: dan la apariencia de que permiten ciertos movimientos, restan espacio, van acordonando, controlando, preparando el terreno para dispersar y cuando llega el momento reprimen para dispersar y restablecer el “orden” (de las clases dominantes). Es una táctica que es de manual, pero cuando los movimientos de las personas que protestan la desbordan entran en desconcierto. Esos momentos hay que apropiárnoslos y extraer de ellos la mayor cantidad de lecciones.

Pero la irreverencia plebeya no sólo estuvo presente en la recuperación momentánea de la plaza San Martín, también lo estuvo en el ambiente festivo que se vivió en la avenida Abancay y en las mismas marchas, que iban como ríos a encontrarse en el centro, con sus múltiples formas de expresión. Todos esos elementos, además de las alianzas que se están tejiendo, nos indican que hay dinámicas a las que debemos estar atentos, entender sus saberes, desplegarlos y prolongarlos[5]. Sólo así podremos componer fuerzas y trenzar las luchas para ser como ríos que golpean juntos, regando los valles y territorios de esperanza, justicia e igualdad, remontando las estructuras de opresión y dominación.

[1] Recuerdo que un compañero de la universidad nos contaba sobre una canción que su padre, un militante de base de la izquierda de los 80´s, le había enseñado (pero incompleta porque sólo recordaba una parte). La verdad es que no nos preocupamos mucho en ese momento por rastrear el origen de la canción y en parte fue una buena decisión porque compusimos una versión diferente en cuanto a música y letra. Lamentablemente, no hay una grabación completa y de buena calidad de nuestra versión, pero hurgando en YouTube encontré un video corto donde estamos cantando la primera parte: https://youtu.be/WkkoZ27O8L0?si=lAqmeLt8lAkOPgIW.

[2] En la original, la última parte es distinta. Es igual hasta puquio y luego dice: “después torrente creciendo…”. Aquí se puede escuchar la versión original que es de 1977 https://youtu.be/nxwwQC7-3_k?si=p8Cp8BW9l6W960vY.

[3] Y es importante señalar que hay un grueso sector de las izquierdas que piensan las luchas desde esas coordenadas. En el mejor de los casos, se busca encajar las potencias en marcos preestablecidos; en el peor de los casos, se anulan en nombre de la centralidad de la política desvinculada de la vida.

[4] Hace más de un año sucedió algo similar. A raíz de una movilización que cayó 22 de julio, para pensar un poco lo que pasó ese día con la recuperación momentánea de la plaza San Martín retomaba una imagen del agua y escribía “Ser como agua, como un flujo líquido que es imposible de coger y de controlar, pero cuando ataca, lo hace con todas sus fuerzas hacia un punto específico para después volver a disolverse y ser inasible al poder.” “El 22J nos lo demostró, (re)tomando y (re)defendiendo espacios propios y/o siendo fuerza ingobernable que fluye como el agua en la metrópolis, sin cauce preexistente para las lógicas del poder, pero que golpea los cimientos del mismo cuando avanza como un caudal de acumulación de alianzas y fuerzas desde abajo.” Ver: https://medium.com/@allcatsarebeautiful.peru/lecciones-del-22j-9d37965d56f8

[5] Y el otro reto es cómo prolongamos esos saberes plebeyos de las protestas propiamente dichas a otras dimensiones y momentos de la vida, porque el desgaste tarde o temprano llega y las fuerzas necesitan reinventarse. También porque no sólo necesitamos esas fuerzas en momentos de confrontación, sino también insertas en las tramas vitales.

Fuente: https://medium.com/@fugasmarginales/como-r%C3%ADos-0ed6ad2c5531



 

martes, 24 de noviembre de 2020

DE GENERACIÓN “BICENTENARIO”

 


Escribe: Milcíades Ruiz

El poder mediático hace lo que quiere con nosotros y no tenemos protección pública contra su manipulación. Nos solivianta, nos apasiona, nos hace odiar y hasta nos hace aplaudir a nuestros opresores. Todos los días impacta nuestro cerebro condicionando nuestro estado de ánimo. En un momento nos hacen decir: ¡la vacancia es un golpe de estado!, ¡Merino es un asesino! Pero luego que el mismo congreso, con el mismo procedimiento, cambia la persona cuestionada, nos hace hablar en contrario siendo la misma figura política.

 

Nos enardece saber de dos jóvenes muertos en los disturbios, al corrupto Vizcarra le ponen el micro en la boca para agrandar la noticia y dice: “son héroes de la democracia”. Ya nadie se acuerda que bajo el mandato del corrupto  Vizcarra hubo también dos muertos por represión policial, en una movilización de varios días, igualmente masiva de jóvenes nativos que reclamaban por los perjuicios ocasionados por la empresa PetroTal, que opera el Lote 95, en Painahua, Requena, Loreto.

Fue el 9 de agosto, “Día Internacional de los Pueblos Indígenas”. Ese día, a punto de balas y bombas lacrimógenas disolvieron la manifestación, alcanzando a los niños que corrían desesperadamente gritando de terror en la oscuridad de la noche. Y claro, por tratarse de indígenas, y de una transnacional inglesa, la prensa no hizo el despliegue como ahora, y por eso, nosotros tampoco hemos reaccionado como ahora.

Todos los días martillan nuestro cerebro para impregnarlo del bicentenario y por reflejo condicionado actuamos en ese sentido. Entonces, con motivo del estallido juvenil se está acuñando como digno de resaltar la frase “generación bicentenario” y nosotros lo rezamos, para el orgullo de los jóvenes. Pero, este mismo psicosocial periodístico será utilizado para demonizar la bandera izquierdista de “Nueva Constitución”, haciendo que la opinión pública la desdeñe. Y la acompañarán con encuestas desfavorables.

Como se recordará, los rumores psicosociales fueron utilizados para desestabilizar el gobierno de Velasco, haciendo que la gente salga a las calles para protestar y cometer desmanes. Se hizo contra el gobierno de Maduro, pero no pudieron quebrar el respaldo de las fuerzas armadas. Lo hicieron el Bolivia contra Evo Morales alegando falso fraude y lo sacaron en complicidad con la fuerza armada. Aquí, en el reciente estallido juvenil, hasta se ofrecían banderolas gratis para la protesta.

Como la prensa no resaltó este sospechoso ilícito, para saber sobre su financiamiento, tampoco nosotros le dimos importancia. Actuamos por reflejo condicionado, como lo advirtiera ya a comienzos del siglo pasado, el científico y premio Novel, Ivan Pavlov. De este modo, el martilleo del bicentenario sobre nuestro cerebro seguirá repitiéndose con más intensidad, hasta hacernos creer que Túpac Amaru, fue precursor de la independencia de sus opresores.

Es loable la actitud de los jóvenes que dieron la pelea en las calles en rechazo a la forma de hacer política. El repudio es contra los políticos que han envilecido la honorabilidad de los poderes del estado. Es un mérito que hay que reconocer frente al demérito de indiferencia de los mayores. Pero si de generación se trata, hay que ver que la gran mayoría de esta generación es víctima de la degeneración republicana bicentenaria.

Comparemos la situación de los jóvenes de 1821 con la situación de los jóvenes en la actualidad y veremos que lejos de agradecer a la republica tenemos mucho que lamentar. En esos tiempos, había una gran crisis por la guerra, pero los jóvenes no pasaban hambre y su comportamiento era respetuoso. Ahora en cambio, después de dos siglos, se han batirán todos los records históricos de encarcelamiento de jóvenes. ¿Eso es lo que vamos a celebrar?

Según el BCR, a setiembre pasado la población económicamente activa (PEA) se ha reducido a la mitad y el desempleo pasó de 6,3% a 16,3%. Cientos de miles de jóvenes buscan trabajo diariamente, sin que la república bicentenaria lo ampare. Cuando a un joven se le pregunta ¿por qué robas? La respuesta es: No hay trabajo. En el bicentenario, hay pues una expansión delictiva armada y con creciente sicariato como producto republicano. Diariamente vemos en los noticieros a bandas de jóvenes, capturados por la policía. Ellos también son de esta generación.

56,108 estudiantes universitarios han quedado con la carrera trunca al denegarse licencia a universidades degeneradas por el lucro. Otros miles han dejado los estudios por la crisis económica actual. En cambio, los traficantes de la necesidad educativa se han vuelto millonarios a costa del dinero de los padres de familia y tienen “plata como cancha” para candidatear a la presidencia. Otros miles de jóvenes salen a las calles para auto emplearse informalmente, pero son reprimidos sin piedad. Es la república, que se ensaña con sus propias víctimas.

Durante dos siglos republicanos no ha existido un desarrollo sostenible de industrialización. Siempre viviendo de nuestras riquezas naturales entregadas en beneficio extranjero. Se despilfarró el dinero del guano hasta que se acabó y como ahora, vivimos de la carroña que nos deja el cobre hasta que se acabe. 80 años después de la jura de la independencia, Ricardo García Rosell, quien fuera diputado de la república decía:

…Vino la independencia. La guerra cruenta y prolongada que fue preciso sostener, abatió y redujo todos los elementos productivos. Tras esto, el espíritu liberal, al dar de repente entrada fácil a los géneros y manufacturas europeas, abrió ruda competencia a las industrias nacionales. Pronto se inició la decadencia. Ayacucho que con el monopolio de tocuyos se había hecho gran ciudad, tuvo que abandonar dicha industria. Lambayeque que había crecido con sus tinas de jabón, comenzó a descender. Los obrajes de lana en el Cusco fueron abandonados y esa antigua capital que contaba con 80, 000 habitantes, redujo su población a la mitad. Cambiaron las rutas por donde circulaba el tráfico comercial y los centros del interior. Mercados antes en progreso y campos de actividad industrial, se vieron supeditados por los puertos de la costa a donde comenzaron a acudir todos a surtirse con objetos extranjeros.

Miseria y malestar se sentía en todas partes. La riqueza fiscal sin contrapeso en el público por carecer de objeto de trabajo, era impotente para corregir o, atajar el daño. Angustias y escaseces frecuentes, se sucedía entre cortos periodos de abundancia. El Perú ofreciendo como espectáculo más desorden que opulencia, por sus errores económicos, vivió envuelto en confusiones y anarquía permanente. (…)

La agricultura es la industria madre que fomenta y da vida a todas las otras. Es la gran fuente de donde todo procede y a donde todo debe converger. Es a ella adonde hay que acudir cuando se necesitan subsistencias, cuando se necesitan hombres o cuando se necesita dinero. (…)

Pidiendo subsistencias al extranjero, los agricultores nacionales pierden o merman sus provechos. El dinero desaparece de los campos y estos, en vez de continuar su movimiento de progreso, se abaten, se abandonan y se despueblan. ¿Quién, que ha visto los efectos de una mala cosecha, no comprende y descubre en el acto esta verdad?

Obligar a un país, a que permanezca indefinidamente dedicado a solo las industrias extractivas, es condenar a sus moradores a eterna barbarie, relegándose a sí mismo, sin esperanza de mejora, a una posición perdurablemente subalterna”.

(Ricardo García Rosell- Boletín de la Sociedad Nacional de Agricultura- enero 1901 “Apuntes económicos”)

¿Esta situación ha cambiado? ¿La república ha industrializado el país, o seguimos con una economía meramente extractiva? ¿La república nos ha dado una agricultura moderna o, seguimos utilizando la chaquitaclla que se usaba en el incanato? Después de dos cientos años de entreguismo ¿Somos independientes o, estamos sometidos a la dominación extranjera?

¿Y cuántos son los muertos en total, por represión policial bicentenaria, tan solo por reclamar justicia social? ¿Es que, el bicentenario cambiará la trayectoria republicana? No interesa. Serán las empresas mediáticas periodísticas los que guiarán nuestros pasos. Ellas nos lideran y nosotros las seguiremos como ovejas alienadas. Disculpen el berrinche.

Noviembre 24/2020

Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/

 

martes, 17 de noviembre de 2020

PERÚ AHOGADO EN UNA CRISIS QUE LLEVA 30 AÑOS: ¿SE HACE CAMINO AL ANDAR?

 


Por Aram Aharonian | 17/11/2020

El congresista Francisco Sagasti, del derechista Partido Morado, asumirá la Presidencia peruana luego que el lunes 16 el Congreso aprobara la lista para la Mesa Directiva del Parlamento que lideraba y que completan los parlamentarios Mirtha Vásquez (Frente Amplio) en la primera vicepresidencia, Luis Roel (Acción Popular) y Matilde Fernández (Somos Perú).

Sagasti Hochhausler recibió el inmediato apoyo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). La semana pasada la OEA no reconoció a Manuel Merino como mandatario legítimo y llamó al Tribunal Constitucional a pronunciarse. “Lo que queremos en este momento es encausar este proceso de transición y garantizarlo de la manera más adecuada, correcta y más confiable para la población”, dijo la frenteamplista Mirtha Vásquez.

Limeño, ingeniero industrial y político, Sagasti es fundador y militante del Partido Morado, y se desempeñaba como presidente de la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Parlamento. Ha ocupado importantes cargos: fue asesor del canciller Allan Wagner (1985) y fue jefe de la División de Planeamiento Estratégico y asesor principal de los Departamentos de Evaluación de Políticas y de Relaciones Externas del Banco Mundial (1987).

Ha sido docente en la Universidad del Pacífico y en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y en el exterior en el Instituto de empresa de Madrid y la escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania.

Hartos de estar tan hartos

La sociedad peruana ya no aguanta más la crisis económica, fiscal social sanitaria. Salió a la calle con las añejas banderas del “que se vayan todos”. ¿Y entonces, qué va a pasar en un país que tiene cinco presidentes corruptos presos y uno suicidado y que sumó tres mandatarios en una semana: Martín Vizcarra, Manuel Merino y Sagasti?

A Merino le quitaron el respaldo: Las Fuerzas Armadas aseguraron que pondrán todos su medios y capacidades “en defensa del pueblo y del Estado de Derecho”, tras lamentar el fallecimiento de los dos jóvenes y “reiteró su respaldo y defensa del pueblo y la Constitución”.

Perú vive una emergencia sanitaria y económica remarcada por la pandemia y que ha mostrado la precariedad y la informalidad en la que han vivido y viven millones de ciudadanos, y lo han convertido en el país con más alta letalidad del planeta.

A cinco meses de las elecciones generales, que deberían renovar las instituciones en ocasión del bicentenario de la independencia, con los graves problemas económicos y de salud pública que afligen a la población, parece sumamente irresponsable provocar una crisis política de esta gravedad. Todo por ambiciones e intereses personales.

Marchas iguales o mayores que las que desembocaron en la de los Cuatro Suyos en el 2000, que combinan la alegría y el desenfado con la indignación, donde jóvenes que no habían nacido o que eran muy niños entonces, marchan como veteranos de esas jornadas, con la determinación de no parar hasta la salida del impuesto gobierno de Manuel Merino y Ántero Flóres-Aráoz. No es sólo en la ciudades: los pequeños pueblos más alejados de la Amazonía y del altiplano también se están movilizando.

Y cuatro días después de haber asumido, Merino “el breve” tuvo que presentar su renuncia irrevocable al cargo, tras la dimisión de más de la mitad del gabinete de ministros y luego de una noche de manifestaciones que dejó al menos dos muertos y centenares de heridos. “Ha salido un dictadorzuelo del palacio”, dijo el destituido Martín Vizcarra .

La saga de los presidente corruptos

Hay algo para destacar: la tardía valentía de algunos medios de comunicación llamando las cosas por su nombre, definiendo como «golpe de Estado» lo que la mayoría de la prensa hegemómica y las agencias internacionales han titulado asépticamente «Vacancia del presidente Martín Vizcarra por el Congreso de Perú».

«El golpe no deja de ser golpe. (…)El hecho de que un grupo conspirador se haya apropiado del gobierno poniendo fin a 20 años de democracia, quebrando la Constitución y colocando al país nuevamente en un tránsito aciago gobernado por la codicia y la corrupción», dijo La República.

La operación tuvo un ensayo general, un intento fallido hace dos meses, usando la misma causal de «incapacidad moral permanente», repitiendo el esquema de la acción del anterior parlamento cuando destituyó al presidente anterior Pedro Pablo Kuczynski, en marzo de 2018.

Vizcarra, en una sesión de tan solo cinco horas, fue acusado de recibir sobornos y coimas del llamado Club de la Construcción –una red mafiosa para ganar licitaciones– cuando era gobernador de la sureña región de Moquegua (2011-14), pero nada ha sido probado por ningún juez o fiscal, y sólo se sostiene en las declaraciones de unos aspirantes a colaborar con la justicia, gente que con tal de salvar el pellejo declararía cualquier cosa.

De un total de 130 congresistas que votaron para destituir a Vizcarra, 68 tienen investigaciones judiciales en curso y denuncias por diversos delitos, pero ninguno de ellos ha dejado el cargo o renunciado a la inmunidad. Al contrario, este Congreso parece más un refugio sagrado que un parlamento.

Merino, un oscuro empresario ganadero del norte y conocido por obtener la condonación fiscal para sí y sus pares de Tuimbes, se sacó las ganas de ser presidente, aunque sea hasta abril próximo cuando se debieran realizar las próximas elecciones generales, aplaudido solo por congresistas. 151 jueves y 183 fiscales involucrados en actos de corrupción.

El golpe encontró un fuerte rechazo popular. El Tribunal Constitucional aún no se ha pronunciado definitivamente sobre la vacancia, pero las ceremonias de investidura ya han sido oficiadas.

Sin embargo, las manifestaciones crecientes de estos días hablan de una sociedad civil harta de políticos y empresarios corruptos. Sin duda, este nuevo eslabón es otra exhibición del desdén de las clases políticas hacia la voluntad popular, cuando las encuestas señalaban, y las movilizaciones callejeras han ratificado, que el Ejecutivo contaba con un respaldo muy superior al del Legislativo.

El gobierno entrante ha respondido con un feroz despliegue represivo a las protestas contra lo que muchos ciudadanos consideran una usurpación y una tentativa para incidir en los comicios presidenciales en seis meses, mientras Merino integraba en su gabinete a personajes tan impresentables como el genocida Antero Flores-Aráoz, ministro de Defensa durante el segundo mandato de Alan García.

Diversos factores confluyen en esta crisis que creo va más allá de lo político institucional y compromete al régimen instaurado en 1992 con el golpe de estado de Alberto Fujimori y la Constitución de 1993 que fue su producto y el marco en el cual se han regido el Estado, la economía y la sociedad en los últimos 30 años.

Pero se vino el declive del boom económico producido por los extraordinarios precios de los minerales que evidenció que lo vivido había sido una “prosperidad falaz”. Las evidencias de corrupción estimuladas por el caso Odebrecht y otros en el que estuvieron involucrados los presidentes, pero también los grupos de poder económico, dejó al desnudo la captura corrupta del Estado, que se acentuó con el gobierno de Kuczynski.

La disputa entre fracciones de los grupos de poder económico y su representación política de derecha por el control del Estado expresada entre el grupo más liberal, lobista y ligado al gran capital de Kuczynski y el más emergente, mafioso y conservador expresado por Keiko Fujimori, que implicó como hasta hoy un enfrentamiento de poderes entre el ejecutivo y el legislativo.

¿Por un gobierno popular?

Los sectores populares son los más afectados por esta crisis ya que la descomposición política, la crisis sanitaria y social, que no logran encontrar una salida en los actuales marcos políticos y económicos, continúan excluyendo a las grandes mayorías y beneficiando a los grupos de poder económico.

Hoy quedó demostrada la necesidad de garantizar la lucha contra la corrupción, fortalecer el sistema de justicia para que no haya borrón y cuenta nueva y reactivar la economía en función de las grandes mayorías, junto a la necesidad de una reforma política que democratice realmente el sistema político y lo libere de las mafias y el gran poder económico.

En la izquierda se considera que se debe avanzar hacia una refundación del país, partiendo de una reforma constitucional. Este no es solo el problema del Estado neoliberal y su modelo económico, es el fracaso del Estado fundado hace 200 años que una y otra vez ha sido reactualizado y que en esencia ha sido patrimonializado por los sectores dominantes.

Mientras, la crisis generada por las grietas del consenso construido desde 1992 se llena con discursos reaccionarios y muy conservadores. Lo que hace falta son cambios de fondo, estructurales que deben expresarse a todo nivel y deberían estar contenidos en un nuevo pacto constitucional donde el centro deben ser los derechos de las personas, y un Estado y economía al servicio de ello, señala el politólogo Álvaro Campana.

Desde los sectores populares se tiene conciencia de que antes serán necesarios otros pasos como pelear por una respuesta popular a la emergencia sanitaria y social y una reactivación económica que no repita lo ocurrido en desastres anteriores, favoreciendo solo los negocios particulares de los privados. Politizar y movilizar a la ciudadanía en este proceso es vital, que obligue a abrir un momento de transición al que Vizcarra se negó y que el actual gobierno ilegítimo también niega.

Con la pandemia ha quedad desnudo un gobierno, el de Vizcarra, en el mismo rumbo con lo cual el Perú tiene ya la misma cantidad de muertos por Covid que los que hubo en el Conflicto Armado Interno que ocupó una década. Los trabajadores, los productores agrarios, los pequeños empresarios, las mujeres y los pueblos indígenas han sido los más golpeados.

Hay una especie de piloto automático económico y un fracaso del Estado neoliberal para garantizar derechos carcomidos por la corrupción de lobbys y mafias, así como un avance importante de discursos reaccionarios y conservadores que cabalgan y crecen en la desesperación de la ciudadanía. Mientras, “los políticos” siguen abocados a las disputas de parcelas del poder y garantizar los intereses a los que representan, añade Campana.

Perú da señales de haber entrado a un proceso de reconstitución popular y de ruptura con la partidocracia que lo somete desde hace años y desde la calle se hace protagonista; una de las expresiones populares que acompañan la movilización y la lucha es el movimiento Nuevo Perú, fundado en 2017 que, hasta ahora, no ha logrado conformar una alianza más grandes sobre propuestas consensuadas y realizables para un país en crisis ¿terminal?.

Se trata de una organización en la que convergen diversos espacios de izquierda provenientes de los sectores históricos, pero también de las luchas recientes en el Perú y que participaron en las elecciones de 2016 en el marco de lo que fue el Frente Amplio y que llevó a Verónika Mendoza como candidata a la presidencia, quien ahora será candidata. para las próximas elecciones de abril de 2021, por la coalición Frente Político Juntos por el Perú.

Una gran tarea para los sectores populares es construir una gran plataforma político social y ciudadana que permita alcanzar un gobierno de mayorías y que posibilite los cambios estructurales y otra es  avanzar hacia un proceso constituyente que concluya en una nueva constitución.

Lo cierto es que se requiere de una profunda reconstrucción del Estado con una perspectiva descentralizadora y garante de los derechos de la ciudadanía, con capacidad de planificación, regulación y participación estatal en las actividades económicas estratégicas y servicios fundamentales.

El combate a la corrupción no es sólo como un asunto moral, sino la expresión sistémica de un estado puesto al servicio de intereses particulares. Se necesita una economía diversificada, con una perspectiva territorial y centrada en potenciar y mejorar las condiciones de la pequeña agricultura, las pequeñas y medianas empresas, en vincular la economía con la innovación tecnológica y la planificación ecológica.

Los sectores populares reclaman, asimismo, una reforma tributaria que permita una redistribución económica y sea la garantía del ejercicio de los derechos sociales. Deben ser respetados los derechos de los trabajadores, los productores del campo y la ciudad, los ciudadanos, los pueblos indígenas, las mujeres, la comunidad LGTBI, señalan desde las calles, caminos y carreteras del Perú..

Aram Aharonian. Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

Fuente: https://rebelion.org/peru-ahogado-en-una-crisis-que-lleva-30-anos-se-hace-camino-al-andar/