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miércoles, 1 de mayo de 2024

SINDICALISMO EN EL DÍA DEL TRABAJO

 


(Texto de mi disertación en una asamblea sindical en el local de la CGTP)

Todos sabemos del alto significado del Día del Trabajo, que nos permite reflexionar sobre la situación laboral en nuestro país, y renovar nuestra fe en la lucha contra el sistema de opresión que nos aqueja. Aprovecho la oportunidad para rendir homenaje a dos heroicos combatientes sindicales, sacándolos del olvido y la ingratitud.

Se trata de Hermes Valiente y Luis Zapata. Consecuentes con su identificación ideológica lucharon hasta morir por la causa de los trabajadores en la década de 1960, como guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional- ELN, que operó en la sierra y selva ayacuchana.

Hermes Agapito Valiente Granados- "Moisés". Obrero de construcción civil, hizo honor a su apellido afrontando el reto de la historia con mucha valentía. Siempre hablaba bien de Isidoro Gamarra y otros líderes históricos de la CGTP, con la cual estaba plenamente identificado.

Luis Zapata Bodero- “Hernán”. Dirigente sindical, de la Federación de Trabajadores del Cusco y también del ramo de construcción civil. Tenía un hogar con hijos menores de 10 años, pese a lo cual, se entregó de lleno a la causa revolucionaria.

Estos luchadores sindicales no tienen tumba, ni reconocimiento a su inmolación, como muchos otros héroes del pueblo. No tienen ni una placa recordatoria de su heroísmo. Se los omite en todo homenaje en la historia de la lucha revolucionaria de nuestra patria. Sus sindicatos los ignoran.

Lo abandonaron todo por una causa suprema. En aquella época, bajo el estímulo histórico de la Revolución Cubana que, hacía justicia social, nacionalizaba latifundios y empresas extranjeras depredadoras de recursos naturales, todo Latinoamérica estaba en llamas con focos guerrilleros en diversos países. Había el amparo de la Unión Soviética y, de todo el bloque socialista mundial.

En esa época, lo que nosotros nos proponíamos era, cambiar la república oligárquica feudal, gobernada por terratenientes capitalistas y, reemplazarla con una República Popular Socialista. Un gobierno Obrero Campesino, Reforma Agraria, Nacionalización de los recursos naturales, (tierra, minas, hidrocarburos), en poder de empresas extranjeras.

Soberanía nacional contra la dependencia extranjera, eliminación de la desigualdad social y otras medidas de cambio estructural, pero bajo el liderazgo del pueblo trabajador forjado en la lucha revolucionaria y no en los discursos demagógicos.

¿Qué fuerza impulsó a estos sindicalistas, para asumir este sacrificio?

Hay que vivir el momento histórico para comprenderlos. La consciencia de clase jugó un papel determinante en sus resoluciones. Estaban convencidos ideológicamente del rol histórico que correspondía a las clases trabajadoras y estaban decididos a acudir al llamado de la historia.

Mientras otros se llenaban la boca de fogosos discursos para mostrarse como revolucionarios, sin arriesgar nada; estos sindicalistas optaron por pasar de las palabras a los hechos. No era el momento de perder tiempo en debates estériles. Había posibilidades de triunfo. Si Cuba, lo había logrado, ¿por qué no, el Perú? … No lo lograron, pero consecuentes con sus principios ideológicos lucharon hasta morir por la revolución socialista.

Ojalá la historia reconozca su ejemplar epopeya revolucionaria y por lo menos, tengan una placa recordatoria en sus centrales sindicales para que no queden en el olvido como hasta ahora.

Pero, la lucha de los sindicalistas guerrilleros de la década de 1960, no fue en vano. La misma fuerza armada enviada por la oligarquía para sofocar el fuego revolucionario de los rebeldes, se volvió contra esta, al ser impactada por el heroísmo de los combatientes populares. Reconocieron que estos, tenían la razón. Luchaban por una causa justa, con ideales patrióticos. En cambio, los represores lo hacían por defender los intereses de la oligarquía, ajenos a los intereses del ejército.

Fue así como, bajo el liderazgo del Gral. Juan Velasco Alvarado, la fuerza armada asumió las banderas de los guerrilleros e inició un proceso de cambios estructurales. Lo que pasó después, ya lo sabemos. Pero es así, como se forja el destino de los pueblos. La historia es una sucesión de hechos concatenados en el proceso social.

La lección que nos queda es que, si no hubiese sido por las luchas de los trabajadores a lo largo del siglo XX, hoy no tendríamos los beneficios sociales y derechos laborales que nos protegen. La jornada de las 8 horas de trabajo, costó mucha sangre y vidas de cientos de trabajadores que lucharon por ella. Los que murieron no llegaron a disfrutar la victoria, porque la lucha por una causa social es así. No se lucha por ambición de lucro, sino por la justicia social

Cuando hay consciencia social, conciencia de clase, se está dispuesto a luchar, corriendo todos los riesgos, sabiendo que, sin lucha, nada se podrá conseguir. Muchos trabajadores derramaron su sangre, sufrieron prisiones y, deportaciones, para conseguir el descanso dominical, seguro social, mejoras salariales, mejores condiciones de trabajo y muchos otros derechos laborales actuales.

¿Somos conscientes de esto? Los beneficios sociales no vienen gratis, ni caen del cielo. Tienen un costo social. Si no se lucha contra las injusticias, seguirán los abusos del sistema de dominación. Tener consciencia social de este dilema humano es crucial para nuestras vidas, para nuestro país, para la humanidad.

¿Qué significa tener consciencia social?

Los animales no tienen consciencia social, y se comportan irracionalmente, por instinto. Las ovejas, no saben para qué, las crían. Si supieran, se rebelarían. Entre los humanos, también hay quienes viven instintivamente, sin ideales sociales. Son como ovejas domesticadas para aceptar la dominación con resignación.

Tener consciencia social, es saber que vivimos en un sistema de dominación mundial, que rige la conducta social y condiciona nuestras vidas. Saber que, somos lo que el sistema capitalista nos destina, ubicándonos en un orden social piramidal de clases sociales. Clases ricas en la cúspide y clases pobres en la base de la estructura capitalista. Clases intermediarias entre ambas.

Entender las causas de nuestra dominación, los mecanismos económicos, culturales, jurídicos, políticos que se nos aplica; es darnos cuenta de nuestra opresión sistemática. Esa consciencia social, nos conduce a buscar solución a nuestros padecimientos. Así se gestan nuestros ideales que, son los objetivos de nuestras vidas.

La consciencia de clase nos identifica como personas de la misma condición y que, sufrimos las mismas injusticias. El sistema capitalista nos ha signado un rol de clase para sus fines funestos. Pero la consciencia de clase nos lleva a luchar contra ese designio y trazarnos un rol diferente, para eliminar el sistema que nos oprime.

Cada clase social tiene sus propios intereses en el orden establecido por el capitalismo. Campesinos, obreros, empleados dependientes, pero la consciencia de clase nos hace ver que, tenemos intereses comunes entre los oprimidos, y compartimos los ideales de liberación frente al enemigo común.

Algunos dirán: “Yo no me siento oprimido”. Pero eso es precisamente, lo que persigue el sistema. Que nadie se percate de su opresión.

¿Y qué, es tener consciencia sindical?

Es sentir la necesidad de la organización sindical como escudo de protección de los trabajadores frente al abuso patronal. Sentirse, identificado con el sindicato, pues este, asume nuestra defensa y gestiona el mejoramiento de nuestras condiciones laborales y, económicas. Es reconocer que, el sindicato es nuestro instrumento de lucha concreta para alcanzar beneficios concretos.

Cuanto mejor se desarrolle nuestro sindicato tendrá mayor capacidad de negociación en nuestros reclamos. El éxito, no es responsabilidad solo de los dirigentes, sino de todos sus miembros. A mayor fuerza, mayor será el poder sindical para lograr los beneficios aspirados. La unión hace la fuerza y la unión de los sindicatos agrupa fuerzas para tener mayor poder sindical federadamente.

No ha sido nada fácil, el reconocimiento internacional del derecho a la sindicalización. Ha costado cientos de vidas de trabajadores en huelgas, reprimidas sangrientamente. De eso deberíamos ser conscientes y no olvidar el sacrificio de los sindicalistas a través de la historia.

Por eso, viendo nuestro caso, y del sindicalismo peruano en su conjunto, podríamos reflexionar preguntándonos: ¿Hay consciencia sindical y del rol que nos corresponde en la lucha contra el sistema de opresión capitalista? Nuestro rol, no es el que nos asigna el sistema de dominación capitalista. Nuestro rol, lo decidimos nosotros, conforme a nuestros ideales sindicales y patrióticos.

En esta perspectiva, vale también preguntarnos:

¿Qué tanto hemos avanzado con nuestro sindicato en alcanzar beneficios económicos? ¿Estamos conforme con lo conseguido? ¿Nuestros sueldos, no han perdido valor adquisitivo?

¿Qué tanto hemos avanzado en los derechos laborales de las mujeres?

¿Qué tanto hemos avanzado en la afiliación y organización sindical? ¿Están todos los trabajadores sindicalizados?

¿Las políticas de estado, afectan al sindicato y a sus miembros? ¿Nos afecta la inflación, la corrupción generalizada, el mal uso del presupuesto nacional? ¿Deberíamos reclamar?

Tenemos derechos que nos corresponde, por los convenios firmados por el Perú con la Organización Internacional del Trabajo- OIT, ¿Se están cumpliendo en nuestro beneficio?

Si los trabajadores son la mayoría nacional y son los sindicatos los que los representan, ¿Tenemos derecho a estar representados en el gobierno nacional?

Pero, si el sindicato es una necesidad de los trabajadores de un centro laboral, entonces, todos los trabajadores de una empresa y del país, deberían estar afiliados. Sería un poder político predominante. ¿Es así?

En fin, hay mucho por reflexionar.

Si no hay consciencia sindical, eso se refleja en la capacidad de lucha. Según los datos del Anuario Estadístico del Ministerio de Trabajo- MTPE, los pliegos solucionados pasaron de 1,762 en 1,990, a 186 pliegos en 2021. ¿Qué está pasando?

El Ministerio de Trabajo nos muestra la siguiente trayectoria sindical en el sector privado entre el 2015 y 2022:


 La sindicalización de trabajadores del sector formal privado, era apenas alrededor del 5% durante el periodo 2015-2022, (1% de las empresas) cuando en la década de 1980 era de dos dígitos. Al 20/11/2023, el número de trabajadores registrados en planilla es alrededor de 4 millones, sin embargo, los sindicalizados no llegan ni a la décima parte.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), al 2023: la tasa de sindicalización en Perú se ha retraído desde hace más de tres décadas. El año pasado, el Ministerio de Trabajo hizo un estudio de la sindicalización del sector privado. Encontró que, Perú tiene la más baja sindicalización en todo Sudamérica.


 

Desde hace buen tiempo, no hay paros ni huelgas sindicales como había antes.

¿Por qué, se ha perdido la combatividad sindical?

Desde el histórico paro general del 19 de julio de 1977, contra las reformas laborales pro patronales del gobierno militar de Morales Bermúdez, la combatividad sindical ha venido decayendo hasta llegar a la inactividad.

En aquella época, se produjeron masivas movilizaciones en Cusco, Tacna, Ayacucho, Arequipa, Huancavelica, Huancayo, Trujillo y Lima, en protesta por la persecución policial y militar, contra los sindicalistas en huelga. Se luchaba contra la eliminación de los derechos adquiridos por los obreros durante el gobierno de Velasco.

No es casualidad que la inoperancia sindical coincida con la vigencia del neoliberalismo en nuestro país. La decadencia del sindicalismo es consecuencia de la estrategia neoliberal, que ha implantado reformas en la constitución y las leyes, para sabotear las demandas de los trabajadores y a la sindicalización:

Para el neoliberalismo, la estrategia reside en la competitividad de costos y beneficios. Pero son los países, los que compiten para atraer inversiones de capital otorgando beneficios y reducción de costos a las empresas. Supuestamente, el país que otorgue las mejores condiciones a las empresas, tendrán más inversiones y, por consiguiente, mayor crecimiento económico. Pero no, del país. Ese crecimiento se va afuera ya que, la riqueza que se succiona al país, se la llevan para fortalecer a nuestros depredadores, dejándonos solo la carroña tributaria.

Esta estrategia se aplica de varias maneras:

        A cuenta del país, mediante la privatización de empresas estatales eliminándolas de la competencia en el mercado de bienes y servicios, reducciones tributarias, exoneraciones, concesiones interminables en el manejo de la electricidad, telefonía, agua, servicios turísticos, vialidad con peajes, subsidios directos e indirectos.

        A cuenta de los factores de producción con tecnologías que desplazan trabajadores y modalidades de tercerización laboral para evitar sindicalización.

De este modo, “se le saca la vuelta” a los trabajadores, saboteando su sindicalización. En vez congelar salarios, que ocasionan conflictos y muchas paralizaciones, trasladan el mayor costo a los consumidores, incluyendo trabajadores. Así, los peajes, costos de vivienda y otros, se cargan al público consumidor. En obras públicas, los mayores costos se cargan a los organismos del estado, inflando presupuestos y corrupción. El neoliberalismo es corrupción en todo nivel.

Una forma de bajar costos laborales, es contratando a terceros, como servicio temporal a plazo fijo (CAS) para hacer lo mismo que los trabajadores estables. Con esto, a la vez que crean competencia desleal contra los trabajadores sindicalizados evitan conflictos laborales y pago de beneficios sociales.

La temporalidad se convierte en permanente, con contratos masivos a plazo fijo renovable que, impide la sindicalización. El trabajador que reclama, puede ser despedido sin objeciones al vencimiento de cada contrato diario, semanal y mensual. No se recibe nada por despido arbitrario ni beneficios sindicales. Así, los jubilados son reemplazados por temporales.

Tanto el INEI como el Ministerio de Trabajo señalan que la contratación temporal es del 77% de casos y solo el 23% de los trabajadores es estable. Al 2023, la tercerización es más del doble de los trabajadores permanentes.



Por otro lado, las empresas buscan reemplazar a los trabajadores por medios tecnológicos, robots, máquinas automatizadas, inteligencia artificial, trabajos remotos o, teletrabajo (más de 207 mil empleos), todo lo cual le quita fuerza a la comunidad sindical. De estas amenazas no se dan cuenta los sindicalistas que, no saben cómo actuar.

¿Qué hacer?

El objetivo es el empoderamiento sindical. No solo de un sindicato en particular, sino del conjunto sindical.

Entonces tendremos que:

1.      Recuperar los niveles de sindicalización con mayor afiliación.

2.     Corregir las fallas y métodos de trabajo sindical

3.     Intensificar las actividades sindicales para generar dinamismo gremial.

4.    Activar las comunicaciones sindicales, con boletines electrónicos continuamente, para informar, capacitar y estimular la participación sindical.

5.     Modernizar los sindicatos para que esté en condiciones de afrontar el desarrollo tecnológico patronal.

6.    Planificar y desarrollar estrategias de lucha.

Los trabajadores, tienen un rol histórico social en la lucha de la humanidad, por liberarse del sistema de opresión capitalista. Este rol, lo define su horizonte ideológico. De sus ideales surgirán sus deberes para liberar a su familia, a su clase social, a su país.

Es preciso tener un plan de acción, una estrategia de lucha y metodología de trabajo sindical democrática y efectiva. Un programa anual, con metas factibles de alcanzar. En el balance de fin de año, junto con la rendición de cuentas, se tiene que evaluar el desempeño orgánico en el cumplimiento de las metas planificadas.

Si podemos hacer esto, el éxito vendrá solo. De nosotros depende.

Es todo lo que puedo sugerir desde la tribuna.

Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com

 

jueves, 27 de abril de 2023

NUEVA HUMANIDAD: EL 1° DE MAYO Y EL FRENTE ÚNICO

 


Nueva Humanidad (1-3)

 

EL 1° DE MAYO Y EL FRENTE ÚNICO

 

El 1° de Mayo es, en todo el mundo, un día de unidad del proletariado revolucionario, una fecha que reúne en un inmenso frente único internacional a todos los trabajadores organizados. En esta fecha resuenan, unánimemente obedecidas y acatadas, las palabras de Carlos Marx: "Proletarios de todos los países, uníos". En esta fecha caen espontáneamente todas las barreras que diferencian y separan en varios grupos y varias escuelas a la vanguardia proletaria.

El 1° de Mayo no pertenece a una Internacional es la fecha de todas las Internacionales. Socialistas, comunistas y libertarios de todos los matices se confunden y se mezclan hoy en un solo ejército que marcha hacia la lucha final.

Esta fecha, en suma, es una afirmación y una constatación de que el frente único proletario es posible y es practicable y de que a su organización no se opone ningún interés, ninguna exigencia del presente.

A muchas meditaciones invita esta fecha internacional. Pero, para los trabajadores peruanos las más actual, la más oportuna, es la que concierne a la necesidad y a la posibilidad del frente único. Últimamente se han producido algunos intentos seccionistas. Y urge entenderse, urge concertarse para impedir que estos intentos prosperen, para evitar que socaven y que minen la naciente vanguardia proletaria del Perú.

Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de factor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único. Recuerdo haberlo declarado en una de las conferencias iniciales de mi curso de historia de la crisis mundial. Respondiendo a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más preocupados de la rigidez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la acción, dije entonces desde la tribuna de la Universidad Popular: "Somos todavía pocos para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos."

Posteriormente he repetido estas o análogas palabras. Y no me cansaré de reiterarlas. El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado, para que pensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que llegue la hora, inevitable acaso, de una división, nos corresponde realizar mucha obra común, mucha labor solidaria. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y libertarios. Todos tenemos el deber de sembrar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas. Todos tenemos el deber de alejar al proletariado de las asambleas amarillas y de las falsas "instituciones representativas". Todos tenemos el deber de luchar contra los ataques y las represiones reaccionarias. Todos tenemos el deber de defender la tribuna, la prensa y la organización proletaria. Todos tenemos el deber de sostener las reivindicaciones de la esclavizada y oprimida raza indígena. En el cumplimiento de estos deberes históricos, de estos deberes elementales, se encontrarán y juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea nuestra meta última.

El frente único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora. Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición que cada uno ocupa en la vanguardia. La variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un periodo avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día. Que no se esterilicen bizantinamente en exconfesiones y excomuniones reciprocas. Que no alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores. Que no empleen sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.

Tratemos de sentir cordialmente el lazo histórico que nos une a todos los hombres de la vanguardia, a todos los fautores de la renovación. Los ejemplos que a diario nos vienen de fuera son innumerables y magníficos. El más reciente y emocionante de estos ejemplos es el de Germaine Berthon. Germaine Berthon, anarquista, disparó certeramente su revólver contra un organizador y conductor del terror blanco por vengar el asesinato del socialista Jean Jaurés. Los espíritus nobles, elevados y sinceros de la revolución, perciben y respetan, así, por encima de toda barrera teórica, la solidaridad histórica de sus esfuerzos y de sus obras. Pertenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y sin alas, a las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e inmovilizar la vida en una fórmula rígida, el privilegio de la incomprensión y de los egotismos sectarios.

El frente único proletario, por fortuna, es entre nosotros una decisión y un anhelo evidente del proletariado. Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los afirman y de los que creen.

 

José Carlos Mariátegui

Publicado en El Obrero Textil, vol. V, No. 59, Lima, mayo 1, 1924.

JCM Obras Completas. Tomo 13 (107-110) Ideología y Política

 

COLECTIVO PERÚ INTEGRAL

26 de abril 2023