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miércoles, 4 de noviembre de 2020

CHINA PONE FECHA DE CADUCIDAD A LA HEGEMONÍA DE EEUU

 

Quinto pleno del Comité Central del PCCh

Foto: Xinhua

 

04/11/2020

 

La última quincena de octubre ha sido crucial para el devenir del mundo. Dicho así parece gradilocuente, sobre todo si se tiene en cuenta que, en apariencia, en esa quincena no ocurrió nada anormal. En apariencia. Porque lo que ocurrió, sin ser anormal, fue significativo y tuvo lugar en China con la aprobación de una ley muy significativa sobre el control de las exportaciones y la celebración del pleno del Comité Central del Partido Comunista. Lo que ahí se decidió tiene tal relieve que va a reconfigurar el mundo según lo conocemos.

 

China está inmersa en una guerra comercial-tecnológica impuesta por EEUU desde 2018. Una forma astuta, y demoledora, de responder a todos y cada uno de los movimientos agresivos de EEUU ha sido adoptar un planteamiento que ha dejado patidifuso al mundo occidental: “la doble circulación”. En contra de lo que se ha dicho por algunos en Occidente, no es una medida a corto-medio plazo para hacer frente a “las dificultades” (bonita neolengua) que le supone la agresión de EEUU sino que es una nueva estrategia económica que marca un giro casi total de lo que ha sido China hasta ahora y que afecta de lleno a la economía mundial.

 

Sin cerrarse a las inversiones occidentales o renunciar a las exportaciones, China mira decididamente hacia el interior del país (producción, distribución y consumo) con la determinación de reducir su dependencia de la tecnología y de los mercados financieros. En una palabra: China ya no será más la “fábrica del mundo”.

 

Con esto no hace más que adoptar formalmente una política que ya venía produciéndose desde hace algún tiempo y que se ha agudizado a raíz de la pandemia del COVID-19, con la práctica totalidad de los países occidentales culpando a China de sus propios errores y carencias e iniciando un incipiente proceso de deslocalización de sus industrias en China hacia otros países asiáticos como Vietnam, Tailandia, Malasia o Camboya aunque, y es justo decirlo, algunas a regañadientes y para eludir las sanciones (ilegales según el derecho internacional) de EEUU y seguir comerciando con China y no perder su cuota de mercado en el único país que saca la cabeza tras pandemia. No obstante, China viene a decir “lo queréis así, pues adelante”. Estamos a finales de año y va a ser muy significativo conocer cuál es el porcentaje de comercio exterior chino en 2019. Como dato, en 2018 supuso el 32% de su Producto Interior Bruto. Cuánto haya descendido nos dará una idea de lo que supone esta medida para el mundo.

 

Al mismo tiempo, hay quien no solo se está disparando en el pie sino en la cabeza. Es el caso de la Unión Europea, que en su suicida vasallaje a EEUU (no solo con China, sino con Rusia) está perdiendo mercados a una gran velocidad. Con motivo de la pandemia, y de la paranoia occidental anti-china, la UE ha perdido el puesto de primer socio comercial de China, que ahora pasa a ser de los países de la Asociación de Estados del Sudeste Asiático (ASEAN) y que en estos diez meses del 2020 se ha quedado muy cerca de los 500.000 millones de dólares en comercio.

 

El gran golpe

 

Esa quincena crucial comenzó el 13 de octubre, día en que se aprobó una ley de control de exportaciones que, al mismo tiempo, autoriza al gobierno a “tomar contramedidas” contra cualquier país que “abuse de las medidas de control de las exportaciones” y represente una amenaza para la seguridad nacional y los intereses de China. Dicho así, parece una ley cualquiera pero lo que hay detrás es la prohibición de exportar sustancias estratégicas (especialmente las tierras raras) y tecnología a empresas extranjeras que podrían representar una amenaza para su seguridad nacional.

 

Hasta este momento estábamos acostumbrados a oír esa cantinela en EEUU, pero el que ahora China la asuma también indica cómo están las cosas y cómo China ha decidido que le da igual quién gane las elecciones estadounidenses. Los dos son anti-chinos y lo único en lo que difieren es que uno prefiere ir solo (Trump) y el otro busca arroparse con vasallos (Biden). En cualquier caso, los chinos saben que el tiempo juega a su favor y si gana Biden le darán unos meses para que revierta la política contra China impulsada abiertamente por Trump (aunque Obama también dio pasos en esa línea de enfrentamiento que Trump ha acelerado), y por eso la introducción de esa palabra, “abuso” en la ley aprobada. En caso de que gane Trump el tiempo será muy limitado puesto que en la primera sesión de la Asamblea Popular Nacional del año que viene (hay que tener en cuenta cuándo comienza el año chino, que no es el nuestro) se dará la luz verde definitiva al cumplimiento completo de esta ley que rompe de forma definitiva la costumbre de EEUU de imponer fuera de su territorio su jurisdicción nacional.

 

Si además se tiene en cuenta que China exporta el 70% de todas las tierras raras que se comercializan en el mundo (y se supone que el 95% del total está en su territorio, aunque permanentemente se descubren nuevos yacimientos como en Corea del Norte, por ejemplo, o en Vietnam) se entenderá lo que esta medida supone: unos materiales imprescindibles para todo, desde móviles a misiles. Es algo así como "sin tierras raras no hay chips".

 

La importancia de esta ley es que es la primera de toda la historia de China desde que ingresó en la Organización Mundial de Comercio (2001). Mientras que EEUU ha estado elaborando leyes y leyes a su antojo en este aspecto, y en contra del mantra liberal de "libre comercio", China se ha mantenido siempre dentro de lo estricto y abogando por "el libre comercio". Hasta ahora. Con esta ley China aplica el "ojo por ojo", es decir devuelve a EEUU sus golpes más duros; solo que con este golpe EEUU queda fuera de la circulación directamente. China le dice a EEUU que ya no va a establecer reglas de comercio internacional de forma unilateral y cuando le plazca y que ya no puede sustentar eso en la capacidad militar, ni en sus bases, ni en sus alianzas.

 

Desde que EEUU inició la guerra económica contra China con los aranceles, en 2018, hemos venido asistiendo a un intercambio de represalias de unos y otros hasta dejar la cosa en algo parecido a un empate en el que los dos pueden presumir de victoria. De hecho, alguien tan poco sospechoso como Bloomberg ha tenido que reconocer (30 de octubre de 2020) que el cumplimiento por China del acuerdo llamado “Fase 1” está permitiendo a EEUU combatir la pandemia en cuanto a recursos y ventas, sobre todo agrícolas. Pero esta ley, si se aplica del todo -y va a depender de lo que haga EEUU de aquí a febrero o marzo de 2021-, trastocará toda la geopolítica tal como la conocemos de forma irreversible.

 

China ha esperado muy pacientemente su momento y este lo ha proporcionado el COVID-19: antes de la pandemia Occidente estaba muy tocado, perdiendo hegemonía cada segundo que pasa; ahora está hundido y las perspectivas son de un hundimiento aún mayor. Solo hay que echar un vistazo al último informe del FMI (16 de octubre de 2020) cuando habla de que la crisis producida por la pandemia va a durar mucho más de lo esperado y que sólo un país se salva, China.

 

El XIV Plan Quinquenal

 

Es en este marco en el que hay que situar el otro gran movimiento: la aprobación en el XIX Pleno del Comité Central del PCCh (26-29 de octubre de 2020) del XIV Plan Quinquenal (2021-2025), que será formalmente adoptado por la Asamblea Popular Nacional en marzo de 2021.

 

Si hay algo obvio en el mundo en que vivimos es que el estado de la economía mundial depende, especialmente, de qué camino va a tomar China y a qué ritmo va a ir su economía. De ahí la importancia del XIV Plan Quinquenal.

 

Aquí hay que hacer una breve reflexión porque los planes quinquenales chinos parten, pero no siguen milimétricamente, de los planes quinquenales soviéticos. Porque los chinos han aprendido mucho tras la desaparición de la URSS, han estudiado mucho las causas de esta desaparición y han emprendido muchas variables que han permitido al país llegar a donde está llegando. Es decir, son menos rígidos que los soviéticos. Por ejemplo, en este XIV Plan Quinquenal hay una "combinación flexible" de capital público y privado, aunque destacando que "es el Estado el sujeto principal de la economía y quien establece las condiciones económicas". O sea, el interés de las empresas privadas está subordinado al Estado, como ha quedado palmariamente comprobado con la pandemia y cómo la enfrentó China.

 

Estando las cosas como están, con una guerra económica abierta por EEUU, con una tendencia cada vez mayor hacia la desglobalización y con una recesión económica occidental sin parangón China ha puesto encima de la mesa sus cartas (aunque aún no se conozcan todas). Queda claro tras este plan que China opta de forma abierta por convertirse en la economía más grande del mundo (que ya lo es) y, sobre todo, en "una sociedad de altos ingresos" en los próximos cinco años. Es decir, llegar, o superar, la cifra de 10.700 euros de renta per cápita que el Banco Mundial o el FMI sostienen que supone que un país es de altos ingresos. En la actualidad, China está un poco por encima de los 8.500 euros.

 

Pero no toda la población, como es lógico (al igual que ocurre en Occidente, esta media es bastante engañosa porque iguala a los muy ricos y los muy pobres). Según los datos oficiales, hay unos 600 millones de chinos (la población es de 1.400 millones), más o menos el mismo porcentaje de población rural que hay en el país, cuyo sueldo mensual es de 120 euros y es en ellos en quienes se vuelca este XIV Plan Quinquenal que garantiza una política expansiva con aumento del gasto público para garantizar la salud, la educación y las pensiones entre otras cosas. Esta es la razón por la que se va a relajar hasta casi desaparecer el permiso de residencia que restringe el movimiento de los trabajadores que emigran a las ciudades. Es el aumento de la calidad de vida de este sector en el que se vuelca todo el planteamiento porque implica, también, un incremento sustancial de los salarios.

 

Sin ello no se puede potenciar el consumo en los niveles que pretende China con su estrategia de “doble circulación”. Pero China tiene en sus manos todas las bazas para lograrlo porque gracias al PCCh, al control absoluto del Estado sobre todos los sectores estratégicos (energía, telecomunicaciones, crédito, trasporte, etc.) y, de forma especial, a su soberanía monetaria el triunfo está asegurado.

 

Y aquí está la otra cuestión relevante porque al optar por la estrategia de "doble circulación" apuesta de forma clara por el consumo interno frente a las exportaciones. Esto va a permitir a China impulsar el desarrollo socioeconómico de su población tanto a corto como a medio plazo y -lo más importante- libre de presiones externas.

 

Este Plan Quinquenal establece que la prioridad absoluta para China es la economía nacional y el logro de objetivos tecnológicos que mejoren su desarrollo. Dicho en otras palabras, la inteligencia artificial se convierte en clave para lo anterior con aplicación a gran escala, también, en las áreas rurales. Porque lo que implica es, ni más ni menos, que "reemplazar las tecnologías estadounidenses en áreas centrales" de la economía y para ello se aumenta la inversión en Investigación y Desarrollo desde el 2’2% actual al 3% del presupuesto estatal. Un porcentaje que EEUU es incapaz de asumir.

 

EEUU tal vez había previsto este movimiento y lo ha estado intentando impedir con todas sus fuerzas, pero ha llegado tarde, muy tarde. Pocos discuten hoy que todas las acciones agresivas contra Huawei, TikTok, WeChat y similares no han logrado los resultados que se pretendían y que hay “consecuencias colaterales” (The Asia Times, 30 de octubre de 2020) que no se esperaban como el hecho de que han afectado a muchas empresas estadounidenses.

 

Este XIV Plan Quinquenal establece que lo anterior es la antesala del gran objetivo: 2035 con China como líder tecnológico mundial, aparte de principal potencia económica sin discusión alguna, poniendo de manifiesto que el poder hegemónico de EEUU se está debilitando muy rápidamente y tiene fecha de caducidad.

 

Recordando a Lenin

 

Es evidente que el llamado "orden mundial" cambia en momentos de crisis, solo hay que hacer un repaso a la historia. Si hasta ahora estaba despedazándose el hegemonizado por Occidente, encabezado por EEUU, la pandemia lo ha destrozado del todo. Vivimos un momento histórico, viendo cómo el dominio de EEUU decae exactamente igual que el imperio británico y el francés se deshicieron tras la Segunda Guerra Mundial o el español al final del siglo XIX.

 

Lenin hablaba en su "Imperialismo, fase superior del capitalismo" de cómo la feroz competencia por el control de los recursos y del comercio entre los estados capitalistas europeos desembocó en la I Guerra Mundial. Y de cómo el imperialismo, directa o indirectamente, siempre impone las reglas del comercio internacional para asegurar que el excedente económico fluya hacia el poder imperialista. Supongo que no hace falta decir qué ha hecho EEUU desde la decadencia británica tras la II Guerra Mundial y en qué se ha basado su control del mundo, de forma especial tras la desaparición de la URSS.

 

Y EEUU lo ha hecho incluso avasallando y humillando a sus "aliados", como por ejemplo en la llamada "crisis asiática" de la década de 1990 aunque ya antes había hundido a Japón, que había superado a EEUU en exportaciones manufactureras. Japón tuvo que tragar, los países asiáticos vieron lo que había ocurrido y también agacharon la cabeza, pero China no. China acepta la guerra y la lleva al mismo terreno de EEUU. La aprobación de la ley de control de las exportaciones y la potestad de realizar contramedidas, junto a la aprobación del XIV Plan Quinquenal que marca un futuro cercano son las manifestaciones de que EEUU no puede intimidar a China como hizo y hace con Japón y otros países, que no puede establecer las reglas comerciales y prohibir las empresas tecnológicas que le superan, y, por el contrario, China sí puede mandar a EEUU al baúl de la historia y no será más que otro imperio que ha caído.

 

Un apunte más para cerrar: el año 2035 no solo será cuando China sea el líder tecnológico mundial, sino cuando alcance el grado de “nación socialista completamente modernizada".

 

Aquí volvemos al eterno debate sobre si China es socialista o capitalista. Pero si nos atenemos a lo que se conoce del XIV Plan Quinquenal, vemos que hay algo que no es ni una cosa ni otra porque estamos ante la fusión de la economía monetaria, del keynesianisno en sentido estricto y de la planificación inicialmente soviética aunque remozada.

 

Tal vez algo parecido a la Nueva Política Económica de Lenin. Tal vez. La diferencia está en que Lenin concebía la NPE como un sistema transitorio, un "obligado paso atrás" dentro del sistema socialista, y China lo considera un gran paso hacia adelante y nada transitorio. La semejanza es que, en los dos casos, la economía permanece bajo la dirección y planificación del Estado aunque secundada por el capital privado.

 

Porque lo cierto es que en los últimos años -sobre todo tras la primera gran crisis capitalista de 2008 y, especialmente, tras la llegada de Xi Jinping al poder en 2013 – se ha duplicado la dependencia de la economía del sector estatal, las empresas estatales se han beneficiado de políticas gubernamentales cada vez más favorables para hacerlas “más fuertes, mejores y más grandes”, como dijo el propio Xi. ¿Es esto el "socialismo de mercado" o "el socialismo con características chinas"? Quizá.

 

- Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID y que ya va por la tercera edición. Los pedidos se pueden hacer a libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org También se puede encontrar en librerías.

albercruz@eresmas.com

 

2 de noviembre de 2020

https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2516

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209604

 

miércoles, 4 de diciembre de 2019

EL CAMINO HACIA LA GRAN EURASIA



Asia Times
04-12-2019

El primer presidente de Kazajstán tiene una hoja de ruta para el siglo XXI: alianza global de líderes para un mundo libre de armas nucleares


El Club Astana es una de las reuniones anuales más cruciales en Eurasia, junto con el foro Boao en China y las discusiones de Valdai en Rusia. China, Rusia y Kazajstán están a la vanguardia de la integración de Eurasia. No es de extrañar, entonces, que la 5ª reunión del Club Astana tuviera que centrarse en la Gran Eurasia, y también es de esperar, con una “nueva arquitectura de cooperación global”. 

Astana Club congrega una mezcla fascinante de notables de toda Eurasia con europeos y estadounidenses. Prácticamente todos los tonos relevantes del espectro geopolítico están representados. Los paneles están muy bien estructurados (moderé dos de ellos). Las discusiones son francas y no se desalientan las negaciones de no negación. Aquí hay una muestra de lo que se discutió en Nur-Sultan, bajo la espectacular cúpula poco profunda diseñada por Norman Foster.

Gran estabilizador 

Vladimir Yakunin, presidente del Instituto de Investigación del Diálogo de Civilizaciones en Moscú, apuesta a que China está “lista para preparar Eurasia para el futuro” incluso aunque no haya “indicios de que Occidente lo tratará de manera positiva”. Yakunin ve los Nuevos Caminos de Seda, o la Iniciativa Belt and Road, como una “base de diálogo civilizatorio para China”, incluso mientras Rusia continúa afirmando nuevamente como una potencia global. 

Wang Huiyao, del Centro para China y Globalización y consejero del Consejo de Estado de China, ve a China como “el mayor estabilizador” en las relaciones internacionales y el comercio como “el mayor mecanismo para la prosperidad” como se demostró una vez más en la última Expo de Shanghai.

El diplomático paquistaní principal Iftekhar Chowdury, ahora en el Instituto de Estudios del Sur de Asia en la Universidad Nacional de Singapur, argumenta que “el orden mundial liberal no es universal”; ahora todo se reduce al “capitalismo liberal contra China”. Huiyao, por su parte, no se sorprende: Subraya que China ya ve un “Eurasia 3D” como una nueva plataforma de negociación.

Huiyao señala cómo se está aplicando la “metodología incorrecta” como un “estabilizador de la economía mundial”. Él enfatiza el papel del Banco de Inversión en Infraestructura de Asia y especialmente de Belt & Road como “un nuevo impulso para el desarrollo del mundo en las próximas décadas”. sobre la base de “cultura china, tradición, valores” –además de una economía híbrida que no solo presenta empresas estatales. Belt & Road, insiste, es un “verdadero plan de desarrollo internacional”. En contraste, el gran peligro es el “unilateralismo”: “¿Tenemos solo una forma de historia?”

Jacob Frenkel, presidente de JP Morgan International, lúcido y didáctico a diferencia de muchos banqueros, en realidad cita un proverbio chino: “La miel es dulce, pero la abeja pica”. Él enfatiza que “las palabras importan. Cuando usas 'guerra' en el comercio, hay consecuencias” –especialmente cuando hay “millones de barcos” navegando “el mismo océano”. 

Wang respalda a Frenkel cuando subraya las consecuencias imprevistas para terceros países de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Frenkel ve los aranceles como “los instrumentos equivocados” y subraya que los empresarios “no creen en los modelos del FMI”. Boris Tadic, ex presidente de Serbia, se concentra en cómo “las grandes potencias arrogantes ignoran a los países más pequeños”.

El reducible Li Wei, presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo del presidente del Consejo de Estado y un excelente negociador, subraya que bajo graves “tendencias antiglobalistas” la necesidad es de “nuevos principios de convivencia”. China y los Estados Unidos deberían “dejar de intercambiar golpes; ha habido 13 reuniones para discutir la guerra comercial”. Lo que se necesita, dice Li, en una nueva primera etapa de discusión, es que Xi y Trump firmen un memorando de entendimiento.

En reacción a la posibilidad de que China y los protocolos de firma de EE.UU., Yakunin tenga que volver a su punto principal: “Estados Unidos no está dispuesto a ver a China transformarse en una gran potencia”.

Li, imperturbable, tiene que mencionar que Xi Jinping lanzó realmente Belt & Road en Kazajstán, en la cercana Universidad de Nazarbayev, en 2013. Está convencido de que la iniciativa es capaz de “responder completamente a todos los desafíos del momento histórico actual”.

De MAD a SAD 

Terje Todd-Larsen, ex subsecretario general de la ONU y presidente del Instituto Internacional de la Paz, lamenta que, con el sistema multilateral debilitado, y ninguna organización multilateral que abarque Oriente Medio y África del Norte, No existe una mesa capaz de congregar a los árabes, Irán, Israel y Turquía. La mejor esperanza está en Kazajstán, y ya existen precedentes, con Nur-Sultan como anfitrión del proceso de Astana para Siria.

En el frente de las armas nucleares, Yakunin señala cómo las naciones que suscriben el Tratado de No Proliferación en realidad ahora esperan una “afirmación formal de que no serán amenazadas”. Él ve la “falta de confianza” como la mayor amenaza para el TNP: “Los miembros del P5 del TNP no cumplieron sus promesas”.

El legendario Mohamed El Baradei, ex Director General de la Agencia Internacional de Energía Atómica y galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2005, establece la elección en términos claros: Es “presión máxima, cambio de régimen y sanciones” o “diálogo, equidad, cooperación, respeto”. Él enfatiza que “las instituciones internacionales no pueden lidiar con el mundo de hoy, está más allá de ellas”. Y el elefante en la habitación es, por supuesto, armas nucleares: “Parecemos congelados en su lugar”.

El Baradei refuta la noción del club nuclear como modelo: “¿Cuál es la lógica y la justificación moral? Este es un régimen insostenible”. Sobre el desarme nuclear, son los estados nucleares los que tienen que comenzar una nueva era. Por el momento, lo que queda es “rescatar los restos del control de armas nucleares. Hemos pasado de MAD a SAD: destrucción segura de sí misma “.

De vuelta al nivel del suelo, Dan Smith, director del Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo, presenta sistemas letales de armas autónomas. –como en robots con un alto grado de autonomía–. En la conversación. No es que estas entidades eviten, por ejemplo, los ciberataques, que “pueden ser contraproducentes y autodestructivos, porque habrá un contraataque“.

Alianza global 

La estrella indiscutible del espectáculo en el Club Astana es realmente el primer presidente kazajo, Nazarbayev. Existe la sensación entre diplomáticos y analistas experimentados de que cuando se escriba la historia de la Gran Eurasia, Nazarbayev estará en primera plana. La agitación global puede no favorecerlo demasiado en este momento, pero, como subrayan los rusos, la Unión Económica Euroasiática, por ejemplo, está destinada a sobrevivir a las sanciones y la guerra comercial, y 2025 ofrece una visión tentadora del futuro a través del mercado abierto de gas y transporte. La UE y la EAEU tienen una economía complementaria, y Rusia puede desempeñar un papel importante.

Nazarbayev cita al lavado de teorías Francis Fukuyama para enfatizar que “solo tres décadas después”, su “anticipación no se hizo realidad”. Está interesado en “reevaluar críticamente” el modelo de seguridad euroasiático, que ahora combina Europa y Asia, como la mayoría de los expertos que prepararon un informe detallado sobre los Diez principales riesgos para Eurasia en 2020 están de acuerdo.

Nazarbayev tiene una hoja de ruta para la paz en el siglo XXI, a través de un manifiesto que presentó en la ONU. Eso se constituiría como una alianza global de líderes para un mundo libre de armas nucleares –completado con cumbres mundiales dedicadas a la seguridad nuclear. Puede hablar así con el “derecho moral” de haber cerrado uno de los principales arsenales nucleares del mundo, el de Kazajstán.

La clave tanto para Nazarbayev como para Xi y Putin es ese Belt & Road, la Unión Económica Euroasiática, la Unión Europea, la Organización de Cooperación de Shanghai, la Asociación de la Nación del Sudeste Asiático –todas estas iniciativas e instituciones– deberían estar a toda marcha, juntos, creando múltiples pistas de negociación, todas orientadas hacia la Gran Eurasia. ¿Y qué mejor plataforma para avanzar, conceptualmente, que el Club Astana?

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=263147