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viernes, 20 de mayo de 2016

PPK Y KEIKO PREPARAN MÁS AJUSTE CONTRA LOS TRABAJADORES





Detrás del confuso debate que protagonizan los candidatos Keiko y PPK, se ocultan reaccionarios planes antiobreros

20-05-2016

Los trabajadores escuchamos todos estos días de campaña hacia la elección del 5 de junio un montón de ataques entre los candidatos y muchas promesas, pero ninguna claridad sobre lo que proponen en temas centrales como en economía y trabajo. 

Buscando ganar votos ambos muestran buena cara tratando de pintarse como el más “honesto”, “eficiente” o más regalón, pero ninguno tiene ni muestra el menor interés de exponer su verdadero plan: el que aplicarán desde el 28 de julio. Una confusión conscientemente alentada desde ambos bandos pero con la lamentable contribución del Frente Amplio y de la misma cúpula de la CGTP, que en lugar de ofrecer claridad a los trabajadores se encuentran empeñados en presentar la actual contienda como una opción contra el mal mayor: Keiko Fujimori, embelleciendo en los hechos al banquero PPK. 

Mientras así impacta la campaña en el mundo obrero en los fueros empresariales se respira absoluta tranquilidad. Para ellos la película es clara como el agua: tienen la absoluta seguridad de que cualquiera que gane no sólo les garantizará la continuidad del modelo sino sobre todo que aplicarán las medidas que necesitan para reactivar sus negocios desde el próximo 28 de julio. 

El “debate” que propician altos tecnócratas de ambas candidaturas revela que en realidad estamos ante un “lío de blancos”. Elmer Cuba, cabeza de una de las mayores consultoras de empresas del país, en el equipo de Keiko, contra Alfredo Thorne, alto funcionario del mayor banco de inversión del mundo (JP Morgan) en el equipo económico de PPK. O en la otra esquina: Jorge Chlimpler, vicepresidente de Keiko (empresario autor de la ley que recorta derechos laborales a los trabajadores del sector agrario), contra Pedro Olaechea, del equipo de PPK, ex presidente del SNI que se cansa de demandar la reducción de los “costos laborales”. 

Así el debate entre ambos candidatos se desplaza a quien asegura el combate a la corrupción, la inseguridad o la informalidad, donde cada cual puede presentar “jales” y planes para todos los gustos. Hay que ser ciego o sordos totales para comerse estos cuentos: todos los gobiernos son corruptos y todos son antidemocráticos. Y la inseguridad y delincuencia, que es un cáncer generado por un sistema que enriquece a unos cuantos y mantiene en la marginalidad y pobreza a las grandes mayorías, no lo va a resolver ningún gobierno patronal. 

El problema de fondo es que Keiko o PPK desde el gobierno harán lo mismo en temas de economía y trabajo. 

El panorama general 

Nadie discute a estas alturas que vivimos una situación de desaceleración económica producto de una crisis internacional. La locomotora China se sigue enfriando por la crisis que hace años afecta a las mayores economías del mundo, y ella viene impactando en las economías de América Latina. Este año en AL prevé un retroceso en su crecimiento por debajo de 0 %. 

En este panorama, aunque la economía nacional sigue mostrando una ralentización prolongada en torno al 3%, cifra que se proyecta para el presente año, en los fueros empresariales nadie se llama a engaño y sabe muy bien que acusa los mismos o mayores problemas que los vecinos de la región y que necesita tomar medidas. 

Este moderado crecimiento viene impulsado por proyectos mineros cuyas inversiones se iniciaron años atrás y que están concluyendo (Las Bambas, Constancia, la ampliación de Toquepala), y que genera un espejismo que oculta o disimula el hecho de que los otros sectores productivos vienen mostrando una fuerte tendencia a la contracción: la industria, el sector inmobiliario, la construcción y el agro, con fuerte demanda de mano de obra. La exportación no tradicional por ejemplo se encuentra en franca caída. 

Esta realidad ya está provocando impactos negativos. El déficit fiscal ha crecido en 4% (gastos menos ingresos). Por otra parte, al contraerse el mercado las empresas menos competitivas vienen siendo expulsadas de ella. Según ADEX el 2015 se perdieron 170 mil empleos por caída de las exportaciones, y para el 2016 estima una mayor pérdida aún con un considerable cierre de empresas en el sector. 

En estas condiciones vuelve a ser “normal” el crecimiento del desempleo, subempleo, la pérdida del valor adquisitivo de los salarios, la informalidad, los males endémicos como la desnutrición infantil y los lastres inacabables de la pobreza y extrema pobreza que jamás nos abandonaron. 

Las salidas que discuten los empresarios 

Todo esto nos lleva a la conclusión de que estamos asistiendo al fracaso de un modelo económico de capitalismo neocolonial, que prometió llevarnos al primer mundo de la mano de la explotación indiscriminada de nuestros recursos naturales y aprovechamiento de nuestra mano de obra barata, pero que “funcionó” mientras creció el mercado mundial. Ahora que llegó la crisis a los centros de la economía mundial los que estamos en la cola pagaremos los costos de ella. 

Ante esto la patronal no discute el cambio de modelo ni menos aún un proyecto que salvaguarde al país y a los trabajadores; ellos buscan recuperar sus ganancias sujetándose a las directivas de los monopolios, aunque esto signifique propiciar mayores enfrentamientos y conflictos sociales que es lo que harán desde el gobierno PPK o Keiko. 

En este marco sus voceros hablan de aplicar algunas medidas generales. Por ejemplo impulsar la inversión pública para dinamizar la economía y la “diversificación” producción. Sobre el primero el discurso se viene acabando porque estos días el crecimiento de la brecha fiscal revela que no hay mayor margen de endeudamiento del Estado, incluso el llamado Fondo de Estabilización Fiscal donde se pensaba meter la mano se habría reducido de manera sustantiva limitando su uso. Tan es así que en la programación del gasto público del actual gobierno se viene preparando recortes y sus secuelas ya lo estamos viendo en regiones como Loreto que ha quedado sin recursos del Estado afectando gravemente los servicios a la población. 

En cuanto a la idea de la “diversificación productiva”, un país ubicado en los últimos escalones de educación en el mundo no tiene condiciones materiales para ser competitivo casi con nadie. 

Los verdaderos ejes del plan 

Por ello para los empresarios se trata de enfocarse en dos aspectos centrales: a) Seguir promoviendo los grandes proyectos en especial los mineros, y b) Ajustar la productividad empresarial. 

Además del tema del gas (ver nota adjunta) existen otros proyectos como la Refinería de Talara y la Línea 2 del Metro que son proyectos que dependen de la disposición de recursos externos que ahora son más escasos y están sujetos a condiciones más leoninas que traerán la hipoteca del país. No son pues locomotoras listas para traer la reactivación que se espera. 

Por ello el objetivo patronal sigue siendo promover la inversión minera. Los estudios, proyectos y la mayor actividad empresarial están ubicados en torno a la minería y el plan es seguir insistiendo en ellos. El problema es que hoy, por la caída en los precios de los minerales los proyectos mineros se reducen a los altamente rentables. Roque Benavides del grupo Buenaventura declaró que Conga “no va” no por el problema social y ambiental sino por un tema de costos. Por el contrario, Gonzales Rocha acaba de declarar que está a la espera de la autorización del EIA para iniciar el proyecto de Tía María porque este proyecto es particularmente rentable para la minera. Es decir, ya no hay “boom” minero pero sí enfoque en proyectos puntuales donde hay conflictos irresueltos, mientras se espera una recuperación de los precios que no se sabe cuánto vendrá. 

La productividad 

El otro objetivo empresarial es elevar la productividad del trabajo, o producir más en el mismo tiempo y por tanto a un menor costo. 

Con este objetivo desde los fueros de PPK se planea una ayuda adicional a los empresarios reduciéndole impuestos a costa del erario nacional, con el cuento de que lo “reinviertan” y reactiven la economía. La experiencia reciente del gobierno de Humala que redujo el impuesto a la renta en 2,900 millones con esa sibilina idea no logró dicho objetivo: los empresarios no reinvirtieron ni un solo centavo y se embolsillaron todo. 

Alcanzar una mayor productividad del trabajo está enfocado en lo que ellos llaman “reducir los altos costos laborales”. En este terreno no hay mucho misterio. Un gran sector empresarial ya se beneficia con la ley MYPES que permite a micro y pequeñas que obtienen ingresos por hasta 9 millones de soles puedan emplear mano de obra con derechos recortados (15 días de vacaciones, media gratificación, media CTS). Lo mismo ocurre con el régimen de contratos de exportación que afecta a los trabajadores textiles, y a los servis y contratas, en todos los cuales laboran más del 70 % de la mano de obra barata que se explota en el país. 

Por ello el enfoque empresarial para reducir los llamados costos laborales se centra ahora en modificar el Régimen General del Trabajo (DL 728) de las medianas y grandes empresas, donde se han formado sindicatos y existe un movimiento obrero organizado.
Para este sector PPK ha planteado la eliminación de la CTS con el pretexto de otorgar un seguro de “desempleo”. Y no hay duda que así como Ollanta Humala quiso aplicar la ley Pulpín y aprobó el DS 013 que faculta despidos masivos, el nuevo gobierno intentará retomarlos bajo cualquier nombre o vía con el objetivo de abaratar más la mano de obra en este sector. 

En este mismo tema se incluye la llamada “flexibilización” laboral. En qué consiste: los empresarios no pueden despedir si no es por “falta grave”, y como el “despido arbitrario” (sin causal) está impedido por una sentencia del TC, ellos están buscando la manera de crear otra jurisprudencia para tener la libertad de despedir a quien le plazca. Y junto con ello, abaratar los costos de indemnización. 

Lo que no requiere ley 

Sin esperar al nuevo gobierno las empresas ya vienen aplicando medidas para facilitar despidos endureciendo sus reglamentos internos, por ejemplo pretextando el “mal uso de los descansos médicos”, colocando cámaras de seguimiento y vigilancia para justificar alguna “falta”, detectando omisiones en las demandas o denuncias que realizan los dirigentes sindicales para denunciarlos penalmente, etc. En otras empresas se siguen ajustando las condiciones laborales (horarios atípicos, obligando a hacer turnos y trabajar los feriados, etc.). Todo esto mientras por otro lado se trata de hacer inaplicable leyes como la de Seguridad y Salud en el Trabajo que se dice son “costosas”, para no asumir responsabilidad por las enfermedades y accidentes que se inflige a los trabajadores. 

Todo esto agrega nuevos desafíos a los que ya enfrentamos los por la ausencia de libertades sindicales: las “negociaciones colectivas” no tienen cuando terminar porque los empresarios no resuelven los petitorios, el derecho de huelga está a discreción de la autoridad que la declara improcedente cuando quiere, etc. 

En este marco (y como parte de su respuesta a la crisis) muchas empresas han iniciado procesos de venta y asociación con multinacionales (Corporación Lindley) o han tercerizado la gestión empresarial (Celima-Trébol), los que representan costos financieros que recortan las utilidades de los trabajadores, e introducen procesos de reconversión con la construcción de megaplantas modernas y de alta tecnología ubicadas fuera de Lima, todo lo cual trae aparejado políticas de despidos y liquidación del personal. 

Esta es la realidad que enfrentamos hoy los sindicatos y que, sin lugar a dudas, se volverá más difícil desde que asuma el nuevo gobierno porque los empresarios contarán con el respaldo político que necesitan para aplicar sus planes. 

Si esta es el panorama al que nos enfrentamos muy mal haríamos en ir a votar por uno de los candidatos que nos ofrece este camino. Lo mejor es preservar nuestra independencia y alertar a nuestros compañeros de lo que se viene para estar mejor preparados ante quien gane en las elecciones.

Otro cuentazo: el gas 

Entre los grandes temas colocados en debate durante la primera vuelta fue el del gas. Todos aceptaron “renegociar” los contratos, hasta PPK. ¿Se resolvió el tema? ¿Qué pasó? Muy sencillo. El tema no es la renegociación de los contratos de exportación de gas porque hasta las propias empresas que exportan quieren renegociar dichos contratos porque están perdiendo plata. El tema central es la viabilidad del Gasoducto al Sur y de la Petroquímica, y con ellos la masificación del consumo de gas. ¿Por qué no se viabilizan estos proyectos? Porque no es rentable para los empresarios: nadie quiere llevar gas al sur donde no hay grandes consumidores y la Petroquímica no es atractivo para los inversionistas. 

Ellos quieren gas para venderlo en forma directa o transformada en electricidad a Chile, y este es un problema político. 

Hasta hoy el gas como negocio privado solo ha enriquecido a algunas multinacionales mientras el pueblo peruano, sobre todo de las regiones como el Cusco donde se extrae dicho recurso, no reciben dicho beneficio. 

La masificación e industrialización del gas solo lo puede hacer el Estado peruano como lo viene haciendo Bolivia. Por eso, en el tema del gas, con Keiko o PPK no hay duda que todo seguirá igual o peor como con los anteriores gobiernos.

Freddy Salazar. Periodista

jueves, 21 de enero de 2016

ELECCIONES 2016: CIRCO ELECTORAL CON MÁS AJUSTE A LOS TRABAJADORES Y POBRES





21-01-2016

Empezó la campaña electoral y comienza, por todos lados, a invadirnos la propaganda y promesas de una multitud de candidatos que los hay para todos los gustos y como en botica. Como reza la vieja frase “no hay pan pero sí circo”, detrás de la presente campaña, o aprovechándose de ella, el gobierno y la patronal, con la cantaleta del “enfriamiento” de la economía, continúan aplicando su plan de ataques a los trabajadores y más pobres en beneficio de los que más tienen. 

Humala ha puesto en venta Sedapal, con la que se encarecerá la tarifa de agua; ha firmado el TPP (Tratado Transpacífico, por sus siglas en inglés), con el que los precios de las medicinas monopolizadas por las multinacionales farmacéuticas, se irán por las nubes; mientras con el irrefrenable alza del dólar se encarecen los productos de la olla popular y los sueldos y salarios congelados pierden cada día su poder adquisitivo, ahondando la pobreza.

Al mismo tiempo, la patronal no cesa su ola de despidos y abusos. Decenas de miles de trabajadores sin protección laboral de pequeñas empresas, vienen siendo arrojados a la calle. En las grandes empresas con cualquier argucia se echa masivamente trabajadores: en Trébol (62), Comiccsa (15), en el Hospital Solidaridad; en la empresa de limpieza de Lima, Solvi Ambiental, 1600 obreros/ras están con un pie en la calle pese a sus más de 15 años de servicios; todo esto con la complacencia del gobierno. Los despidos afectan principalmente a los dirigentes y se producen en un marco de abusos y prepotencia, e incluso de juicios truculentos (Alicorp), que buscan desmoralizar y debilitar las organizaciones sindicales para dejarlas vulnerables ante el ajuste patronal y para no atender los pliegos, muchos de los cuales siguen sin solución.

Ante esto aún hay dirigentes que creen que hay que bajar los brazos y dejar los problemas en mano de los abogados, con lo que favorecen el crecimiento de la embestida patronal. Complementan así lo que desde la cúpula de la CGTP hacen los viejos dirigentes colaboracionistas, desconociendo que solo con la lucha logramos defender los derechos y ganar importantes conquistas, y que esa sigue siendo la tarea de los verdaderos dirigentes.

LAS ELECCIONES

Como telón de fondo discurre el actual proceso electoral que, no por casualidad, no despierta interés ni ilusiones en los trabajadores, pues los partidos patronales con “plata como cancha” hacen su festín y no identifican en él a nadie que de verdad los represente y defienda. Ni siquiera existe una candidatura representativa de la llamada “izquierda”, desacreditada hasta los huesos por haber apoyado y sostenido primero a Susana Villarán y después a Ollanta Humala, y que en estas elecciones ni siquiera ha sido capaz de unificarse en torno a una candidatura. Protagonizando bochornosos escándalos con acusaciones de fraudes, peleas y pactos fallidos con partidos patronales etiquetados de “progresistas”, han terminado dispersos y con muchos de ellos aupados a último minuto en el partido que hasta ayer denunciaban, por un lugar en sus listas al Congreso (Susana Villarán con el oficialista Urresti acusado del asesinato del periodistas Bustíos, entre muchos otros); desnudando así que lo único que los mueve es el más ruin oportunismo electoral. 

En este contexto, el Frente Amplio (FA) de Verónika Mendoza y del cura Arana fue el único que quedó en carrera. Pero el FA tampoco ha sido capaz de elevarse por encima de esas mezquindades y peleas y constituirse en una alternativa unificada y de amplia convocatoria de la izquierda y los trabajadores, y ha impuesto su interés de grupo. Como si esto no fuera suficiente, su discurso y propuestas son más tibios de los que caracterizaron a Susana Villarán y más todavía a Ollanta Humala cuando fueron candidatos; y esto, pese a que muchos de sus componentes vienen del humalismo. 

El FA cuestiona al modelo “neoliberal” pero al mismo tiempo ofrece 6% de crecimiento, como Alan García, aunque éste es más coherente porque ofrece acelerar el modelo minero exportador con nuevos “baguazos”, Congas y Tía María. El FA propone “revisar” los Tratados de Libre Comercio y el propio Tratado Transpacífico que nos atan de pies y manos a los intereses de las grandes corporaciones imperialistas, pero sabe muy bien que dichos tratados son irrevisables y que ante ellos el único camino es la ruptura. Propone una “Nueva Constitución” consensuada con los patrones, pero todos sabemos que con los patrones no existen “consensos” y que todo lo que arrancamos con la lucha.

En lo laboral el FA propone una “nueva Ley General del Trabajo”, propuesta de la dirigencia de la CGTP y de la CONFIEP, y hasta de la misma Keiko Fujimori, contra la que un gran sector del sindicalismo se puso de pie exigiendo se derogue primero toda la legislación laboral fujimorista y la misma Constitución que consagran la vulneración de los derechos laborales.

Todo esto se puede resumir de la siguiente manera: el FA se presenta como la “izquierda” domesticada y digerible que necesita la patronal para pintar de plural y democrático este proceso, como lo describe y reconoce desde su propio interior el viejo luchador Hugo Blanco. Es la verdad, aunque duela.

Por ello no hay ninguna razón para que los trabajadores apoyen la candidatura de Verónika Mendoza. No se trata de simpatías personales ni una cuestión de género, que son respetables, sino de la posición que defiende y representa. Hasta el mismo Mario Huamán, que no puede ser acusado de “radical” (nos declaró “enemigo” a los del PST por criticar su política conciliadora), pensando lo mismo, se propone llevarle la “agenda laboral” a cada uno de los candidatos incluido a la candidata del FA.

LOS TRABAJADORES NO TENEMOS CANDIDATOS

Lo mejor era contar con una alternativa electoral independiente de los trabajadores, con su programa y candidatos, pero aún no tenemos la fuerza para hacerlo por la enorme valla que impone la antidemocrática legislación electoral. Pero esto no es justificativo para que apoyemos a candidatos falsamente de izquierda, o a los llamados “progresistas”, y menos que busquemos un sitiecito en sus listas. Con esta política oportunista la mayoría de la “izquierda” apoyó la elección de Fujimori contra Vargas Llosa en las elecciones de 1990; y apoyaron la elección de Susana Villarán y de Ollanta Humala con los resultados que todos conocemos. 

Algunos pueden decir que no hay otra opción que con el razonamiento de que hay que elegir por el “más progresista” o el “mal menor”. 

No es fácil remar contra la corriente. Pero antes de reforzar falsas ilusiones para seguir la moda o para tentar algún cargo en el Congreso preferimos decirles la verdad a los trabajadores: no tenemos candidatos y no debemos apoyar a ninguno. Cuando el engaño es alentado por reconocidos luchadores como el mismo Hugo Blanco, que ni siquiera es candidato, es peor; y lo es más cuando, como cualquier candidato burgués, algunos, con el fin de obtener votos, ofrecen dictar desde el Congreso leyes favorable a los trabajadores, lo que jamás ha ocurrido, no ocurre ahora y menos va a ocurrir luego de estas elecciones que llenarán dicho recinto de tránsfugas, oportunistas y agentes del empresariado.

HAY QUE CONFIAR EN NUESTRAS PROPIAS FUERZAS

Por ello enfatizamos una sola idea que es la experiencia vivida por los trabajadores durante todos estos años: la única garantía para defender nuestros derechos y aspiraciones y parar los ataques de la patronal y los planes de este y del nuevo gobierno que vendrá, no está en el voto por algún candidato ni en la ilusión de que alguno de ellos resolverá nuestros problemas: está en las calles y en la confianza que debemos depositar únicamente en nuestras propias fuerzas y organizaciones y en las direcciones que debemos forjar al frente de ellas.

Respetamos cualquier postura y decisión política de los dirigentes y activistas, el mismo respeto que reclamamos para defender nuestras posiciones, en el marco de una confrontación fraternal de ideas. Pero lo que combatimos y combatiremos sin concesiones es el uso que se hacen de los organismos y espacios sindicales, que son de unidad y frente único, para usarlas como portátiles de campañas electorales, como combatimos el uso que hizo Mario Huamán de la CGTP para endosar apoyo a Ollanta Humala maniatando a los trabajadores.

En base a este principio urge unirnos en torno a un solo punto: retomar la coordinación y unificación de las luchas contra el abuso patronal, por la solución de los pliegos, contra los despidos, la criminalización de la lucha sindical y popular, los fallos amañados del poder judicial a favor de la patronal, la derogatoria del DS 013, etc.; con el único método que hemos conquistado en todo este tiempo: unidad para la lucha de todos y todas en torno a los organismos autónomos, independientes y democráticos de los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre.

Ante la maniobra del gobierno y la patronal que pretende involucrarnos en el circo electoral para adormecer nuestras luchas con la idea de que nuestros problemas se resolverán después de las elecciones, o dedicándonos a hacer campaña por uno u otro candidato, decimos con firmeza que los problemas de hoy hay que enfrentarnos ahora y no esperar ni subordinarlos a las elecciones y sus resultados. Como la lucha que hoy han iniciado los jóvenes contra el TPP y en la que, no por casualidad, brillan por su ausencia todos los candidatos, incluida la del FA. 

Freddy Salazar es periodista