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martes, 19 de enero de 2021

LA CAMPAÑA ELECTORAL

 


Escribe: Milcíades Ruiz

¿Para qué sirve el Plan de Gobierno? Al parecer, tan solo para cumplir con el trámite ante la autoridad electoral. ¿Conocen de algún gobierno civil que se haya regido por su plan de gobierno? ¿Algún partido político hace su campaña electoral enarbolando su plan de gobierno? ¿Elegimos a los gobernantes por su plan de gobierno? Responder a estas interrogantes ponen aprueba nuestra conciencia política y nuestra actitud frente a lo que podría ser un delito contra la fe pública.

 Los abundantes candidatos presidenciales han iniciado su campaña electoral con ideas sueltas, sin una perspectiva integradora sobre su plataforma y programas con los que su organización política pretende gobernar el país. Buscan ganar adeptos ofreciendo no un plan de gobierno, sino medidas que impacten la sensibilidad de los electores. “En mi gobierno no habrá adendas”, dice un candidato, denotando un estilo de vulgaridad como punto de partida para su oferta.

Otros en cambio, tienen tras de sí, una maquinaria que diseña la campaña electoral partiendo del diagnóstico del electorado, para explotar sus anhelos en una estrategia manipuladora. Ponen en marcha todas las estratagemas para vender la imagen del candidato, cubriendo todos los medios de comunicación. Es el marketing político y abarca más de 30 áreas de acción.

Al igual que el marketing comercial, que busca convencernos sobre un detergente, que lava suciedad y manchas, con solo introducir la prenda en una bandeja, el marketing político pone la carnada para que piquen los incautos y de este modo, los oprimidos otorgan el voto al que será el gobierno de sus opresores. Previo pago oculto, los medios impactan el cerebro de los electores que, por reflejo condicionado, deciden su voto.

La campaña electoral depende mucho del dinero disponible y por ello, las opciones populares no tienen las mismas oportunidades que los medios mercenarios brindan a los adinerados previa factura. Ahora que la pandemia impide las aglomeraciones, surge con fuerza el marketing digital que explota todos los recursos disponibles para poner el anzuelo, vender imagen y ganar adeptos.

El movimiento heterogéneo de protesta juvenil, atizado por los medios que explotaron la sensibilidad de este sector social, es una muestra del poder de convencimiento a que pueden llegar las vías digitales, hasta la inmolación. ¿Quiénes fueron los beneficiarios de esta movida? No ha sido la juventud peruana. ¿Quiénes serán los beneficiarios de la campaña electoral maquinada? No serán las clases populares, como ha sido siempre en esta república bicentenaria.

La campaña electorera está dirigida a obtener los resultados esperados de la inversión. Los testaferros de los grandes intereses son los que aparecen en el escenario, pero detrás de la cortina están los que mandan. El fin, justifica los medios, aunque estos, no sean correctos. El régimen electoral que tenemos es tramposo, pero lo permitimos. Privilegia el dinero y las leguleyadas. No luchamos por corregirlo. Nos adaptamos a sus disposiciones.

En la izquierda, tenemos escasas opciones compitiendo en condiciones alevosamente injustas, contra una veintena de opciones de derecha que nos venden la imagen de ser centristas, ocultándose detrás de sus mascarillas. Basta ver el número de veces que aparecen diariamente en la televisión y el tiempo que dan a cada cual, para darnos cuenta que hay un manejo detrás de todo y que más tarde se reflejará en las encuestas opinión prefabricadas.

Pero volviendo al punto, los candidatos del campo popular, ¿Tienen una visión de plan de gobierno? ¿Las propuestas que enarbolan, están en el aire o, están estructuradas en la perspectiva de un gobierno popular concordante con las condiciones imperantes? ¿Estamos preparados para gobernar? ¿Podremos cumplir las promesas que ofrecemos? No se trata de “prometer y prometer, hasta meter”, como dicen muchos. De la calidad de las propuestas depende también el resultado.

Entonces, pensar bien lo que decimos es muy importante. Si algunos son buenos agitadores activistas quizá no tengan la calidad requerida para ser gobernante, legislativo y ejecutivo. Manejar un vocabulario fuera de contexto, y despotricar desordenadamente contra enemigos políticos, con un lenguaje altisonante, pero sin sustentación ideológica, podría restar credibilidad.

Si Barrantes convirtió a IU en la segunda fuerza electoral en las elecciones generales de 1985, quedando expedito para la segunda vuelta, fue en gran parte por su convincente manera de hablar con sencillez, pero con fundamento. (Estábamos en una crisis económica, endeudados y con terrorismo). En plena campaña electoral un periodista del diario EL PAÏS, le preguntó:

P. ¿Y empezarán a construir el socialismo si vencen en las elecciones del 14 de abril?

R. Ese proceso comenzó con la victoria de IU en Lima, pero, hablando con realismo, no vamos a hacer un Gobierno socialista. Aspiramos a un Gobierno democrático, realmente popular, a partir del cual se puedan sentar las bases de un futuro desarrollo del socialismo, sin negarnos a la alternabilidad que la Constitución señala.

P. ¿Cuáles son, en su opinión los tres problemas principales de Perú en estos momentos?

R. Primero, la alimentación; segundo, el problema de la salud, y tercero, el problema del desempleo.

P. ¿Qué propuestas tiene su partido para solucionar estos problemas?

R. Nosotros creemos que hay que darle prioridad a la reactivación del proceso económico en el campo; hay que lograr de todas las maneras una moratoria selectiva de la deuda externa, de tal manera que el no pagar en un plazo mínimo de cinco años los intereses que unilateralmente son elevados por nuestros acreedores, permitirá destinar esa suma para la reactivación del campo, la alimentación y la salud. Hay que establecer el control del comercio exterior. El manejo de las divisas tiene que estar en manos del Gobierno.

Aunque las circunstancias son ahora muy diferentes, la experiencia es interesante. Su estilo moderado pero firme despertaba confianza porque traslucía nivel de mandatario. Los radicaloides, que nunca faltan, lo pechaban para exigirle que fuera agresivo en sus mensajes, pero siguió fiel a su estilo. Aunque aquellos le dieron la espalda, sin embargo, los líderes de la Revolución Cubana, de indiscutible autenticidad revolucionaria, lo avalaron y le brindaron atención médica en la isla hasta su expiración.

Salvador Allende ganó las elecciones de 1970 en Chile, no por un leguaje agresivo, sino por su fe en los métodos democráticos. El programa básico de Unidad Popular decía:

El Gobierno Popular garantizará el ejercicio de los derechos democráticos y respetará las garantías individuales y sociales de todo el pueblo. La libertad de conciencia, de palabra, de prensa y de reunión, la inviolabilidad del domicilio y los derechos de sindicalización y de organización regirán efectivamente sin las cortapisas con que los limitan actualmente las clases dominantes.

(…)

Una nueva Constitución Política institucionalizará la incorporación masiva del pueblo al poder estatal.

Se creará una organización única del Estado estructurada a nivel nacional, regional y local que tendrá a la Asamblea del Pueblo como órgano superior de poder.

La Asamblea del Pueblo será la Cámara Única que expresará nacionalmente la soberanía popular. En ella confluirán y se manifestarán las diversas corrientes de opinión.

Este sistema permitirá suprimir de raíz los vicios de que han adolecido en Chile tanto el presidencialismo dictatorial como el parlamentarismo corrompido. (…)

La plataforma completa de UP aquí. https://www.marxists.org/espanol/allende/1969/diciembre17.htm

http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/visor/BND:7738

En el Chinchaysuyo escuchamos decir a la gente “Perro que ladra, no muerde” en alusión a quienes son pura boca, sin pasar a los hechos. En una campaña electoral hay que dar muestras de capacidad de gobierno y de credibilidad, sosteniendo propuestas factibles. No solo discursos emotivos, sino también con fundamento técnico ideológico. Las hormigas pueden picar fuerte pero sus amenazas son ridículas.

Esto mismo nos puede pasar si nuestros candidatos hacen su campaña sobre la base de bravuconadas con amenazas incoherentes. Hablar de una nueva reforma agraria sin precisar el fundamento solo denota desconocimiento, dando lugar a malas interpretaciones. Barrantes hablaba de “darle prioridad reactivación el proceso económico en el campo” que es una concepción, más profunda y completa, que sigue siendo válida.

Ofrecer una constitución que ponga fin a los monopolios es ignorar que eso ya está en ella hace muchos años, o que “hay monopolio en el sector financiero y que los bancos cobran los intereses que les da la agana”, es desconocer la labor del BCR. Sería bueno que nuestros candidatos proyecten una imagen de estadista con nivel de calidad. Si se habla de agricultura, de economía, minería, o de cualquier otra problemática, habrá que hacerlo con fundamento y no por simple emotividad.

Gobernar, no es buscar un arreglo o, pacto social como si se tratara de una componenda negociada. Este enfoque deja todo a la incertidumbre de un “arreglo” futuro. Renegociar las concesiones neoliberales otorgadas por la corrupción gubernamental a inversionistas transnacionales, solo es mantener el mismo régimen, bajo un nuevo pacto, sin cambiar la política entreguista antipatriota. La recuperación de nuestro territorio capturado no se renegocia. ¿O, sí? Ustedes qué dicen.

Enero 19/2021

Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/

 

viernes, 25 de octubre de 2019

9 APUNTES SOBRE EL LLANTO DE LOS POLÍTICOS



Varios candidatos presidenciales argentinos lloraron públicamente durante la campaña electoral de 2019. ¿Qué efectos provoca ese llanto sobre la ciudadanía? ¿Acaso el llanto de los políticos tiene consecuencias en materia de votos y de liderazgo?

El periódico La Nación de Buenos Aires me consultó en referencia a este hecho relativamente inusual. Así fue que contribuí, junto con destacados colegas como Mario Riorda y Daniela Aruj, al reportaje titulado Una campaña en la que todos lloran: ¿estrategia electoral o emoción real?.

En la nota, además de nuestros comentarios y de las observaciones del periodista Alan Soria Guadalupe, aparecen cuatro vídeos que registran las lágrimas recientes del presidente Mauricio Macri, de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de los candidatos Alberto Fernández y Roberto Lavagna.

El tema remite directamente a dos asuntos esenciales en el mundo político de hoy. Tan esenciales que cada uno constituye un módulo de aprendizaje en nuestro Curso de Experto en Psicología Política. Me refiero a la psicología del votante y a la psicología del liderazgo.

La cuestión de fondo es si llorar en público supone consecuencias positivas o negativas para la percepción que tiene el votante acerca del líder político que así se expresa.

Cuando los políticos lloran…

Las lágrimas públicas de los candidatos demandan para su comprensión un estudio de cada caso concreto. O sea evaluar quién llora, en qué contexto lo hace, en qué momento de la campaña, en qué situación socio-cultural y en relación a qué asunto concreto. Y también demandan medir las consecuencias en las investigaciones de opinión pública.

Más allá de esa necesaria profundización, de todos modos podemos trazar algunos apuntes generales sobre el llanto de los políticos:

1.     El primer asunto sería determinar si el llanto es sincero y real o si es fingido. Si es sincero, entonces es el reflejo de una emoción. Si es fingido, si no tiene una emoción como punto de partida, entonces es simplemente una táctica para engañar al electorado.´

2.     Cuando el llanto es fingido, la mayoría del público lo advierte de forma inconsciente. Entonces la gente capta la intención de engaño, se da cuenta de la falsedad y reacciona con desdén o con rechazo hacia esa figura política. 

3.     Cuando el llanto es real, entonces una parte de los votantes posiblemente sienta la misma emoción que siente en ese momento el político. Casi cualquier estado emocional puede ser la raíz de un llanto auténtico: tristeza, felicidad, miedo, ira…Esa emoción se hace viral en el sentido de que se transporta de persona a persona. Entonces el candidato que se emociona y deja que eso se transparente en sus lágrimas está contagiando esa emoción a una parte de quienes lo ven o lo escuchan

4.     A su vez, cuando el llanto es real hay otra parte de los votantes que posiblemente no se contagien con facilidad. Ellos van a reaccionar de otro modo, tomando el llanto como una señal que al mostrar una emoción podría estar mostrando un aspecto importante de la personalidad del candidato. Esos votantes van a decodificar ese llanto y esa emoción en función de su propio vínculo con sus emociones. Es así que algunos lo verán como señal de sensibilidad y humanidad mientras otros lo verán como señal de debilidad. 

5.     ¿Qué impacto tiene sobre la ciudadanía la percepción de la vulnerabilidad del candidato? Varios estudios de psicología política muestran que los dos rasgos de personalidad que los votantes mejor valoran en los políticos son la energía y la amabilidad. Las lágrimas pueden reforzar o debilitar cualquiera de esos dos rasgos, por lo tanto el impacto principal pasaría por la autenticidad o no de la emoción que sustenta esas lágrimas. Si la emoción es auténtica lo más probable es que el impacto sea positivo, pero si es fingida entonces lo más probable es que el impacto sea negativo. 

6.     ¿Rinde electoralmente? Lo que rinde electoralmente es una estrategia de campaña bien diseñada, lo que rinde es una buena investigación previa a la campaña, lo que rinde es una buena lectura de la realidad, lo que rinde es una comunicación política bien hecha, lo que rinde es lo sembrado en los años anteriores, lo que rinde es la política pensada a mediano y largo plazo. La superficialidad, la búsqueda de golpes de efecto espectaculares y la simulación no solo no rinden sino que son meros castillos en el aire. 

7.     ¿La ciudadanía lo toma como algo genuino? La gente tiene experiencia en detectar emociones verdaderas y en diferenciarlas de simulacros. De hecho eso lo hace espontánea y naturalmente toda persona por el solo hecho de vivir en contacto con otras personas. De manera que las personas sí que se dan cuenta cuando hay simulación y también cuando hay emoción verdadera. Aunque algunas personas puedan ser muy crédulas, de todos modos la mayoría sabe diferenciar. 

8.     ¿Qué sería lo mejor para un candidato presidencial? Lo mejor sería que su comunicación política estuviera alineada con su personalidad real. De esta manera siempre podrá ser auténtico y eso será percibido y valorado por los votantes. Esto tiene un correlato: que su personalidad real sea la más adecuada para la toma de decisiones trascendentes y para actuar bajo presión. Esto es que tenga una personalidad estable y un buen control de emociones e impulsos. Si así es su personalidad, entonces la autenticidad siempre va a jugar a su favor con independencia de que en alguna ocasión derrame alguna lágrima o no. 

9.     Una pequeña historia real. En cierta ocasión estaba asesorando a un ex Presidente de un país de América Latina. Horas antes había fallecido una personalidad política latinoamericana que era su amigo además de su aliado político. Y este ex Presidente se enfrentaba a una conferencia de prensa acerca de esa muerte. Le habíamos preparado una breve declaración escrita pero mientras bajaba las escaleras para encontrarse con los periodistas lo detuve un momento y le pedí que más allá del papel escrito dijera lo que sentía en su interior. Fue lo que hizo: leyó la breve declaración y luego dijo lo que sentía. En medio de eso se quebró un instante y se le cayeron algunas lágrimas. Y fueron esas palabras conmovidas las que le generaron una corriente inmediata de respeto, comprensión y apoyo. La moraleja es que nunca se trata de llorar o no llorar, cual si fuera un dilema digno de Hamlet. Se trata de ser auténtico, de ser coherente con la personalidad del candidato y con sus posiciones políticas. 

En suma: el candidato frío como una heladera generalmente no convence. Tampoco lo hace el candidato emocionalmente inestable que llora sin control. Y menos que menos el candidato falso que simula una emoción que no siente. 

Es simple. Candidatos hay muchos. Los líderes políticos son menos. Y los estadistas muchos menos aún. Si se trata de estadistas o de grandes líderes, lo mejor pasa por la estabilidad emocional y la autenticidad.


martes, 27 de marzo de 2018

LAS CAMPAÑAS ELECTORALES FRACASAN SI DESCONOCEN A SU ADVERSARIO




Esta semana comparto contigo un artículo breve que va directamente al punto: por qué es un arma de triunfo para las campañas electorales el conocimiento preciso y profundo de su adversario.

Primero hay que saber quién es el adversario, claro está. Me dirás que es muy fácil, pero te respondo que no tanto. En el artículo te sugiero 3 filtros mentales y estratégicos que tendrás que aplicar para saber a ciencia cierta contra quién realmente te estás enfrentando.

Y luego tendrás que estudiarlo, examinarlo con atención, escudriñar sus fortalezas y sus debilidades para luego enfrentarlo con mayores posibilidades de triunfo.

Sun-Tzu decía en “El arte de la guerra” que las mejores batallas son aquellas que se ganan antes de que comience la refriega. En política es igual: la investigación, la preparación y la estrategia ocurren antes de la batalla electoral. Y son decisivas.
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Una de las primeras preguntas que le planteo a cada posible cliente de mi consultoría es simple, clara y directa:

– ¿Quién es tu principal adversario electoral?


Las respuestas varían de acuerdo al país, al partido político y al candidato, pero las más comunes suelen ser las mismas:


El que representa las antípodas ideológicas
El que va primero en las encuestas
El que va segundo en las encuestas
El candidato del gobierno
El candidato de la oposición
El candidato más rechazado por mi posible cliente
El candidato con quién más ha polemizado mi posible cliente

¿Cual de ellos es tu principal adversario?

Pues cualquiera de ellos puede ser el adversario. O tal vez ninguno de ellos lo sea.
Porque ninguna de las respuestas habituales que señalé antes es efectiva para identificar al principal adversario.


Un adversario político es alguien con quien se compite en virtud de aspirar a los mismos objetivos. 

Por lo tanto en las etapas previas a las campañas electorales es necesario estudiar el escenario político y determinar qué otros candidatos tienen los mismos objetivos. Ese es el primer filtro.

Si tu objetivo es la Presidencia, solo los otros candidatos presidenciales serán tus adversarios potenciales.


Si tu objetivo es conquistar escaños en el Senado o en Diputados, entonces solo quienes disputen cargos legislativos nacionales serán tus adversarios potenciales.


Y si tu objetivo es ser Alcalde o Gobernador, pues ya sabes: el criterio es el mismo.

Pero tendrás luego que aplicar un segundo filtro: la competitividad.

O sea que tendrás que descartar de la lista breve que hiciste con el primer filtro a aquellos candidatos o partidos cuya fuerza sea tan minoritaria que no representen ninguna amenaza. Con este segundo filtro dejarás de lado a candidatos meramente testimoniales, que siempre los hay. Y te concentrarás en los que sean real y objetivamente competitivos.


Pero aún falta algo. Todavía te falta un tercer filtro. Y es absolutamente decisivo. Es el filtro de la superposición de públicos.

La planificación estratégica de las campañas electorales requiere una definición precisa acerca de a qué publico (o públicos) te vas a dirigir. Es evidente que pretender comunicarte con todos los públicos es igual que no comunicarte con ninguno. La estrategia implica priorizar, destacar, afinar la puntería.


En ese plano, entonces, tendrás que buscar cuales de los adversarios potenciales identificados con los dos primeros filtros van a disputar el mismo público, la misma audiencia, los mismos votantes que tú.

Recién en este punto tendrás el retrato hablado de tu principal adversario:

1.     Aspira al mismo cargo que tú aspiras.
2.     Tiene fuerza competitiva para enfrentarte.
3.     Se dirige al mismo público que tú.

Allí está: uno, dos y tres, y ya conoces al adversario principal al que te vas a enfrentar en la próxima elección.

Aunque…¿de verdad lo conoces?

Tu adversario, ese gran desconocido

Ya identificaste quién es tu adversario, pero seguramente no lo conoces. Porque la vida política suele prestarse a una gigantesca danza de caricaturas.

Los dirigentes políticos, los partidos, los militantes, los gobiernos, los candidatos y las campañas electorales quedan atrapados, con sorprendente facilidad, en una burbuja comunicacional. Esa burbuja es construida por los hábitos de consumo de información política y por la misma estructura del sistema de comunicaciones de nuestro tiempo.

A través del lente deformante de esa burbuja los adversarios políticos son visualizados con dificultad, más como sombras borrosas que como seres tangibles, más como caricaturas que como personas reales.

Ese adversario político que identificaste ya con precisión, en realidad sigue siendo un gran desconocido.

Sabes quién es, pero no cómo es.


Aunque podrías decir que con eso te basta, con saber a quién te enfrentas. ¿Para qué conocerlo, al fin y al cabo?

Enemigos íntimos

Tú y tu principal adversario político están entrelazados en la mente del público objetivo que comparten. Uno y otro disputan los votos y las ideas en la calle, en la televisión, en la radio, en los periódicos, en internet, en las redes sociales pero además y sobre todo en la mente de ese público.

Son enemigos íntimos que van juntos, codo a codo en todos los escenarios.

Para derrotar a ese adversario tan cercano tienes que conocerlo mejor que lo que él te conoce. Conocer su vida, su trayectoria, sus fortalezas, sus debilidades, su forma de tomar decisiones, su psicología, su personalidad…Tienes que comprenderlo en profundidad, mucho más allá de las caricaturas que recorren los medios y los ambientes políticos. Tienes que estudiarlo en serio. Con objetividad. Tienes que analizarlo en detalle.

Cierta vez escuché con asombro a un conocido director técnico de fútbol de un país latinoamericano, alguien muy conocido por su soberbia. Decía que no miraba jamás vídeos de sus adversarios porque era una pérdida de tiempo. Más decía: que a él solo le interesaba su propio equipo y que no le importaba lo que hicieran sus rivales.

Ese director técnico ha cosechado una enorme cantidad de derrotas, una detrás de la otra. Los triunfadores, en todos los casos, han sido directores técnicos más humildes y más estudiosos. Esos que durante horas y horas estudian con seriedad a sus rivales.

Eso es también imprescindible en las campañas electorales: estudiar con seriedad a los rivales.

¿Sabes por qué?


Esencialmente porque tu adversario puede hacer muchas cosas pero nunca jamás puede dejar de ser quién es y cómo es.


Y durante la campaña pensará, sentirá y actuará en función de cómo es. No de la caricatura simplificadora que otros hagas, sino de cómo es en realidad. Por eso tienes que estudiarlo a fondo.


Por eso si te pregunto quién es tu principal adversario, no te apresures a responder.

Ahora mismo: observa el escenario electoral. Tú escenario electoral. Piensa: ¿quién es tu principal adversario? Descúbrelo. Analízalo. Recién después podrás planificar tu estrategia.