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miércoles, 18 de diciembre de 2019

RECORRIENDO LAS RUTAS DEL LIBERTADOR



Análisis
17/12/2019 

El 17 de diciembre de 1830 partió Simón Bolívar, cuando aún no había cumplido los 47 años, casi la misma edad con la que muriera nuestro peta nacional César Vallejo Mendoza.

Al recordar este aciago acontecimiento de la historia, es bueno traer a la memoria algunos datos citados por quienes nunca fueron propiamente admiradores del Libertador, pero que se vieron obligados a reconocer un conjunto de hechos indiscutidos e indiscutibles. Veamos:

Con solo 47 años de edad, Bolívar peleó 472 batallas siendo derrotado solo en 6 ocasiones.

Participó en 79 grandes batallas, con el gran riesgo de morir en 25 de ellas. 

Liberó 6 naciones, cabalgó 123 mil kilómetros, más de lo navegado por Colón y Vasco de Gama combinado. 

Fue Jefe de Estado de 5 naciones. 

Cabalgó con la antorcha de la libertad la distancia lineal de 6.500 kilómetros, esa distancia es aproximadamente media vuelta a la Tierra. 

Recorrió 10 veces más que Aníbal, 3 veces más que Napoleón, y el doble de Alejandro Magno. 

Sus ideas de Libertad fueron escritas en 92 proclamas y 2.632 cartas. 

Lo más increíble es que muchas de ellas fueron dictadas de manera simultánea y en diferentes idiomas a distintos secretarios. 

Y el ejército que comandó nunca conquistó un solo territorio. Sólo liberó pueblos y naciones.

Lo aquí recogido fue citado por la BBC de Londres y sirviera como argumento para que ella lo eligiera como el Americano más prominente del siglo XIX.

Pues bien. Cuando hablamos de las rutas del Libertador podemos aludir a dos significados paralelos: a los caminos físicos y geográficos recorridos en vida por Simón Bolívar; y al itinerario de su pensamiento, que le permitió perfilar objetivos y propósitos de lucha que macaron su historia y sellaron el destino de los pueblos de nuestro continente.

Podemos reseñar las dos vertientes del proceso que nos ocupa.

Bien podemos recordar que fue el 5 de julio de 1811, cuando Simón Bolívar proclamó la Independencia de su Patria, Venezuela, iniciando la gesta continental que cerraría en Ayacucho, en 1824; y que entregara a la humanidad una epopeya liberadora que marcó el proceso de descolonización que solo cerraría su vigencia en el mundo 150 años más tarde, en 1945, después de la II Guerra Mundial.

Entre 1811 y 1830 –el año de su muerte- el Libertador recorrió gran parte de América, pero estuvo también en España, los Estados Unidos e Inglaterra. En todas partes anduvo imbuido por un solo propósito: fortalecer y desarrollar la lucha por la Independencia de América, que juzgó desde un inicio como una sola Patria.

El 27 de noviembre de 1812, desde Cartagena de Indias se dirigió al Congreso de Nueva Granada demandando la unidad más férrea y la lucha más firme contra el Poder Opresor de la Monarquía Ibérica. En esa circunstancia condenó sin tapujos “la estúpida indulgencia (de sus compatriotas) para con los ingratos y pérfidos españoles, siempre sorprendidos en atentados y subversiones intestinas, y siempre impunes en sus atroces delitos”.

Esa fue la tónica de sus escritos y proclamas desde un inicio de la lucha emancipadora, y se recogió también en la célebre Carta escrita en Jamaica el 6 de septiembre de 1815, uno de los documentos más trascendentes de la historia americana.

Bajo la idea de procesar la respuesta de un americano meridional a un caballero de esta isla, Kinston; el Libertador diseñó una verdadera radiografía política del continente y un conjunto de ideas centrales que marcaron el itinerario de sus luchas.

Los Estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella” -dijo textualmente- Luego un pueblo es esclavo  cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, huella y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito”.

Bolívar fue plenamente consciente de la difícil tarea que había emprendido; lograr la libertad de los pueblos de América.  Por eso, recordando a Montesquieu, sostuvo: “es más difícil sacar un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno libre”.

En esta histórica Carta de Jamaica, Bolívar recorre uno a uno los países de la región. Y se detiene en el nuestro: “El Perú encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal: oro y esclavos. El primero, lo corrompe todo; el segundo, esta corrompido por sí mismo.  El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas. Aunque estas reglas serían aplicables a toda la América, creo que con más justicia, las merece Lima

Con una clarividencia excepcional, y de un modo francamente premonitorio, señala “Supongo que en Lima no tolerarán los ricos la democracia, ni los esclavos y pardos libertos, la aristocracia; los primeros preferirán la tiranía de uno solo, por no padecerlas persecuciones tumultuarias y por establecer un orden siquiera pacífico. Mucho hará si consigue recuperar su Independencia”.

Esto último, sin duda, lo conseguimos los peruanos, aunque de manera formal y alambicada. Rompimos el yugo que nos ataba a la España Colonial, pero nuestra aristocracia criolla nos ató con fiereza a otro yugo, el que nos hace dependientes del imperio Norteamericano.

Contra eso también nos advirtió Bolívar. “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar América de hambre y miseria en nombre de la Libertad”. Lo dijo el 5 de agosto de 1828 desde Guayaquil en carta dirigida al coronel inglés Patrick Campbell.

Por eso, se opuso tajantemente a la participación del gobierno de los Estados Unidos en el Congreso de Panamá en los que los países de América debían decidir el destino de la Unidad Americana.

Hoy podemos decir con toda certeza que Bolívar tuvo en la esencia de su mensaje y en sus luchas. Y que la ruta por él trazada, sigue plenamente vigente. Se confirma en la Venezuela Bolivariana de nuestro tiempo que resiste valerosamente la ofensiva del Imperio; pero también en cada una de las luchas de nuestros pueblos.

El heroísmo del pueblo de Chile, la resistencia de Bolivia entera enfrentando al fascismo, el ejemplo de la Nicaragua Sandinista, la combatividad de los colombianos, el arrojo de los ecuatorianos; forman parte de una lucha inspirada sin duda en la ruta del Libertador.  Por eso, nuestro recuerdo y homenaje.

-Exposición en homenaje al Libertador en evento programado por la Asociación Amigos de Mariátegui. Lima, 16 de diciembre del 2019, Lima.

https://www.alainet.org/es/articulo/203898

viernes, 4 de septiembre de 2015

BICENTENARIO: A 200 AÑOS DE LA CARTA DE JAMAICA POR QUÉ VOLVER A BOLÍVAR




Juan Guillermo Gómez es doctor en Filosofía de la
Universidad de Bielefeld (Alemania). / Archivo personal

En La Carta de Jamaica 200 años después: vigencia y memoria de Bolívar, Juan Guillermo Gómez (profesor de la Universidad de Antioquia y de la Universidad Nacional de Medellín) va llevando al lector, casi de la mano, por la historia del constitucionalismo en el país, con Bolívar como figura central en el momento de su origen. Gómez se centra en la Carta de Jamaica, en su vigencia, y en las imágenes históricas de Bolívar y sus facetas intelectuales: “Bolívar fue un maestro de la lengua. Este es un llamado a disfrutar a Bolívar como un enorme literato”, dice. En la segunda parte del libro, la más conceptual y contemporánea, Gómez aborda el robo de la espada de Bolívar, o el Bolívar del M19 y “su carácter farandulero”, y el de García Márquez, Álvaro Miranda y Evelio Rosero, para terminar con Hugo Chávez y su reactivación de la figura del Libertador para el presente. La propuesta es volver a mirar nuestro pasado olvidado, y la vigencia de lo que se quedó en ese olvido.

-Usted ha escrito acerca de varios temas, sobre todo de Rafael Gutiérrez Girardot. ¿Por qué escribió esta vez sobre Bolívar?

El libro fue el producto de un accidente o de una imprudencia que cometí cuando se hacía la presentación de El último inquisidor, de Jorge Andrés Hernández. En la presentación de ese libro se anunció que dentro de los libros de la quema que hizo el procurador en Bucaramanga estaban los libros de Simón Bolívar. Ese fue el primer llamado. Este año, además, se cumplen 200 años de la Carta de Jamaica (septiembre de 1815), la base de nuestro constitucionalismo republicano. Así pues Alfonso Carvajal, editor de Ediciones B, me dijo que lo escribiera. Me enfrenté a un proceso que nunca en mi vida había hecho: hacer, casi, un libro por encargo. Los académicos estamos acostumbrados a hacer nuestros trabajos sobre una carrera académica trazada. En este caso la cosa fue accidental. Asumí la empresa y la osadía académica porque rebosaba enormemente mis propios principios de especialidad. Este proyecto nació así, inesperadamente. Por eso creo que ha sido tan interesante. Fue un solo desvelo de ocho meses.

-¿Cuál es el contexto histórico de la Carta de Jamaica y su importancia?

La Carta está enmarcada en la invasión napoleónica de 1808, en la Primavera Negra, que ocasiona el primer grito de independencia en América, seguido por la Patria Boba. Justo hace poco, en su último discurso, el presidente habló de la Patria Boba. Creo que no la entiende, pero no importa, es una manera de mostrar que los colombianos somos bobos, o seguimos de alguna manera más cerca de la bobería que de la inteligencia. En ese entonces era la división: divisiones entre los países y divisiones regionales. Cada provincia quería tener su propia autonomía. Aún hoy se sienten relegadas del centro.

La Carta de Jamaica es un texto breve, es un texto supremamente claro y es un texto actual, pero ni siquiera la brevedad del texto ha hecho que los colombianos lo lean. Esta es una ocasión para recordar que la Carta de Jamaica es constitutiva. ¿Qué dice? Primero, que debemos independizarnos de España, y Bolívar lo dijo en el momento más depresivo de su vida: estaba acusado política y militarmente, y estaba en la ruina. Sicarios contratados por la monarquía lo perseguían. Segundo, la Carta dice que es necesario un republicanismo constitucional, no jacobinismo, no monarquía constitucional, como la española. Hasta hoy los españoles no se han podido pensar sin rey. Franco o el rey, pero de república, poco. Bolívar en cambio era republicano. Podía serlo a imagen del republicanismo norteamericano, pero bueno, al fin y al cabo lo era. Y este no era un tema fácil porque monarquistas fueron San Martín y los mexicanos. El gobierno de nuestros países no se concebían sin un rey.

Lo tercero que rescata Bolívar en la Carta es la unidad continental, y a eso, creo yo, es a lo que se debe hoy la vigencia de la Carta de Jamaica. No sólo lo dice Correa cuando llega el papa Francisco a Ecuador, también lo dice el papa cuando llega a Bolivia: hay que hacer la magna patria para enfrentar el poderío europeo y norteamericano. Esa era la idea de Bolívar. Conformar una fuerza político-militar grande que pudiera contrarrestar el dominio, las intenciones de los imperios, de volver a invadir. Fernando VII se murió pensando que estos eran territorios legítimos de la colonia española. Entonces Bolívar, en 1815, estaba desafiando a un gran imperio con su antimonarquismo, el antiimperialismo y la unidad continental como base para contrarrestar el poder de las potencias. Las autonomías regionales siguen siendo una asignatura que se le debe al proceso de formación de la nación.

-La segunda parte del libro se centra en la imagen de Bolívar en la historia. Usted no está de acuerdo con la del Bolívar dictador y asesino, y critica fuertemente a Rafael Sañudo y a Evelio Rosero por “La carroza de Bolívar”. ¿Por qué afirma que es una lectura equivocada?

Como todo símbolo plural, Bolívar tiene admiradores y detractores, gente que cree que fue una calamidad política. Yo creo que Sañudo es desafortunado porque nadie puede pensar en realidad que alguien que haya hecho la Independencia, trazado los horizontes político-constitucionales de nuestros países y haya escrito lo que escribió Bolívar sea un intrigante, un asesino, un cobarde. No podemos pensar que un continente le haya reconocido la grandeza a un tipo tan miserable, eso hablaría mal de todos nosotros, significa que admiramos lepras morales. Uribe es una lepra moral, pero su enfermedad se está curando en el país. Bolívar es otra cosa. Quien lea a Bolívar querrá leer sus cartas, acercarse a él en su grandeza moral. Un miserable no escribe como él ni sobre lo que él escribe. Sin embargo, hay que admitir que Sañudo –y Rosero de paso– se equivocan por razones regionales. Bolívar violentó a Pasto, obligó a la provincia a aceptar la independencia. ¿Y por qué Pasto era anti independentista? No era que los pastusos fueran bobos: quedaron como bobos en el imaginario nacional, pero ellos estaban era reclamando su autonomía regional. No quiero discutir las autonomías regionales, sino la imbecilidad de los historiadores y las tonterías de un novelista tan importante como Evelio Rosero. La carroza de Bolívar es una novela excelente, pero allí Rosero es bueno como novelista y pésimo como historiador. Un novelista historiador debe hacer sentir voces diferentes dentro de la novela, y él se pega a Sañudo, a la diatriba anti bolivariana, en vez de crear una tensión narrativa que le permita al lector tener la libertad de pensar si Bolívar fue o no fue grande. Una novela histórica debe generarle un equívoco al lector, una tensión irónica. Una novela no es un panfleto.

-¿En qué se diferencia el Bolívar de Chávez del de nuestra tradición en Colombia?

Chávez fue un gigante, un hombre capaz de reconstruir todo un itinerario histórico, y por eso hizo memoria. Hoy sólo se habla de memoria en un sentido traumático. La memoria histórica hay que llorarla. Las víctimas fueron y son el último eslabón de la violencia en Colombia y hay que generar una terapéutica nacional. Pero la memoria no puede ser solo traumática. En Colombia, además, con el Frente nacional no sólo se borran las diferencias partidistas, sino que se levanta un muro, más grande que el de Berlín, de olvido histórico, para que olvidemos la historia. Y el olvido histórico es, precisamente, un factor determinante de la violencia cultural.

-¿Por qué es importante recordar, estudiar, presentar de nuevo la figura de Bolívar hoy?

Es tan importante como recordar que tenemos una tradición política e intelectual. Es recordar que por nosotros no solo piensan intelectualmente Europa y los Estados Unidos, que tenemos ya una asimilación de la cultura europea. Bolívar es una raíz sin la que no podemos pensar la nacionalidad. Parte de lo que somos, de nuestra tradición política, del constitucionalismo, se la debemos a Bolívar. No toda la filosofía política es europea. Este es un motivo para pensar nuestra tradición intelectual. Tenemos una patria, y esta patria es de hombres que han pensado este país dándole una configuración a nuestras naciones. Esos son valores y legados intelectuales y culturales que deben ser rescatados.

-¿O sea que hay una relación entre la figura de Bolívar y una identidad latinoamericana?

Claro. Con Bolívar hay una visión de la historia esperanzadora. Con Bolívar fue evidente que ya no había marcha atrás. La vigencia de Bolívar es la esperanza por la unidad latinoamericana. Sin ello, diría él, nada. Estamos perdidos. Hay muchos libros sobre Bolívar, pero no sobre Bolívar en Colombia, dice Jorge Orlando Melo. Yo creo que este libro se propone resarcir esa deuda, al menos mínimamente.


de: Jose Gabriel ruiz santamaria <comasolven8@gmail.com>
para: Carlos Pino <carlosmanuelco@gmail.com>, (…)
A Viviana Moscoso <centrobolivarianoph@yahoo.es>,
fecha: 31 de julio de 2015, 21:02
asunto:  Re: A 200 años de la Carta de Jamaica Por qué volver a Bolívar
enviado por: gmail.com
firmado por: gmail.com

Jose Gabriel ruiz santamaria
31 julio 21:02
para Carlos, (…)
El 30 de julio de 2015, 18:43, Carlos Pino <carlosmanuelco@gmail.com> escribió:
A 200 años de la Carta de Jamaica Por qué volver a Bolívar
El último libro de Juan Guillermo Gómez es el más antiacadémico que ha escrito.
El fin: resignificar la figura olvidada de Bolívar y su valor histórico
Por: Sara Malagón Llano
En Twitter: @saramala17
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DE JAMAICA VIENE UNA CARTA

Comandante Pablo Beltrán

Napoleón había sido derrotado en Waterloo el 18 de junio de ese año de 1815, con esta victoria, la alianza de las monarquías reaccionarias impusieron su tiranía de hierro en Europa, por un siglo más.

Las provincias americanas que llevaban 5 años de lucha para independizarse, sufrían el régimen de terror impuesto por el imperio español; recrudecido desde el desembarco en abril, del pacificador Morillo en el oriente venezolano, con un ejército de 15 mil soldados. Desde este mismo mes, los revolucionarios cartageneros comenzaron a preparar la resistencia al ataque imperial; asedio que iniciaron el 18 de agosto y sostuvieron hasta el 6 de diciembre, cuando tomaron la Ciudad Heroica.

En Cartagena el 8 de mayo, el Libertador Simón Bolívar renunció al mando que le habían entregado y salió para Jamaica, donde desembarcó el día 14; para partir hacia Haití el 19 de diciembre, sin lograr su propósito de obtener el apoyo de los ingleses para la lucha independentista. Su partida fue acelerada por el intento de asesinato, que le hizo el imperio español el 9 de diciembre, del que salió ileso.

El Libertador cumplió 32 años de edad el 24 de julio, en medio de la penuria del destierro jamaiquino, agravada por las derrotas, que sufrían los patriotas a manos del terror de Morillo.

El inglés Henry Cullen le escribió a Bolívar, para preguntarle su opinión sobre el camino que podría tomar América una vez se liberara de España. Éste le respondió el 6 de septiembre, con el más famoso de sus escritos, que desde entonces se conoce como la Carta de Jamaica.

A 200 años de haber sido escrita, la Carta conserva vigencia por su análisis sobre los imperios, los dominados, las guerras civiles, las luchas por la democracia, los cambios y por ser ciudadanos de una nación soberana.

Reformadores contra conservadores

Bolívar le responde a Cullen, que es difícil predecir la suerte futura de América y anticiparse a decir si va a constituirse en una gran república o en una monarquía; afirmó que los caminos los deciden los resultados de las guerras civiles, en que se enfrentan la mayoría conservadora, con una minoría de reformadores.

El libertador fue categórico en expresar, que la superioridad moral e intelectual de los reformadores inclina la balanza a favor de los cambios, pese a que la masa conservadora sea más numerosa.

La superioridad para lograr un gobierno libre, él la fundó en sentar bases de justicia, igualdad y libertad.

Las costumbres determinan el modelo de régimen

Se lamentó el Libertador, al decir que:

"Estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española, que sólo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y codicia".

De estas costumbres nace, según él, el espíritu de partido, que lleva a la disputa entre facciones y a la dispersión de fuerzas de los americanos.

Analizando la otra cara de la moneda, Bolívar rechazó que el imperio español haya sumido a las gentes de América en una minoría de edad, que las mantiene en la nulidad y la pasividad política.

Con estas costumbres políticas, él valoró imposible construir un sistema federal representativo y aseguró que iban a durar más las repúblicas pequeñas, que contaran con un parlamento de dos cámaras como el de Inglaterra y un poder ejecutivo duradero.

“Lo que se necesita es unión”

de: Voces por Colombia <colombia@eln-voces.com>
fecha: 27 de agosto de 2015, 15:52
asunto: [Colombia] ELN Revista Insurrección Nro. 491
lista de distribución: colombia.eln-voces.com
enviado por: eln-voces.com
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Colectivo Perú Integral
4 de septiembre de 2015