Mostrando entradas con la etiqueta Rodrigo Montoya Rojas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rodrigo Montoya Rojas. Mostrar todas las entradas

jueves, 29 de octubre de 2020

SOBRE CONSTITUCIONES EN BOLIVIA, CHILE Y PERÚ

 


Foto: http://villagrimaldi.cl

29/10/2020

En los últimos dos domingos de octubre 2020, los grandes festejos pertenecen a las mayorías boliviana y chilena. Una pequeña parte de peruanos se alegra por esos triunfos, por supuesto; si volvemos los ojos sobre nuestra realidad, nuestra peruanísma tristeza los nubla y la rabia los enciende porque no tenemos aún nada que se parezca a lo que el pueblo boliviano ya produjo y lo que ahora el pueblo chileno está buscando. En Perú sigue reinando la tesis “salvo una curul, el resto es ilusión”, mal endémico de la clase política que ha contagiado también a los segmentos de izquierda que quedan.    

En el plebiscito chileno se preguntó a los electores "¿Quiere usted una Nueva Constitución?". Ganó el “apruebo” con el 78,27% y perdió el “rechazo” con el 21,73%. En la segunda, "¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución?", los chilenos optaron por una Convención constitucional [Asamblea Constituyente], con el 79.7% de los votos, la que estará formada por 155 ciudadanos elegidos en su totalidad por voto popular, con la novedad de una paridad de hombres y mujeres, notable triunfo de los feminismos y las mujeres en lucha, no feministas ni antifeministas. Perdieron quienes querían una nueva Constitución redactada por un 50% escogido entre los parlamentarios actuales y el 50% por nuevos representantes elegidos después de este plebiscito.

En este artículo ofrezco una primera reacción, pocas horas después de conocer los resultados. Resulta imposible no comparar la cuestión de la Constitución en los casos chileno, boliviano y peruano.

Chile 

Es muy grande la importancia de la aplastante victoria del sí a una nueva Constitución porque en más de 200 años de República pomposamente llamada democrática, chilenas y chilenos serán llamados por primera vez en su historia a opinar sobre la constitución que su país necesita. Sus constituciones anteriores fueron todas impuestas; la última, del general Pinochet fue fruto de un golpe militar tramado por los generales y los burgueses chilenos, con el apoyo directo y explícito del gobierno norteamericano a través de su servicio de inteligencia, CIA. El gobierno de Allende fue elegido democráticamente, del mismo modo que el gobierno republicano español, destruido por el general Francisco Franco protegido por los fascistas alemanes e italianos. En ambos casos como en muchísimos otros, los intereses de las clases dominantes y de sus aliados importaron mucho más que la legitimidad de los gobiernos elegidos democráticamente. Se hartó el pueblo chileno, no se conformó con las decenas de enmiendas de la constitución pinochetista.

El plebiscito fue una conquista de un pueblo que a lo largo de un año fue ganando las calles para exigir el cumplimiento de sus derechos, para plantear nuevos derechos; los carabineros reprimieron con el saber acumulado que tienen para eso; hubo también provocadores infiltrados en las marchas; se presentaron denuncias sobre oficiales de las fuerzas armadas entre los provocadores. Como en el pasado, el saldo de 30 muertos es la prueba de algo muy simple: los derechos se conquistan, no se ruega para conseguirlos, ni se regalan. Hay otra vieja lección casi olvidada; cuando los movimientos sociales se organizan desde abajo, toman las calles y se multiplican, no hay aparato represivo suficiente para vencerlos y los beneficiarios del poder quedan desarmados.

Luego de los primeros resultados, el presidente Sebastián Piñera saludó la victoria de la institucionalidad y unidad chilena, del triunfo de la paz sobre la violencia; voceros de la derecha dijeron que había ganado Chile, que no hubo vencedores y que ganaron todos. Ese discurso es muy antiguo y debe ser oído y leído como el canto de los vencidos, como la aceptación hipócrita de su derrota. ¡Que amorosos!: “todos estamos unidos”. Se trata de una alucinación, la realidad no pasa por ahí. La aplastante victoria del pueblo chileno en las calles cierra una etapa de la constitución de Pinochet y abre un proceso que a lo largo de un año concluirá en una nueva constitución. Será inevitable la lucha en defensa de intereses opuestos: de un lado, los que perdieron y se negaron a aceptar públicamente su derrota, tratarán de recuperar lo más que puedan del poder que acaba de perder; de otro, los que ganaron, buscarán defender sus nuevas demandas reconociéndolas explícitamente en artículos constitucionales. Se mantendrán firmes, negociarán, concederán, conciliarán.

El momento habrá llegado para defender el planeta como primera prioridad para salvarnos como especie homo sapiens, si todavía es posible. Ya no se tratará solo de derechos civiles, políticos y humanos en general, porque con el agotamiento del modelo capitalista y los demoledores efectos de la pandemia ya es visible en plena superficie la enorme desigualdad que estaba escondida y cubierta por el discurso triunfalista de un Chile-país del primer mundo. Ya no tendrá sentido reformar y menos mantener las AFP, mal ejemplo chileno en la región; dura será la batalla para lograr que la salud sea declarada bien público y no un área de lucro privado y se establezca un sistema universal de pensiones. Otra batalla tendrá lugar para reformar la economía y el Estado, así como acabar con el militarismo y el armamentismo, y a ver si son capaces de formular un gesto político serio sobre el litoral que le expropiaron a Bolivia. Esa herida sigue abierta en todo el pueblo boliviano. Habrá llegado el momento de discutir a fondo y reconocer a la nación Mapuche y a los pueblos originarios aymara, atacameño, kawesqar, kolla, quechua, rapanui, yagan, como parte de un estado plurinacional. La hora habría llegado para dejar atrás el inútil discurso de la colonialidad del poder que solo propone “incluir” a esos pueblos en el estado uninacional para que poco a poco se disuelvan y desaparezcan. Se trata de alrededor de 700 mil habitantes, que importan mucho más por sus culturas y saberes que por su relativa pequeñez demográfica, razón por la cual la clase política de todos los colores los ignoran, con algunas excepciones, seguramente.

Bolivia 

Luis Arce y David Choquehuanca (Movimiento al Socialismo - MAS) obtuvieron en las elecciones del 25 de octubre 2020, el 55.10% de los votos y Carlos Mesa, expresidente de Bolivia, el 28.84 de los votos. La victoria fue notable porque el MAS casi duplicó los votos de su adversario más importante y obtuvo también una mayoría en las cámaras de diputados (75 de 130) y senadores (21 de 36). Como en los viejos tiempos, desde 2005 el MAS ganó todas las elecciones. He señalado en dos artículos anteriores  el grave error de Evo Morales de insistir en una nueva reelección prohibida por la constitución, elaborada y aprobada por el propio MAS, rechazada en una consulta popular, e impuesta finalmente por el Tribunal Constitucional. El resultado de ese grave error fue el golpe de Estado de 2019 y la aparición de la senadora Añez como presidenta. A la derecha le hubiera gustado desmontar el estado plurinacional, acabar con la Constitución pero no estaba en condiciones de hacerlo de manera legal, tampoco ilegalmente con un golpe militar de mediana duración.

Le corresponde ahora al nuevo gobierno del MAS afirmar y defender sus muchas conquistas, particularmente la conversión del viejo Estado uninacional de la República en un Estado Plurinacional de Bolivia. Don Fausto Reinaga abrió en 1967 el camino para que los bolivianos tomen conciencia de la existencia de dos Bolivias: una blanca, qara (desnuda) europea, y otra india, derivada de los pueblos originarios y defendida por Tupak y Tomás Katari, compañeros de Tupak Amaru en la revolución nacional indígena de 1780-1782. Surgió así el katarismo, como una especie de inconsciente colectivo de la mayoría de bolivianos. La multiplicación de katarismos para insistir solo en el componente étnico de Bolivia, sin tomar en cuenta el componente de clase, encarnado en la Central Obrera Boliviana (COB), condujo a su desaparición. El MAS produjo la síntesis de esos dos componentes centrales para articular una gran coalición de fuerzas, la que luego de la victoria electoral en primera vuelta de las elecciones de 2005 elaboró y acordó la nueva Constitución, aprobada por casi dos tercios de la población en un plebiscito que entró en vigencia en 2009. Nunca antes en su historia el pueblo boliviano había sido convocado para discutir y aprobar una Constitución.

La constitución vigente no es el regalo de un gobierno sino una conquista del pueblo de Bolivia, en las calles y caminos de todo el país, en luchas sucesivas, con centenares de bolivianos muertos y heridos. Esa constitución trajo una novedad extraordinaria: los rostros de todos los colores de las 14 naciones originarias y de los descendientes directos de la Bolivia blanca se convirtieron en rostros oficiales del país, con su espiritualidad, sus cantos, danzas y polleras. Desapareció “la nación boliviana” y fue sustituida por todas las otras naciones originarias oprimidas, pisadas, ninguneadas, pero realmente existentes a pesar de los cinco siglos de opresión colonial y republicana. Bolivia tiene, en consecuencia, el Estado plurinacional que le hacía falta, que se parece y se confunde con el país y que expresa por lo menos una parte de sus anhelos. Chile tiene ahora su oportunidad.

Perú

Aquí, vivimos en un Estado uninacional que no representa los intereses de los pueblos y de las naciones originarias. La Constitución de 1993 fue impuesta por una dictadura militar al servicio de un agrónomo que se ganaba la vida como profesor de matemáticas: Alberto Fujimori. Veintisiete años después, pasa los últimos inviernos de su vida una cárcel dorada, en el invierno de su vida, condenado a 25 años de prisión por muchos delitos, entre ellos uno de lesa humanidad. No fue él quien pensó la nueva constitución; la responsabilidad hay que cargársela a los funcionarios e ideólogos del capital y sus cómplices militares y burgueses peruanos. En la jerga actual suele llamárseles neoliberales, en caída abierta luego de 40 años en los que convirtieron la sección económica de la Constitución del 93 en un evangelio, indiscutible, casi convertido en una palabra de dios.

Ya se oyen tímidas voces reclamando una nueva constitución, sin precisar el contenido que tendría, ni cómo ganar la coalición política de ancha base que se necesita para cualquiera de los caminos que se encuentre para lograrla. Esas voces vienen de nuestros divididos predios de la izquierda. Sería peor si no tuviéramos esas tímidas voces. Los burgueses beneficiarios de la inmensa desigualdad en el país y sus aliados dueños de la prensa piensan que salvo el respeto al capítulo económico de la Constitución de 1993, el resto es ilusión. Son sacrificados pastores que llevan la buena noticia del capital y sus bondades como el evangelio de los santos de los últimos días. Viven encerrados en esa burbuja y no se dan cuenta del barro de sus pies, barro que la pandemia está ya disolviendo.

Como la política es mundial desde hace varias lunas, también nosotros tendremos esas batallas por una nueva constitución peruana pero hace falta abrir muy bien los ojos, dejar de lado los apetitos individuales por curules, organizarnos desde abajo, ganando las calles y mirando al congreso desde un espejo retrovisor, y librándonos de ese virus que obliga a buscar con desesperación las cámaras de televisión y figurar en territorios del poder pero no de los pueblos.

Las constituciones no cambian la realidad. Unas palabras finales. En el mundo abogadil en que vivimos nos han enseñado una especie de lección muy bien pensada: todo se arregla con leyes. Como la Constitución es ley de leyes o madre de todas, tendremos que cuidarnos y estar vigilantes. En Perú solo nos falta una nueva con un artículo único: “que las leyes ya existentes se cumplan”. “Dada la ley, hecha la trampa”, dice la sabiduría popular. El mal ejemplo de no cumplir las leyes lo dan precisamente quienes las hacen o los que encargados de cumplirlas. No recuerdo a qué lúcido presidente peruano se la atribuye la sabiduría de la frase “Para mis amigos todo, para mis enemigos, la ley”. Lo que importa es tener en cuenta que ni las constituciones ni las leyes cambian la realidad. Ese cambio se produce por actores políticos interesados en la aplicación efectiva de esas leyes. Si se derogasen algunos miles de las 131 mil y tantas que ya tenemos, los abogados quedarían sin trabajo y ojalá nos acerquemos a Utopía, el reino de ficción creado por Tomás Moro, en el que maravillosamente no hay abogados. El cumplimiento efectivo de la Constitución y las leyes depende del pueblo interesado en que se cumpla, vigilante y movilizado, bloqueando la acción de abogados, fiscales y jueces interesados en que no se cumplan para favorecer los intereses de sus amigos y “hermanitos”.

Fuente: La Mula

https://navegarrioarriba.lamula.pe/2020/10/26/sobre-constituciones-en-bolivia-chile-y-peru/rodrigomontoyar/

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209558

 


 

jueves, 24 de mayo de 2018

LUM: MEMORIA versus OLVIDO



Rodrigo Montoya Rojas
Lima, 24 de mayo 2018

Se renueva y crece una ofensiva desde el poder político que controla el país para que peruanas y peruanos olvidemos los crímenes cometidos por las fuerzas armadas y policiales por órdenes expresas de los jefes de gobiernos democráticos y dictatoriales como los de Belaunde, García y Fujimori, y solo recordemos los crímenes de los senderistas y emerretistas, ocurridos todos en los años 1980- 2000. Es una batalla más entre la memoria y el olvido. Se trata en el fondo de dos memorias en conflicto desde que la especie humana, apareció en el mundo hace 100 mil años. Los que matan quieren que nadie sepa que mataron. Dejemos que, de un lado, los fujimoristas, belaundistas, apristas y los jefes de las Fuerzas armadas y policiales, y, de otro los senderistas y emerretistas que ordenaron matar y mataron, discutan entre ellos quiénes mataron más y quiénes menos. Lo trágico es que nadie devolverá las vidas de sus víctimas.

El museo Lugar de la Memoria, LUM, es el espacio escogido para esta nueva batalla, a través de un operativo fujimontesinista puro y duro, puesto en escena por el general Edwin Donayre, que debe sentirse feliz por haber desplegado todo su saber de inteligencia para lucir una estrella más de comportamiento ridículo en la pechera. (Parte de la prensa ha presentado mucha información sobre el curriculum, ¿prontuario?) de ese congresista). El objetivo buscado es muy sencillo: que ese Lugar de la memoria se cierre si es que sus responsables no retiran de sus exposiciones las fotos, videos, audios y textos que presentan los crímenes cometidos por las fuerzas armadas y policiales. Algunos meses atrás, en el mismo LUM el ministro de cultura Salvador Del Solar ordenó la salida del entonces director Guillermo Nuguent con un argumento surgido de la ignorancia: la memoria en el LUM “está partidarizada” con los terroristas y debería ser neutra. En materia de defensa de la vida y todos los derechos no existen memorias neutras; las memorias pertenecen siempre a las partes en conflicto. El problema de fondo es que ninguna de las dos memorias borre a la otra. Presentar la coexistencia de las dos memorias es la única posibilidad que tenemos si queremos defender la democracia y la libertad.

La lógica del razonamiento de Donayre (llamado en las redes “Mamani Donayre”), de los militares retirados que hablan, de los militares en actividad que no hablan pero piensan lo mismo, de los congresistas fujimoristas, apristas y belaundistas, de los periodistas que sirven fielmente a la causa del poder, del arzobispo Cipriani y de las cúpulas evangélicas, se expresa en las siguientes tesis:

1. Los únicos terroristas en el Perú son los de izquierda; 

2. los militares y policías que hicieron lo que les ordenaron, no son terroristas; mataron en nombre de la democracia; 

3. Como miembros de la “institución tutelar de la patria” deben ser premiados, tratados como “héroes de la democracia”, y el congreso debe dar una ley para anular todos los juicios contra ellos; 

4, no deben salir de la cárcel los terroristas condenados por el poder judicial, deberían morir allí aunque hayan cumplido con todas sus condenas; 

5, la única memoria que debe ser presentada en el LUM es la que cuenta los crímenes de los terroristas; 

6. La verdad es relativa, cada uno tiene su verdad, la verdad es solo una opinión; 

7, en este nuevo mundo de la post verdad, los hechos serían también relativos; ignoramos los hechos que no nos gustan y presentamos los hechos que sí nos gustan, como los verdaderos; 

8, la reconciliación nada tiene que ver con los terroristas; 

9, ya es hora de no mirar atrás. 

¿Recuerdan, lectoras y lectores, el grito del terrorista Alberto Fujimori: “!soy inocente!”? Se condensa en esa frase el espíritu de los que quieren revisar la historia para para tratar de borrar sus delitos.

Llegados a este punto una pregunta es indispensable: ¿Tienen Donayre y sus compañeros de ruta una inteligencia tan desarrollada como para elaborar esas tesis? Responder afirmativamente sería cometer una grave injusticia y ofrecerles indulgencias con avemarías ajenas. Me sirvo de este adagio con el único propósito de ser entendido por ellos y ellas, que son tan católicos, tan romanos, tan limeñas. Como los toreros, los militares son muy creyentes porque necesitan la protección de su dios para hacer su trabajo y salir bien librados de los peligros que corren. ¿Aparentarían ser tan valientes si fueran agnósticos o ateos? Las nuevas tesis sobre el terrorismo, la post verdad y la memoria que conviene solo a una parte, van por el mundo como las zapatillas nike, la cocacola, los iphone, las ametralladoras de último modelo y las técnicas psicológicas para destruir la personalidad de los vencidos y prisioneros en Guantánamo.

Para terminar, son pertinentes algunas cifras. Según los registros previos a la Comisión de la Verdad y Reconciliación, CVR, 24,692 fue el número de víctimas del conflicto interno. Multiplicando esta cifra por 2.8 %, la CVR ofreció la cifra final de 69,280. El 54 % habría sido víctima de SL; el resto, con excepción de un menor porcentaje atribuido al MRTA, correspondería a las víctimas de las Fuerzas Armadas y policiales. Por otro lado, el número de denuncias registradas sobre desaparecidos antes de la CVR fue de 7,713 y de acuerdo a la CVR, se verificaron 2, 144 desapariciones y no tuvieron tiempo de analizar las 5,569 restantes. Del total verificado, al Estado (Fuerzas armadas, policiales, ronderos para militares y comités de autodefensa) le corresponderían 936 desapariciones, (43.65 %), a los grupos subversivos 730, (33.97%), y 478 habrían quedado indeterminadas, (22.38 %). Si multiplicamos el número de 7,713 denuncias sobre desaparecidos por el mismo 2.8 % anterior tendríamos un total de 21,596 desapariciones. Si mantenemos la tasa de responsabilidad de las desapariciones propuesta por la CVR en sus 2,144 desapariciones verificadas, al Estado le corresponderían 9,427 que representarían el 43.65 %; a los grupos subversivos 7,336 (33.97%) y las desapariciones sin autor conocido serían de 4,833, (22.38%). Hablar de 21,596 más de veinte mil desaparecidos en 2004 parecía exagerado; 14 años después, el registro de desaparecidos del Ministerio de Justicia es 20,329 y aún no está completo. (Ver, Rodrigo Montoya, Informe de la Comisión de la verdad y Reconciliación: un doloroso espejo del Perú, en el libro Elogio de la Antropología, San Marcos, INC Cusco, 2004).

No olvidemos que estamos hablando de 69,280 víctimas; de seres humanos, no de hormigas; de peruanos y peruanas, cuyas tres cuartas partes fueron indígenas quechuas y asháninkas. ¿Se trata de “errores” o “excesos” cometidos por el Perú oficial y de delitos y crímenes solo por los senderistas y emerretistas? Volveré sobre el tema.

viernes, 21 de noviembre de 2014

EVO MORALES Y SUS SECRETOS POLÍTICOS


Róger Rumrrill

A más de 4800 metros sobre el nivel del mar en la cárcel de Tiquina en el lago Titicaca hacía un frío polar. Una veintena de presos -entre ellos Evo Morales- nos apretujábamos para darnos un poquito de calentura.

Evo Morales Ayma, el máximo líder de las seis Federaciones de Cocaleros del Trópico del Chapare, Cochabamba, dormitaba con la cabeza hundida entre las piernas.

Uno de los marinos se acercó a nuestro grupo y, casi en secreto, susurró:

—Evo, Evo, te quieren matar. Pero nosotros te vamos a proteger.

Evo Morales levantó la cabeza y miró soñoliento al militar a tiempo que este repetía:

—Te vamos a salvar. Pero eso sí no te olvides de nosotros cuando seas presidente.

Era la madrugada del 18 de abril de 1996. Dos días antes, el 16, se había instalado bajo la presidencia del dirigente cocalero peruano Genaro Ccahuana el congreso internacional de productores de hoja de coca en el hotel “Ambassador” en el balneario boliviano de Copacabana. El día 17 llegó Evo Morales procedente de Santa Cruz y pocas horas después, en un espectacular operativo militar, cercaron el hotel, nos apresaron y en tres camiones portatropas nos condujeron hacia la cordillera.

El convoy militar, luego de avanzar varios kilómetros, salió de la carretera y se desplazó por colinas y cerros y se detuvo. El contralmirante “Nano”, el jefe del operativo, se bajó de su jeep y con su teléfono inalámbrico se puso a discutir con un interlocutor invisible. Un poco más tarde supe, por su propia versión, que estaba recibiendo la orden de no matarnos.

Mientras me interrogaba en Tiquina, me preguntó:

—A Ud. le observo que anota todo en un cuaderno. ¿Por qué?

—Porque soy periodista y todo lo que está ocurriendo se sabrá muy pronto-, le respondí.

—Bueno, un periodista les salvó la vida-, dijo con un tono de perdonavidas.

En efecto, en el momento en que la tropa asaltaba el hotel “Ambassador” y apresaba a Evo Morales y al grupo que lo acompañaba, el corresponsal de la BBC de Londres se paseaba por Copacabana y al ver el operativo comenzó a indagar sobre la operación militar. Supo que entre los detenidos estaba Evo Morales Ayma, declarado ya “enemigo público número uno de Bolivia” porque se negaba a aceptar la erradicación de la hoja de coca, una condición irrevocable que había puesto Estados Unidos a cambio de prestar algunos millones de dólares al gobierno de Sánchez de Lozada para equilibrar la precaria balanza de pagos.

El periodista de la BBC, desde una cabina pública, informó a su central en Londres sobre la detención de Evo Morales y segundos después era noticia mundial. “No los maten porque ya todo el mundo sabe que ustedes los llevaron vivos”, fue la orden que recibió “Nano”.

EL SECRETO DE SU PODER

Testigo de su carisma, de su intuición política y de su popularidad en el Chapare y Cochabamba y en una travesía por la Unión Europea para explicar que la coca no es cocaína, en reuniones en Montreal, París, La Paz, Lima, me he preguntado dónde reside el secreto del poder de Evo Morales Ayma, el secreto de su poder político que lo han convertido a él y a su gestión gubernamental, de acuerdo a los analistas políticos internacionales, en el autor del mayor y más profundo parteaguas e inflexión en la historia de Bolivia.

Para saberlo, he interrogado y consultado en mis viajes con él por América Latina y Europa y sobre todo en Bolivia a sus amigos y adversarios, políticos, empresarios, periodistas, intelectuales, líderes cocaleros e indígenas del Isiboro-Sécure.

La respuesta ha sido unánime: es un hombre tan honrado que si le cuelgan de los pies no le cae nada.

Además, nunca se ha alejado ni se ha desligado de sus bases.

Los cocaleros han sido, son y serán su soporte político fundamental. Un ejemplo de ello es que en el XI Congreso Ordinario de la Coordinadora de las seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, de julio de 2012, fue reelegido como el líder de los productores cocaleros del Chapare y Cochabamba.

CONSTRUCTOR DE PODER

Evo Morales Ayma, nacido en Orinoca el 26 de octubre de 1959, es un constructor de poder político. Recuerdo muy bien su estrategia formulada en las reuniones con sus bases. Vamos a construir poder. Primero, convenceremos a los bolivianos sobre la legitimidad de nuestra causa: la defensa de la hoja de coca. El segundo paso será ganar las municipalidades de todas las regiones cocaleras de Bolivia; el tercer paso será el Congreso y el cuarto ganar el gobierno para la conquista del poder.

El proceso de construcción de poder se inició a principios de los noventas durante el gobierno de Hugo Banzer: miles de cocaleros marchaban a lo largo de 600 kilómetros desde Cochabamba hasta La Paz, recibiendo la solidaridad de los bolivianos. Cuando esta fase se agotó, participaron y ganaron las elecciones municipales en todas las regiones cocaleras. En 1997, para pasar a la tercera etapa de esta proceso de construcción de poder, la Confederaciòn de Trabajadores del Trópico de Cochabamba se fusionó con el Movimiento al Socialismo (MAS).

Las condiciones ya estaban dadas para transitar a la siguiente fase. El 2002 se produjo el primer intento de llegar al gobierno. Pero las elecciones fueron ganadas por Gonzalo Sánchez de Lozada. Sin embargo, el MAS obtuvo 27 diputados y 8 senadores. A partir del 2003, 2004 y 2005 las luchas sociales obligaron a renunciar primero a Gonzalo Sánchez de Lozada y luego a su sucesor Carlos Mesa Gisbert. La vieja oligarquía boliviana y su aparato político se derrumbaron; el terreno estaba preparado para el triunfo de Evo Morales Ayma en las elecciones del 2005 y su asunción al poder el 22 de enero del 2006.

En un momento de la celebración, le dije: “Hemos llegado al poder”. Me miró fijamente y me dijo con firmeza:

—Solo hemos ganado el gobierno. El poder lo tienen los grupos nacionales e internacionales que siempre han mandado en Bolivia. Pero vamos a ganar y conquistar el poder.

-.o0o.-

BUENAS RAZONES PARA EL TRIUNFO,
NAVEGAR RÍO ARRIBA

Rodrigo Montoya Rojas

Con la tercera y contundente victoria de Evo Morales el domingo pasado, el Movimiento al Socialismo (MAS) gobernará Bolivia hasta 2020. Por primera vez la mayoría electoral coincide con lo que es el país y el llamado pueblo soberano dejó de elegir a un partido o coalición en beneficio de la derecha.

Desde la entrada en vigencia de la nueva Constitución en 2008, el Estado plurinacional de Bolivia reemplazó a la histórica República de Bolivia, fundada luego de la independencia de España. Se acabaron las dos Bolivias del pasado: una, blanca, q’ara-pelada, europea, dueña del país, del Estado y de la política, y, otra, heterogénea y diversa, como nación clandestina, aplastada por los herederos de la colonia española.

El nuevo Estado plurinacional boliviano se confunde con los rostros de todos los habitantes del país en todas y cada una de las naciones que son los pueblos, patrias, sangres, lenguas y culturas, sin excluir a ninguna. Para entender esta profunda revolución sugiero algunas claves.

En la campaña de la primera victoria, el heterogéneo y poderoso movimiento político de El Alto, la nueva ciudad surgida geográficamente encima de La Paz, negoció su apoyo al candidato Evo Morales con dos condiciones: que convocara a una Asamblea Constituyente para que el nuevo Estado corresponda a todas las naciones existentes en Bolivia y no solo a la de los mistis y q´aras, y que nacionalice los hidrocarburos que estaban en manos de las grandes empresas petroleras y de gas.

Evo dijo que sí. Los de El Alto precisaron que una nacionalización con un 50% para el Estado y el otro 50% para las empresas era insuficiente y que lo justo debiera ser invertir las proporciones vigentes y darle al Estado el 82 por ciento que se llevaban las empresas y reservar para ellas el 18% que esas empresas le daban al Estado.

Una vez elegido, Evo Morales y el MAS cumplieron su promesa electoral.

En la Asamblea Constituyente estuvieron representados todos los rostros y naciones del país. Rostros indígenas del 90 % del país estuvieron con sus polleras, ponchos y rostros amazónicos pintados de colores surgieron como nuevos actores políticos. Los Mallkus y Mama Tallas de los viejos ayllus bolivianos que preservaron desde el siglo XVI sus costumbres y formas de gobierno, tuvieron un papel relevante en el nuevo poder que emergía.

La nueva Constitución redefinió el país como un Estado plurinacional, que corresponde a lo que es el país. Se hizo humo el viejo Estado-nación con su farsa de un Estado, una nación, una lengua, un dios único y verdadero.

Un simple decreto estableciendo nuevas reglas de juego para que el Estado disponga del 82% y las empresas reduzcan sus inmensas ganancia a solo el 18%, fue el primer paso firme de lo que es una política de redistribución.

Las empresas no se fueron de Bolivia, con ese 18% siguen ganando. Por esa vía y muchas otras, el nuevo Estado Multinacional, tuvo y tiene fondos suficientes para disponer de suficientes recursos para invertir en obras y ofrecer beneficios reales a quienes, como los ancianos, nunca antes recibieron nada del Estado.

Lo que acabo de contar podría ser suficiente para entender por qué casi dos tercios de la población electoral del país, renueva su apoyo dos y tres veces al MAS y a Evo Morales.

Cuando se promete y cumple, el camino de la reelección está debidamente abonado. Hay muchas otras razones que sirven para entender el caso extraordinario de Bolivia. En lo que queda de espacio en esta columna mencionaré dos más.

Hace cincuenta años, Fausto Reynaga, autor de varios textos, entre ellos La Revolución india (1967) escribió que no había una Bolivia sino dos: una de los europeos y otra “de los indios”. Contribuyó a que la figura de Túpaq Katari, el líder aymara de la revolución contra los españoles al lado de Túpac Amaru, saliese del olvido.

Una gran mayoría de bolivianas y bolivianos se vio en el espejo de ese aymara con el rostro andino. Surgió así lo que se llama el “Katarismo”, como una especie de inconsciente colectivo indígena del país.

Se asumieron como kataristas los ayllus y comunarios, los sindicatos de campesinos, los obreros de la Central Obrera Boliviana, también un grupo de intelectuales de primer orden como Silvia Rivera. Se formaron partidos Kataristas, clasistas y étnicos, se multiplicaron y dividieron.

Uno de ellos, Víctor Hugo Cárdenas, fue vicepresidente de la República. Sánchez de Lozada, el presidente, le encargó las funciones del protocolo. Hasta ahí llegó el katarismo de los líderes indígenas.

Luego, el MAS y Evo Morales tomaron la posta para construir sobre el fondo del katarismo una gran coalición de obreros mineros, campesinos, indígenas, capas medias, estudiantes, intelectuales y vecinos de una nueva gran ciudad como El Alto. Era ya el anuncio del nuevo Estado Plurinacional.

Evo Morales, un joven aymara mil oficios se forjó como líder sindical de cocaleros en el Chapare. Elegido diputado fue acusado por la derecha como narcotraficante, le quitaron la diputación y lo encarcelaron. Fue elegido senador estando en la cárcel, porque no era un narcotraficante sino un líder de gran arraigo.
Se educó políticamente en las luchas de todos los días, tomó lo mejor del espíritu katarista y de la Central Obrera Boliviana, COB, fue factor decisivo para la formación de esa gran coalición que lo eligió tres veces.

Quedan pendientes muchas cuestiones, principalmente los reclamos de los pueblos indígenas de la Amazonía para defender la Amazonía y no cruzarla de carreteras interoceánicas e hidroeléctricas.

También la necesidad política de nuevos dirigentes que lo sustituyan y continúen la larga marcha para construir una sociedad del Buen vivir-allin kawsay-suma qamaña, que es el paradigma indígena en abierta oposición al llamado desarrollo, entendido como simple crecimiento sin redistribución alguna gracias a la destrucción de la naturaleza.

En Bolivia, como en todos los pueblos indígenas del mundo, se cree que la naturaleza es una madre a la que se quiere y respeta.

-.o0o.-

EL ECO DE BOLIVIA

Humberto Campodónico

Hace 10 años se realizó en Bolivia un referéndum sobre el gas, durante el gobierno de Carlos Mesa. La cuestión es que el consorcio Pacific LNG, formado por Repsol y British Gas, querían exportar el gas boliviano construyendo un ducto hacia territorio chileno para salir al mar y, en la costa, construir una planta de licuefacción (LNG). El gas sería exportado a EEUU, al precio vigente en ese país, llamado “Henry Hub”.

La oposición a dicho proyecto fue muy grande y las movilizaciones populares habían sido reprimidas por el gobierno de Sánchez de Lozada. Después de más de 75 muertos, “Goni” fugó a EEUU, asumiendo el vicepresidente Carlos Mesa. Las preguntas del referéndum eran simples y directas.

Por ejemplo, ¿está usted de acuerdo en derogar la Ley de Hidrocarburos de Sánchez de Lozada? ¿Está usted de acuerdo con la recuperación de todos los hidrocarburos en boca de pozo para el Estado boliviano? ¿Está usted de acuerdo con refundar YPFB, recuperando la propiedad estatal de las acciones (…), de manera que pueda participar el Estado en toda la cadena productiva de los hidrocarburos?

Las preguntas tuvieron una aprobación abrumadora y dieron lugar, más adelante, al triunfo del MAS en diciembre del 2005.

La recuperación del gas para Bolivia fue la plataforma que permitió el salto de Evo de dirigente cocalero a dirigente nacional. En el 2006 se promulgó la nueva Ley de Hidrocarburos, que establece que el Estado boliviano es el propietario de la molécula y dispone de manera soberana el destino de los hidrocarburos.

Esa fue la llamada “nacionalización del gas” que, estrictamente hablando no es tal, puesto que las empresas privadas como Repsol, Petrobras y Pluspetrol, entre otras, siguen operando.

Lo que sucede es que estas empresas producen el gas pero lo entregan a la estatal YPFB, que lo comercializa. Con los nuevos contratos, el Estado recibe el 50% por concepto de regalías. De su lado, a las empresas se le reconocen sus costos y sus utilidades, previo pago del impuesto a la renta del 25%.

Es sobre la base de estos logros que el gobierno negoció contratos de venta de largo plazo a Brasil y Argentina, a precios muy superiores a los del Henry Hub de EEUU. Este es el sustento de la actual fortaleza fiscal del país altiplánico.

En el plano político se aprobó una nueva Constitución para el Estado Plurinacional de Bolivia, reconociendo sus derechos.

Y, sobre la base de los ingresos de las regalías de hidrocarburos, el gobierno ha llevado a cabo una política masiva de inclusión social, instaurando la Renta Dignidad, que es una pensión para mayores de 65 años que llegó a 835,000 personas en el 2012, por un monto de US$ 270 millones. También está el bono Juancito Pinto (para incentivar la matrícula de los niños) y el Bono Juana Azurduy (para la salud y nutrición de las mujeres embarazadas).

También ha tenido particular importancia que ahora la “media luna” del oriente boliviano, antes impulsora de políticas separatistas, ahora haya votado masivamente por Evo Morales. Se habla de una relación amistosa con los empresarios de la Región.

El FMI dice en su último informe que Bolivia crecerá en el 2014 por encima de su crecimiento potencial sustentado en el sector hidrocarburos y un moderado impulso fiscal (1). Continúa diciendo que espera que el superávit de la cuenta corriente se mantenga, pasando del 3.1 al 1.1% del PBI del 2014 al 2018 (en el Perú ya tenemos déficit de la cuenta corriente).

Dice también el FMI que el resultado fiscal será levemente negativo (-0.1% del PBI en el 2015) y que las autoridades tendrán éxito en estabilizarla alrededor del 5% en los próximos años.

No menos importante es que, por primera vez desde los años 20, Bolivia salió a los mercados internacionales con dos emisiones de bonos de US$ 500 millones cada una, no por necesidades fiscales sino para crear una referencia (benchmark) para el sector privado.

Hay todavía mucho por hacer en el campo de la inversión, que llegará al 19.4% del PBI en el 2014 (en el 2009 fue 17%) con una mayor inversión pública que privada, lo que es revelador.

En efecto, el gobierno ha emprendido un ambicioso plan de industrialización a partir de los hidrocarburos.

Ya se han montado dos plantas de separación de líquidos del gas (Río Grande y Gran Chaco).

También se ha instalado una planta de licuefacción para transportar gas en camiones cisterna. Y ya está por concluirse una planta de amoniaco y urea en Cochabamba con una inversión de US$ 1,800 millones.

Y están en marcha los planes para la petroquímica del prolipropileno y del etileno (la empresa Tecnimont está encargada de los estudios), con inversiones de más de US$ 3,000 millones.

No todo es color de rosa y existen conflictos con comunidades amazónicas y otras, por temas de tierras y de medio ambiente.

También persiste la informalidad y hay críticas por las sucesivas reelecciones.

La cuestión central es, sin embargo, que hoy los bolivianos son propietarios de sus recursos naturales y los pueden destinar a gastos sociales, decidir adónde los exportan y usar esa renta para impulsar su diversificación productiva. Lo que explica el 60%, por las promesas cumplidas.

No ha sido fácil y ha tomado varios años de conflictos y fricciones. ¿Cuándo es fácil un cambio de esta naturaleza?

Pero ahora el rumbo de la nave es más estable.

Mucho más de lo que se puede decir acá.

-.o0o.-
de: 'Ramon O.' ramonos31@yahoo.es [AHuA] <AHuA@yahoogrupos.com.mx>
fecha: 9 de noviembre de 2014, 15:44
asunto: AHuA Rv: LECTURAS SOBRE BOLIVIA: 1. Evo Morales y sus secretos políticos Róger Rumrrill // 2. BOLIVIA: EL DESAFÍO DESPUÉS DEL TRIUNFO. Por Rafael Bautista S. // 3. Buenas razones para el triunfo, NAVEGAR RÍO ARRIBA, por Rodrigo Montoya Rojas // 4. El eco de Bolivia Humberto Campodónico Lunes, 20 de octubre de 2014
lista de distribución: AHuA.yahoogrupos.com.mx

-.o0o.-
            Nota.-

            Bolivia, Ecuador, Venezuela, son tres países sureños que concitan la atención en Nuestra América Nativa, enfrentando según su realidad concreta la dominación neocolonial yanqui. Bolivia tiene expresión propia precolombina con la cultura Tiwanaco. Luego fue base importante para el surgimiento del Tawantinsuyu. Durante la dominación colonial hispana, conocida como Alto Perú (Sur Perú), fue saqueada con las minas de Potosí. Con los hermanos Katari contribuyó de manera singular en la histórica rebelión de Túpac Amaru II. Y cuando la Independencia surgió como Bolivia (nombre en honor de Simón Bolívar)

            Cuando la agresión chilena en la Guerra del Pacífico perdió todo su litoral del Océano Pacífico, situación que trata de resolver en la Corte Internacional de Justicia.

            A su base étnica precolombina aymara-quechua se le une la población de origen hispano y la inmigración europea (mayormente en su parte oriental) Una, que dominaba el Estado sigue sintiéndose más hispana que boliviana; otra sigue sintiéndose más europea y hasta ha pretendido independizarse del país.

            En este marco, la actividad de Evo Morales, aymara descendiente, es ejemplar. De un simple sindicalista cocalero más, paso a paso ha ido abriéndose camino y ahora es el primer presidente que representa dignamente a su país.

            Los tres artículos presentan diferentes facetas de las vicisitudes de este camino. En verdad, es “el autor del mayor y más profundo parteaguas e inflexión en la historia de Bolivia” Aprendiendo en la universidad de la vida, tiene muy claro que “El poder lo tienen los grupos nacionales e internacionales que siempre han mandado en Bolivia” Declaró abiertamente que su país era una semicolonia y que había que luchar por la integración étnica. Esa integración es la base para salir del atraso neocolonial.

            Con su reelección, ha mostrado en los hechos cómo convertir el proceso electoral, de medio de engaño en instrumento de emancipación

            ¡Aprendamos la lección!
Ragarro
21.11.14