- La polémica Pulgar-Vidal contra De Echave – Silva
Santisteban y el fondo de la cuestión: ¿tocamos o no tocamos el modelo?
Servindi, 29 de mayo, 2015.- El domingo 24 de mayo
el ministro del Ambiente Manuel Pulgar-Vidal publico un polémico artículo en el diario El Comercio titulado “Los dilemas de la Tía”
en el que cuestiona el fundamento ideologico de los que sostienen el posextractivismo
en el Perú, contenido en un documento del partido Tierra y Libertad.
El artículo recibió una rápida respuesta del
economista José de Echave, miembro de la organización no gubernamental
CooperAcción, y de Rocío Silva Santisteban, periodista, poeta y actual
Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Dado el interés del debate resumimos sus
principales planteamientos y colocamos los enlaces a los mismos para el lector
que desee profundizar en los mismos.
¿Qué
defiende el ministro?
Pulgar-Vidal se refiere de manera crítica al
denominado “pos-extractivismo” que propone el partido Tierra y Libertad
liderado por Marco Arana, entendido como una etapa de transición para que la
economía peruana dependa cada vez menos de la exportación de materias primas.
Si bien el ministro admite y reconoce que el
pos-extractivismo no significa “cero extractivismo”, afirma que esto “no es del
todo cierto si recurrimos a la fuente ideológica de esa posición y la
analizamos a detalle”. La fuente está contenida en el documento “Nueva minería exige debate nacional” de agosto de 2012 a la
cual el ministro somete a examen.
El cuestionamiento que realiza Pulgar-Vidal es que
“la posición ideológica de los posextractivistas es limitar las inversiones en
actividades como la minería, petróleo, agroindustria, riego destinado a esta,
etcétera”.
Lo que sorprende y preocupa al ministro no es que
se discuta sobre la naturaleza pública o privada del operador extractivista,
como se debatía en décadas pasadas. Lo que le preocupa es “la negativa al
desarrollo de la actividad”.
Para Manuel Pulgar-Vidal pretender limitar el
crecimiento de las actividades extractivas es sostener una posición “bucólica y
anacrónica”.
Según él, esa posición sería la razón que divide a
la izquierda peruana entre quienes sostienen tal planteamiento “y otra
(izquierda) capaz de plantear, aun en las diferencias, puntos de encuentro
desde el potencial de nuestro país y la mirada común al crecimiento y al
desarrollo.”
Pulgar-Vidal concluye en una afirmación bastante
general y que podría ser suscrita por cualquier persona: “Apostemos a un
aprovechamiento sostenible de nuestros recursos naturales y su potencial y
concertemos una visión de bienestar y prosperidad para todos los peruanos.”
Sobre el actual modelo económico en curso, los
conflictos socioambientales que genera el extractivismo y la necesidad de
cambios para afrontar nuevos desafíos -incluyendo los que nos plantea el cambio
climático- ni una palabra.
La
respuesta de Echave
Para José de Echave lo “anacrónico” no es proponer
transiciones sino conservar de manera absurda las actuales reglas de juego, ver
cómo se desmantela lo poco avanzado en materia ambiental y seguir defendiendo
un modelo que no nos prepara para el presente y el futuro.
Echave cita a Rajendra Pachauri, director del Panel
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), quién en la
conferencia inaugural de la COP 20 dijo: “Si no se cambia el modelo, los
riesgos son la escasez de alimentos y de agua, el desplazamiento de la
población y grandes conflictos”
José de Echave recuerda a Pulgar-Vidal que además
de ser ministro del Ambiente en el Perú es presidente de la COP 20. En este
sentido, lo anacrónico es negarse a transitar a un escenario distinto y “seguir
defendiendo un modelo que nos lleva directo y sin escalas a los riesgos que
anuncia Pachauri, premio Nobel el 2007 con el IPCC”.
Echave enfatiza en la necesidad de una “férrea
voluntad política” para mitigar y adaptar. Y adaptar implica modificar los
medios de vida, la producción, la infraestructura, las leyes, las políticas y
las instituciones para responder a los eventos climáticos.
“En suma significa transitar a un escenario
distinto” y pensar en un “modelo de extracción equilibrado y sensato”.
De Echave concluye citando al economista
ecuatoriano Alberto Acosta, para quien el gran reto para todo el planeta y para
países como el Perú se resume en “cómo procesar democráticamente una nueva
forma de organizar la economía, reconociendo los límites de la Naturaleza y
asegurando una vida digna para todos los habitantes del planeta”.
La
crítica de Rocío Silva Santisteban
Para Rocio Silva Santisteban el ministro Manuel
Pulgar-Vidal ridiculiza la propuesta pos-extractivista calificándola de
“bucólica y agrarista”. Además, la atribuye a Eduardo Gudynas, soslayando que
es sostenida por múltiples intelectuales latinoamericanos y europeos como
Héctor Alimon21da, Joan Martínez Alier o Maristella Svampa.
Silva Santisteban aclara que la propuesta
posextractivista no se sostiene sobre la negación de la minería a rajatabla
sino sobre “la propuesta racional de una minería que se enmarque dentro de una
visión pluriproductiva”.
En tal sentido, el concepto “Zonificación Ecológica
Económica” (ZEE) es esencial y debe ser asumido y priorizado por los distintos
gobiernos regionales, municipales y el gobierno nacional.
Por cierto, observa, que actualmente solo diez
departamentos y dos regiones especiales cuentan con una ZEE que no se respetan
y si han salido adelante es más por la buena voluntad de algunos funcionarios,
y sin mayor apoyo político del Ministerio del Ambiente.
Silva Santisteban cita a Raúl Zibechi: “La
violencia y la militarización de los territorios son la regla, forman parte
inseparable del modelo; los muertos, heridos y golpeados no son fruto de
desbordes accidentales de mandos policiales o militares. Es el modo ‘normal’ de
operar del extractivismo”.
Y aterrizando con la realidad que vive hoy el Perú
Silva Santisteban agrega que ello sucede porque el extractivismo se sustenta en
la acumulación por despojo, y requiere de un control de esa población a la que
se despojará. “Se trata de estrategias que van de la mano con la imposición de
estados de excepción levantando las garantías de la democracia.”
Acceda a los artículos y documento referido a
través de los siguientes enlaces:
- Nueva minería exige debate nacional, por Tierra y Libertad,
agosto de 2012 (PDF, 8 páginas).
- Los dilemas de la Tía, por Manuel Pulgar-Vidal (diario El
Comercio, 24 de mayo, 2015).
- Extractivismo y estado de emergencia, por Rocío
Silva-Santisteban (diario La República, 26 de mayo, 2015).
- Ay Ministro, por José de Echave C. (CooperAcción, 26 de
mayo, 2015).
—
Ay
Ministro
Por José De Echave C.
El Ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal,
pretende debatir a su manera sobre varios temas a la vez. Bienvenido el debate
y que sea en los mejores términos.
El ministro opina muy seguro sobre temas de
hidrogeología y afirma que lo de las aguas subterráneas del proyecto Tía María
es un tema resuelto; critica abiertamente los mapas de concesiones y a las
instituciones que los elaboramos y da a entender que le molesta que el Ingemmet
difunda esta información. ¿Acaso propone que los ciudadanos y ciudadanas ya no
accedamos a esa información? Finalmente, en entrevistas y en un reciente
artículo publicado en el diario El Comercio (24 de mayo de 2015), critica
duramente las propuestas que en diferentes espacios se vienen construyendo y
apuntan a transitar del actual modelo de extracción a uno que sea más sensato y
equilibrado. Termina el artículo con un párrafo que por supuesto nosotros
suscribimos: “Apostemos a un aprovechamiento sostenible de nuestros recursos
naturales y su potencial y concertemos una visión de bienestar y prosperidad
para todos los peruanos”.
El tema es cómo. ¿Qué propone el ministro para
lograr esa gran meta? ¿Las políticas de su gobierno? ¿La Ley 30230? ¿Las que
propone la Sociedad Nacional de Minería y la Confiep?
Precisamente, los que hablamos de transiciones
intentamos apostar por un aprovechamiento sostenible de nuestros recursos
naturales para el beneficio de todos los peruanos y peruanas. El reto es
precisar cómo nos imaginamos, por ejemplo, la minería para los próximos 30
años. Y esa minería no puede ser la que hemos visto y la que algunos han
padecido en las últimas dos décadas. Para los que reconocemos que la minería es
una actividad importante y lo seguirá siendo, el reto es transitar a un
escenario distinto y no seguir defendiendo absurdamente las actuales reglas de
juego y ver cómo se desmantela lo poco que se había avanzado en materia
ambiental.
Pero el otro gran problema es que el artículo no
solamente lo suscribe el Ministro del Ambiente del Perú, sino también el
presidente de la COP (Conferencia de la Partes de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). El ministro sabe perfectamente que
para impedir una elevación de la temperatura del planeta por encima de
los dos grados centígrados, no se debería tocar el 70% de las reservas probadas
de gas, petróleo y otros combustibles fósiles. Ni una palabra sobre eso.
El propio Rajendra Pachauri, director del Panel
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), afirmó en la
conferencia inaugural de la COP 20 en Lima, que “Si no se cambia el modelo, los
riesgos son la escasez de alimentos y de agua, el desplazamiento de la
población y grandes conflictos”. “Para impedir que la temperatura global se
incremente en dos grados centígrados, las emisiones de gases de efecto
invernadero deben reducirse entre 40 y 70% al 2050 y eliminarse casi en su
totalidad el 2100”.
Esto es realidad pura y dura y para nada bucólica.
Data dura como exige el ministro. Lo anacrónico es seguir defendiendo un modelo
que nos lleva directo y sin escalas a los riesgos que anuncia Pachauri, premio
nobel 2007 con el IPCC. El cambio climático nos pasa factura desde ahora.
Más data dura: un estudio hecho para el Banco Central de Reserva del Perú
calcula que para el 2030 se proyectan pérdidas equivalentes al 6,3% y al
2015 de más del 20%.
Algunos pretenden seguir manejando la economía como
si estuviéramos en la década del 50 del siglo pasado. Para evitar lo que se nos
viene es urgente mitigar y adaptar, y para ello se necesita una férrea voluntad
política, algo que no se ve en el país. Adaptar, por ejemplo, significa ajustar
los sistemas humanos y naturales frente a entornos nuevos o cambiantes; la
adaptación implica modificar consecuentemente el comportamiento, los medios de
vida, también la producción, la infraestructura, las leyes, políticas e
instituciones en respuesta a los eventos climáticos ya experimentados y los
esperados. En suma, significa transitar a un escenario distinto.
De eso se tratan las transiciones y la necesidad de
pensar un modelo de extracción equilibrado y sensato. Como señala el economista
Alberto Acosta, el gran reto para todo el planeta y para países como el Perú se
sintetiza en cómo procesar democráticamente una nueva forma de organizar la
economía, reconociendo los límites de la Naturaleza y asegurando una vida digna
para todos los habitantes del planeta. Sigamos debatiendo ministro.
—
Extractivismo
y estado de emergencia
Por Rocío Silva Santisteban
El ministro Manuel Pulgar Vidal publicó el domingo
un artículo en el que ridiculiza la propuesta posextractivista que múltiples
intelectuales latinoamericanos y europeos plantean, entre ellos por supuesto
Eduardo Gudynas, pero también Héctor Alimonda, Joan Martínez Alier o Maristella
Svampa, sosteniendo que se trata de una propuesta “bucólica y agrarista”.
Reducir y extrapolar son dos características del debate simplón: lamentable
para una persona con la trayectoria de Pulgar Vidal.
Sin embargo, es necesario aclarar desde una
perspectiva de las ideas que la propuesta posextractivista no se sostiene sobre
la negación de la minería a rajatabla sino sobre la propuesta racional de una
minería que se enmarque dentro de una visión pluriproductiva. Por ese motivo,
el concepto “Zonificación Ecológica Económica- ZEE” debe ser asumido y
priorizado por los distintos gobiernos regionales, municipales y el gobierno
nacional. Por cierto, es una tarea del Minam que, por la buena voluntad de
algunos de sus funcionarios, sale adelante sin mayor apoyo político. Hoy solo
diez departamentos y dos regiones especiales (Vraem y Picota) cuentan con un
ZEE que, además, no se respeta.
Pero en nuestro Perú actual nos enfrentamos a lo
que yo misma denomino un “extractivismo compulsivo” que fue fomentado por el
gobierno de Alan García con la justificación teórica del “perro del hortelano”,
discurso subalternizador, que ha sido percibido por los indígenas peruanos como
irrespetuoso y discriminador. Durante este gobierno, al que los votantes de
Humala dieron apoyo porque esperaban una diferencia del anterior, se ha
profundizado este extractivismo compulsivo: el presidente Humala ha priorizado,
debido a la desaceleración de la economía, el fortalecimiento de proyectos de
exploración y explotación, tanto mineros como petroleros, muchas veces
ninguneando las propias leyes aprobadas como la de consulta previa
(reglamentada de tal manera que parece amortajada). Si bien es cierto no apela
al discurso del “perro del hortelano”, hoy por hoy le da sustento a la
calificación inadmisible del funcionario de la Southern, Julio Morriberón, la
de “terroristas antimineros”. Así, el diario El Comercio tituló el domingo
“Humala afirma que terroristas azuzan la violencia en Islay” dándole el
espaldarazo que ese discurso reificante necesitaba. Es vil usar el fantasma del
terrorismo para enfrentar otro tipo de conflictos totalmente diferentes.
Raúl Zibechi sostiene en un análisis sobre el
extractivismo en América Latina que: “La violencia y la militarización de los
territorios son la regla, forman parte inseparable del modelo; los muertos,
heridos y golpeados no son fruto de desbordes accidentales de mandos policiales
o militares. Es el modo ‘normal’ de operar del extractivismo”. ¿Por qué? Porque
el extractivismo se sustenta en la acumulación por despojo, por lo tanto,
requiere de un control de esa población a la que se despojará. Se trata de
estrategias que van de la mano con la imposición de estados de excepción
levantando las garantías de la democracia. Lo ha dicho también Horacio Machado
para Potosí, pero se aplica a Tía María: “Poblaciones enteras son perseguidas,
amenazadas, criminalizadas y judicializadas; vigiladas y castigadas en nombre
de la ley y el orden. Líderes y referentes de organizaciones y movimientos
emergentes –mujeres y varones, jóvenes, adultos y ancianos por igual– son
acusados de ser los nuevos terroristas, los enemigos públicos de una sociedad
de la que es necesario expulsarlos”.
El gobierno ha tomado una decisión. La jauría de la
derecha cavernaria grita y aúlla. Los señores de la mina sonríen en silencio.
—
Publicado en Kolumna Okupa de La República, el martes 26 de mayo de 2015.
Publicado en Kolumna Okupa de La República, el martes 26 de mayo de 2015.